21 Veces en que las personas no se esforzaron ni un poquito en ocultar su desfachatez

Historias
hace 2 años

Cuando la bondad nos gana, no falta el conocido que quiere aprovecharse. Hasta parece que hay gente que solo busca el momento indicado para pasarse de lista y conseguir lo que desea. Pero eso sí, pasar por tales experiencias no debe ser una excusa para buscar siempre el lado bueno de todos. Al contrario, estas seguro nos ayudarán a reconocer más rápido a los oportunistas.

En Genial.guru nos dimos a la tarea de encontrar anécdotas que demuestran que a veces nos toca confiar en la persona equivocada para aprender una lección.

  • Yo he vivido varias de esas experiencias, por eso no le presto nada a nadie. Le presté mi procesador de alimentos a una vecina y no me lo devolvió, entonces se lo pedí. Sin embargo, me dijo que se le había caído y lo había quebrado, que me lo iba a pagar. Hasta ahora estoy esperando. En otra ocasión presté mi olla de presión, la descompusieron y me la devolvieron inservible. Así la gente enseña a uno a ser desconfiado y mejor no prestar nada. © Carmencita Ovalle de Higueros / Facebook
  • Una conocida vino a mi casa y me pidió 400 USD para ir al entierro de su mamá. Como soy muy desconfiada, nada más le presté 100. Después ya nunca me contestó el teléfono y como al año vi en las tiendas unos frascos con fotos de su mamá pidiendo ayuda para su entierro. O sea que la enterró dos veces para robar a la gente. © Rita García Hughes / Facebook
  • Me acordé de Alexis, un vecino del barrio años atrás. Se casó superjoven y muy pronto tuvo hijos con la señora, hasta mellizas tenía. Ganaba poco, siempre aparecía los primeros días del mes a pedirme dinero prestado. Yo le prestaba y me decía: “Para el pago se lo devuelvo”. Llegaba el día del pago, me venía a pagar y a los dos días venía a pedirme prestado otra vez. © Lucia Salazar / Facebook
  • Una prima mía mandó a su hijo a la academia de fútbol de mi tío. Le pidió a él, que es un señor mayor, que le acercara al niño de 12 años al metro. Cuando llegó el momento de pagar, dijo que se le había perdido el dinero. Eso es aprovecharse de la gente mayor. © Fernández Angie / Facebook
  • A mí me platicó mi papá que mi primo fue un día a trabajar y no llevó comida. Al darse cuenta, un señor buena onda le dijo: “Agarra un taco”, y el sinvergüenza se comió todos. Dejó al hombre sin comida. Mi esposo tampoco lo quería invitar de paseo porque nunca llevaba comida y todos le tenían que dar. © Saga De Geminis / Facebook
  • La casa vecina fue rentada por tres personas que siempre cuidaban de no dar su nombre ni otros datos; incluso se presentaban con apodo. A pocas semanas de haber llegado, vino la señora a decir que necesitaba uno de nuestros autos porque iría al festejo de un familiar para anunciar su embarazo. Al recibir un no por respuesta, se ofendió, de manera que cualquiera pensaría que nosotros habíamos sido los inconscientes. Han pasado 3 años y sigue pidiendo favores a todo el mundo porque “está embarazada”. © Antonio Medina / Facebook
  • Una vez presté un libro a una amiga y jamás lo devolvió. Se lo pedía y me decía que me lo había regresado, cosa que no pasó. A ella misma le presté una blusa y sucedió lo mismo. Abrió una página vendiendo cosas de segunda mano y ahí estaba la prenda. © Steph Ortiiz / Facebook
  • Una supuesta “amiga” me dijo que le hiciera el favor de pedirle varios productos de un catálogo que yo tenía y que ella me los pagaría cuando venciera la factura. Hasta el día de hoy no lo ha hecho, e incluso dejó de hablarme. Después supe que había hecho lo mismo con otra amiga en común y a ella sí la estafó feo, y eso que trabajaban juntas. © Lanena Delahoz / Facebook
  • Les daba de comer a una hermana y a sus tres hijas. Bueno, a dos, a la última le compraba pañales. El día que descubrí que me robaba se victimizó con mi familia y dijo que yo dejaba sin comer a mis hijos, que no los atendía. Y decía que ella era la que me mantenía a mí, cuando ni trabajaba y encima vivía en mi casa. © Betiana Beatriz / Facebook
  • Una “amiga” me pidió prestado dinero hace más de 10 años. Me dijo que en un mes me lo devolvería. A los tres meses que se lo pedí me bloqueó de redes sociales y puso en su perfil una foto mía diciendo que yo era una mala persona, que no confiaran en mí. © Jhanyramos Santana / Facebook
  • Le presté a una amiga un celular porque algo le había pasado al suyo. Literalmente fue prestado. Le dije: “Ten, te presto este y ya que tengas celular me lo regresas”. Nunca me lo regresó. Así pasaron los meses. En una ocasión, yo necesitaba un celular y me acordé de ese. Le pregunté por él y me dijo que ya no lo tenía, que se lo había dado a su hermana, cosa que me dio mucho coraje, pues yo se lo había prestado, no se lo había regalado ni nada. © Marijosa Oalp / Facebook
  • La parentela organizaba comidas y decía cuándo tenía que cooperar cada uno. Resulta que después de años de organizar las reuniones y pedir cooperación, nos enteramos de que ellos nunca cooperaban. Siempre subsidiamos las reuniones. El día en que les pedí cuentas con recibos fue la última vez que los vimos. Se ofendieron. © Ilse Uri / Facebook
  • Mi hijo dejó su carrito de paseo casi nuevo. Lo tenía guardado y una vecina me lo pidió prestado unos días. Pasó el tiempo, nació mi sobrina y se lo pedí, ya que son bastante caros. En resumen, lo había tirado (o vendido, porque estaba casi nuevo), porque yo ya no lo necesitaba. Le dije que no, que sí lo necesitaba. Desde ese día no me habló más. © Cynthia Suarez / Facebook
  • Presté dinero y, a la hora de pagarlo, me dijo: “No puedo pagártelo ni te lo pagaré. Al final, a ti no te hace falta”. Me quedé helada, no supe ni qué decir. Era la esposa de mi hermano y él no dijo nada. Ha estado en grandes necesidades, pero yo me hago sorda y ciega. Lo prefiero así, al menos esa sanguijuela no se atreverá a pedirme prestado. © Marianna Lopez / Facebook
  • Por mi casa pasó un señor pidiendo de comer. No habíamos hecho, así que le dije: “¿Le hago unos sándwiches de jamón?”. Y me dijo que sí. Cuando mi mamá salió a dárselos, no los quiso, porque no le gustaba el jamón. Quería pescado. © Nena UG / Facebook
  • En una ocasión, una vecina me pidió prestado mi burro de planchar de metal. Me dijo: “Nada más plancho toda mi ropa y te lo devuelvo”. Pasaron como cuatro meses y se lo pedí, porque vi que se había comprado uno como de tintorería. Me dijo: “Ay, ya se lo regalé a mi mamá y me va a dar pena pedírselo”. © Beatriz Veloz Salas / Facebook

¿Cuándo fue la última vez que prestaste algo y te diste cuenta de que nunca volvería a tus manos? ¿Qué te convencería de darles una segunda oportunidad a esas personas que te quedaron mal?

Imagen de portada Marijosa Oalp / Facebook

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