14 Personas que sorprenden con su ingenio y astucia

Historias
hace 2 meses

El ingenio y la agudeza son las mejores armas para enfrentar cualquier situación en la vida. Ya sea un profesor que intenta hacerte reprobar un examen, vecinos que se han vuelto insoportables, o un desconocido molesto que intenta entablar conversación en la calle, los protagonistas de las historias que presentamos hoy no se dejaron intimidar y supieron manejar cada situación con maestría.

  • Un día, mi suegra se quejó de que sus vecinos tenían la costumbre de tocarle la puerta a cualquier hora, incluso después de las 10 o 11 de la noche, o a las 4 de la madrugada, pidiendo algo tan trivial como sal. A pesar de estar jubilados, no parecían entender que no era apropiado molestar a los vecinos a cualquier hora. Así que decidí quedarme en su apartamento una noche. A las 2 de la madrugada, fui a tocar la puerta de esos vecinos y les dije: “¡Hola! Soy su nuevo vecino. Me dijeron que podía acudir a ustedes en cualquier momento, ¿tendrán un programa de televisión? Tengo insomnio y estoy aburrido”. Desde entonces, nadie volvió a molestar a mi suegra.
  • Durante mi época en la sección de atletismo, además de los entrenamientos intensos, teníamos carreras de fondo, de 8 a 10 kilómetros, donde alternábamos el ritmo. Como correr en un estadio podía ser aburrido, optábamos por variar la ruta, y a menudo corríamos por el malecón. En una de esas carreras, los chicos se adelantaron y desaparecieron de nuestra vista. De repente, un hombre salió de los arbustos con los brazos extendidos hacia nosotras y dijo: “¡Hola, chicas! ¿A dónde van?”. No había manera de evitarlo; incluso si una lograba escapar, las otras no lo harían. Sus amigos se sumaron: “¡Vamos, vengan con nosotros!”. Entonces noté un tatuaje en la mano del hombre que decía “Miguel” y le dije: “¡Hola, señor Miguel! Saludos de parte de mi padre”. La expresión en su rostro fue indescriptible, como si hubiera pasado una gran vergüenza. Seguimos corriendo, y ellos se quedaron preguntándose quién era mi padre.
  • Compartía un apartamento con tres compañeras de cuarto, cada una en su propia habitación. Aunque no interactuábamos mucho, dos de ellas, a quienes llamaré Karina y Vero, eran muy amigas. Vero era particularmente desordenada: dejaba ropa en la lavadora por días y su vajilla permanecía en el fregadero durante semanas. Karina solía escribir en el chat grupal: "Las chicas dicen que esos platos en el fregadero no son suyos, así que por favor, lávalos tú". Era más fácil para Vero culparme que limpiar. Pero yo ya estaba por mudarme, y había empacado casi todas mis cosas. Entonces, Karina envió un largo mensaje al grupo, quejándose del desorden que, según ella, yo había causado. No discutí, solo le dije que tenía suerte, ya que me iría pronto. A lo que ella respondió: "Entonces llévate todas tus cosas y adiós". Lo que Karina no sabía era que la mayoría de los objetos compartidos, como los cubos de basura, el router wifi y una gran estantería, eran míos. Esa estantería, en particular, estaba llena de sus cosas. Así que saqué todo y lo dejé en las mesas de la cocina y la sala, y al día siguiente me mudé. Más tarde vi un mensaje de Vero en el chat: "El wifi no funciona". Y luego abandoné el grupo. Me pregunto cuánto tiempo tardó Karina en darse cuenta de que no era yo quien causaba el desorden. © 6cheddar6 / Reddit
  • Cuando aún vivía con mis padres, mi madre nos pidió que limpiáramos antes de que llegaran unos invitados. Mi hermana le dijo a mamá que el desorden era todo mío, así que debía ser yo quien lo limpiara. Decidí comprobarlo: solo un par de cosas eran realmente mías; el resto era de mi hermana. Así que recogí mis cosas y llevé todo lo “mío” al basurero. Unos minutos después, mi hermana empezó a gritar porque alguien había tirado todas sus cosas. ©
    Goateed_Chocolate / Reddit
  • En la fila de la caja del supermercado, había un hombre mayor, una madre con su hijo de unos 7-8 años, y un joven. En algún momento, el niño comenzó a pisar intencionalmente al hombre mayor. El hombre se dirigió a la madre:
    “Dígale a su hijo que deje de pisarme”.
