14+ Pruebas curiosas de que en una tienda puede pasar cualquier cosa

Historias
justo ahora

A veces, las tiendas parecen convertirse en escenarios donde se desarrolla todo un drama. Las tensiones hierven entre clientes insatisfechos y vendedores indignados. Y, como en una buena serie, no siempre es claro de qué lado ponerse.

  • Cuando era joven, trabajaba en una tienda de ropa. Una mujer llegó, comenzó a probarse un suéter que le gustaba, pero que definitivamente no le quedaba bien. Aun así, insistía en llevárselo. Le sugerí probarse otro modelo, pero se negó y quiso marcharse. Salí de detrás del mostrador, cerré la tienda con llave y le dije: “Te dejaré salir solo si te pruebas otro. No te obligaré a comprarlo, pero no puedes irte sin probártelo”. La clienta, en shock, amenazó con llamar a la policía. No me importó. Entre lágrimas, comenzó a probarse las prendas que había elegido para ella. Lo curioso fue que cada prenda le quedaba mejor que la anterior. Se quedó paralizada frente al espejo, olvidándose por completo del suéter inicial. Era como si se hubiera transformado en otra mujer.
  • Un día nos encerraron en una tienda de cerámica. Parece que tenían horario reducido. Entramos, las empleadas en recepción nos miraron, se dieron la vuelta y siguieron charlando. Paseamos, miramos precios, y de repente todo se volvió sospechosamente silencioso. Al acercarnos a la recepción, no había nadie, y la puerta principal estaba cerrada. Exploramos el lugar en busca de un teléfono o salida, hasta que encontramos una puerta trasera abierta y simplemente nos fuimos.
  • Buscaba un regalo de cumpleaños. En la tienda solo había una vendedora disponible, pero evitaba ayudarme. Cuando mi esposo se acercó, su actitud cambió por completo y de repente decidió hacer su trabajo. Yo estaba viendo un bolso que me habría comprado de no ser por lo grosera que fue. Mi esposo me preguntó si quería comprarlo, pero me negué por el mal servicio. Días después, me sorprendió regalándome el mismo bolso. Le pregunté si lo había comprado en la misma tienda y si fue atendido por la misma vendedora. Me confirmó que sí, y le dije que quería devolverlo. © wildkoala9009 / Reddit
  • Estaba en una tienda grande. Encontrar a un asesor ahí era como buscar un unicornio de diamante. Pero sabía lo que necesitaba. Estaba comprando bocinas, las encontré y fui a la caja. De repente, un empleado con uniforme me adelantó corriendo y pasó su tarjeta antes que yo. Le dije: “Un momento, ¿dónde estabas cuando necesitaba ayuda?” Él respondió molesto: “¿Te afecta?”. Sí, me afecta. Así soy. Hay que trabajar bien.
  • Entramos a una tienda de puertas muy popular. En el centro del salón, un vendedor estaba sentado comiendo semillas y leyendo una revista. Nos echó un vistazo rápido y siguió en lo suyo. De pronto, una de las puertas del salón se abrió y apareció otro vendedor, con una taza de té en la mano, preguntando perezosamente: “¿Buscaban algo?”. No, gracias. Ya no necesitamos nada.
  • Fui a una tienda de ropa con una amiga. Enseguida apareció una vendedora mayor que nos preguntó qué queríamos. Le dije claramente que buscaba un suéter de color lila o violeta. Se fue y regresó con un cárdigan beige con botones, algo que jamás usaría. Le pregunté si entendió mi pedido, y me respondió: “Yo sé mejor lo que necesitas”. Por supuesto, nos dimos la vuelta y nos fuimos. Poco después, esa tienda cerró.
  • Un asesor intentó arrebatarme una caja de las manos. Le grité: “¿Qué te pasa?”. Luego me siguió hasta la caja y comenzó a hablar mal de mí con los cajeros. Les pregunté quién había contratado a ese “genio”. Las cajeras sonrieron incómodas. Tiempo después volví y el mismo asesor, al verme, me evitó por completo. Parece que alguien tomó medidas, porque no duró mucho en su puesto.
