15 Lecciones que los profesores dejaron grabadas en sus alumnos

Historias
hace 15 horas

Tenemos la creencia común de que en las escuelas solo vamos a aprender de lo que está en los libros o se imparte en las clases. Sin embargo, las personas que están al frente hablando, haciendo un esfuerzo para que en verdad aprendamos, nos pueden enseñar aún más con tan solo decir las palabras adecuadas o realizar una simple acción. Nos referimos a las y los profesores, en especial a los que conocemos en la universidad, pues nos dejan enseñanzas en las puertas del mundo profesional y algunas son dignas de ser recordadas y compartidas por usuarios en Internet, a quienes hasta el día de hoy les ha servido seguir esas inesperadas lecciones.

  • Teníamos una profesora de economía, una mujer pequeña y frágil a simple vista. Pero eso era solo apariencia. Una vez, mientras tomábamos un examen, decidió revisar su bolso. De allí sacó un neceser, cuadernos, una agenda del tamaño de una enciclopedia, un montón de bolígrafos, algunos paquetes y bolsas, caramelos y lo que más nos sorprendió: una máquina para sellar frascos. La profesora no se inmutó y, sonriendo, dijo que llevaba medio año olvidándose de sacarla. © Overheard / Ideer
  • Universidad, víspera de un examen. Estábamos con la profesora más estricta que recuerdo. Después de que estornudara, todos en el grupo le deseamos salud en coro, más que en su propio cumpleaños. Se rio, entendió la situación y no reprobó a nadie; todos aprobamos. © Not everyone will understand / VK
  • Cuando estudiaba periodismo, teníamos un profesor muy sabio. Era un hombre mayor, muy amable e inteligente, llamado Antonio. Nunca olvidaré su lección sobre conferencias de prensa. Lo explicó de manera tan clara y efectiva que adoptamos una de sus frases en nuestra vida diaria: "Una conferencia de prensa es el arte de responder preguntas que no te hicieron para no responder las que sí te hicieron". Aunque no tengo conferencias de prensa diarias, aprendí a esquivar las preguntas de mi esposa. © Not everyone will understand / VK
  • En la universidad tenía una profesora de análisis matemático, una joven de 25 años. Para ella, era importante el proceso de solución, no tanto la exactitud. Decía que lo importante era que los estudiantes comprendieran la esencia; para los cálculos exactos existen las calculadoras y computadoras.
    Diez años después de graduarme, nos encontramos por casualidad y fuimos a tomar un café. Me confesó su método de enseñanza: simplemente le daba pereza revisar todo meticulosamente. © Rliethnam / Pikabu
  • Mi profesor de matemáticas tenía el talento de convertir cualquier clase en un espectáculo de comedia. Cada ecuación iba acompañada de diferentes chistes. © Rheaettaw4 / Reddit
  • Examen de matemáticas avanzadas. Éramos dos grupos, unas 40 personas. Nos turnamos para pasar, y yo quedé en el último grupo de cinco. La profesora nos interrogó durante cinco horas. Todos salían del aula desanimados y con caras de haber sido torturados. Aprobar parecía casi imposible. Ya estaba oscureciendo cuando entramos. Pensé que no íbamos a pasar, ya que la profesora estaba cansada y preferiría irse a casa. Pero, tras mirar por la ventana, se sentó y dijo: "¿Han esperado cinco horas y no se han ido? Por su perseverancia, los voy a aprobar con 6. Quien no esté conforme, puede intentar sacar un 10". © Keratoz / Pikabu
  • En la universidad teníamos una compañera increíblemente despistada. En el periodo de exámenes todos habían aprobado, excepto ella. Estuvo con un profesor durante hora y media; él le hacía preguntas, una tras otra. Nuestra universidad era muy indulgente; todos aprobaban aunque no hubieran estudiado. Finalmente, ella salió corriendo y gritando de alegría: “¡Aprobé!”. Un minuto después, el profesor salió exhausto y dijo: “No aprobaste tú, me rendí yo”. © Not everyone will understand / VK
