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Millones de personas padecen intolerancia a la lactosa, muchas veces sin saberlo. Este artículo presenta 10 señales comunes que tu cuerpo podría estar usando para advertirte que la lactosa podría ser la causa de tu malestar.
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La intolerancia a la lactosa también puede afectar el sistema inmunitario, provocando un aumento de la inflamación en el cuerpo. Al igual que un tobillo se inflama después de una lesión, los ojos hinchados y las ojeras marcadas pueden ser señales de que tu cuerpo está reaccionando con una inflamación a la lactosa.
Aunque es menos común, algunas personas con intolerancia a la lactosa presentan síntomas como dolores de cabeza, fatiga, dificultad para concentrarse, dolores musculares y articulares, úlceras en la boca, problemas urinarios e incluso eccema.
Los productos lácteos como la leche, el queso y el yogur también se han asociado con la aparición de aftas bucales. Algunos expertos señalan que las proteínas de la leche de vaca pueden desencadenar úlceras en la boca en ciertas personas debido a una reacción del sistema inmunitario.
Si sufres con frecuencia de llagas en la boca, considera eliminar los productos lácteos, especialmente los derivados de leche animal, y opta por alternativas como leche de soya, leche de avena o queso vegano para ver si se reducen los brotes.
Las alergias a los lácteos pueden provocar reacciones más allá del sistema digestivo, afectando también la piel, los pulmones y otros órganos. Los síntomas más comunes incluyen:
En bebés, la presencia de sangre en las heces también puede ser una señal de alergia a los lácteos.
Las reacciones más graves, como la hinchazón de la garganta y problemas para respirar, pueden ser indicios de anafilaxia, una reacción alérgica potencialmente mortal. Los síntomas suelen aparecer en cuestión de minutos, aunque en algunos casos pueden tardar varias horas.
La intolerancia a la lactosa se produce cuando el cuerpo tiene dificultades para descomponer la lactosa, el azúcar natural presente en la leche. Esto puede provocar problemas digestivos, como diarrea después de consumir productos lácteos. Aunque esta condición, también conocida como malabsorción de lactosa, no suele ser peligrosa, pero sí puede causar un malestar considerable.
Curiosamente, la intolerancia a la lactosa no siempre se manifiesta con diarrea. En algunas personas, especialmente aquellas cuyas bacterias intestinales producen metano en lugar de hidrógeno, el síntoma principal puede ser el estreñimiento. Las investigaciones indican que la producción de metano en el sistema digestivo ralentiza el movimiento intestinal, lo que provoca estreñimiento en aproximadamente un tercio de las personas con intolerancia a la lactosa.
La hinchazón es un síntoma común de la intolerancia a la lactosa, tanto en niños como en adultos. Se produce cuando el cuerpo carece lactasa, la enzima necesaria para descomponer la lactosa, el azúcar natural presente en los productos lácteos.
Cuando la lactosa no se digiere, fermenta en el colon, lo que genera gases y malestar.
La intolerancia a la lactosa puede provocar síntomas más allá de las molestias digestivas, como dolor de espalda, dolores de cabeza, fatiga, dificultad para concentrarse y sensación de cansancio general. Algunas personas también reportan problemas para dormir, mareos y malestar general.
Estos síntomas menos comunes pueden deberse a la incapacidad del cuerpo para procesar la lactosa, lo que podría desencadenar respuestas inflamatorias o metabólicas en personas sensibles.
Cuando la lactosa no se digiere adecuadamente en el intestino delgado, pasa al colon, donde las bacterias intestinales se encargan de descomponerla.
Este proceso de fermentación produce ácidos y gases como hidrógeno, metano y dióxido de carbono, lo que provoca síntomas comunes de la intolerancia a la lactosa, como flatulencias e hinchazón.
El dolor en los músculos y las articulaciones podría estar relacionado con la lactosa. Normalmente, la lactosa se descompone gracias a la lactasa, una enzima del intestino delgado. Sin embargo, en la mayoría de las personas, la producción de lactasa disminuye después de la infancia, lo que dificulta su digestión.
Incluso en quienes logran digerir la lactosa, esta se convierte rápidamente en glucosa, lo que puede alterar la microbiota intestinal, elevar los niveles de azúcar en sangre y provocar inflamación en el organismo. Ya sea por una mala digestión o por sus efectos metabólicos, la lactosa puede favorecer procesos inflamatorios y dolor, algo que muchos buscan evitar.
Los síntomas más comunes de la intolerancia a la lactosa incluyen calambres y dolor abdominal, que suelen aparecer pocas horas después de consumir productos lácteos.
Si presentas síntomas de intolerancia a la lactosa, también podría ser útil considerar si una posible intolerancia al gluten está contribuyendo al malestar.
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