  • Cerca del trabajo de mi esposo había una tienda con excelentes sándwiches italianos. Solíamos ir una o dos veces por semana. Un día, mientras estábamos en la caja, la vendedora nos dio una cátedra sobre cómo estábamos desperdiciando dinero y que sería más barato hacer los sándwiches en casa. Ignoré su consejo, pagué y me fui. La siguiente vez, repitió lo mismo y añadió que no podíamos permitirnos comprarlos, diciendo que lo contaría a mi suegro. Le respondí: “¿Perdón? ¿Quién eres tú para decirnos qué podemos o no comprar? Nadie más tiene que meterse en cómo gastamos nuestro dinero” © Madamlunna73 / Quora
  • Estaba buscando un vestido de novia. Encontré algunos modelos que me gustaron en el sitio web de una tienda y fui a probármelos. Pero al llegar, me encontré con que “ese modelo no está disponible”, “ese solo está en esa talla”, “ese solo viene con ese adorno”. ¡Por Dios! ¿Para qué tienen una página web con productos “actualizados” si ni siquiera tienen la mitad de lo que anuncian? Empecé a probarme lo que sí había, y entendí que tendría que hacerle muchos ajustes. Decidí irme, y la vendedora, con tono mordaz, dijo: “Solo perdí el tiempo contigo, ¿para qué acudiste si no pensabas comprar nada?”. Le respondí que fui específicamente por los modelos que aparecían en su página.
  • Cuando era estudiante, trabajaba en una tienda de vestidos de novia. Vendí más vestidos que las demás chicas. Siempre escuchaba a las novias y las ayudaba con mucho gusto a elegir. Incluso me recomendaban con amigas, hermanas y conocidas. Pero, después de cuatro meses, me despidieron diciéndome: “Trabajas demasiado bien, las demás no pueden seguirte el ritmo”. Fin del cuento.
  • Hace muchos años, recién comenzaba a recorrer largas distancias en bicicleta. Mi padre y yo nos embarcamos en un viaje de una semana. Para mayor comodidad, decidí comprar una funda de gel para el asiento de la bicicleta. Cuando le expliqué a la vendedora lo que necesitaba, me respondió: “Solo necesitas ponerte en forma”. Me fui sin decirle una palabra, sintiendo que no merecía ninguna explicación. © Mary Wehrle / Quora
  • Hoy compré una suculenta que no aparecía en el inventario de la tienda. La planta estaba a punto de morir. En la caja, la cajera me miró con desprecio y murmuró: “¿Piensas reanimarla?”. Le respondí que sí, y que otra planta ya había muerto porque no las regaban. Me contestó: “¿Y quién se supone que debe regarlas?”. Como la planta no estaba en el sistema, me la cobraron como si fuera una lata de sardinas.
  • Entramos con mi esposo a una tienda de muebles para buscar un sofá y una cocina para la casa de campo. Era verano, hacía un calor sofocante. Nos asignaron una asesora, una chica joven, probablemente alguien que consiguió el trabajo temporalmente durante las vacaciones. Caminaba junto a nosotros con sandalias, un top corto, una falda diminuta, pestañas postizas enormes y labios rellenos. Masticaba chicle, soplaba burbujas y las explotaba. No sabía responder a ninguna de nuestras preguntas y solo parpadeaba. Aunque no me gusta causar problemas, esta vez no aguanté y le comenté al administrador sobre el código de vestimenta y pedí una asesora capacitada. Al final, compramos el sofá.
  • Necesitaba un atuendo para un evento importante. Entré a una boutique elegante en un centro comercial exclusivo. El dueño intentó ayudarme, mostrando varias opciones. Rechacé la mayoría. Finalmente, perdió la paciencia, levantó las cejas y dijo: “Querida, no tienes buen gusto”. No hace falta decir que acordamos que no encontraría nada en su tienda. © Arlene Walsh / Quora
  • Hoy estaba en la fila de una caja con unas cuantas personas delante de mí. Cuando llegó el turno de una mujer, empezó a decir: “¡Todo está caducado! ¡Miren esto!” y señaló leche, crema y queso cottage. El cajero tomó cada producto y, con calma, le mostró las fechas de fabricación y caducidad, explicando que estaban juntas para que fueran fáciles de ver. La mujer insistió en que tenía razón y que la estaban engañando. Exigió hablar con el gerente. El gerente explicó lo mismo que el cajero. La mujer, furiosa, vació todas sus compras en la caja, gritó al gerente y prometió escribir una queja formal.

Aquí en Genial.guru compartieron otra tanda de historias increíbles que solo podrían ocurrir en tiendas o mercados.

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