15+ Historias reales con un final tan inesperado que merecen una película

Historias
hace 2 meses

A veces parece que cada día de nuestra vida es muy parecido al anterior: nos reunimos con las mismas personas y hablamos de los mismos temas. Es como un libro copiado. Sin embargo, hay situaciones en las que el destino reescribe la trama. Esos momentos se quedan grabados en nuestra memoria durante muchos años.

  • Una amiga vivía con su novio. Constantemente tenían un grifo que goteaba, una tubería o un grifo mezclador. Ella siempre ponía cubos y llamaba a los técnicos, pero el joven los echaba a todos con las palabras: “¡Hay un hombre en casa!”. Le hacía promesas que no cumplía. Ella no lo soportó y se mudó. El joven acabó inundando a los vecinos. Entonces llamó a mi amiga y gritó: “En realidad, todo es culpa tuya”. Al final, llamó él mismo al técnico y se lo arreglaron todo. © Hellavisa / Pikabu
  • Volví a casa del trabajo. Entré en la cocina y vi a mi esposo y una vecina tomando té y sonriendo. Pregunté qué pasaba. La vecina me dijo tímidamente: “Yo tampoco lo entiendo”. Entonces vi que ella llevaba shorts y una camiseta. Me quedé aún más sorprendida. Llamaron a la puerta y su esposo entró gritando: “Ya está, ya puedes entrar. Gracias, Sergio”. Y se va con su mujer. No entiendo nada y le pregunto a mi marido de qué se trata. Resulta que tienen un aniversario, así que el vecino decidió organizar una sorpresa y decorar la casa. Pero su mujer siempre estaba en casa y él no pudo captar el momento en que ella se iba a alguna parte. Así que le pidió a mi esposo que la cuidara durante 30 minutos y la empujó silenciosamente fuera de casa. No sé qué tipo de sorpresa tenía preparada, pero la vecina fue feliz durante unos días.
  • Decidí tener una cita. Estuvimos sentados un rato y me propuso que nos fuéramos a su casa, ya que vivía muy cerca. Por alguna razón, le dije que sí. Probablemente porque no sabía decir que no. Entramos y era una pocilga. El pasillo parecía una carrera de obstáculos, y había montañas de papeles, basura y cajas esparcidas por el suelo del salón. Qué asco. Toda la cocina estaba llena de algunos paquetes y tarros, y en el fregadero había una montaña de platos sucios. No pude soportarlo y pronto me fui. Tenía 38 años, así que no había excusas. © Fearless_Grass_1493 / Reddit
  • He tenido cinco citas con una persona. En la quinta cita, me confesó que tenía dos hijos. Fue inesperado, pero no iba a echarme atrás. Y entonces me dijo que seguía casada. ¡Qué giro! Le dije que estaba siendo muy mala conmigo y con su marido. Y ella me dijo: “Si quieres, lo dejo por ti”. Me sentí tan mal que dejé de hablarle. © Living_Reputation978 / Reddit
  • Estaba trabajando en una oficina y entró un cliente. Sociable, ocurrente. Nos pusimos a hablar, le dijo que le había comprado un coche nuevo a su mujer. Dijo: “Quiero mucho a mi esposa”. Ese momento me tocó la fibra sensible. Casado desde hacía muchos años, dos hijos, pero la vida cotidiana no mataba los sentimientos... Y después de un tiempo, empezó a ligar conmigo y a invitarme a cenar. ¿Por qué? © Overheard / Ideer
  • Esta chica fue una de mis primeras pacientes. Estaba en lista de espera para un trasplante de intestino. La interrogamos a fondo sobre todos los detalles de su salud: de qué había estado enferma, cuándo, si padecía alguna enfermedad crónica, etcétera. Nos respondió que nunca había estado enferma y que, en general, era la persona más sana del mundo. Por último, le preguntamos: “¿Toma alguna medicación de forma habitual?” y la paciente respondió: “Oh, no es nada: tomo medicación para el lupus”. © absencefollows / Reddit
  • Mi mujer estaba de parto, a punto de dar a luz. Cerca de medianoche volvía a casa del trabajo, mi esposa me llamó llorando al teléfono: “¡Amor, lo siento!”. Mis ojos se volvieron negros, apenas tuve tiempo de pisar el freno. Me detuve, tomé aire y le pregunté qué había pasado. Y me dijo: “No pude hacerlo yo, me tuvieron que hacer una cesárea”. Por Dios, casi me caigo de muerto en esos diez segundos. El bebé está bien. © pikachuka82 / Pikabu
