15 Profesionales que traen a casa no solo dinero, sino también historias brillantes

Historias
hace 5 meses

Hay muchas profesiones en las que la jornada laboral no está exenta de aventuras, sobre todo si hay que comunicarse con otras personas. Ya sea un ingeniero, un taxista o un plomero, todos tienen una historia llena de humordrama.

  • El albañil estaba haciendo mi techo, terminó el trabajo, habló con alguien por teléfono y me miró un poco confuso...
    —¿Pasa algo?
    —¿Puedo dejarle el pórtico y las herramientas hasta mañana?
    —Claro, ¿ocurrió algo?
    —Pensaba que mis compañeros me recogerían en coche, pero han decidido salir esta noche...
  • Tengo un aspecto tan diferente por la mañana que el trabajador que estaba montando un armario en el departamento me saludó la segunda vez cuando salí de la habitación maquillada y con rizos.
  • A altas horas de la noche llamé a un taxi. Estaba oscuro, las farolas no estaban encendidas, solo se veía la luz de las ventanas. El taxista paró cerca de una casa vecina y dijo: “No voy más lejos”. Le pregunté: “¿Qué ha pasado?”. La respuesta del taxista era sorprendente: “Un gato negro acaba de cruzar la calle. Así que no seguimos”. Al principio me reí, pensé que bromeaba. Pero lo repitió. Un hombre adulto, pero supersticioso. Así que le deseé un feliz viaje y le pedí que encendiera los faros mientras yo aceleraba hacia la entrada de mi casa.
  • Llevamos una semana llamando a un electricista por culpa de un casquillo defectuoso en la entrada. Primero vino sin herramientas. Luego vino con herramientas, pero las equivocadas. Al día siguiente se olvidó de hacernos una visita, después tuvo dos días libres. Ayer vino sin herramientas, pero se dio cuenta de que era el casquillo. Hoy ha venido con herramientas, pero sin bombilla para comprobar el casquillo de una vez: no se ha dado cuenta de que una bombilla buena estaba enroscada en un casquillo defectuoso. Es exasperante.
  • Conseguí un trabajo de soldadora con formación in situ debido a una apuesta con mis amigos. Soy una rubia bajita de ojos azules. Todavía recuerdo y me río de cómo los hombres del taller se me acercaban por detrás y me daban una palmada en el hombro con la frase: “Eh, disculpa, remiéndame por ahí”. Yo me daba la vuelta, me levantaba la máscara y casi siempre oía la misma frase: “¡Ay, mujer! Lo siento”. Trabajé menos que todos los demás en el cuerpo de brigada, pero aun así obtuve el tercer grado.
  • Un amigo mío trabajaba de taxista y me contó una historia. Una chica subió a su taxi, llorando, mientras un joven estaba en la calle cerca del vehículo. Al parecer, la estaba despidiendo. Y ella le dijo tranquilamente a mi amigo:"¿Puedes salpicarlo de un charco?“. No se cortó y soltó: “Claro que puedo. ¿Acelero?”. Hubo un momento de silencio y luego los dos se echaron a reír. Al final no salpicaron a nadie, pero por el camino tuvieron una charla sincera. La chica se sintió mejor, y el amigo se alegró de haber sido capaz de levantarle el ánimo a una persona.
  • Trabajo como técnico de aviones. A veces los vuelos se retrasan por averías cuando los pasajeros ya están a bordo. Me siento como un superhéroe mientras arreglo el defecto. Cuanto más rápido lo arregle, más rápido volará la gente: alguien para ver cómo están sus padres, y alguien para conseguir un trabajo o para declararse a su amada. Una vez, por accidente, casi vuelo a Dubai, me olvidaron a bordo. Los pasajeros se sentaron y las azafatas cerraron las puertas.
  • Mi tío trabaja de taxista. Un día estaba charlando con otros conductores en el aparcamiento, y luego cada uno siguió su camino. Entonces se dio cuenta de que había perdido su otro teléfono. Así que empezó a llamar a ese número. De repente se dio cuenta de que había dejado el teléfono en el techo del coche de su amigo. Empezó a llamar sin parar. Al mismo tiempo, su amigo no entendía qué vibraba en el techo. Pensó que se había vuelto loco. Por algún milagro, el teléfono no se cayó. De todos modos, nunca se aburren en el trabajo.
