"El amor se mide por el nivel de felicidad, no de sufrimiento" es una lección realmente importante
10 Lecciones de vida que aprendemos solo de nuestros propios errores
“Si hubiera sabido dónde iba a caer, habría puesto un colchón”, dicen amargamente aquellos que, habiendo cometido un error fatal, no pueden más que lamentarlo. Los problemas de la humanidad son tan antiguos como el mundo, las situaciones se repiten una y otra vez y la gente sigue tropezando con la misma piedra. En lugar de aceptar ciertos postulados de la vida, prefieren repetir los errores y seguir caminando en un círculo de fracaso personal.
Genial.guru cree que es mejor aprender de los errores de los demás. Por lo tanto, hemos recopilado 10 verdades cínicas que ayudan a mirar a la amarga verdad directamente a los ojos. Por cierto, en el bono hay algunos descubrimientos irónicos cuya comprensión solo llega con la edad.
Quien te critica en realidad está hablando de sí mismo
Las palabras ofensivas, los comentarios punzantes y las burlas a veces duelen como una daga. Las personas que se toman las cosas muy a pecho pueden repetir mentalmente una frase grosera dicha por alguien durante años, creyendo que algo está mal con ellos.
En realidad, la persona que critica siempre habla de sí misma y de sus complejos. El discurso de odio de una persona así es una proyección de sus propios problemas sobre los demás. Así, una chica que llama “gorda” a su amiga simplemente está aterrorizada por la posibilidad de engordar. Para ahogar ese miedo, necesita una víctima junto a la cual ella “no está tan mal”.
Nadie quiere tus sacrificios
Alguien sacrifica por sus seres queridos sus intereses y su carrera. Alguien tiene tres trabajos para que a los niños no les falte nada. Alguien se limita en todo con tal de que los demás estén bien. Pero, por noble que sea esa ayuda, es agotadora. Los altruistas, por regla general, se sienten exhaustos y en lugar de gratitud solo escuchan: “¿Y quién te lo pidió?”. En realidad, nadie quiere cargar con la responsabilidad de los sacrificios de otras personas.
- Antes, dirigía al personal de una pequeña cadena. Y siempre comenzaba mis instrucciones de seguridad con las palabras: “No se hagan los héroes”. Ninguna caja registradora, ningún producto vale su vida y su salud. ¿Ha comenzado un incendio y no saben cómo apagarlo? Corran.
¿Los están amenazando para que entreguen el dinero? Entréguenlo. Los encontrarán más tarde, hay cámaras por todas partes. Después de todo, ni siquiera es su dinero. Y si al solicitar el trabajo les dicen que en caso de que suceda algo así, los que deberán pagar las pérdidas son ustedes, huyan de allí de inmediato. © Pernatyi / Pikabu
No tienes que comunicarte con gente que no te agrada. Ni siquiera si son tus parientes
A menudo las relaciones familiares, en las que, al parecer, deberían reinar el amor y el apoyo, están llenas únicamente de malentendidos, disputas y acoso. No tiene sentido seguir comunicándose con aquellos que envenenan tu vida, incluso si son tus parientes consanguíneos. Si todo lo que recibes de los miembros de tu familia en respuesta a los intentos de establecer contacto es desprecio, manipulación y humillación, entonces la única salida es limitar la comunicación con ellos. O detenerla por completo.
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Siempre que podía, la hermana de mi esposo intentaba hacerme quedar como una tonta: “¿Trabajas desde casa? ¿Es decir que vives a costa de mi hermano?”, “¿Qué es ese vestido de un color tan incomprensible?”, “¿Acaso alguien come este brebaje?”. Un día se me acabó la paciencia y le dije directamente: “Parece que no estás logrando hacer funcionar tu vida en absoluto, si sigues tratando de picarme lo más dolorosamente que puedes. ¿Realmente no tienes otras fuentes de alegría?”. No hubo respuesta y la comunicación disminuyó gradualmente hasta terminar por completo. Y estoy feliz, porque ningún vínculo familiar hace que valga la pena gastar los nervios de esta manera.
No es necesario ser una “guardiana del hogar” o un “verdadero sostén de la familia” para tener una relación feliz
Los cursos diseñados para enseñar a las mujeres a descubrir la energía femenina en ellas mismas están experimentando un verdadero auge hoy en día. “Una mujer debe inspirar a un hombre a realizar hazañas”, “Una mujer debe ser sumisa y débil”, “Una mujer solo debe usar faldas y vestidos”, predican los entrenadores, como si estuviéramos en pleno siglo XVIII.
Este modelo de relación tiene sus inconvenientes. Al tratar de ser un “hada del hogar”, una mujer a veces abandona sus intereses personales y se vuelve dependiente, y el “sostén de la familia” no puede soportar la carga de responsabilidad que ha recaído sobre él. Las relaciones son mucho más estables si ambas personas son individuos completos con sus propios intereses. El secreto de un matrimonio feliz no reside en las medias y las pantuflas abrigadas, sino en el respeto y la aceptación mutuos.
El amor se mide por el nivel de felicidad, no de sufrimiento
Hemos sido criados viendo películas y leyendo libros sobre el amor romántico y apasionado ideal, y muchos de nosotros adquirimos erróneamente la creencia psicológica de que el amor verdadero está necesariamente asociado con el sufrimiento. Cuanto más se asemeja la relación a una montaña rusa, cuanto más una persona tiene el control o está celosa de la otra, tanto más fuertes son los sentimientos. Pero lo cierto es que no es así.
“Con él estoy mal, pero sin él estoy aún peor”, “Me trata así porque me ama”, y otras declaraciones de este tipo no tienen nada que ver con el amor. Se trata de relaciones poco saludables en las que el miedo y la necesidad reemplazan al amor.
