16 Historias de personas que querían hacer un favor, pero acabaron haciendo lo contrario

Historias
hace 3 meses

Estamos acostumbrados a pensar que la respuesta a una buena acción debe ser la amabilidad o al menos la gratitud. Pero hay personas que perciben la sensibilidad como debilidad y, en cambio, acaban abusando de nosotros. También ocurre que la propia buena acción, hecha precipitadamente, es más molesta que las intrigas de los detractores.

  • Mi suegra es una mujer muy agradable, pero su ayuda hace más mal que bien. Se afana en ayudarme con la colada y acaba tiñendo de rosa la ropa blanca. Me compra calcetines como regalo, pero en lugar de calcetines blancos que me compro yo, me los compra con diseños estúpidos que dejé de llevar desde el instituto. Y una vez me enfermé, y ella no se dio por vencida hasta que acepté enviar a mis hijos a su casa por una semana. Era el final del año escolar, había clases en línea, y durante el tiempo que los niños estuvieron con ella, no habían hecho ni una sola tarea. Tuve que pasarme dos semanas poniéndome al día con ellos. Dicho esto, si estuvieran en casa, no habrían sido tan vagos delante de mí. © blackplaydoh / Reddit
  • Hace un año cambiaron nuestras rutas de autobús. Lo único que ayudó fue la aplicación móvil de mapas, donde aparecían todos estos cambios. Un día, estaba en la parada, esperando el autobús, y entonces se acercó una simpática anciana y se quejó de que llevaba más de media hora esperando el autobús, y todavía no había llegado. Saqué mi teléfono y miré la aplicación:
    — Sabe, este autobús ya no pasa...
    — ¡Dios mío! ¿Qué hago?
    Calmé a la anciana, miré la ruta y le expliqué que en la parada que había a 100 metros de nosotros pasaba un autobús que la llevaría adonde tenía que ir. La anciana preguntó el número una vez más, asentó con la cabeza, memorizándolo. Luego se alejó un par de pasos, se volvió hacia mí y me dijo:
    — ¡No pueden prescindir de sus estúpidos teléfonos! ¡Qué generación!
    Y se alejó orgullosa hacia su parada. © Chickenlover / Pikabu
  • Un tiempo salía con un chico que había venido a conquistar la capital. Un día tuvo mucha suerte: su buen amigo se había ido a Singapur y le dejó vivir gratis en su casa. Comparado con el cuchitril que alquilaba mi exnovio, era un palacio real: una reforma nueva, un mobiliario completo, electrodomésticos que funcionaban, un televisor con una pantalla enorme, una computadora genial. Pero mi ex se quejaba constantemente, diciendo que a su amigo le gusta todo lo artificioso y poco práctico y, en general, es un ricachón mimado con una paja en la cabeza. Estaba tan harta de sus quejas que una vez le dije lo que pensaba al respecto. Pues bien, durante un año se resintió tanto de las penurias de la vivienda gratuita, y entonces el destino le liberó de la pesada carga: su amigo le dijo que desalojara la casa, ya que había decidido alquilarla. El primero se sintió ligeramente ofendido por ello, pero la comunicación con él, sin embargo, no cesó. © Racoonzel / Pikabu
  • En invierno, cuando nieva, aumenta por alguna razón el número de personas deseosas de hacer el bien. Un día, uno de esos vecinos decidió echar sal en los peldaños de mi escalera. Era totalmente innecesario: yo mismo limpiaba los peldaños de nieve, y la sal dañaba las patas de mi perro. En otra ocasión, un colega quiso ayudar y decidió rascar la nieve de mi coche con un rascador. Acabó arañando el capó. Y otro “bienhechor”, al quitar la nieve con un soplador de nieve, hizo volar un montón de piedras azules decorativas de mi entrada. © Moleypeg / Reddit
  • Cuando tenía unos 15 años, vivía en una casa de campo y, de algún modo, se me ocurrió mejorar mis habilidades pasteleras, así que me dediqué a hacer todo tipo de postres. La valla cercana a nuestra casa era baja, así que cuando tomábamos el té con mis dulces, los niños vecinos nos miraban a menudo con ojos hambrientos. Entonces les daba un par de trozos de pastel, o helado, hecho por mí desde cero, o cualquier otra cosa sabrosa. Y pronto los niños empezaron a exigirme golosinas. Unas cuantas veces no les di nada, cuando venían invitados o no había cocinado lo suficiente, así que sus madres vinieron a discutir, diciendo que a sus hijos los hacíamos pasar hambre. Como resultado, mis padres se pelearon con casi todos los vecinos y decidieron varias veces al mes organizar “fiestas del té de demostración” con un montón de golosinas, a las que eran invitados solo los que no pedían nada. Después, los que eran especialmente gritones venían inmediatamente a disculparse y a pedir asistir a estas fiestas. © Cain Heisenberg / ADME