  • Cuando estudiaba en la universidad, mi compañero se rompió una pierna. Era de otra provincia, sus familiares estaban lejos. Un par de personas más y yo fuimos a visitarle, y llevé algunas cosas sin las que uno está muy mal en un hospital: pantuflas, varios pares de calzoncillos para estar tumbado y pijamas sueltos con broches a los lados que son fáciles de poner con la escayola, una montaña de servilletas, crema, talco para bebés, peine, pasta de dientes, varias tazas y todo eso. He estado muchas veces en hospitales, así que sé lo que se suele necesitar. Además, una vez a la semana le llevaba libros y golosinas, recogía la ropa para lavar y le daba las cosas que sus amigos le habían pasado. Estaba de camino a casa de mamá, ¿por qué no? Cuando le dieron el alta, me compró un enorme ramo de rosas, vino a verme y me dijo:
    “Mira, eres una chica maravillosa y te estoy muy agradecido, pero no puedo corresponderte. Le gustas mucho a Juan, que es mi mejor amigo, y no puedo hacerle eso. Lo siento”. Me quedo de pie, confusa. Juan, que ni una sola vez me ha dicho otra cosa que “hola” y “tal tarea, ¿cómo la hiciste?”, estaba allí de pie, rojo y con los ojos de un perro pateado. Y este chico con un ramo de flores. © LazurnoeDno / Pikabu
  • Atardecer. Llamaron furiosamente a la puerta. Miré por la mirilla: un vecino. Abrí la puerta y ahí estaba: “No vayas a tirar la basura, ¡hay una serpiente ahí dentro!”. Naturalmente, mi marido y yo agarramos linternas y fuimos a ver la serpiente. Vimos: algo largo y rayado asomaba por el contenedor de la basura. Se movía y al mismo tiempo masticaba ruidosamente, ronroneando de placer. Nos acercamos: la serpiente era peluda. Acabé sacando un gato de la basura. Olía tan mal que casi vomito, pero llevaba un collar con una etiqueta con un número de teléfono. Llamé a los dueños del animal. Resultó que vivían en la calle de al lado. Les llevé este fragante milagro. “¡Bestia! Llevamos una semana buscándolo, ¡y está en la basura! Ven aquí, mi pequeño”, y la mujer corrió a lavar al gato. Su marido nos dio las gracias. Así fue como atrapamos a la “serpiente”. © Autor desconocido / Pikabu
  • Una conocida me pidió ayuda para organizar su boda. Le dije enseguida que el novio es un niño de mamá, y la suegra se entrometerá todo el tiempo en sus vidas. Pero la novia creía que en cuanto dieran el sí, el novio pasaría de ser un niño mimado de mamá a ser el marido perfecto. Pues bien, la boda se celebró. Unos meses después, la pareja se fue de viaje de novios. Mi conocida tenía puntos que permitían subir de clase en el avión. Los recién casados llegaron al aeropuerto, y allí ya les esperaba su suegra. El marido dijo que él y su madre volarían en clase preferente, y la recién casada, en turista. Luego les contó sus planes para el hotel: él y su madre estarían en una suite para los novios, y su mujer en una habitación barata con una cama individual. Su matrimonio duró seis meses. © RottweilerBridesmaid / Reddit
  • La madre de mi amigo se casó con un camionero. Ese hombre era un tipo bastante agradable, la trataba bien y se ocupaba de ella económicamente. El matrimonio fue feliz, pero aproximadamente un año después tres mujeres de diferentes regiones la llamaron y le dijeron que ¡también eran sus esposas! La recién casada no pudo soportarlo. © orbitaldragon / Reddit
  • Me gradué en el colegio con una medalla de oro, fui a una buena universidad con poco dinero, me trasladé a la capital, donde empecé a mantenerme gracias a un buen trabajo, en el que cada año me ascienden y me elogian. Hace unos años abrí mi propio negocio, gracias al cual pude mantener a mi familia, que se quedó en el pueblo. Les envío dinero regularmente para que no se priven de nada. Pero aún no he llegado a ser tan genial como la hija de la amiga de mi madre. Es que ella, a sus 28 años, se ha divorciado tres veces y cría sola a dos hijos. Y yo ni siquiera tengo novio... © Caramel / VK
  • Una mujer de unos 30 años alquiló una vivienda a mi tío. El día anterior él había terminado de reformarlo: instaló una cocina nueva por dos mil dólares, cambió los suelos. La señora se instaló. Al principio pagaba correctamente, pero al cabo de 4 meses dejó de ponerse en contacto y de transferir dinero. Mi tío le envió primero una carta pidiéndole que pagara la deuda y ella no respondió. La llamó y ella no contestó el teléfono. Le escribió otra carta, pero fue en vano. Finalmente, mi tío fue a la vivienda, llamó a la puerta durante unos 5 minutos y se hizo el silencio. Decidió abrir la puerta con su propia llave, porque era evidente que la señora ya no vivía allí. Abrió la puerta y allí estaba la mujer. Cuando le vio, se puso a gritar. Mi tío se disculpó y se fue. Al final ella lo demandó y reclamó una indemnización por allanamiento de morada y acoso. El tribunal lo condenó a pagar más de 10 000 dólares. A duras penas conseguimos que se fuera. Dejó tal desastre en la vivienda que no hay palabras. © Autor desconocido / Reddit