  • En la universidad había una profesora que despreciaba y prohibía cualquier intento de copiar. En la entrada del aula de examen, ella esperaba con un bastoncillo de algodón (un hisopo) que usaba para tocar las orejas de los estudiantes, asegurándose de que no llevaban auriculares ocultos. Solo tenía un bastoncillo para todos, y aquellos que se resistían eran considerados infractores y se iban reprobados. © Overheard / Ideer
  • En el segundo año de universidad comenzamos un curso de psicología. El profesor era un tipo extravagante. En la primera clase nos dio un consejo en tono de broma: siempre lleven una carpeta de documentos, mantengan su escritorio lleno de papeles y llévenlos incluso al comedor. Así, su jefe pensará que son trabajadores valiosos, aunque no hagan nada. Un mes después, lo nombraron decano, y yo aún recuerdo su consejo. Overheard / Ideer
  • En la universidad había una profesora peculiar; siempre llegaba con té y arrojaba la bolsa por la ventana. Tiraba lo que quedaba del té por la ventana también. Hablaba de cualquier cosa menos de su materia. Lo más extraño fue un día de lluvia. Entró al aula, se descalzó, se quitó los calcetines y los puso a secar en el radiador diciendo: "¡Qué clima tenemos!". © Overheard / Ideer
  • En la escuela secundaria, mi profesora de arte siempre encontraba tiempo para sentarse y hablar conmigo sobre cualquier cosa. Nunca me juzgaba, solo escuchaba y me daba consejos. Siempre me recordaba que creía en mí, que soy una buena persona con un corazón amable, y que lograría todo lo que me propusiera. © Unknown author / Reddit
  • Mi profesor de química en séptimo grado era simplemente genial. No solo nos mantenía interesados en las clases, también era un mago retirado. Según sus relatos, tenía el récord de liberarse de una camisa de fuerza. También organizó un club increíble en la escuela y nos llevó a ver el espectáculo de un famoso ilusionista. © Unknown author / Reddit
  • En la universidad, teníamos un examen muy importante con la profesora más estricta. No había posibilidad de repetirlo. Me enfermé, tenía tos, fiebre, pero asistí al examen. Me sentí peor durante el examen. A los 20 minutos, la profesora se acercó y me sugirió irme a casa. Rechacé; entonces sacó unas pastillas de su bolso y dijo: “Tal vez esto te ayude”. Amo esos momentos en los que la opinión sobre alguien mejora. © Not everyone will understand / VK
  • Tenía un profesor que siempre llevaba un palo de hockey viejo, y cada vez que alguien se distraía, golpeaba la pizarra o la mesa con fuerza para asustar a los alumnos distraídos. © herecauseofboredom / Reddit
  • En nuestra escuela, a los profesores les gustaba atrapar a los estudiantes distraídos y decirles: “Levántate. “Repite lo que acabo de decir”. En la universidad, eso no funcionaba. Mi amigo Joaquín estudiaba derecho y además trabajaba en una consultoría legal. Tenía que estudiar algunos temas adelantados, y en el trabajo lo ayudaban con eso. Una vez, durante una clase, Joaquín estaba aburrido, casi dormido. De repente, el profesor lo hizo levantarse y repetir lo que había dicho. Joaquín se levantó, repitió lo que el profesor dijo y luego continuó explicando el tema. El profesor escuchó durante cinco minutos y luego le dijo que estaba libre. Ese mismo día le puso la nota aprobatoria automáticamente, tres meses antes del examen. © Not everyone will understand / VK

Los recuerdos que mantenemos de los tiempos de estudio son agradables para muchos y casi siempre evocan una sensación de calidez interior. Es uno de los periodos en la vida sin preocupaciones, cuando aún queda mucho por descubrir, explorar y aprender. Cuando se trata de los estudios universitarios, por lo general es la última ocasión en que muchos pisan un salón, de ahí que la nostalgia venga, pero también los recuerdos de lo que aprendimos mejor.

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