21 Grandes bodegones cuyos trazos y colores esconden más que belleza artística

Arte
hace 1 día

Para muchos, un bodegón puede ser una obra de arte en honor a la vida cotidiana y a la belleza de las cosas simples. Sin embargo, muchos artistas esconden fascinantes detalles en los elementos más pequeños e inesperados de sus cuadros —y a menudo, son estos detalles los que hacen que sus obras sean inolvidables. Ven con Genial a un recorrido por los bodegones más cautivadores de la historia y descubramos qué esconde cada elemento.

1. Jarrón con tres girasoles de Vincent van Gogh

Parte de una serie de obras que Vincent van Gogh inició cerca a 1888, este bodegón de girasoles fue hecho antes de la llegada de Paul Gauguin, con quien planeaba compartir un estudio de arte. Van Gogh ya había retratado diferentes flores, pero eligió a los girasoles como su marca personal. Para lograr el efecto de esta pintura, Van Gogh empleó una técnica de capas superpuestas. Sin embargo, el material amarillo que usó para los girasoles contenía una alta cantidad de plomo, y como el bodegón requería mucho de este color, el pintor se expuso a grandes cantidades de este elemento tóxico. Curiosamente, los síntomas que presentó hacia el final de sus días coinciden con los de una intoxicación por plomo.

2. Bodegón con quesos, alcachofa y cerezas de Clara Peeters

Pintado en 1625 por Clara Peeters, este bodegón transmite lujo en discretos detalles. Los alimentos que componente este cuadro son propios de Holanda, pero algunos son productos que tradicionalmente provenían de otros países. Por otro lado, también puede ser una sutil representanción de la virtud, pues mientras las alcachofa y las cerezas —que representan lascividad y vanidad— toman el lado inferior del cuadro, la sal, un símbolo de sabiduría, toma la parte superior.

3. Cesto con frutas de Caravaggio

A simple vista, esta obra de Caravaggio de 1599 podría ser una oda a la riqueza de la tierra. Todas las frutas que componente este cesto serían frutas de verano, pero si observamos con atención, notaremos que muchas están siendo devoradas por insectos o condiciones poco favorables. Estos detalles simbolizarían la naturaleza efímera de la belleza y la decadencia de todas las cosas en la vida.

4. Bodegón con violín y bola de cristal de Pieter Claesz

Muchos mensajes se encuentran en cada elemento que compone este bodegón de Pieter Claesz, hecho en 1628. Primero, el vaso volcado sería la representación de la brevedad de lo mundano; el reloj que yace sobre la mesta está abierto, como si alguien hubiera intentado descifrar el mecanismo del tiempo; el violín, la pluma y el libro podrían representar el arte; finalmente, la esfera de la izquierda refleja al autor en un astuto e inesperado autorretrato que identifica a la obra como una biografía.

5. Quodlibet de Cornelis Norbertus Gysbrechts

Cornelis Norbertus Gysbrechts hace la representación de una vida ordenada con los elementos que componen este bodegón, hecho en 1675. El papel azul y los sellos rojos podrían indicar el manejo meticuloso de una vida pública, lo que es apoyado por un peine que yace detrás de la mayoría de elementos retratados. Adicionalmente, en esas épocas, el peine también era utilizado para representar la purificación del alma. Por otro lado, al ser una obra Trompe l’oeil, el cuadro intenta crear una ilusión tridimensional que acerca los elementos a la realidad para así engañar al espectador y a su visión del arte.

6. Bodegón con plata de Alexandre François Desportes

Alexandre François Desportes continuó la tradición de retratar el lado más ostentoso de la vida de la época. Como uno de los pintores preferidos del rey Louis XV de Francia, sus bodegones solían estar llenos de lujosos elementos. En este cuadro, hecho en 1720, se retrata uno de los banquetes de la corte y pueden encontrarse bandejas de plata, porcelana de países orientales y vasijas de jade. Sin embargo, muchos de esos objetos pertenecen a una época más antigua, ya que la sociedad había cambiado los arreglos por obras tan hermosas como esta.