  • Mi suegra decidió plantar papas. Alquiló un terreno a 115 kilómetros de la ciudad, 2 500 metros cuadrados. Le dije que yo no participaba. Fuimos al lugar: yo, a tomar el sol; mi esposo y su madre, a arar. Fuimos allí todo el verano. Llegó el momento de desenterrar las papas. Nos levantamos a las 4 de la mañana, llegamos, fuimos al lugar y allí estaba todo arado. Se robaron las papas. Mi suegra tomó la pérdida estoicamente. Lloró la cosecha, suspiró un poco. Lo único que delató su disgusto fue un tic nervioso. Al año siguiente, cuando una amiga le ofreció arrendar de nuevo la parcela, mi suegra dijo: “¡Oh, Elena, al diablo con eso! No merece la pena. ¡Gastamos en un año tan solo un saco de papas!”. © Zharkushy / Pikabu
  • Una vez reorganicé mi psicología y gracias a ello devolví un préstamo de 4 000 dólares. Para empezar, apunté mi sueldo (400 dólares en aquel momento) en letra grande, y al final de la columna mis gastos de los tres meses anteriores. Resumí los gastos en grupos para ver adónde iba la mayor parte del dinero. Una buena parte se destinó a comida: unos 200 euros. Unos 50 o 60 se destinaron al cuidado personal, y la misma cantidad a gastos mensuales y servicios públicos. Hice un plan de comidas económico a base de pollo y arroz. Dejé de gastar mensualmente en uñas y pestañas. Cambié mi tarifa telefónica por otra más barata. Aprendí el horario de descuentos de la gasolinera. Vendí cosas innecesarias en Internet: ropa y pequeños trastos domésticos. Calculé que era posible alquilar una de las habitaciones de un piso de dos. Y, por último, di el paso más importante y productivo: llamé a mi madre y le pedí 4 000 dólares para pagar el préstamo. © CrazyPupocheK / Pikabu
  • Teníamos una profesora de Químicas que era mala. Era muy temida. Los niños no estaban preparados para ese nivel de ira. Y le encantaban las macetas con flores. Si alguien tocaba accidentalmente una flor, la cosa se ponía fea. En fin, unos años después de terminar la escuela, la vi en una tienda de plantas donde trabajaba como vendedora. Y sonreía a la gente. Incluso a mí. Fue un shock. © berenica20 / Pikabu
  • Mi marido se fue a una fiesta de empresa. A medianoche me preparé para acostarme y llamé para preguntarle si llegaría pronto. Me dijo que se iba dentro de media hora. Así que me fui a la cama y me quedé dormida. Me desperté dos horas más tarde y mi esposo no estaba en la cama. Le llamé y no contestó. Me quedé mirando la tableta y me volví a dormir. Me desperté a las 4 de la mañana. Mi marido no estaba en la cama. Llamé, sin respuesta. Me desperté a las 6 de la mañana, lo mismo. Acabé levantándome a las 8 de la mañana. No dormí bien, estaba preocupada. Fui a la cocina, puse la cafetera y volví a llamar a mi esposo. Y entonces oí una voz detrás de mí: “Hazme un café a mí también”. ¡Casi me tiro por la ventana! Resultó que mi marido se fue de verdad en media hora, como dijo, llegó a casa y se fue a dormir a la otra habitación, para no despertarme. Y no contestó al teléfono porque había desconectado el sonido del móvil y se despertó solo por el ruido de la cafetera. © Historias de vida / VK
  • Hace un par de años alquilé un piso en la última planta de un edificio de cinco plantas. Mi gato y yo vivíamos allí solos. Un día, a la hora de comer, ocurrió un pequeño percance en la cocina. Puse agua a calentarse en la cocina y fui a la habitación. Mi gato estaba sentado a mi lado y, de repente, oí un estruendo procedente de la cocina. Me armé de valor y junto con el asustado gato fuimos a ver qué había pasado. Entré en la cocina y vi que había una paloma en el fregadero. Acababa de caerse de la campana extractora. Estaba allí tan tranquila, picoteando las migas del plato, ¡y le daba igual lo que haya pasado! © Oído / VK

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