Llegó el tiempo de hablar sobre la principal atracción turística del país: las personas. Los cubanos tienen todo bien con su autoestima y dignidad. Ellos no aspiran a tener riquezas externas, sino que las acumulan por dentro.

Los cubanos se respetan y no permiten verse desarreglados: tratan de tomar una ducha cada vez que pueden, a ellos les gusta utilizar el perfume y se cambian si han sudado. En las calles es prácticamente imposible ver borrachos que no pueden llegar hasta su casa. Por supuesto, siempre hay excepciones, pero son poco frecuentes.

Es bastante difícil acostumbrarse a la comunicación de este pueblo. Para las personas locales es normal acercarse a un desconocido y hablar con él. A muchos turistas les da vergüenza la familiaridad de los cubanos, pero esta no lleva un sentido de insulto. Por ejemplo, el cubano puede dirigirse a una desconocida con las siguientes palabras: linda, niña, muñeca, mami y hay que acostumbrarse en cuanto entiendas qué tan lindo es.

Cuba se distingue por un bajo nivel de delincuencia, pero mostrar aquí las cosas caras, por supuesto, no vale la pena. A pesar de la pobreza, la sociedad sigue siendo pacífica. La filosofía de los cubanos: no hacer nada malo en esta vida, ayudar a todo aquel que lo necesite y alegrar a aquellos que te importan.

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