15 Personas hablaron de la comida que de inmediato les transporta a su infancia despreocupada

Historias
hace 10 meses

La infancia es la época más feliz de la vida, porque entonces hasta los acontecimientos más sencillos parecían algo mágico. Y recordamos con cariño nuestros platillos favoritos de la infancia incluso en la edad adulta. Aunque no se trata de la comida en sí, sino del ambiente que la rodeaba y de las personas que la cocinaban. Al fin y al cabo, con las chuletas de mamá o las albóndigas de la abuela no se puede comparar ningún platillo de alta cocina. Así que los usuarios de la red decidieron recordar buenas historias sobre comida asociadas a la infancia y a la comodidad del hogar.

  • Estoy a 4000 kilómetros de mis padres. Nos vemos una o dos veces al año. Ayer, mi madre me llamó: “Hijo, ve a correos a recoger tu paquete”. Por supuesto, inmediatamente dije: “Mamá, ¿por qué gastas dinero? Lo tengo todo”. Pero voy, lo recojo y sigo con mis asuntos. Estuve tan ocupado durante el día que llegué a casa y en el paquete había unos bombones de mi madre. Y me quedo mirándolos. Bombones de mi madre. Me preparé un té y me senté a comerlos.
  • Cuando era pequeña, era muy alérgica a los huevos. A mi hermana se los daban para desayunar y, por supuesto, yo también los pedía. Así que a mamá se le ocurrió esto: en el cartón de los huevos ponía papas pequeñas cocidas y decía que esto eran huevos. Así que durante toda mi infancia mi hermana desayunaba 2 huevos, y yo, 2 papas cocidas. Y durante mucho tiempo no sospeché nada. © radabble / Reddit
  • Una Navidad no teníamos juguetes para el árbol de Navidad: quién sabe dónde se habían metido. Así que mi madre colgó todo tipo de dulces en el árbol: caramelos, golosinas, bombones y huevos Kinder. Era el árbol de Navidad más delicioso de mi infancia. Comíamos estos dulces todas las fiestas, y luego metíamos en los envoltorios hojas de periódico arrugadas para que el árbol tuviera buen aspecto. © OttudaGde.G / Pikabu
  • Cuando era niña, pasaba todos los veranos en el pueblo de mis abuelos. Tenía la obligación de llevar comida a los polluelos: las gachas de mijo cocido. Había dos caminos para ir a ver a los polluelos: el corto y el largo. Así que yo iba solo por el largo, para tener tiempo de comer más gachas de mijo. Cuando me descubrieron, se rieron un buen rato, y luego mi abuela empezó a cocinármelo aparte. Era la comida de los dioses: gruesos granos de mijo, ligeramente pegajosos, empapados en leche. Crecí, la casa de mis abuelos se vendió, mi abuela se trasladó a la ciudad y, por motivos de salud, ya no podía cocinar. Han pasado casi 20 años desde entonces, y ayer lo preparé: ¡gachas de mijo! Deberían saber con qué inquietud vertí la leche por encima, probé la primera cucharada, y lo estupendo que fue volver 20 años atrás, cuando todos mis parientes estaban cerca, y lo único de lo que había que preocuparse era de cómo comer la comida de los polluelos sin que los demás se dieran cuenta. Una felicidad tan pequeña.
  • A mi mamá le gustaba añadir colorante a la comida normal. Por ejemplo, comíamos huevos verdes. También había tortitas moradas si nos portábamos bien. Y negras, cuando mamá se enfadaba con nosotros por algo. d***ky_crowette / Reddit
  • Viví cuatro años en una isla. Mis padres pescaban cangrejos y a menudo intentaban darme su carne. Cuando la probé, me negué a comerla: olía mal y no sabía mejor. Así que nos mudamos a la capital, donde vimos una cosa maravillosa en una tienda: palitos de cangrejo. Mis padres decidieron comprarlos y se preguntaron durante mucho tiempo qué tenían que ver con el cangrejo, ni siquiera olían a cangrejo. Pero me los comí con gusto, después de lo cual toda la familia se rio de mí durante mucho tiempo, contando una historia en la mesa: “Así es nuestra hija: no le gusta el caviar, ni el salmón, ni los cangrejos, ¡sin embargo, come palitos de alguna porquería y le encantan!”. Me siguen gustando estos palitos, pero los cangrejos, no.
