18 Situaciones tan caóticas que confirman que la vida universitaria es una comedia constante

Historias
hace 1 hora
18 Situaciones tan caóticas que confirman que la vida universitaria es una comedia constante

La vida estudiantil no se trata únicamente de clases y exámenes; también está llena de situaciones insólitas, giros inesperados y momentos que dan mucha risa. A veces, basta con entrar al salón equivocado o enviar un mensaje al profesor por accidente para que el día se convierta en una anécdota memorable. Bienvenidos a un mundo donde el estudio se transforma en un pequeño teatro de casualidades y hazañas universitarias.

  • Tuve un estudiante con memoria fotográfica: le bastaba con mirar un par de segundos una página del libro para repetirla palabra por palabra. Todos admiraban su habilidad. Pero, en la graduación, confesó que no tenía ninguna memoria fotográfica. Simplemente pasaba días enteros memorizando todo en casa, y lo hacía únicamente para impresionar a sus compañeros. © Habitación N.° 6 / VK
  • Mi tío contó que tuvo un amigo en la universidad; ambos estudiaban en la misma facultad. Se acercaba el examen, y su amigo decidió enfocarse únicamente en estudiar un solo tema: el número 13. Todos los demás se burlaban de él, pero no les hacía caso y se mostraba muy seguro. Llegó el tan esperado día y su amigo fue el primero en entrar al aula. Sacó un tema al azar, lo miró y, diciendo: “Ah, el tema 13, el de la mala suerte”, lo devolvió y mezcló todos de nuevo. El profesor, entre risas, le dijo: “No, responda el que sacó” y, al tomar uno de los temas, sacó el número 13. © Student Stories / VK
  • Me vino a la mente una historia. Estudiaba en modalidad a distancia, las clases empezaban muy temprano, y yo siempre he trasnochado. Para no quedarme dormido, llevaba café en un termo. Normalmente lo guardaba en la mochila, pero esa vez no alcancé a terminarlo antes de que empezara la clase. Guardé el termo, pero dejé la tapa sobre el escritorio. Pensé: “Estoy en la última fila, el profesor no lo notará; tomaré sorbos poco a poco”. Claro, cómo no. El profesor me vio y dijo: “¿No quieres que también te traiga sopa?”. Lo terminé rápido y lo guardé. Pensé: “Ahora me irá mal en el examen”. Llegó el día del examen. Todos estaban en el aula, y el profesor preguntó: “¿Quién quiere un 6?” (la nota mínima para aprobar). Muchos levantaron la mano, yo también. El profesor dijo: “Entréguenme sus libretas de calificaciones”. Todos se acercaron y recibieron su 6. Yo también me acerqué. El profesor me miró y dijo: “Tú, toma un tema”. En ese momento recordé lo del café y pensé en todo lo que tendría que hacer si reprobaba. Estaba seguro de que fallaría. Escribí todo lo que recordaba. Comencé a responder; el profesor hacía preguntas, pedía aclaraciones. Al final, tomó mi libreta, me puso un 8 y dijo: “¿Ves? Si sabes, ¿cómo te voy a poner un 6?”. © AsherMoods / Pikabu
  • Lo juro, esto le pasó ayer a un compañero. Estaba entregando su trabajo de cálculo y gráficos a una profesora. El contenido estaba bien, los cálculos eran correctos. Pero ella se fijó en el formato: él comenzaba cada sección en una página nueva (es decir, si la segunda sección terminaba a la mitad de una hoja, la tercera la empezaba en otra aparte). Entonces ella le dijo: “¿Por qué comienzas cada sección en una página nueva? ¿No te importa desperdiciar tantas hojas? ¡Anda, vuelve a imprimirlo todo!”. Y tuvo que imprimirlo todo de nuevo. © Student Stories  / VK
  • Una vez, mi amigo y yo entramos por error al aula equivocada. Al final, nos quedamos toda la clase escuchando una conferencia de odontología, siendo estudiantes de bioquímica. Nos dio vergüenza salir, así que simplemente nos quedamos ahí, fingiendo que tomábamos apuntes. © Caskinbaskin / Reddit
  • Teníamos un proyecto en equipo; éramos cinco. La profesora envió algunas correcciones, y una de las compañeras, molesta, escribió: “¡Qué insoportable es la profesora Ana González y sus exigencias ridículas!”. El problema fue que presionó “Responder a todos”. Un minuto después, llegó la respuesta de la profesora: “Chicas, menos dos puntos para todas”. Así fue como terminamos con un 6 cada una. ¡Un desastre total!
