10 Personas cuyo trabajo terminó en un caos absoluto

Curiosidades
hace 3 días

La mayoría de las personas espera despedirse de un trabajo con un correo amable y, tal vez, un pedazo de pastel. Pero ese no fue el caso de estos empleados. Desde renuncias dramáticas hasta despidos inesperados, estas 10 salidas laborales fueron todo menos normales. Prepárate para conocer historias en las que dejar un trabajo se convirtió en un auténtico caos.

  • Mi esposa trabajó hace unos años en una conocida cadena de cafeterías. Consiguió otro trabajo y pidió una reducción de horario, pero esto no sucedió durante tres semanas seguidas. Durante la tercera semana, una madre de familia intentó llamar su atención lanzándole bolas de nieve por la ventanilla del autoservicio.
    Mi esposa dejó lo que estaba haciendo, le arrojó el té helado a la madre (que explotó por todas partes) y cerró la ventanilla de golpe. Cinco minutos después, había escrito su carta de renuncia con lo único que encontró: un crayón morado y una nota adhesiva. The_MonBear / Reddit
  • Mi jefe nunca estaba en la oficina, ni siquiera cuando quise entregarle mi renuncia. Así que grabé un video bailando sobre su escritorio y cantando sobre cómo nunca está presente, y se lo envié a su jefe. AnotherCleverGuy / Reddit
  • Durante mi entrevista de salida, le dije a Recursos Humanos que la verdadera razón por la que me iba era por la calidad de las sillas de oficina. Comenté que eran un espanto, incómodas y que me hacían sentir avergonzado de ir a trabajar, lo cual afectaba seriamente mi satisfacción laboral. Dos semanas después, mis antiguos compañeros me contaron que todos recibieron sillas de oficina nuevas y de alta calidad. jphiz / Reddit
  • Mi jefe estaba obsesionado con controlar hasta el más mínimo detalle. Se volvía loco si algo no cumplía exactamente con sus expectativas y me hacía quedarme horas extra por la noche.
    Un día se puso furioso por nada y me gritó como si fuera un animal. Fue la gota que derramó el vaso. En ese momento recogí mis cosas y salí de la oficina. Nunca volví ni respondí a correos ni llamadas.
  • Solía trabajar como cajero. El jefe del área de cajas me pedía que ayudara a capacitar a un par de nuevos cajeros y, después, podría cambiarme de puesto. Pero cada vez que terminaba con la capacitación, surgía algo nuevo y, por alguna razón, no me permitían hacer el cambio. Me harté y esperé hasta el domingo más ocupado en la historia de la tienda para renunciar justo después de mi hora de comida. Le entregué mis llaves de la caja y del cajón a mi jefa y le dije: “Renuncio, adiós.” MattHicks2010 / Reddit
  • Después de que falleciera un familiar muy cercano a mí, mi jefe no me permitió asistir al funeral. Me dijo: “A nadie le importan tus problemas en el mundo real.” Su hijo, de quien soy amigo desde la primaria, se reportó enfermo, y cuando mi jefe me llamó para pedirme que lo cubriera, le respondí amablemente: “A nadie le importan tus problemas en el mundo real.” Y renuncié. Puedo preparar sándwiches para alguien más por el salario mínimo y recibir un poco más de compasión. Long**ngSilver3** / Reddit
  • Trabajaba en el área de informática de un enorme bufete de abogados. Una noche, mientras actualizaba los servidores, me aburrí y decidí hacerles una broma a mis compañeros. Apagué remotamente el ordenador del socio director justo antes de la presentación de su caso más importante. Se puso furioso.
    Riéndome, me recosté en mi silla y por accidente jalé el cable equivocado. Todo el sistema de la oficina colapsó: correos, archivos, todo. Lo llamaron “El Gran Apagón”. A la mañana siguiente, me escoltaron con mis cosas en una caja.
  • Estaba harta de mi jefa. Me cargaba de trabajo, se apropiaba de mis ideas y me hacía la vida imposible. Un día, escribí un correo desahogándome sobre ella, lleno de frustración, sarcasmo y algunas palabras subidas de tono. Iba dirigido a mi mejor amiga del trabajo.
    Pero, presioné “Responder a todos”. El correo llegó a toda la empresa. El silencio que siguió fue ensordecedor. Mi bandeja de entrada explotó, Recursos Humanos me llamó. Sí, ese fue mi último día.
  • Solía trabajar para mi papá. Me trataba fatal, no me pagaba casi nada y me obligaba a trabajar 70 horas a la semana. Luego cruzó todos los límites y me forzó a cubrir un turno nocturno brutal, de 6 p.m. a 6:30 a.m.
    Le dije que no era justo, y me llamó “débil” y me dijo que “madurara”. Frustrado, lo miré a los ojos y le dije: “Si un adulto se ve como tú, prefiero seguir siendo débil.” Renuncié en ese mismo instante y nunca volví. Perder a su empleado más trabajador afectó profundamente a mi papá y a su negocio, tanto que luego me rogó que volviera y me prometió mejores horarios. Pero bueno, ya estoy en mi nuevo trabajo, donde no solo me pagan el triple, sino que además me tratan como a un ser humano.
  • Trabajaba como asistente. Una vez llevé a mi esposo a la fiesta de la oficina. Normalmente, es tímido, pero lo vi siendo “demasiado amigable” con mi jefa. Lo dejé pasar.
    Al día siguiente, mientras revisaba el celular de mi jefa para agendar una reunión, sonó: era mi esposo. Al abrir el chat, se me revolvió el estómago al ver que llevaban un tiempo escribiéndose, y la mayoría eran mensajes de coqueteo por parte de ella, a los que él respondía de forma incómoda.
    La confronté, y me dijo sin rodeos que estaba “enamorada de mi esposo”, que “no significaba nada”. Me hervía la sangre. Estrellé su teléfono contra el suelo y le dejé muy claro que no volviera a contactar a mi esposo de ninguna forma, o la denunciaría. Y también, renuncié.

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