  • Una chica dejó de salir conmigo cuando se enteró de que era plomero. En su mente, un plomero es una persona marginada con malos hábitos. Pero esta chica lista ni siquiera se da cuenta de que todos sus vestidos de fiesta cuestan menos que mi uniforme de trabajo. Mis herramientas cuestan lo mismo que el coche de su padre. Y yo gano más dinero en una semana que toda la familia de esa chica en un mes. Sí, es físicamente exigente y puedes estar muy sucio, pero ganas mucho dinero.
  • Mi hermano es pintor de coches. Un día, un hombre rico acudió a él para pintar su coche. Cuando llevaba la mitad del trabajo hecho, mi hermano cayó enfermo de repente, y el hombre le dijo que tenía que pagarle una penalización del 30 %. Y cuando todo estuvo listo, el cliente no recogió el coche durante una semana y dijo que no pagaría nada más. Mi hermano no se cortó y quitó una puerta del coche y dijo que era a cuenta del impago. De todos modos, vino la policía y la mitad de la gente de los talleres. El hombre pagó el dinero, pero nunca recogió el coche, mandó a su conductor.
  • Trabajo como electricista privado, tengo un restaurante a mi servicio. Y ahora empecé a entender los chicos de TI a los que llaman para que arreglen una computadora, y ellos van y solo tienen que pulsar el botón de encendido. Situación: una llamada desde el restaurante, dicen que no funciona guirnalda navideña, me piden que vaya y la arregle. El 31 de diciembre, las 20:00 horas. Estoy en casa preparándome para celebrar la Nochevieja, pero el trabajo es el trabajo. Llego, enchufó la guirnalda y me voy. Y hay muchas situaciones así a lo largo del año.
  • Hoy he venido a trabajar. Trabajo en la fábrica como tornero universal. Primero me corté el dedo. Fui a la unidad sanitaria y me lo vendaron. Luego se me cayó una pieza en los dedos, fui otra vez a la unidad sanitaria. La tercera vez me golpeé en el codo con una pieza giratoria. En la unidad sanitaria ya me gritaron que no podía seguir trabajando. Estoy sentado aquí, en la unidad de traumatología. Todo vendado y contento de que me espera un día de baja y el fin de semana.
  • Toda mi vida pensé que estaba por debajo de mi dignidad trabajar por un penique en una fábrica. Trabajé en una gran empresa en el centro de una gran ciudad. Tenía un sueldo decente a cambio de mis nervios. Siempre estaba al teléfono resolviendo dudas y problemas. Pero en un mes mi vida cambió bruscamente, me mudé a una pequeña ciudad. Conseguí trabajo en una fábrica, pensando que era para un par de meses. Pasó un año y me di cuenta de que ¡esto era mío! El teléfono está en silencio por las tardes, pienso sobre el trabajo solo en el trabajo, y paso un rato tranquilo con la familia o los amigos por la noche.
  • Empecé hace unos 20 años como limpiador. Ahora tengo inmuebles en propiedad y bastante dinero. Todo lo he ganado yo mismo. Pero fue allí donde aprendí a apreciar el trabajo y el dinero. Entonces era estudiante y trabajaba a tiempo parcial, y mis compañeros me miraban mal por ello.
  • Mi madre trabajaba en la fábrica como pintora. Le gustaba gastar bromas a sus compañeros: metía tornillos en los bolsillos de los hombres, hierba en los zapatos o cualquier otra cosa. No era la única que lo hacía, así se distraían de la aburrida vida cotidiana. Nadie se ofendía, todos tenían un buen sentido del humor. Una vez mi madre recogía un overol del trabajo, llegó a casa y ¡había un ladrillo envuelto en su ropa! Llevaba una carga tan pesada y ni siquiera pensó que algo iba mal.

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