20 Padres cuyo corazón se derritió con los actos de bondad de sus hijos

Historias
hace 1 año

Como padres, queremos que nuestros hijos sean educados y se comporten bien, pero a veces nos sorprenden gratamente con gestos inesperados que nos hacen sentir orgullosos. Prepárate para emocionarte con estas conmovedoras anécdotas y siente el amor que estos pequeños derrochan.

  • Hace algunos años, mi hijo llegó tarde del colegio y cuando le pregunté la razón, me dijo que era porque estuvo cuidando a una chica de su escuela hasta que subiera al autobús. Le pregunté qué le había parecido a su amiga y me contestó: “Ella no es mi amiga, no sabía que yo la cuidaba. Lo hice porque estaba sola”. Su actitud me demostró que en medio de tantas malas noticias, también hay gente buena que hace lo correcto y cuida de los otros, aunque nadie lo sepa. Ese día me sentí muy orgullosa de ser su mamá 🥰. © María Del Carmen Campoverde V / Facebook
  • Mi hija tiene 11 años y ya ha donado su cabello dos veces a niñas con cáncer. Durante la pandemia aprendió a tejer y junto con mi mamá hicieron gorros para los niños enfermos y también cubrebocas de tela; además realizó 400 salvaorejas que repartí a mis compañeros del sector de salud. El que quiere dar busca la manera de hacerlo y no siempre se puede ayudar con dinero, hay cosas que cuestan menos y tienen más valor porque están hechas con amor. © Gabriela Potter / Facebook
  • Un día fuimos a ver unos gatitos para adoptar, había muchos muy bonitos, gorditos y peluditos. Yo quería uno de esos, pero en cuanto mi hijo de 8 años los vio, dijo: “Mamá, yo quiero ese”, señalando al gatito flaquito, pero con una pancita prominente; apenas si tenía pelo, era gris a rayas, con unas orejotas, muy feúcho, el pobre. Yo le dije: “¿No quieres otro? Mira ese, ¡qué bonito!, o aquel”. En fin, él seguía insistiendo en que quería al gatito flaco. Le pregunté: “¿Por qué quieres ese? ¡Hay más bonitos!”. Me respondió: “Mamá, a los bonitos todos los quieren y a él nadie lo va a querer, nadie lo va a cuidar, yo lo tengo que proteger. Si no lo hago yo, ¡nadie lo hará!”. Fue una hermosa lección. Por cierto, el gatito feúcho se puso precioso, eso es lo que hace el amor. © Kenia Vazdo / Facebook
  • Mi familia nunca ha tenido mucho dinero, pero mi mamá se esforzaba para que nunca me faltara nada. Cuando era pequeña, mi madre gastó mucho en unos tenis de moda que olían a chicle (ojo, yo no los pedí). Fuimos a comprarlos y salimos emocionadas de la tienda. Al llegar a casa, una señora y su niña estaban pidiendo dinero por las casas, se veía que llevaban caminando mucho bajo el sol. Yo vi los pies de la niña y no recuerdo si estaba descalza o tenía unas sandalias, corrí a mi cuarto, saqué mis tenis nuevos y se los regalé a la niña. ¡Estaba tan emocionada y feliz! En cambio, a mi mamá se le cayó la mandíbula de la “sorpresa”, porque se había esforzado para regalarme esos zapatos y yo, en mi inocencia, se los di a otra niña. © Ronnie Torres / Facebook
  • Mi hijo estudiaba en jornada extendida y yo madrugaba para hacerle el almuerzo. En una reunión de la escuela, hablaron de un niño de buen corazón que compartía el almuerzo con cuatro compañeros. La directora me miró y me dijo: “Se trata de su hijo. Hablé con él y le pregunté si no se quedaba con hambre, me respondió que no. Entonces, le pregunté por qué lo hacía y dijo ’a ellos sí les da hambre’”. Me sentí muy orgullosa de tener un hijo de gran corazón ❤️. © Angela Maria Lara Patiño / Facebook
  • Estaba pasando por una crisis financiera y justo Luis Miguel iba a dar un concierto en mi ciudad. Yo no tenía dinero, pero mi hermana tenía la cantidad necesaria para su boleto en primera fila. Cuando se enteró de que yo no iba a ir, me dijo que con el dinero que ella tenía podríamos comprar dos boletos en las gradas (los más baratos). Dios recompensó su acción, pues afuera del concierto una pareja estaba vendiendo dos boletos en la segunda fila (puesto que les habían fallado unas personas). Nos dieron los boletos por el dinero que tenía mi hermana 😍😍. ¡Te amo, hermana! © Teresita Montelongo / Facebook