7. Rosas de Ferdinand Georg Waldmüller

En 1843, los artistas empezaron a retratar aquellas cosas que amaban de la vida. Ferdinand Georg Waldmüller no era lejano a esta tendencia y pintó este hermoso bodegón donde dulces rosas y brillantes jarrones se unen para demostrar el lado más sensible del día a día. No obstante, otro significado oculto puede estar en la forma de las rosas. Como estas flores suelen representar el amor o un sentimiento profundo, el hecho de que algunas estén a punto de florecer, en todo su esplendor o cerca a marchitarse evidencia las etapas de un enamoramiento.

8. Naturaleza muerta de Samuel Peploe

Inspirado por Paul Cézanne, Samuel Peploe cayó rendido ante el género de la naturaleza muerta. Después de años estudiando bodegones, el pintor crea esta obra de arte en 1912 como una prueba de su dedicación al género. Los colores, meticulosamente seleccionados, se unen en cada elemento que componen este cuadro, el mismo que para la época ofrecía una visión progresista del arte, donde cada objeto tiene un misterio por descubrir.

9. La muñeca de Popoffs, el osito y el elefante de juguete de Zinaida Serebriakova

Un cuadro que podría parecer una tierna escena de la infancia se transforma en una fotografía de la época en este bodegón de Zinaida Serebriakova. Creado en 1947, la obra tiene un aura melancólica y un tono muy personal, con una muñeca que mira directamente al espectador. Si bien podría ser un símbolo de inocencia o de una infancia que se añora, también podría ser la reliquia de una sociedad que lucha contra los tiempos turbulentos o una crítica al lado artificial del mundo.

10. Huevo y coliflor de George Washington Lambert

Tan clara y contundente como esta obra de arte pueda parecer, lo cierto es que hay mucha incertidumbre en sus trazos. El autor, George Washington Lambert, pintó este bodegón en 1926 y en sus colores podemos ver el proceso de ensayo, error y descubrimiento por la que pasó el artista para lograr ese perfecto resultado final. Más aún, esta serie de decisiones y cambios que puede verse en los detalles también agregan ambigüedad a su significado, por lo que es posible obtener distintas interpretaciones.

11. Asters de Aristarkh Lentulov

Aristarkh Lentulov tenía la idea de que un cuadro debía tener una melodía. Combinado con su estilo abstracto, el resultado de aquella novedosa aproximación al arte es este ejemplar de naturaleza muerta pintado en 1913. Aquí, cubos de colores representan la canción de un ramo de flores, cuya paleta está especialmente seleccionada con la intención de crear emoción en el espectador.

12. Tres máquinas de Wayne Thiebaud

Wayne Thiebaud pintó la emoción e intensidad de la época a través de objetos cotidianos, como lo muestra este bodegón de 1963. Una paleta vibrante retrata a tres máquinas de caramelos perfectamente alineadas. Los colores brillantes traen a la mente cierta nostalgia, pero otro significado se oculta en esta imagen. Muchos creen que en realidad es un comentario sobre el consumismo, donde todo producto parece perfecto hasta que se obtienen y el ciclo vuelve a empezar, como si compráramos un caramelo de estas máquinas.

13. Mesa de la cena de Mary Pratt

Una idea inusual surgió en la mente de la artista Mary Pratt y entonces nació este bodegón de 1969, una de las primeras obras del movimiento fotorrealista. Después de una cena familiar, la artista quedó cautivada por la luz que se posaba sobre cada objeto e intentó captar el momento en un cuadro. Su esposo tomó unas fotos rápidas de la escena, convencido de que la luz se desvanecería rápidamente. Tiempo después, cuando las fotos estuvieron listas, se las mostró a Mary y desde entonces la artista se dedicó a pintar desde fotos.

14. Naturaleza muerta con una guitarra de Juan Gris

Figuras planas y sombras que no obedecen ninguna naturaleza forman este bodegón de 1913. Juan Gris se inspiró en una serie de películas llamada Fantômas, de 1913 y 1914, donde el personaje principal solía desplazarse como una sombra, vestido de negro. Además, este bodegón adopta un estilo cubista que añade un toque de ingenio a la obra.

15. Reina de Audrey Flack

Este bodegón hecho en 1976 nos lleva de vuelta a la época del renacimiento, cuando los cuadros vanitas eran populares. Este antiguo género de naturaleza muerta tenía un claro mensaje: el cambio es inevitable y la muerte es natural. Aquí, el reloj representa el paso del tiempo y las flores simbolizan el lado efímero de la belleza. Pero la artista, Audrey Flack, añade el elemento de la feminidad y su poder con una sutil reina de ajedrez que descansa a un lado del cuadro —y, más allá, un medallón con los rostros de la autora y su madre.

