Cuando era niña mi papá preparó la cena porque mi mamá llegaría tarde del trabajo. Llenó una bandeja con muslos y contramuslos de pollo y los bañó en abundante "salsa de soja", luego de merter la bandeja en el horno se fue a bañar. Al poco rato llegó mi mamá y algunos vecinos le preguntaron qué postre estabamos haciendo en casa que olía así. Mi papá confundió la salsa de soja con el pomo de vainilla, tratamos de arreglarlo, pero ni el pobre perro se pudo comer aquello. Me recordó al del pitbull
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La mayoría de los recuerdos de la gente sobre la comida que no les gusta están asociados con la infancia. En este asunto, un niño depende completamente de los adultos; a menudo no puede influir en su menú de ninguna manera y durante años come lo que le dan, incluso si los platos son preparados por cocineros francamente ineptos.
En Genial.guru descubrimos que la comida del jardín de infantes a veces palidece ante la comida que preparan los padres y familiares cercanos para los niños. Te invitamos a que lo veas por ti mismo.
Mi papá pensaba que era un buen cocinero. Y cada vez que cocinaba, lo hacía de acuerdo con el mismo esquema: habiendo planeado cocinar un platillo, usaba productos completamente diferentes. Como resultado, le salía algo que no estaba claro qué era. Entonces, para salvar la situación, vertía en la comida huevos batidos y llevaba todo al horno o lo freía. Así apareció un platillo familiar llamado “desastre cubierto con huevos”. © Elizaveta Mochalkina / Genial.guru
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Tenía 5 años. Mi mamá hizo un arrollado de carne. Ya los conoces: carne desconocida mezclada con cebollas, especias, pan o galletas saladas y con kétchup agregado por arriba. Lo puso en el horno para cocinarlo y, cuando lo sacó, el arrollado estaba tan duro como un hueso y olía a cebollas podridas. Mamá trató de dárselo de comer a nuestro pitbull, pero ni siquiera el perro quiso probar este desastre culinario. © Jen Bradley (Parache) / Quora
Un día, para una fiesta, mi tía hizo una ensalada de 7 capas: zanahorias, cebollas, pepinos, jitomates, etc. Todo hubiera estado bien si no hubiera usado un procesador de alimentos para cortar todo en trozos diminutos. También hizo una ensalada la noche anterior y la dejó en el refrigerador; al final, todo el jugo se acumuló en el fondo. © OCPyle / Reddit
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Aproximadamente una vez a la semana, mi madre preparaba comida con lo que había en el refrigerador y estaba a punto de deteriorarse. La razón por la que estos alimentos se convertían en sobras era que nadie quería comerlos desde el principio. Juntaba todo aleatoriamente; podía consistir de dos nuggets de pollo, un pedazo de albóndiga, más un poco de espagueti y un poco de arroz. © autor desconocido / Reddit
Mi mamá solo conoce una forma de cocinar: freír. Lo peor que solía preparar eran pechugas rellenas: pechugas de pollo empanizadas con relleno de ajo y mantequilla. Fritas, se convertían en pan carbonizado con pollo de goma que todavía estaba crudo en algunos lugares, y todo eso alrededor de un trozo de mantequilla semicongelada. © Nambot / Reddit
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Cuando era niña, mi abuela me obligaba a comer. Decidió que desayunar era absolutamente necesario y preparaba sopas instantáneas, no “Maggi”, sino comunes, donde también había pasta en forma de estrellas. El sabor de esta sopa, que se comía a las 7:30 de la mañana, todavía me acompaña. © Katerina Tihomirova / Facebook
