Arruiné la boda de mi hermana cuando me enteré del secreto que ocultaban mis padres

Cuando tus padres se convierten en abuelos de tus hijos, algo extraño podría suceder. ¿Critican tus decisiones? ¿Cuestionan todo lo que haces como mamá o papá? ¿Te sueltan comentarios del tipo “en mis tiempos no se hacía así”? Tranquila, tranquilo, no estás perdiendo la paciencia sin motivo, estás presenciando un caso de gramnesia, un fenómeno en el que los abuelos olvidan por completo lo difícil que es criar a una criatura, y se convierten en expertos no solicitados en todo: desde lactancia hasta crianza con apego, pasando por horarios de sueño y qué tantas capas de ropa debe tener tu bebé (espóiler: según ellos, siempre le falta una).
Sigue leyendo, porque hemos recopilado toda la información que necesitas para entender este comportamiento y ayudarte a transitar el duro —pero hermoso— proceso de la crianza sin perder la cordura (ni el contacto con los abuelos) en el intento.
Hay cosas que una mamá primeriza nunca se espera, como que sus propios padres se olviden de lo que implica realmente criar a un hijo. En otras palabras, que padezcan de gramnesia, un término aparentemente nacido en internet que combina las palabras “grandparent” (abuelo, en inglés) y “amnesia”, y describe a la perfección ese momento en el que los abuelos, con toda su experiencia a cuestas, de pronto actúan como si nunca hubieran pasado por la maternidad o la paternidad. ¿Te suena?
Comentarios como “yo a ti te daba tetero desde el primer mes” o “ese niño llora porque tú lo consientes demasiado” son clásicos de este fenómeno moderno. Y lo más curioso es que lo dicen convencidos de estar ayudando.
Según la terapeuta Allie McQuaid, muchas mujeres le han contado que, tras convertirse en mamás, sus propios padres empezaron a hacer comentarios desatinados o fuera de lugar, como si hubiesen olvidado por completo lo difícil que es criar en esta época, con tanta información, presión y cambios.
La terapeuta también conocida como Millennial Mom Therapist en Instagram, confirma que esta ola de gramnesia puede estar siendo causada por una mezcla de factores que van desde lo emocional hasta lo cultural, siendo la más común el simple paso del tiempo.
McQuaid explica que con los años es natural que los recuerdos se vuelvan más difusos, sobre todo si la experiencia original fue dura o incluso traumática. De hecho, existe un fenómeno psicológico llamado “recuerdo eufórico”, que consiste en recordar con más dulzura experiencias que, en su momento, no fueron nada fáciles.
Es decir, es probable que tu mamá recuerde tus madrugadas llorando como si hubieran sido “una etapa bonita”, mientras tú hoy estás sin dormir, preguntándote si vas a sobrevivir los meses acumulados de noches de 3 horas de sueño (lo lograrás, ánimo).
También influye el enorme cambio generacional. Las recomendaciones sobre crianza han cambiado muchísimo en las últimas décadas gracias a nuevos estudios y descubrimientos médicos. Lo que un pediatra recomendaba en los años 80 o 90 podría ser impensable hoy, así que muchos abuelos se sienten desplazados o confundidos ante tanta “nueva” información.
Otro factor clave es el contexto social. En generaciones anteriores, especialmente en el caso de las madres, no era común hablar abiertamente sobre lo difícil que puede ser criar. Hoy, por suerte, hay más apertura para compartir las realidades de la maternidad, pero eso también puede chocar con quienes crecieron bajo la premisa de “aguantar en silencio”.
Y por si fuera poco, muchas mamás modernas sienten que si se quejan o ponen límites, están alimentando estereotipos injustos sobre las nuevas generaciones: que somos débiles, consentidas o quejumbrosas. Esto las deja atrapadas entre la necesidad de expresarse y el miedo a ser juzgadas, lo que a veces termina por reforzar el ciclo de incomprensión.
Como ya te habrás dado cuenta, la gramnesia no siempre se presenta como un drama familiar evidente. A veces se disfraza de consejos “bienintencionados” o de comentarios casuales que, si no estás preparada, pueden hacerte dudar de ti misma como mamá. Para ayudarte a identificar este fenómeno con mayor claridad, aquí te compartimos algunas señales clave:
Nadie te prepara para esto, además de aprender a cambiar pañales con una mano y dormir a medias, también toca gestionar las frases poco útiles (y a veces hirientes) que vienen de quienes te criaron. Lidiar con la gramnesia de tus padres o suegros puede ser agotador. Pero no estás sola, aquí te dejamos algunas estrategias realistas, y aportadas por expertos, que te pueden ayudar a marcar límites con cariño y fortalecer la relación sin renunciar a tu bienestar mental.
Aunque muchas veces la gramnesia sea capaz de arruinarte la calma, puede ser la oportunidad perfecta para estrechar vínculos, si aprovechas para incluir a los abuelos en ciertas decisiones familiares, esto además de hacerlos sentir valorados, también ayuda a que comprendan mejor los retos actuales de la crianza.
Una buena forma de lograr esto es practicar la toma de decisiones colaborativa. ¿Qué quiere decir? Que tanto padres como abuelos tengan voz —y no solo voto— en temas importantes del entorno familiar. Esto promueve el respeto mutuo y evita que las decisiones parezcan imposiciones.
También es muy valioso incorporar actividades familiares que celebren las tradiciones, valores y culturas compartidas. Cocinar juntos una receta heredada, contar historias de infancia, enseñar una canción antigua o hacer algo simbólico como armar juntos un álbum de fotos puede cambiar por completo el tono de la relación.
Si ya has probado todo lo anterior y las tensiones siguen siendo frecuentes o dolorosas, no dudes en pedir ayuda profesional. La orientación de una terapeuta familiar puede abrir caminos que en casa no se veían, y facilitar la comunicación desde un lugar neutral y compasivo. Después de todo, lo más importante es el bienestar y el amor familiar.