  • Un día, mi hijo de 8 años vio que estaba sacando cuentas para los gastos de la semana y me preguntó qué pasaba. Le contesté que nada. Antes de terminar la semana, ya no me quedaba dinero por unos pagos fuertes que tuve que hacer. No sé cómo lo notó mi hijo, o quizás me escuchó hablar con su papá. Se nos acercó con su alcancía y nos dijo que prefería darnos sus ahorros para los gastos de la casa que tenerlos guardados, después ya juntaría otra vez... Mi esposo y yo nos sentimos conmovidos y, obvio, no tomamos su dinero, pero le agradecimos su buena intención y sus ganas de colaborar. © Jhoselyn Tatiana Lopez De Pisfil / Facebook
  • Cuando mi hija era pequeña, su amiga necesitaba gafas y no las quería usar porque los demás se reían de ella. Mi hija me pidió que le comprara unas parecidas para ella, así su amiga pensaría que también las necesitaba para mirar la pizarra. Entonces, ambas andaban con sus gafas. © Mayra Casado / Facebook
  • Mi hijo estaba en primero de secundaria y, de repente, se levantó un viento muy fuerte con lluvia. La escuela dejó que los alumnos salieran temprano, sin avisarles nada a los padres. Yo estaba embarazada de mi segundo hijo, mi estado era muy avanzado y el encargado de recogerlo era mi esposo. Mientras tanto, yo sentía una terrible angustia porque pasaba el tiempo y no sabía nada de mi niño, me imaginaba muchas cosas malas. Mi mamá ya iba a salir a buscarlo cuando él llegó todo mojado; me dijo que tardó porque había llevado a sus amigos a sus casas, estaba preocupado de que les pasara algo y no quería dejarlos solos 😔. © Evelin Pino / Facebook
  • Un día, mi hijo llegó del colegio y le pregunté en qué se había gastado todo el dinero que le había dado. Me resultó raro, pues le doy lo del almuerzo y un poco más por si acaso. Aparte, le doy monedas para las fotocopias que a veces le piden en el colegio. Entonces, me contestó: “Mamá, tú me dijiste que cuando viera que algún niño no tenía nada para comer en el recreo y no tenía para las fotocopias y si yo tenía, lo ayudara. Así que le compré el almuerzo a mi compañero. Él tampoco llevaba ni un pesito para sus copias. Entonces, le di de mi dinero porque me dio mucha tristeza, todo el mundo comiendo y él sin nada porque su mamá no podía darle”. Esta es una de las cosas que más me han marcado, por supuesto que me hizo llorar. Me di cuenta de que somos un espejo para nuestros hijos, y hay que darles el ejemplo, ya que ellos siguen nuestros pasos, por eso la importancia de inculcar buenos valores© Katherine Lisbeth / Facebook
  • No tenemos muchos recursos, soy madre soltera y la mamá del amigo de mi hijo de 17 años falleció y dejó dos niños huérfanos. Entonces, mi hijo me preguntó si podíamos ayudar con algo para el funeral de la señora. En otra ocasión, en la escuela de mi hija se iban a realizar las olimpiadas, en las que mi hija iba a participar. Un día, me llamó su tutora y yo me asusté, hasta que escuché lo que tenía para decirme: “Señora, es que su niña ha estado pagando el uniforme de una amiga, pero aún falta, ¿será que usted puede colaborar?”. Agradezco a Dios por mis hijos. © Dulce Narito / Facebook
  • Preparando la merienda de mi hijo para la escuela, él me dijo: “Mamá, ponme dos pastelitos”. Al preguntar por qué, me respondió que era para su amiguito, que no llevaba merienda. Comencé a mandarle algo extra todos los días para su amiguito, hasta que un día empezó a traer naranjas en la lonchera, pues su amiguito ahora lleva la merienda y todos los días le da una naranja. © Valentina Figueroa / Facebook
  • Mi hijo estaba en una clase especial y yo esperaba fuera del salón. La maestra comenzó a regañar a un niño porque no tenía lápiz. Entonces, escuché la voz de mi hijo diciendo: “Maestra, no lo regañe. Yo tengo un lápiz para él”. En ese momento entendí qué hacía mi hijo cuando regresaba a casa sin lápices, plumas, goma de borrar. Todo lo regalaba. © Erika Zavala / Facebook
