12 Pruebas de que perseguir un sueño puede llevarte a destinos que jamás imaginaste

Historias
hace 20 horas

Todos soñamos con una profesión, con estar junto a alguien que amamos en secreto, con comprar una casa... o incluso con algo tan simple como adoptar un gatito. Algunos sueños se cumplen de manera mágica, otros solo dejan decepción. Y en ocasiones, nos llevan a destinos completamente distintos a los que imaginamos. Estas historias son prueba de ello.

  • Desde niña tuve inclinación por las humanidades. En la escuela, la literatura y los idiomas extranjeros se me daban con facilidad. Pero en octavo grado, de repente, se me metió en la cabeza que quería ser física. Me obsesioné con la materia, estudiaba día y noche, compré libros de ejercicios y leía bibliografía extra. Soñaba con trabajar en un instituto de investigación.
    El problema era que mis calificaciones en física apenas alcanzaban para aprobar. Afortunadamente, en los últimos años de secundaria me di cuenta de que no era lo mío y dejé de lado esa idea. Al final, estudié traducción y ahora trabajo en una editorial. Y no podría estar más feliz con mi profesión.
  • Desde joven soñé con tener mi propia casa. Trabajé duro para lograrlo, pero no se dio. Me casé y, junto a mi esposo, conseguimos un hogar. Debería sentirme plena, pero en el fondo me quedó una sensación de insatisfacción, como si hubiera renunciado a mi sueño. Así que empecé a ahorrar poco a poco para comprar un departamento. Sé que, en términos legales, seguirá siendo parte del patrimonio familiar, pero al menos cerraré ese ciclo en mi mente y me sentiré en paz conmigo misma.
  • Cuando era niño, soñaba con ser médico. Me encantaba jugar a curar a mis familiares, diagnosticando enfermedades imaginarias y recetando tratamientos de mentira. Han pasado más de 20 años y no me convertí en doctor, pero cada vez que alguien en mi familia necesita un medicamento, una inyección o entender un resultado de análisis, recurren a mí. El problema es que, con el tiempo, llegué a odiar todo lo relacionado con la medicina. Admiro a los doctores, pero esto no es lo mío. A veces desearía no haber tenido nunca esa ilusión de infancia.
  • En mi juventud me fascinaba la animación. Incluso hice un cortometraje animado como proyecto de maestría. Cuando terminé la universidad, conseguí trabajo en una agencia de publicidad. Pero resultó ser agotador y monótono: pasaba la mayor parte del tiempo editando videos aburridos y haciendo ilustraciones para comerciales. Decidí buscar otra oportunidad y, finalmente, una productora de animación gráfica me contrató. Todo iba bien hasta que, cinco años después, la empresa tuvo que reducir su plantilla cuando un importante productor se fue, llevándose a muchos clientes con él. Por suerte, logré entrar a un canal de televisión, donde ahora hago gráficos para programas y, de vez en cuando, algo de animación. Me gusta mi trabajo, pero aún extraño aquello que me apasionaba. © Abercrombie Fitch. / Quora
  • Cuando tenía cinco años, vi una serie sobre abogados en la televisión. Desde ese momento, decidí que quería ser uno. Al crecer, me esforcé para entrar en una de las mejores escuelas de derecho y le anuncié a mis padres que la terminaría con éxito. También me propuse vivir en un barrio exclusivo. Hoy en día, cada día de mi vida transcurre en el sueño que una vez tuve. © Andrew Weill / Quora
  • Mi mayor sueño de la infancia era vivir en una casa con un sofá. Mi familia se mudaba constantemente. Siempre vivíamos en departamentos pequeños, amueblados de manera básica, sin preocuparnos por la comodidad o por tener muebles “lujosos” como un sofá grande y acogedor. Por eso, durante toda mi infancia, soñaba con establecerme en un solo lugar y, finalmente, comprar un sofá. Pero no cualquier sofá, sino uno que tuviera su propio espacio y se convirtiera en el centro del hogar. Cuando me casé y nos mudamos a nuestro primer departamento, lo primero que hice fue ir a una tienda y elegir uno. Se volvió el elemento más importante de nuestra casa. Paso mucho tiempo en él, y después de tantos años, sigue siendo mi lugar favorito. Puede que mi vida sea bastante sencilla, pero es el tipo de paz y estabilidad con la que siempre soñé. © Proudmotherofone / Quora