    Sin voltear, la madre respondió:
    “Yo crío a mi hijo sin presiones autoritarias”.
    Y el niño continuó pisando al anciano.
    De repente, el joven sacó un tarro de miel de su cesta, lo abrió y lo vertió sobre la cabeza de la madre.
    Y le dijo: “A mí también me criaron sin presiones autoritarias”.
  • Hace unos 7 años, estábamos instalando un monumento en la ciudad y pedimos varias placas de mármol. Una de ellas llegó a mi trabajo, y como el monumento se estaba colocando en las afueras, tuve que llevar la placa en un autobús. Me senté en el asiento más cercano a la puerta y coloqué la placa de 60×40 cm y unos 3 cm de grosor sobre mis rodillas, sujetándola para evitar que se dañara. Entonces, subió una mujer de mediana edad, me miró fijamente y comenzó a quejarse en voz alta sobre la falta de educación de los hombres que se atreven a sentarse mientras hay mujeres de pie. Le dije: “Le cedo mi asiento si sostiene mi paquete. Es pesado”. Ella aceptó de inmediato. Así que, con toda cortesía, coloqué la pesada placa sobre sus rodillas. Imaginen la expresión de su cara. No había vuelta atrás, ella misma había aceptado. Toda la ruta intentó fulminarme con la mirada mientras se quejaba en voz baja. Espero que al menos haya aprendido algo de esa experiencia.
  • Vivo con mi novia desde hace seis meses. Cada vez que discutimos, aparece una araña en el baño. Mi novia me perdona todo y accede a cualquier cosa, solo para que yo me encargue de la araña. Lo que ella no sabe es que todo este tiempo ha sido la misma araña, mi araña, que vive en mi garaje.
  • Ayer alquilé un coche a través de una aplicación de carsharing. Cuando me acerqué al vehículo, la aplicación seguía insistiendo en que me acercara más. Ya prácticamente me había sentado en el capó, pero seguía sin funcionar. Llamé al servicio de soporte, y el hombre al otro lado de la línea estuvo titubeando durante media hora antes de decirme: "Hagamos lo siguiente: primero, active el modo avión en su teléfono". Como un tonto, lo activé y, obviamente, la llamada se cortó. Me quedé asombrado por su ingenio. Volví a llamar al soporte y esta vez me atendió otro agente, y todo comenzó de nuevo. ¡Qué manera tan astuta de deshacerse de mí! Lo único que habría sido más divertido es que me hubiera dicho: "Primero, cuelgue el teléfono".
  • Juan, un compañero de clase, no sabía dibujar en absoluto. Sus cuadrados parecían círculos y sus círculos, triángulos. Y todo estaría bien si no fuera porque estudiaba Física, donde los dibujos son indispensables. Llegó a un acuerdo con un compañero: él le hacía los dibujos y Juan le resolvía los problemas. Esto funcionó durante un tiempo, hasta que llegó el fatídico día del examen de óptica, donde cada pregunta requería un dibujo. Cuando Juan salió del aula, todos corrieron hacia él:
    — ¿Y? ¿Cómo te fue?
    — ¡Todavía no me lo creo, pero aprobé con una excelente nota!
    — ¿Y los dibujos? ¿Los hiciste tú?
    — No, por supuesto que no. Simplemente, cuando el profesor me preguntó por ellos, le dije con la mayor indiferencia: "Somos profesionales y entendemos que esto es elemental. No tiene sentido perder tiempo valioso del examen. Mejor se lo explico con palabras". No sé por qué, pero aceptó, y bueno, ya conocen el resultado.
  • Nuestra oficina se encuentra en una esquina concurrida. A unos diez metros, en un callejón, hay una empresa que ofrece servicios de fotocopias. Ellos colocaron un cartel que decía "¡Fotocopias aquí!", con una flecha apuntando hacia el callejón. Todo estaría bien, pero el cartel estaba justo enfrente de nuestra puerta, y sus clientes seguían entrando en nuestra oficina. Los redirigíamos amablemente, pero seguían viniendo. Pusimos un cartel en nuestra puerta que decía "Aquí no hacemos fotocopias", pero aun así seguían entrando. Añadimos detalles específicos de la ubicación a la que debían ir, y nada cambió. Finalmente, fuimos a hablar con los vecinos para pedirles que movieran el cartel a otro poste cercano. Nos respondieron de manera grosera y con insultos, diciendo que en ese poste había menos tráfico de personas. Así que decidimos actuar. Quitamos nuestro cartel y ahora, cada vez que alguien entra pidiendo una fotocopia, les sonreímos y los llevamos a nuestra fotocopiadora de oficina. Cobramos el mismo precio que ellos indicaron en su cartel y, al final de cada mes, nos gastamos el dinero recaudado en una salida con todo el equipo, brindando por la salud de nuestros amargados vecinos.