16. Cuatro racimos de uvas colgando de Juan Fernández el Labrador

Unas deliciosas uvas descansan sobre un fondo negro, delatando la autoría de esta obra a pesar de no contar con una firma. El artista Juan Fernández el Labrador pintó este bodegón en 1636, cimentando su famoso estilo dedicado a la naturaleza muerta. Las uvas son comunes en las obras del Labrador, cuya innovadora técnica se vale del fondo negro para lograr que cada racimo se distinga de otro en gran detalle: es posible identificar la especie de uva y su madurez en los cuadros de este pintor.

17. Tarjetas, flores fukujuso y biombo de Keisai Eisen

Keisai Eisen demostraba maestría incluso en la forma de posicionar los objetos que componían sus bodegones. Esta obra del período Edo se vale de la ubicación de sus elementos para crear una ilusión de profundidad. Muchos de los objetos de este cuadro son también una invitación a explorar otra cultura, ya que cada uno de ellos esconde un significado y filosofía especial; por ejemplo, las flores que decoran esta escena, las flores de fukujuso, son un símbolo de prosperidad en Japón y solo crecen en la víspera de año nuevo del calendario lunar.

18. Cuatro helados de Wayne Thiebaud

El arte pop también está en los bodegones, sobre todo en esta magnífica interpretación del día a día hecha por Wayne Thiebaud. Vibrantes trazos logran capturar la textura dulce y única de estos cuatro helados, que extrañamente transmiten cierto espíritu americano. La elección de tonos no está hecha al azar: el artista eligió muy bien su paleta y el fondo blanco para destacar cada ingrediente en los helados. ¿Cómo podía agregar tanto detalle en unos simples postres? Cuando eran muy joven, Thiebaud trabajó alguna vez en una cafetería famosa por sus helados.

19. Bodegón con jarra de loza italiana de Paul Cézanne

El paso de impresionismo a postimpresionismo se vive en este bodegón de Paul Cézanne, hecho en 1873. Los colores atmosféricos se pierden poco a poco hasta dar paso a vibrantes tonos que hacen que cada elemento tome más vida. Como dato curioso, el cuadro fue pintado mientras Cézanne visitaba al doctor Gachet, un coleccionista que también apoyó a Vincent van Gogh.

20. Naturaleza muerta con perfil de Laval de Paul Gauguin

Paul Gauguin combina su bodegón con la inesperada imagen de su buen amigo Charles Laval en una obra que realizó en 1886. Aquí, el género de naturaleza muerta y retrato se mezclan en un cuadro único que no solo incluye a Laval: se cree que la pieza cerámica que el personaje de la pintura mira detenidamente fue realizada por Gauguin, por lo que simbólicamente el autor también está dentro de su obra.

21. La jaula de Berthe Morisot

Trazos difusos ponen a prueba los límites del impresionismo en esta delicada obra de 1885, pintada por Berthe Morisot. Una jaula descansa en medio del cuadro, cuyos tonos marrones, blanquecinos y verdes se combinan en una escena que yuxtaponen trazos. Lo interesante aquí es que la autora logra una apariencia de acuarela a través del óleo.

22. Bodegón de flores de Ambrosius Bosschaert el Viejo

Mientras hermosas flores decoran la canasta que protagoniza esta obra de arte de Ambrosius Bosschaert el Viejo —pintada en 1614—, unos insectos coronan la escena con un aparente toque de naturalidad. No obstante, ambos insectos añaden un significado especial a toda la pieza: las flores difícilmente podrían ser todas auténticas, ya que muchas de esas especies crecen en diferentes estaciones con relación a la otra. Por otro lado, tanto la libélula como la mariposa son insectos conocidos por vivir poco, lo que simboliza la brevedad de la vida y la trascendencia de la belleza.

Es increíble que cada trazo, color y objeto pueda tener un mensaje oculto según el autor y el estilo del cuadro. Seguramente, muchas otras obras tienen sus propios secretos que valen la pena descubrir, o quizás ya te hayas animado a hacer tu propio bodegón. ¿Cómo ocultarías un mensaje en tu propia obra? ¿Crees que estos cuadros esconden más secretos? ¡Comparte con Genial tus apreciaciones y deja que el arte crezca!

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