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Mi mamá no cocinaba muy bien. Sobre todo, yo odiaba el hígado preparado por ella. Guisaba el hígado en crema agria hasta obtener un estado gomoso. Cuando yo cociné hígado por primera vez de acuerdo con mi propia receta, mi madre estaba encima de mí y me regañaba: “¡Fríelo más, aún no está cocido!”. Luego, me dijo sorprendida que nunca había comido nada más sabroso. De su cocina, solo amaba las albóndigas. Pero a la edad de 40 años descubrí que las compraba listas para cocinar. © Svetlana Koverga / Facebook
A mi abuela le encantaba la sopa grasosa de repollo con leche, preparaba constantemente su enorme cacerola de 10 litros. Ella no entendía para nada cómo se podía comer otra sopa de repollo, decía que era más sabrosa con leche. Al principio, ella se ofendía porque nadie la comía. Luego empezó con ultimátums: “Si no comes la sopa, no comerás nada”. Solo un par de años después se dio cuenta de por qué los nietos dejaron de ir a visitarla. © panicmouse / Pikabu
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Durante los primeros 19 años de mi vida, pensé que no me gustaba la comida en sí, pero resultó que esto sucedía solo cuando cocinaba mi madre. Ella ponía verduras congeladas sin agua en el microondas durante 30 minutos, donde se convertían en mocos insípidos. Cocinaba el arroz en el microondas, lo cual lo volvía pegajoso. Siempre se le pasaba la cocción de la carne. Lo mejor que mi mamá hizo por mí fue no enseñarme a cocinar. © Frozenhell / Reddit
Cuando íbamos a visitar a mi abuela, ella preparaba una olla enorme de sopa de repollo. La carne no la procesaba en absoluto, la lavaba y la tiraba en la olla, y al final siempre ponía una cebolla entera en la sopa. Así siempre en mi plato flotaba un trozo de tocino y un trozo grande de cebolla hervida. No podías levantarte de la mesa hasta haber comido todo. Me metía la cebolla detrás de la mejilla izquierda, el tocino detrás de la mejilla derecha, le llevaba el plato a mi abuela, como máximo podía decirle: “Grashiash”, y salía corriendo afuera, donde estaba su perro. El perro siempre me estaba esperando, y yo me preguntaba cómo al perro le encantaban las cebollas hervidas. © zontik626 / Pikabu
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Cuando era niña, odiaba la sopa de verduras. Y luego la probé fuera de casa, y... me gustó. Al final, resultó que mi madre y mi abuela ponían pimiento rojo en esa maldita sopa y yo odio el pimiento hervido. Hasta ahora, cuando voy a visitarlas, no como su sopa, pero ellas no entienden cómo es posible prepararla sin pimiento: ¡es más sabrosa con pimiento! © jmaranello / Pikabu
Cuando era pequeña, elogiaba la comida que preparaba mi abuela por cortesía. La asquerosa gelatina de frutos secos, la sémola con grumos que odiaba y los panqueques quemados. No quería ofenderla. Pero cuando crecí y me convertí en anfitriona, mi abuela comenzó a criticar los resultados de mis esfuerzos, sin dudar en sus expresiones. Esto ella no lo come en absoluto, aquello no lo quiere, esto no le gusta... Por qué me obligaba yo a comer su comida cuando era niña, no lo sé. © Oídoporahí / VK
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Cuando era niña, por alguna razón, no podía soportar la sopa con arroz. No me gustaba el sabor del arroz en ella, aunque lo comía tranquilamente en otros platos. Cada vez que tenía que comerla, trataba de tragarla durante dos horas, mezclada con mis lágrimas. Desde que me mudé de la casa de mis padres, nunca la volví a comer. Hace poco le pregunté a mi madre: “¿Por qué no la cocinas más?”, y ella respondió: “Porque no te gusta”. ¿En serio? © Buterbrodik / Genial.guru
¿Fuiste torturado en la infancia por experimentos culinarios fallidos o te cocinaban de tal manera que todavía recuerdas las ricas comidas caseras con un ruido en el estómago?
Comentarios
Mi mamá hacía mucha comida frita y ahora la odio
Yo odiaba los platos de comida del día anterior
pobre tía que hizo una ensalada en el procesador de alimentos jajaja