  • Mi mamá me enseñó a leer cuando tenía tres años. Para cuando ingresé al preescolar, ya leía al nivel de un niño de tercer o cuarto grado. Cuando mi maestra se dio cuenta de esto, empezó a pedirme que leyera en voz alta para el grupo mientras ella hacía otras tareas en su escritorio. Desde entonces, supe que quería ser maestro. No recuerdo haber querido ser otra cosa en la vida. Me considero afortunado porque logré convertir mi sueño en realidad. Enseñé matemáticas en secundaria durante 27 años, y fue mi verdadera pasión. © Paul Adams / Quora
  • La chica de la que estuve enamorado por años, sin que mis sentimientos fueran correspondidos, finalmente me confesó que también me amaba. Fue una victoria agridulce. Yo estaba enamorado de ella, pero se casó con otro hombre. Aun así, me dijo que, en realidad, yo era el verdadero amor de su vida, pero que tenía que casarse con aquel tipo por cuestiones de herencia. Tiempo después, regresó a mí diciendo que su matrimonio no le había dado la felicidad que esperaba y que quería estar conmigo. Pero lo que realmente quería era una aventura en secreto. En ese momento entendí que ella nunca me había amado tanto como decía. Comprendí que yo merecía a alguien que sintiera por mí lo mismo que yo por ella. Y lo más impactante: me di cuenta de que ya no la amaba. © Patrick / Quora
  • Siempre quise tener gatitos. Adopté dos de un refugio. Pero, de repente, me abrumó la sensación de ser completamente responsable de esos pequeños seres indefensos. Me entró un pánico tal que llegué a preguntarme si debía devolverlos para que encontraran otro hogar. Por poco y me da un ataque de ansiedad con solo pensarlo. Pero, ¿saben qué? Un día regresé a casa después de una jornada agotadora y, en cuanto los vi, me invadió una calidez inmensa. Fue hermoso sentir que alguien estaba feliz de verme. Creo que es normal sentirse abrumado al principio. Solo hay que darse un tiempo para adaptarse a los cambios. © IrisPointe / Reddit
  • Siempre soñé con ser una esposa amorosa, cuidar de mi pareja, construir un hogar juntos y compartir nuestra vida. Pero ninguno de los hombres con los que estuve quiso lo mismo. Me cansé de las traiciones, las mentiras y las infidelidades. Me asusta darme cuenta de que estoy empezando a ver los matrimonios abiertos y las relaciones sin compromiso como una opción viable. Yo solo quería una familia tradicional, pero parece que ese sueño no es para mí.
  • Tengo 46 años. Tengo familia y un negocio propio. Pero en los años 90, mi sueño era entrar en la escuela naval. Sin embargo, terminé en el instituto de ingeniería. Me gradué con honores, luego vino el trabajo, el matrimonio, los hijos... pasaron 29 años. El otro día fui a casa de mi madre para ayudarla a organizar la bodega antes de una remodelación. Entre las cosas viejas, encontré una carta de admisión a la escuela naval. Recuerdo que yo mismo reuní todos los documentos, hice trámites, envié la solicitud por correo certificado... y nunca recibí respuesta. La respuesta sí había llegado. Mi madre, temerosa de dejarme ir a otra ciudad, escondió la carta y nunca me lo dijo. Tengo 46 años, esposa, hijos, mi propio negocio... y, aun así, no pude evitar sentarme ahí y llorar.
  • Siempre quise ser maestro. Mi hermano se burlaba de mí: “Vas a vivir a punta de fideos instantáneos”. Pasaron los años y me dediqué a dar clases particulares. Un día, mi hermano me llamó:
    — Oye, necesito que ayudes a mis hijos con sus exámenes.
    — No habrá descuento.
    A lo que él respondió indignado:
    — ¡Pero si eres mi hermano, deberías hacerlo gratis!
    Y yo le contesté con una sonrisa:
    — ¿Y con qué voy a comprarme los fideos instantáneos?

La profesión de maestro siempre ha estado rodeada de estereotipos. Pero si lo piensas bien, casi no existe una sola área de la vida donde no haya prejuicios. A veces, estos aparecen en los momentos más inesperados.

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