15 Veces que la cara dura de la gente llegó demasiado lejos

Gente
hace 5 horas

Hay personas que sencillamente están seguras de que son el ombligo de la tierra, y todos los demás están obligados a satisfacer sus deseos y servir a sus intereses. Puede ser muy desagradable encontrarse con personajes así en la vida real. Pero a veces nos ayudan a establecer límites personales y a no caer en tales trucos en el futuro.

  • Llevo una semana estando mal: fiebre, mocos, tos. Y mi esposo ni siquiera puede preparar la cena él solo. Hoy ha venido, me ha tocado la frente y me ha dicho: “Deberías tomarte la temperatura...”. Luego ha traído un trozo de tocino de la cocina y me lo ha puesto encima. Me quedo de piedra y me dice: “No se está friendo. Así que estás bien. ¿Me cocinas la cena?”. ¡Nunca había visto tanta arrogancia en mi esposo! © Mamdarinka / VK
  • Una vecina me pidió prestada una buena cantidad de dinero. Acepté, pero con la condición de que me lo devolviera antes de una fecha, porque teníamos planeadas las vacaciones familiares. Llegó el día y nada. Excusas, evasivas, promesas falsas. Al final, cuando ya casi tenía que devolver los pasajes, vino de mala gana, casi me arrojó el dinero a la cara y se fue ofendidísima, como si yo fuera la mala.
    Meses después retomamos el trato... ¡y me pidió otro préstamo! ¡Ni loca! © Elena E. / Dzen
  • Trabajaba en una tienda de ropa. Un día encontré en el piso un suéter bonito, pero no era de nuestra mercancía: seguramente alguien lo había perdido. Cuando iba a dejarlo en la caja de objetos olvidados, una mujer me lo arrancó de las manos: “¿Cuánto cuesta?”.
    Le expliqué que no estaba a la venta, que era un objeto perdido. Pero la señora empezó a gritarme que era una incompetente y hasta metió a su esposo en la pelea. Al final exigieron ver a la encargada... y esta prefirió venderles el suéter con tal de evitar problemas. © Unknown author / Reddit
  • Recién casada, mi esposo me dijo que un viejo compañero vendría de visita. No le di mucha importancia. Hasta que, al regresar de trabajar cansada, descubrí que ahora vivíamos cuatro en nuestro pequeño departamento: el amigo y su esposa.
    Al día siguiente, cuando nos sentamos a cenar, la esposa del invitado me dice indignada: “¿Y la cena especial? ¡Hoy es el cumpleaños de mi marido!”.
    Yo apenas pude contenerme, pero al terminar la velada le dejé claro a mi esposo: “Este establecimiento ya no funciona como un hotel ’todo incluido’”. © user5640240 / Pikabu
  • Un fin de semana salimos en grupo a recolectar setas. Pasó el autobús por todos y una compañera pidió que pasáramos por ella. Cuando salió de su casa... ¡llevaba a un pitbull enorme! “Es que también necesita aire fresco, pobrecito”, dijo.
    Imagínense nuestro “agradable” paseo, muertos de miedo de movernos un centímetro. La salida fue un verdadero éxito... para el perro© Olga ..... / Dzen
  • Trabajaba cargando muebles. Un cliente compró un camión entero de muebles y lo cargamos durante una hora. Luego decidió que no lo quería y hubo que descargarlo todo otra vez.
    Al final se disculpó, sacó un billete de 5 dólares y dijo: “Les dejo esto de propina... ¿tienen cambio?”.
    ¡El hombre podía comprar un camión de muebles y aún quería la vuelta de su propina! © ***silkworm / Reddit
  • Tengo 48 años. Estoy saliendo con un hombre por pura diversión, sin planes. Y de repente, me dice: “¡Casémonos! Cambiamos tu casa por una más pequeña, y con el dinero nos vamos de vacaciones”. Me quedé estupefacta ante semejante propuesta. Le dije: “Yo invierto la casa en la relación, ¿y tú qué?”. Él se ofendió: “¡Yo invierto mi alma en la relación! Y yo te daré mi apellido”. Es más pobre que una rata: vive con su madre, sin coche, con sueldo bajo. Lo pensé y decidí que no quería comprar el alma y el apellido de otra persona, ¿para qué los necesito? Así que nuestra relación quedó en nada. Pero ¡la oferta era tan tentativa!
