13 Historias sobre el día a día de los tutores, donde no hay lugar para el aburrimiento

Gente
hace 6 horas

A simple vista, la labor de un tutor puede parecer sencilla: un par de clases al día y un buen ingreso asegurado. Pero la realidad es mucho más compleja. Los tutores no solo explican la materia: cada día se enfrentan a retos que exigen paciencia, creatividad y la habilidad de conectar con todo tipo de estudiantes.

  • Trabajo como tutora. Un día me llama un hombre adinerado: “¡Mi hija necesita aprender todos los tiempos verbales del inglés en solo 4 horas!”. La oferta económica era muy tentadora. Pero lo curioso era que, si la niña no lograba entenderlo todo, él me pondría como castigo devolver el dinero y, además, escribir una explicación formal de por qué no funcionó. Rechacé la propuesta.
  • Mi hijo tuvo un tutor de matemáticas. Nivel olímpico, buen chico y muy educado. De pronto, dejó de trabajar con mi hijo y me mandó una carta bastante dura; tuve que disculparme varias veces. Resulta que mi hijo resolvía los ejercicios más rápido que el tutor y le insistía en que pensara con mayor agilidad, diciéndole que a ese ritmo no tenía nada que hacer como profesor. Desde entonces, nunca más contraté un tutor de matemáticas. Luego mi hijo se interesó por la química y el nuevo profesor, muy brillante, llegó a decir que ya no podía seguirle el paso y decidió dejar las clases. Apenas logré convencerlo de quedarse: mi hijo aseguraba que necesitaba un compañero de equipo. Al final, el tutor no aportaba mucho en la preparación, pero el apoyo emocional también cuenta. © Julia / Dzen
  • Soy profesora de lengualiteratura con 37 años de experiencia, y también doy clases particulares. El año pasado, justo un mes antes del examen final, nadie encontraba tutor; la situación en la escuela era realmente complicada. Así que empecé a preparar a una alumna de noveno grado para el examen. Desde la primera clase noté que difícilmente aprobaría, pocas veces había visto un nivel tan bajo. Acordé con la madre que solo me pagaría si su hija aprobaba, y la chica, desde el principio, me dijo: “Quiero sacar un 8”. Yo pensaba que, con suerte, lograría un 6, o incluso un 5. Llegó el día del examen y, para mi sorpresa, mi alumna me llamó feliz: ¡sacó un 8! No sé quién se alegró más, si ella, yo, o su madre, que me envió mucho más dinero del que habíamos acordado. © Galina Chernikova / Dzen
  • Recuerdo que una vez mi esposa me llamó para que la ayudara con un problema de matemáticas de séptimo grado. El hijo de una colega suya no entendía nada de la materia. Como sus padres son médicos, las matemáticas no son su fuerte. Me enviaron el ejercicio, le armé la ecuación y la simplifiqué al máximo, hasta dejarla en algo tan básico como 2x = 4, y se la devolví resuelta. ¡Pero recibí una lluvia de quejas! Resulta que el chico ni siquiera podía resolver eso. ¿Cómo es posible que haya llegado a séptimo grado así? ¿Por qué dejan que los alumnos pasen de curso sin entender lo básico? Es increíble. © Pavel V. / Dzen
  • Durante varios años fui tutora y recibía a mis alumnos en casa. Tengo un perro enorme y peludo, de color blanco, que asustaba a muchos, así que casi siempre lo dejaba en otra habitación. Pero había una alumna que era fan de mi perro. Siempre me pedía llegar 15 o 20 minutos antes o quedarse un rato después para poder acariciarlo y relajarse. Por supuesto, yo encantada. Hace un par de meses dejé de dar clases, pero la semana pasada esa misma alumna me escribió para ver si podía pasar tiempo con el perro, ya que estaba pasando por momentos difíciles en la escuela y necesitaba apoyo. No sé decir que no, así que ahora nos vemos cada fin de semana y mi perro salta de alegría cada vez que la ve llegar. © No todos lo entenderán / VK
  • La madre de uno de mis alumnos tenía la costumbre de quedarse fuera de cámara durante las clases en línea y observar todo lo que pasaba. Me enteré porque un día el alumno se olvidó de apagar el micrófono y escuché claramente cuando su mamá le decía: “¡Deja de mirarme y sonríe!”. © The_Minstrel_Boy / Reddit
  • Trabajo como tutora. Me encantaría poder maquillarme, arreglarme y usar vestidos de vez en cuando, pero no me siento cómoda yendo tan producida a casa de mis alumnos. A veces los padres muestran demasiada efusividad cuando llego, y aunque quizás solo sea mi percepción, prefiero evitar cualquier malentendido. Es frustrante no poder ser yo misma y vestirme como realmente quisiera. © Oído por ahí / Ideer
  • Soy tutora de inglés. Trabajé tres años en una escuela, luego tomé licencia por maternidad y no regresé. Una vez, la mamá de un alumno se quejaba llorando: “En la escuela no enseñan nada. Mi hijo se pasó toda la tarde memorizando palabras y le pusieron un 6”. Decidí comprobar qué tanto había aprendido: le di una lista de 10 palabras y solo conocía dos; las demás ni siquiera podía leerlas. Le pregunté por qué, y me contestó: “Nos dijeron que las aprendiéramos de memoria, pero no que las leyéramos ni las tradujéramos”. Todavía no entiendo cómo se puede aprender vocabulario en inglés sin saber leerlo ni traducirlo. Y, para la madre, la culpa era del maestro, porque su hijo “estudió” y, aun así, recibió una mala nota. © ychris1987 / Pikabu
  • Una de mis alumnas de 14 años escribió en su ensayo final de inglés: “En cuanto a las pruebas, simplemente tengan en cuenta que tengo razón y no hagan más preguntas”. Obviamente era una broma, pero se le olvidó borrar esa línea antes de entregar el trabajo. © Nuneasy / Reddit
  • Una de mis alumnas dejó muy claro desde el primer día que su objetivo era casarse con un extranjero millonario. Por eso, nuestras clases se dividían en dos partes: dedicábamos un tiempo a redactar cartas para posibles candidatos en sitios de citas y el resto lo usábamos para practicar conversación. No quería que existiera un contraste entre lo bien que escribía y quedarse callada al conocerlos en persona. © Melissa / ADME
  • Trabajo como tutora de matemáticas. Acepto a todos los alumnos, no solo por el dinero, sino porque realmente disfruto la materia. Podría pasarme horas resolviendo problemas y hablando de matemáticas. Pero lo que más me gusta es cuando un adolescente que ha reprobado el examen un par de veces llega temprano, medio dormido y de mal humor, y al final de la clase me dice: “¡Vaya, las matemáticas sí pueden ser interesantes!”. En ese momento, siento que mi trabajo tiene sentido. © Подслушано / Ideer
  • Una vez, durante una clase online, olvidé apagar el micrófono. Por supuesto, empecé a hablarle a mi gato, que estaba en mi regazo, con voz de bebé. Fue muy vergonzoso. © Unknown author / Reddit
  • Cuando era estudiante, trabajé como tutora. Tuve un alumno encantador de unos 8 años: tenía las mejillas redonditas, ojos azules y una sonrisa capaz de iluminar cualquier lugar. ¡Era un verdadero sol! Su ternura era tal que no podía ser ni un poco estricta, solo quería consentirlo y mimarlo. Me daban ganas de pellizcarle las mejillas y decirle cosas tiernas: “¿Quién es este niño tan hermoso? ¿Quién es este conejito?”. Era uno de esos casos en los que la dulzura del alumno hacía imposible mantener la seriedad en clase. © Lenka / ADME

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