  • Fuimos a inscribirnos a la universidad. Estaban repartiendo las credenciales estudiantiles. Un chico llamado Tomás recibió la suya. Por error, en la coordinación académica habían pegado la foto de otra persona. La sorpresa de Tomás fue enorme: “¿Y quién fue el que se tomó la foto en mi lugar?”. © Student Stories / VK
  • Nuestro profesor de literatura oriental se conmovía al ver a estudiantes embarazadas. Durante los exámenes, las llamaba primero. Les hacía preguntas del tipo “¿Cómo me llamo?” y las evaluaba con voz suave y cuidadosa, para que la futura mamá no se sintiera nerviosa. Pero con los demás no tenía piedad: los presionaba al máximo y reprobaba grupos enteros. Eso sí, era una buena persona y un gran profesional. © Elena Marchuk / ADME
  • La hija de un compañero de mi grupo nació durante la época de exámenes. Naturalmente, se presentó sin estar preparado. Todos en el grupo le pedimos al profesor que tuviera consideración y lo aprobara. El profesor preguntó: “¿Qué fue?”. El nuevo papá respondió: “Una niña”. En su libreta apareció un ocho con este comentario: “Acaba de nacer la única mujer que va a quererte toda la vida, a pesar de ser un cabeza hueca”. © Evil Doctor / ADME
  • Teníamos un profesor muy estricto; sacar un 10 con él era extremadamente difícil, pero yo lo logré. Más tarde, cuando estudiaba en otra institución y en otra ciudad, el nuevo profesor, al ver que obtuve un 10 en su materia precisamente con ese docente, me eximió automáticamente de asistir a sus clases y me puso un 10 en el diploma. © Alekseї Danilov / VK
  • Para el examen de historia, estudié a fondo una sola pregunta de las 60, leí por encima otras nueve y dejé una sin terminar. Me tocó una pregunta cuyo primer tema era justo el que había estudiado y el segundo, el que no terminé de leer. Pero el profesor empezó a hacer preguntas relacionadas con el tema, y yo, en historia, no entiendo nada. Me ofreció volver al día siguiente para intentar sacar un 8, pero yo acepté el 6 sin dudar. La historia simplemente no entra en mi cabeza. © Maria Kondakova / VK
  • Era el día de la defensa de mi tesis. Venía directamente de mi turno nocturno a la universidad, iba tarde, así que llamé a mi compañero de cuarto y le pedí que me lanzara el trabajo por la ventana. No nos preocupó que estuviéramos en el piso doce de la residencia estudiantil, en medio de una zona muy transitada. Medio minuto después, el paquete, unas 30 hojas tamaño A4 envueltas en una bolsa de supermercado, descendía alegremente, haciendo ruido al caer. Mi compañero lo seguía desde arriba con la mirada, como un jugador de hockey que observa su disco dirigirse a la portería. El paquete cayó plano, justo sobre el techo de un coche en movimiento. Para nuestra sorpresa, el auto siguió su camino. El trabajo era importante y difícil; no entregarlo significaba prácticamente reprobar la materia. Salí corriendo detrás del coche mientras el conductor aceleraba. Al llegar a la salida del campus, el auto tuvo que frenar para ceder el paso. Fue ahí donde lo alcancé. En el último segundo, agarré el paquete del techo del coche y el auto se fue. Defendí mi tesis. No reprobé el semestre. © Escapes / Pikabu
  • Me preparaba para la clase en la biblioteca, y tenía prisa por terminar la tarea que debía entregar lo antes posible. Solo quedaban cinco minutos: imprimí rápido el trabajo, escribí mi nombre y corrí al salón para entregarlo. Unos días después el profesor informó que mi versión era idéntica a la de una compañera y que no podía calificarme. Estaba confundido, ya que estaba seguro de que no había copiado nada. Todo se aclaró en la siguiente clase cuando nos devolvieron los trabajos. Resultó que la chica imprimió el suyo antes que yo y, por error, configuró dos copias. Yo, con la prisa, tomé la hoja de arriba pensando que era la mía. Por suerte el profesor entendió el malentendido y me permitió imprimir y entregar mi trabajo real. © Unknown author / Reddit