  • Jugaba con mi hijo menor en la zona infantil del centro comercial. Otra mamá dejó a su hijo con nosotros. Yo pensé que estaba cerca... hasta que me di cuenta de que había desaparecido.
    Cuando mi hijo y yo nos íbamos, apareció furiosa: “¿Por qué se van? ¡Aún me falta hacer compras!”.
    Le respondí amablemente que no era ni niñera ni voluntaria. Ella gritó aún más. Entonces le ofrecí: “Con gusto lo cuido por 10 dólares la hora”. Se fue refunfuñando. © lakoshka / Pikabu
  • He venido a acristalar el balcón. En vez de “hola”, la mujer me enseña la cocina, donde tengo que colgar un par de armarios, luego me lleva a la habitación de al lado, me señala la cortina que hay y me dice: “¡Me tienes que poner esto y arreglarlo!”. Sin mirar mi cara de estupefacción, continúa: “Y también tenemos una pared trasera del armario arrancada, tienes que clavarla”. No pude soportar tanta insolencia y decidí explicarle: “No le debo nada, salvo el balcón. Si tengo el tiempo, la capacidad técnica y -lo más importante- las ganas, lo haré. Pero solo si nos ponemos de acuerdo en el precio”. La mujer me dijo: “¿Qué precio? Me dijeron que harías cualquier cosa que te pidiera”. ¿Parezco el genio de la lámpara o qué? Sin palabras. © LeoMardo / Pikabu
  • Mi esposo iba en coche al trabajo y empezó a llevar a una vecina que trabajaba cerca. Ella nunca le ofreció dinero, y él tampoco lo pidió. Después, la vecina preguntó si su amiga también podía sumarse. Resultó que la amiga le pagaba a la vecina por el “transporte”... ¡en el coche de mi esposo! © Zhuja Lapteva / Dzen
  • Una amiga me pidió dinero prestado urgente porque su gatita estaba muy enferma. Se lo presté sin dudar. A la semana, me entero de que instalaron ventanas nuevas. Un mes después... se fueron de vacaciones. Y lo peor: habían regalado a la gatita porque era “muy problemática”. Cuando regresaron, les exigí el dinero y me lo devolvieron de mala gana. Y yo, convertida en “la mala de la película”. Nunca más presto dinero. © LaZor / Dzen
  • Un técnico vino a conectarme Internet. Todo estaba listo, solo faltaba enchufar el cable. Cuando me dio la factura, agregó un cargo por “instalación de equipo”. Le pregunté: “¿Qué equipo instalaste?”. Me contestó descaradamente: “El cable en el módem”. Le dije: “Entonces sácalo, yo misma lo pongo”. El cargo desapareció. © Alla Andreeva / Dzen
  • Fuimos a visitar al hermano de mi esposo en otra ciudad. Llevamos dulces, golosinas, regalos. Cuando llegamos, él apenas nos ofreció té y puso en la mesa las mismas golosinas que habíamos llevado. Y después... ¡llamó a su madre para quejarse de que habíamos llegado con las manos vacías!
    Perdón, querido, se nos olvidó traer la maleta llena de dinero. © Mamdarinka / VK
  • En una reunión de amigos dije que no sabía cocinar sopas ni guisos. Un chico nuevo me respondió: “Aprende y luego me avisas”. Me quedé helada de tanta arrogancia. Semanas después, preparé mi primer guiso y, de broma, le escribí. ¡Apareció en mi casa a “degustarlo”!
    Después de cenar, me dio 20 minutos para arreglarme y salimos a caminar. Hoy llevamos casi un año casados. © Caramel / VK

Muy a menudo, la suegra añade un condimento especial a la relación de los recién casados, porque quiere ayudarlos a su manera. A veces, sin embargo, esa ayuda sale mal.

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