20 Lectores de Genial que viven en las nubes y solo bajan de vez en cuando

Historias
hace 1 año

Todos tenemos un poco de “desconexión” en nuestro cerebro, esa que nos hace buscar el celular con su misma linterna. Sin embargo, hay a quienes se les va la mano un poco más de lo normal, y es que sus niveles de distracción hacen que los demás nos preguntemos: “Pero, ¿será que sí vivimos en el mismo planeta?”. Tenemos que ser sinceros: con las historias que nos comparten nuestros usuarios, todo parece indicar que no. Aun así, ¡qué bueno es divertirnos leyéndolos a todos!

  • Mi hermana una vez quiso hacer “café con leche” y, en vez de agua, le puso la leche a la cafetera exprés. Esta obstruyó la válvula y la cafetera explotó. Vinieron hasta los bomberos y la policía porque pensaban que era un ataque terrorista. © Dolores Suyama / Facebook
  • Un día, a mi padre se le antojó que iba a calentar su comida por su cuenta y encendió la hornilla equivocada, la cual tenía dos freidoras encima, separadas por una toalla de cocina. Al llegar a la casa, el olor era intoxicante. El resultado fue un sándwich de freidoras con toalla. © Heinrich Joel / Facebook
  • Recién casados con mi esposo, fuimos a comprar zapatos para él. Llegamos a casa y empezó a usarlos, pero empezó a quejarse de que le apretaban mucho, y eran su número y de horma ancha. Así anduvo varios días hasta que no soportó más. Mojó un diario y lo metió a los zapatos para que ensancharan. Ya en la tarde sacó ese papel de adentro y ¡oh, sorpresa! Junto al diario húmedo, salió un cartón que nunca quitó, que era para que no se deformara el cuero mientras se exhibían en la tienda. © Lucia Salazar / Facebook
  • Mi mamá usó su jabón facial durante un año sin remover el plástico. Un día, lo tomé prestado y mi mamá se molestó, pero cuando terminó de usarlo, me preguntó: “¿Qué le hiciste al jabón?”. Nunca olvidaré su rostro cuando le dije: “Lo abrí”. © Dany Santillan / Facebook

¡La distracción viene cargada de anécdotas muy divertidas!

  • Mi mamá puso a cocinar frijoles y estaba lloviendo bien fuerte, así que se fue a dormir un ratito, que terminaron siendo unas cuantas horas. Pues el líquido se secó, la olla se quemó; tanto era el calor que la hornilla, literalmente, se fundió. Frijoles, olla y estufa nuevos. A mi papá casi le da un infarto del susto y del colerón. © Carmen Salazar / Facebook
  • La aspiradora dejó de funcionar y no tenía fuerza, así que hubo que llamar al técnico, que llegó, le sacó al tubo un taquito que lo estaba tapando y ¡listo! Nadie lo revisó antes. Tocó pagarle completo. © Silvia Villabona Toloza / Facebook
  • Conecté el bafle y no recibía carga. Ya la garantía había expirado, así que lo destapé por mi cuenta a ver qué fallaba, aprovechando que mi esposo no estaba para evitarlo. Aun sin saber nada de esos aparatos, le vi todo por dentro, le moví lo que le encontré, lo limpié y no vi nada raro, así que pensé en conectarlo a ver qué pasaba. Ahí me di cuenta de que era que el cargador tenía el cabezote suelto del cable de corriente y por esa razón no estaba pasando electricidad. Apenas lo ajusté y conecté, el bafle empezó a cargar. Por fortuna lo armé y siguió sirviendo. © Silvia Villabona Toloza / Facebook
  • Tontamente, le dije a mi hijita: “Prende la estufa para que se caliente la leche de tu hermanito”. Sin darme cuenta de que estaba en un táper y ¡¡¡oh!!! Cuando fui a poner la leche en el biberón del bebé, tenía cinco rayas a la mitad y ni una sola gota de leche. © Estrella Flowers / Facebook
  • Llamé al plomero para decirle que se había roto el calefón y estaba tapada la serpentina, haciéndome la que sabía algo del tema, porque no salía agua caliente. Y resulta que solo estaba cerrada la llave de paso del agua caliente. © Eneida Lucía / Facebook
  • Hace unos años, iba con mi hijo adolescente por uno de los pasillos de una tienda comercial, específicamente en el sector de ropa deportiva para varones. Yo iba muy concentrada en mi celular y, sin darme cuenta, choqué con un joven. Me dio mucha vergüenza, le di mis disculpas y seguí caminando. Mi hijo se doblaba de risa, fue ahí cuando me di cuenta de que había golpeado a un maniquí. © Zaida Cortes Villaseca / Facebook
  • Cuando mi hijo tenía como cuatro meses, me puse a hervir los teteros completos, con tapas, cupos y todo, en una olla esmaltada con tapa. Los dejé hirviendo y me subí a atenderlo. Cuando subió mi suegra, me dijo que ya tenía lista la sopa de teteros. © Socorro Jimenez / Facebook
  • Un día, mi hija puso a calentar agua para el café en una teterita muy bonita, pero la ventana de la cocina estaba abierta, así que hizo mucha corriente de aire, voló la cortina y se quemó todo en la cocina. Muchos táperes se quemaron; de hecho, tiraron un tambo grande lleno de ellos a la basura. Hasta los bomberos fueron a la casa a echar agua con un vaso. © Angélly González / Facebook

Somos muchos los que tenemos la cabeza en las nubes.

  • Una vez, quise hacer manjar. Puse la tetera con un tarro de leche condensada y así, sin más, se me olvidó. Cuando me acordé, fui a ver y, para mi sorpresa y disgusto, se había reventado el tarro. El techo de la cocina era blanco y ahora estaba café, igual las paredes. La tetera quedó seca y no podía encontrar la tapa. ¡Un desastre! Ah, pero sí se convirtió en manjar, eso sí. © Tere Echeverria / Facebook
  • Ayer hice una sopa, y como yo solo vivo con una hija, ella salió y no comió. Yo tampoco tenía hambre, pero unas horas más tarde me dio hambre y la sopa no estaba muy caliente, así que la puse a calentar. Resulta que me fui a mi cuarto a continuar viendo la película y se me olvidó la sopa. Cuando mi hija regresó, vio que la casa estaba llena de humo y olía a quemado. Adiós, sopa, y a la olla no sé ni cómo quitarle todo lo quemado. © Doris Diaz / Facebook
  • Compré unos boles pensando eran de papel metal, como las bandejitas para comida. Puse en uno varios alimentos y lo metí en el horno. Al rato sentí un olor raro, así que fui a ver y estaba todo derretido y la comida volcada. ¡¡Resultó ser un bol de plástico!! © Lia Rinaldi / Facebook

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