  • Unos amigos invitaron a la madre de uno de ellos a pasar unos días con ellos. Se fueron un día y, cuando volvieron, resultó que la mujer había pasado mucho tiempo sacando todo de los cajones, armarios y estanterías de la cocina y poniéndolo donde ella quería. Cuando se marchó, tuvieron que pasarse horas guardando las cosas como es debido. Pero durante todo el tiempo que estuvo allí, no quiso admitir que había causado molestias y estaba enfadada porque no le habían agradecido su duro trabajo. © andystealth / Reddit
  • Es molesto que haya gente que haga gestos generosos con las golosinas pero ignore mis alergias alimentarias. Soy intolerante a la lactosa, y si me invitan a un café con leche, no tomo ni un sorbo o tengo problemas digestivos. Pero un día un hombre me invitó a comer. Sabía de mi intolerancia a la lactosa, pero pareció olvidarse de ella con facilidad y pidió pizza y pasta con queso para todos. Yo tenía hambre, pero el olor me dio náuseas, así que di media vuelta y me fui. © iputthehoinhomo / Reddit
  • Adoro a mi suegra, pero odio su costumbre de comprarnos cosas para abastecernos: papel higiénico, lejía, cereales. Todo hay que guardarlo en algún sitio. Ahora mismo tengo 11 botellas de lejía y hasta 12 envases de papel higiénico, además, ella va a traer un nuevo lote esta semana. También le encantan las compras con descuento y trae un montón de trastos que no necesitamos. Hace poco compró una cómoda porque estaba rebajada. Ya tenemos una y no hay dónde poner la segunda, excepto entre las torres de papel higiénico y lejía que están almacenadas en el garaje. © Unknown author / Reddit
  • Recuerdo que cuando estudiaba en la universidad, una profesora me invitó a ser animadora gratuita en su fiesta infantil. Tenía tantas ganas de hacerlo que pagué con mi propio dinero para ir a verla a la provincia, con disfraces y otros artilugios para la fiesta. Y después de la fiesta, me invitó a comer ensalada y carne estofada con guarnición, y de nuevo volví a la residencia pagando de mi propio bolsillo. Pero en uno de los últimos cursos me peleé con esta profesora por cuestiones creativas. Y me enteré por los otros profesores de lo desagradecida que yo era. Resultó que ella le contó a todo el mundo cómo se apiadó de una estudiante hambrienta, y yo se lo devolví así.
  • Mi esposo viene de parte de mi suegra y me dice: "Mamá me ha pedido que encargue ropa de cama en línea: sábanas y fundas de almohada. Ella me dará el dinero". Ok, hago el pedido, compro, mi marido le lleva la ropa de cama a mi madre. Mi suegra está contenta con todo, dice que cuando cobre la pensión me devolverá el dinero. Y me pide que encargue una funda nórdica para el conjunto. Yo también sin pensarlo dos veces encargo una funda nórdica. Un par de días después, mi suegra me pide que encargue otro juego. Me da un poco de vergüenza, pero le sugiero que primero pague las compras anteriores. Ese mismo día, por la tarde, mi esposo vuelve muy enfadado después de hablar con su madre. Resulta que ella dijo que solo quería pagar la sábana y las fundas de almohada, y esperaba que le regaláramos el resto. Y nosotros mismos deberíamos haberlo adivinado: ¡estamos trabajando, así que no necesitamos tanto dinero! © ArmenGonaev / Pikabu
  • Era estudiante cuando un amigo me pidió que lo ayudara a mudarse. Decidí ayudarlo. Desde las 11 de la mañana hasta las 5 de la tarde cargamos cosas primero desde el 5.º piso de una casa sin ascensor hasta un remolque de coche y luego hasta el 3.º piso. Y así 5 o 6 viajes. Cuando terminamos, yo estaba cansado y hambriento, y mi amigo me dijo: “Préstame 100 dólares, necesito pagar al conductor del coche. Y este era todo mi presupuesto para el mes que me enviaron mis padres. Pero le di el dinero, ingenuo de mí. Luego comí fideos instantáneos durante un mes y fui andando a la uni. Y sí, ya han pasado 13 años y mi “amigo” nunca me devolvió los 100 dólares. © TEMAHEPACKPblTA / Pikabu