  • Mi abuela me enganchó a la leche recién ordeñada. Ella y mi abuelo tenían vacas, pero yo no soportaba la leche en ninguna de sus formas. Pero sí comía nata y crema agria. Y me encantaban las cebollas verdes con nata espesa, como una ensalada. Una vez mi abuela me sugirió que intentara beber leche a través de un tubo de cebollas verdes, y yo lo acepté y me gustó.
  • Mi abuela, para ser sincera, no era una gran cocinera. Pero tenía un platillo que era su especialidad: rollitos de repollo rellenos de carne. Cada vez que íbamos a visitarla, le pedía que cocinara los rollitos de repollo, y ella me pintaba con colores cómo los iba a preparar. 20 años después, le pedí la receta y me dijo: “¿Pero qué receta? Siempre los compraba congelados”. © PaintsWithS****a / Reddit
  • Cuando era niña, a menudo me enfermaba de amigdalitis y tenía que faltar a clase y quedarme sola en casa todo el día. Pero todas las tardes, cuando mi madre volvía del trabajo, me traía un libro y luego preparaba caldo de pollo. Y como no me gustaba mucho, también freía papas y añadía tomates aliñados. A día de hoy, esta comida sigue asociada a la alegría, a los olores de la infancia y a mamá. Y yo ya la cocino para mis hijos.
  • Mi padre trabajaba de cocinero. Cuando yo tenía unos 8 años, me llevó a su lugar de trabajo y me enseñó a hacer filete con salsa de pimienta. Estábamos juntos en la cocina, cortando verduras. En realidad no tardamos más de 15 minutos, pero en aquel momento me sentí como si estuviera todo el día de pie en una silla frente a los fogones. Y luego comimos juntos en el comedor del personal. Aún recuerdo ese día cocinando con mi padre. © Anthony Surage / Quora
  • Cuando era niña, mis padres y yo viajábamos en coche con tiendas de campaña. Acampábamos en la orilla de un río o en el mar, asábamos brochetas en la barbacoa y papas. Me gustaban especialmente las comidas enlatadas, sobre todo el estofado de cebada perlada. Después de 15 años me acordé y cociné una cazuela entera en casa. El sabor de la infancia. El resto de la comida no evoca tales sentimientos.
  • De niña, cuando comía, me gustaba jugar: me imaginaba que era un cazador en la tundra, hacía viento y frío alrededor, pero yo tenía comida caliente aquí en mi tienda. Era especialmente genial con las albóndigas: podías hacer algo parecido a una sopa si les añadías líquido. Crecí y tuve una hija. Se negaba a comer albóndigas. Así que me acordé de este método, puse cara de conspirador y le hablé de la tundra. ¡Se lo comió todo!
  • Mi abuelo solía freír un lenguado rebozado muy rico. Y no era ni mucho menos una comida saludable. Verdadera, jugosa, grasienta... En mi infancia, no contábamos las calorías, y el pescado se comía al instante, nos peleábamos por el último trozo. Mi abuelo ya no está, pero el olor a pescado frito me devuelve a una infancia feliz en la que todo está bien.
  • Era un fin de semana lluvioso y los cuatro niños tuvimos que quedarnos en casa. Naturalmente, estábamos aburridos y mamá decidió hacer galletas. Nos dijo que no entráramos en la cocina: sería una sorpresa (probablemente solo quería que no la molestáramos mientras cocinaba). Y hay que decir que cada uno de nosotros tenía un color favorito: azul, rosa, verde y amarillo. Una hora más tarde, mi madre salió de la cocina con una sonrisa de oreja a oreja y un gran plato de galletas cubiertas de glaseado de nuestros colores favoritos. Ahora tenemos 50 años y aún recordamos aquel sábado lluvioso con cariño. © Paul Ryan / Quora
  • Mi hermana y yo estábamos visitando a nuestros tíos, y un día mi tío nos trajo fresas frescas, con un bol de nata agria y otro de azúcar. Y nos enseñó la manera más deliciosa de comer fresas frescas: mojarlas primero en nata agria y luego en azúcar. © Olivia Skumps / Quora
Imagen de portada PaintsWithS****a / Reddit

Comentarios

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hermoso artículo!! me arrancó lágrimas de emoción el recuerdo de las gachas de mijo, todos tenemos algún recuerdo así en el corazón

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