  • Cuando mi hija estaba en la primaria, siempre me pedía dos de todo, para ella y para su amiga. Un día la maestra me llamó y me dijo que no era justo que mi hija compartiera todo con su amiga. Le dije cuál era el problema, que sabía que llevaba todo doble para compartir con su amiguita, que en ese tiempo su mamá luchaba mucho con la economía de su casa y que con todo gusto complacía a mi hija y le daba lo que me pedía 💖. © Vickyr Hernández Perez / Facebook
  • Mi hija me pidió si, por favor, le podía comprar unos tenis a la niña que habían dejado en la casa de la vecina, porque siempre andaba en chanclas. Así que nos fuimos a comprarlos y, cuando estábamos en la tienda, mi hija vio unos tenis que le gustaron mucho. Le dije que solo llevaba dinero para un par, pero que podía elegir si le compraba unos tenis para ella o para la niña. Me dijo que se los comprara a la vecinita. © Mian Daneí / Facebook
  • Mi hijo ya tiene 21 años y lo crie sola. Él estudió en una escuela secundaria técnica. Son 7 años. En segundo año, me comentó que tenía un compañero en silla de ruedas con serios problemas de salud y un carácter difícil. No obstante, en tercer año empezó a trabajar con él, porque nadie quería hacerlo. Así, formaron equipo hasta el final, hicieron la tesis y se recibieron juntos. La mamá me agradeció lo gran compañero que mi hijo había sido para el suyo, que sin él no hubiera terminado la carrera. Orgullo total. Algo hice bien. © Stella Maris Peiffer / Facebook
  • Mi hijo me empezó a pedir cosas que ya no usaba, como una radio o cosas así. Era tanta su insistencia que, enojada, le pregunté: “¿Y para qué quieres todo eso?”. Me respondió que era para donárselo a un señor al que le acababan de cortar una pierna. Se me llenaron los ojos de lágrimas. Me quedé pensando y me puse en acción. Conseguí donaciones con ayuda de mi hermana, provisiones, ropa y hasta la radio que mi hijo tanto me pedía. Tiene mejor corazón que yo. © Sandy Rapalo / Facebook
  • El año pasado, antes de Navidad, en la escuela de mi hija (que es de 8 a 16 h) entraron dos niñas de diferentes edades que venían de una zona rural. El primer día que empezaron en la escuela hacía mucho frío, estábamos a 2 °C. Mi niña las vio llegar con huaraches que sus padres les habían dado para ir a clases. Un día antes, mi esposo y yo le habíamos comprado a nuestra hija unos tenis nuevos. Al ver que varios compañeros de su grupo y de otros salones se burlaban de las niñas nuevas, mi hija se sintió muy mal y cuando les miró los pies y vio sus tenis, sintió en su corazón ganas de quitárselos y dárselos a la niña más grande. Pero pensó que tal vez los zapatos no le quedarían. Ese mismo día, a la salida, le preguntó a la niña cuál era su talla. Al día siguiente, le llevó sus tenis nuevos y ella volvió a usar los viejitos. Fue una gran lección que aprendí de mi hija. © Isamar Blanco / Facebook
  • Yo vivo en una zona rural en la que, en Navidad, se acostumbra que los alcaldes repartan natilla y regalos a los niños del campo. Recuerdo que mi hijo de 6 años estaba entusiasmado con el regalo que iba a recibir. Cuando llegó el día, cuál fue mi sorpresa cuando al recibir su regalo, se dirigió hacia otro niño y se lo dio. Le pregunté por qué lo había hecho, si no le había gustado. Me dijo: “Sí, me gustó mucho, pero no me gustó el regalo que le dieron al otro niño y yo quería verlo feliz, y lo logré”. © Miryam Soto Rendon / Facebook
  • Un día me quedé sin dinero y tuve que pedir prestado. Esa semana, mi hijo de 8 años fue al mercado cercano sin que yo lo supiera. Se puso a sacar la basura del mercado, les cargaba las bolsas del mandado a las señoras y les hacía los mandados a otras personas. Me trajo unos cuantos billetes y me dijo: “Ten, mami, para ti. No me gusta que no tengas dinero en la cartera”. Ese día me dieron ganas de llorar, porque un niño de esa edad no debería preocuparse por estas cosas, me partió el alma. Le dije que ya no se preocupara, pero ese día jamás lo olvidaré. © Diana Karen Petronilo Espíndola / Facebook
Imagen de portada Kenia Vazdo / Facebook

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