  • En la casa tenemos una anciana que vive en el 3.er piso. La mujer ya no puede andar bien. Y le cuesta bajar a los contenedores de la calle para tirar la basura. Así que cuelga la bolsa de basura en el exterior de la puerta para que la gente de buen corazón la tire. La gente es amable y la tira. Pero a veces la anciana sale de casa para ir a la tienda. Vuelve con una bolsa y se sienta a descansar en el banco de la entrada. Allí espera a que algunos vecinos de buen corazón la ayuden a llevar la bolsa hasta el tercer piso y la cuelguen del picaporte de la puerta mientras ella sube. Al final, mientras la anciana descansaba abajo, un vecino tomó la bolsa con la compra y la colgó del pomo de la puerta, pero un otro la quitó y la llevó a los contenedores de basura. © hunterpo / Pikabu
  • Me mudé con mi novio a un departamento de un dormitorio. Luego, una amiga, con la que llevábamos años en contacto, se compró un departamento, pero, como lo estaban reformando, pidió irse a vivir con nosotros. La dejamos entrar, mi novio dormía en la cocina, en un sofá esquinero, y ella y yo dormíamos en la habitación. Unas cuantas veces dejamos que su madre se quedara a dormir, mi novio y yo nos quedábamos durmiendo en el suelo. Me pareció hasta divertido, ya que éramos amigas. Duró unos dos meses, después de los cuales mi amiga se mudó a su propio departamento. Y entonces la propietaria de nuestro departamento dijo que iba a venderlo y que teníamos que irnos en un par de semanas. Llamé a mi amiga y le pedí quedarme con ella un tiempo. Parecía estar de acuerdo. Pero una hora después llamó su madre y me trató de convencer durante una hora: no tienen muebles suficientes, no tienen armarios. Yo estaba dispuesta a dormir hasta en el suelo, pero no en la calle. Al final resolvimos el problema sin su ayuda, pero mi amiga y yo nunca volvimos a hablar. © gingella / Pikabu
  • Estaba lloviendo, una anciana caminaba con un carrito detrás desde el tren de cercanías, camino del metro. Había veinte escalones. La vi, vieja, de unos 80 años. Pensé en ayudar a la anciana agarrando su carrito, pero ella empezó a agitar las manos y a gritar: “Socorro, socorro, es una ladrona”. Al final me llevaron a comisaría. Mientras arreglaban las cosas, me quedé allí sentada durante 3 horas, hambrienta y cansada. Ya no tengo ganas de ayudar a la gente. © Overheard / Ideer
  • Llevo varios años saludando a las empleadas en el trabajo el 8 de marzo y regalándoles barras de chocolate, y todo el mundo sabe que lo hago por iniciativa propia. Los dos primeros años, las mujeres sonreían dulcemente y me daban las gracias. Luego empezaron a preguntarme si había visto a tal o cual empleada, porque esperaba una tableta de chocolate de mí. Y el año pasado se me acercó un chico y me dijo que él tampoco rechazaría chocolate gratis. Pensé que bromeaba, le di una barra y la tomó sin dudarlo. Este año decidí no felicitar a nadie, así que empezaron a escribirme directamente por WhatsApp y a recordarme que esperaban regalos de mí. © imv1979 / Pikabu
  • Dejando a mi hijo en la casa de mi suegra por la noche, le llevé una bolsa con alimentos. Le pedí que simplemente le cocinara pasta, para que el pequeño comiera rápidamente y se suera a la cama. Y entonces me enteré: mi hijo se fue a la cama con hambre, porque mi amable, pero no muy inteligente suegra decidió que sería mejor cocinarle sopa. La sopa de carne tarda mucho en cocinarse, por lo que mi hijo se durmió sin esperarla. En otra ocasión, juntábamos dinero para un caro regalo de cumpleaños para mi esposo. Me dijo en numerosas ocasiones lo mucho que lo quería. Se lo conté a mi suegra y añadí que si no quería participar, no pasaba nada, simplemente podía regalarle algo de su parte. Dos días más tarde, vi a mi esposo muy triste. Resultó que mi suegra decidió “ayudar” y aclarar si realmente él necesitaba un regalo tan caro. Y lo hizo de tal forma que literalmente destrozó su sueño. © Ahomenka / Pikabu

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