  • En la escuela, las chicas tenían la costumbre de besar el espejo del baño con los labios pintados. La conserje limpiaba las marcas de lápiz labial todas las noches, pero al día siguiente volvían a aparecer. Un día, la directora reunió a las chicas en el baño, llamó a la conserje y le pidió que mostrara lo difícil que era limpiar el espejo. La conserje tomó un trapo, lo sumergió en el inodoro y luego limpió el espejo con él. Después de eso, nadie volvió a besar el espejo.
  • Mi hijo me tenía harto con frases como: "¿Para qué estudiar si Bill Gates nunca se graduó y es multimillonario?", o "¡Steve Jobs tampoco fue a la universidad!". Un día, no aguanté más y llevé a su habitación una torre de computadora desarmada, corté el wifi de la casa y le dije: "Si logras ensamblar el ordenador sin buscar ayuda en internet y hacer que funcione, puedes abandonar la universidad". Dos horas después, se acercó y me pidió: "Papá, ¿puedes encender el wifi? Necesito trabajar en un proyecto".
  • Estaba en el balcón, disfrutando del atardecer. En el patio, un grupo de adolescentes estaba reunido en un banco: las chicas coqueteaban y los chicos trataban de impresionarlas, casi haciendo malabares. Escenas típicas de cortejo, como en las aves. En ese momento, pasó un tipo que, por su edad, ya estaba más cerca de ser un adulto que un adolescente, cargando una bolsa llena de plátanos. Uno de los chicos, que parecía conocerlo, decidió impresionar a los demás. — ¡Hola, Dani! —le dijo, extendiendo la mano para saludar. — ¡Hola, hola! —respondió el hombre. Pero el chico no se detuvo: — ¿Para qué necesitas tantos plátanos? ¿Para alimentar a unos monos? El grupo de adolescentes comenzó a reír y a hacer comentarios desagradables sobre para qué podría necesitar tantos plátanos. Sin cambiar de expresión, el hombre respondió: — ¡Exactamente! Metió la mano en la bolsa, sacó un plátano y, con un "¡A comer!", se lo lanzó a los ahora silenciosos adolescentes.
  • En la escuela donde enseñaba, había una regla estricta de que los profesores debían seguir un código de vestimenta. Los hombres teníamos que usar camisas de manga larga, pantalones formales y zapatos. Nada de jeans ni zapatos deportivos. Sin embargo, el contrato mencionaba que el código de vestimenta podría flexibilizarse por razones de salud. Un día, después de una mudanza con mi esposa, mis pies estaban tan doloridos que decidí ir a dar clases en zapatos deportivos, considerando que era una razón válida. Pero no, la administración me dio una reprimenda por escrito sin siquiera preguntar por qué llevaba tenis. Bueno, pensé. ¿Quieren zapatos? Pues tendrán zapatos. Fui a una tienda en línea de ropa alternativa y compré las botas más extravagantes que pude encontrar: de plataforma, con cadenas y tachuelas. Al día siguiente, me presenté en el trabajo con esas botas. Las usé durante cuatro días hasta que el director me detuvo y me preguntó indignado: “¿Qué es esto?”. Le respondí: “Son botas, todo según el código de vestimenta”. Esa misma tarde, recibí otra reprimenda por escrito, acusándome de comportamiento poco profesional y advirtiéndome de sanciones y despido si volvía a ocurrir. Entonces llamé al sindicato, y rápidamente resolvieron el asunto a mi favor, ya que técnicamente estaba cumpliendo con el código de vestimenta. Además, mencioné que no habría hecho eso si me hubieran permitido usar tenis debido a mis pies lastimados. El sindicato me aseguró que podía calzarme como quisiera. Así que usé tenis todos los días hasta el final del curso, y no tuve más problemas. Lo mejor de todo es que otros compañeros siguieron mi ejemplo, y para cuando dejé la escuela, ya éramos una decena de “rebeldes” que ignoraban el código de vestimenta en cuanto al calzado. © ExeTheHero / Reddit

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