  • Una vez, en la universidad, tuve que hacer un trabajo de investigación de psicología, pero, como soy un poco despistada, lo olvidé. Naturalmente, el último día no tenía nada que enviar a la profesora, así que fui a clase esperando un merecido regaño. Cuando me preguntó, respondí que el trabajo estaba en su correo, y ella dijo: “Sí, sí, lo vi y tengo algunas preguntas”. Lo que no estaba bien lo discutimos durante unos diez minutos más. © Overheard / Ideer
  • Viví momentos divertidos durante la universidad. Estudiaba en modalidad a distancia. No tuve elección y terminé siendo la representante del grupo. Una vez, en una clase de una materia que no tenía relación con mi carrera, el profesor nos mostraba diapositivas. El aula estaba oscura, la información era aburrida y casi todos se estaban quedando dormidos. Cuando llegó el descanso, yo tenía que dar un anuncio importante, ya que se acercaba la fecha de defensa de la tesis. Para asegurarme de que todos me escucharan antes de que se dispersaran, me puse de pie y dije en voz alta: “Bien, grupo, todos despiertos y escúchenme”. El profesor, entre risas, comentó que eso era justo lo que debí haber dicho al inicio de la clase, así al menos alguien habría estado atento. Todos nos reímos junto con él. © Romashka Soothes / ADME
  • Para ir a la universidad, siempre me trasladaba pidiendo que me llevaran. Un día, como iba tarde a clases, decidí subirme sola a un coche lujoso. El conductor entabló conversación. Conté que era estudiante de una universidad y que estudiaba tal carrera. Comenzó a preguntarme por los problemas en los estudios, y yo, sin pensarlo, terminé quejándome de la profesora que no aceptaba mi trabajo final. La situación se volvió incómoda cuando el hombre me llevó directamente hasta mi universidad y lo dejaron pasar al estacionamiento. Me pidió mi nombre, el de la profesora y el número de grupo. Un par de días después, obtuve una calificación aprobatoria. Resultó que quien me había llevado era el rector. © Student Stories / VK
  • En mi segundo año de universidad teníamos una profesora muy estricta que nos regañaba por faltar a clase y llegar tarde. Un día, mientras me preparaba para salir, usé el cepillo redondo de mi mamá y, sin darme cuenta, se me quedó enredado en el cabello, al punto de parecer un nido. Antes de ir a clases, subí una foto al chat grupal con el cepillo aún enredado. Toda la clase, incluida la profesora, se rió a carcajadas. Por cierto, no registraron la falta. © Overheard / Ideer
  • Estoy tomando un curso en línea y durante los exámenes observan a los estudiantes a través de la cámara web. Era la primera vez que vivía algo así y justo se acercaba mi primer examen. Preparé la mesa, encendí la computadora, abrí el examen y, de pronto, recordé que antes de comenzar debía mostrar toda la habitación a la cámara. Sobre la mesa todo estaba en perfecto orden, pero alrededor reinaba el caos. Por suerte, el examen aún no había comenzado y decidí que, con algo de prisa, podía dar una apariencia de orden. Corrí por la habitación, metí ropa bajo la cama, escondí basura en los cajones y oculté cosas debajo de los cojines. Más tarde aprobé el examen con éxito, pero al día siguiente recibí un correo del profesor que decía que toda mi “limpieza a la velocidad de la luz” había quedado grabada. © sweet_dirtbug / Reddit
Imagen de portada Habitación N.° 6 / VK

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