Si una persona está atrapada en el estado de víctima, resulta beneficioso para ella
Una mujer se queja con sus amigas de que vive con un hombre que no oculta que no quiere una relación a largo plazo. Y aunque a ella no le gusta eso, continúa lavando y planchando para él, esperando que algún día cambie y comience a apreciarla. Las amigas se preguntan por qué no lo deja, por qué sigue sufriendo así. La respuesta es simple: en la condición de ser la víctima, existen ventajas imaginarias.
En psicología existe el concepto del beneficio secundario. Es una situación en la que una persona, al estar en una posición angustiosa, ve ventajas en ella. Por ejemplo, todos sienten lástima por la víctima, y ella, al contarles a los demás los detalles insoportables de su vida, recibe atención y simpatía. No se le exige mucho a la víctima: puede permitirse ser una persona débil e irresponsable. Al ayudar a una persona inútil a salir del agujero de su personalidad, la víctima se siente noble y misericordiosa, y también siente que es necesaria para alguien. Al dar todo de sí misma, la persona cree que puede ganarse el amor y la buena actitud del otro: y es probable que esta actitud psicológica tan distorsionada haya sido inculcada por la crianza de los padres.
Es por eso que a menudo no vale la pena intentar salvar a una persona que se queja interminablemente de su destino. Quizás inconscientemente esa situación le conviene y en realidad no puede vivir de otra manera.
El dinero no es la felicidad, pero no hay felicidad sin él
No todo en nuestro mundo se puede conseguir con dinero. El amor sincero y la amistad, el talento y la experiencia, por ejemplo, son imposibles de comprar. Pero todo lo demás es bastante adquirible. Se diga lo que se diga, con dinero en la mano las posibilidades de estar sano, feliz y realizado son mucho mayores.
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Las personas que dicen que “el dinero no es la felicidad”, ¿saben a dónde pueden irse? Ser feliz es muy caro. Comer alimentos saludables es caro. Si quieres saber si estás sano, es caro. Y ser hermoso ni te cuento. Y si encima de repente quieres ver el mundo, ya entendiste el punto. © Rhymeslive / Twitter
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“El dinero no da la felicidad” es dicho solo por quienes tienen cubiertas al menos las necesidades básicas. En otros casos, es difícil permanecer feliz cuando no tienes con qué pagar la vivienda y estás comiendo arroz desde hace diez días, y no por estar a dieta, sino por necesidad. © catherine_lo / Twitter
El día perfecto para comenzar una nueva vida nunca llegará
Cuántos planes grandiosos se han pospuesto con el pretexto de “comenzaré el lunes”, “después de las fiestas de fin de año”, “en poco tiempo el horario laboral será más libre, y entonces seguro”. La mayoría de ellos probablemente no se cumplieron nunca.
Puedes esperar el momento adecuado toda tu vida. Siempre habrá asuntos urgentes y circunstancias insuperables que te convencerán de posponer el comienzo de una nueva vida al menos un poquito. Inconscientemente, el cerebro intenta evitar la incomodidad asociada con un estilo de vida inusual, y al instante encuentra poderosas excusas para ello. Si realmente quieres cambiar tu vida, entonces debes hacerlo ahora mismo, sin esperar al comienzo de la semana, del mes o del año que viene.
Las buenas calificaciones no te ayudarán a establecerte bien en la vida adulta
Las buenas calificaciones en la escuela y en la universidad no son garantía de una carrera exitosa en el futuro. Como muestra la experiencia, los alumnos que reciben las peores notas a veces tienen mucho más éxito que los alumnos excelentes. Mientras los estudiantes sobresalientes están ocupados trabajando en libros de texto y tratando de ganarse el favor de los maestros, sus compañeros adquieren amistades y aprenden solo lo que les interesa.
Para muchos exalumnos excelentes, acostumbrados a los elogios, enfrentarse a la dura realidad es un verdadero estrés, ya que, además de conocimientos, también se necesitan perspicacia, competencia social y flexibilidad psicológica.
La felicidad no es una coincidencia afortunada, sino una elección consciente
Mucha gente dice: “No seré feliz hasta que conozca a mi alma gemela”, “Si me hubiera casado con aquel y no con este, entonces habría sido feliz”, y así transfieren la responsabilidad de su felicidad a otra persona. Sin embargo, como muestra la práctica, ni una pareja ideal ni circunstancias de vida más exitosas, ya sea un ascenso o una herencia que de repente cae sobre tu cabeza, hacen a una persona más feliz.
En su libro La bailarina de Auschwitz, la famosa psicóloga Edith Eger, sobreviviente de Auschwitz, escribe que ser feliz es una decisión que todos podemos tomar. No podemos cambiar el pasado ni adivinar el futuro. Lo único que está en nuestras manos es decidir cómo relacionarnos con lo que sucedió y qué hacer a continuación. De las respuestas a estas preguntas, depende si una persona vivirá con arrepentimientos, lamentando los errores del pasado y con miedo al futuro, o se liberará para siempre de ellos, después de haber hecho una elección a favor de la felicidad personal.
Bono: 5 verdades cotidianas de las que somos conscientes solo cuando somos adultos
Si pudieras retroceder en el tiempo y darte a ti mismo solo un valioso consejo, ¿cuál sería?
Comentarios
Muy de acuerdo con: El dinero no es la felicidad, pero no hay felicidad sin él
Al bono:Si sufres alopecia, con gorro o sin el tendrás frío:Los dientes se lavan media hora después de comer (según especialistas)¿ Donde esta escrito que” Hay que lavar la loza de inmediato“?