14 Historias de padres que solo les ponen frenos a sus propios hijos, aunque no siempre a propósito

Historias
hace 11 meses

El conflicto entre hijos y padres es un fenómeno antiguo y aparentemente eterno. Todos los padres quieren lo mejor, pero no siempre les sale, y a veces todo se convierte en malentendidos y ofensas. Además, en algunos padres el deseo de hacer el bien por cualquier medio prevalece por completo sobre el sentido común.

  • Por el nacimiento de mi hija, mis padres nos dieron mil dólares. No especificaron para qué exactamente dieron el dinero, pero era un regalo. Mi esposo y yo nos ganamos bien la vida, y ya estaba todo comprado para la niña, así que guardé este sobre en el armario hasta tiempos mejores.
    Unos días después se me rompió el teléfono y tuve que comprar uno nuevo. Literalmente, al día siguiente vino mi madre, vio la caja y se puso histérica: me dieron dinero para la bebé y me lo gasté en un juguete para mi. Me quedé sin palabras, me insultó y me dio un mes para devolver el dinero. Pero se lo devolví enseguida, porque estaba intacto. La eché del departamento y ahora no tengo ni idea de cómo seguir comunicándome.
  • Crecí en una familia numerosa, con hermanos y hermanas, y a menudo uno de nosotros era culpado injustamente de las acciones del otro. Así que si gritaba a mi hermano por algo que no había hecho, mis padres me obligaban a pedirle disculpas más tarde. Pero cuando mi madre me reñía por algo que había hecho mi hermano, y luego resultaba que había sido él, nunca se disculpaba. Decía: “No lo necesito, soy adulta”. © twoplustwoisfour2008 / Reddit
  • Mi hermano se casó y nació su primer hijo, así que fuimos a visitarlos. Mi madre compró un sonajero y muchos pañales, y yo le compré a mi cuñada un libro que le apetecía mucho y diferentes abalorios; había estado haciendo cosas con abalorios durante toda la baja maternal. Se lo di, se puso contenta, pero su madre dijo: “¡Qué dos tontas! Una va a ver el bebé y no le trae nada al niño, la segunda da a luz y es feliz con los juguetes. Ahora no tendrás tiempo para libros ni abalorios, ¡ojalá que tengas tiempo para dormir! Y recuerda que el mejor regalo para una madre es hacer regalos a su hijo, ¡no a ella!”. En fin, recibimos las dos. Unos años más tarde nos invitaron al aniversario de esa mujer. Me acerqué, le di una tarjeta a ella, y el regalo lo entregué a la mujer de mi hermano (su hija) diciendo: “Esto es para ti, ya que el mejor regalo para una madre es cuando le haces un regalo a su hijo”.
  • A mi madre le molesta que esté más dispuesta a hablar con la esposa de mi padre que con ella. Se divorciaron cuando yo tenía 7 años, y dos años después papá se casó con otra. Su nueva esposa no trató de encantarme, de hecho, con eso terminó encantándome. Una vez, mamá tuvo que ausentarse seis meses y me fui a vivir con papá. Me sorprendió cómo la vida podía ser. Que la gente llamara primero a mi habitación y luego entrara. Que pelearme con mis amigas fuera un motivo normal para estar triste, y que nadie me gritara por llorar por pequeñeces. Cuando mi madrastra se enteró de que un compañero de clase me había acosado, no se lo tomó a guasa como mi madre, sino que fue a ver al director. No sé lo que dijo allí, pero nunca más volvieron a tocarme. Y hay millones de ejemplos. Diez años después, disfruto pasando tiempo en casa de mi padre. Mi madre sigue regañándome por todo, resentida, manipulando el tema de su salud. Estoy harta de sentirme una hija desagradecida por querer más a mi madrastra.
  • Cuando yo o mis hermanas venimos a visitar a mis padres, mi madre se pone rara. Por ejemplo, cuando cocino una sopa, me dice que ponga primero la carne y luego todo lo demás. Sabe perfectamente que llevo más de 20 años cocinando sopa de los 32 que tengo, pero aun así tiene que decírmelo. Y entonces me mira con una sonrisa ingenua, los ojos aleteando. Y aquí te quedas mirándola estúpidamente, sin entender si está bromeando o burlándose de ti. Y todos sus consejos son del mismo estilo: no laves ropa de color junto con la blanca, no riegues las flores con agua hirviendo, al traer verduras del huerto, no te olvides de lavarlas. Sí, claro, justo iba a meter las zanahorias con barro y hojas verdes directamente en la sopa. En general, es una mujer adecuada, pero a veces dice estas cosas.
  • Mi madre y yo discutimos una vez y le recordé algunos momentos desagradables de mi infancia. ¿Sabes lo que dijo? “No recuerdo eso, así que no sucedió”. Se dio la vuelta y se marchó. © TheJuda2112 / Reddit
  • Mi hermana tiene tres hijos. A su hijo lo ayudaron con una mudanza a otro país, a la hija mayor le pagaron la universidad y le alquilaron un departamento. Pero la menor quiere estudiar en otra ciudad y se niegan a ayudarla. Dicen que quieren que se quede con ellos y que los cuide en su vejez. Ella intentó marcharse, pero sus hermanos se enfadaron, diciendo que abandonaba a los ancianos. Me puse furiosa. Se lo conté todo a mi hija (lleva mucho tiempo viviendo en esta ciudad). Encontró a una chica que buscaba compañeros de casa, y con mi sobrina nos pusimos de acuerdo: si consigue una beca para estudiar, el alquiler de su vivienda corre por mi cuenta hasta el final de su estudios. La consiguió, encontró dos trabajos a tiempo parcial, tiene tiempo para estudiar y mantenerse, mi hija la visita periódicamente, le lleva alguna comida, productos de limpieza y otro tipo de nimiedades. Ya han pasado dos años, es una de las mejores alumnas de la facultad, no se cansa de agradecerme mi apoyo. Y mi hermana dejó de comunicarse conmigo, porque en su vejez tuvo que contratar a una mujer extraña como empleada doméstica, ¡porque le robé a su hija!
  • Tengo 40 años, una esposa, hijos, casa... Pero cuando me voy de vacaciones a visitar a mis padres, todo cambia: tratan de alimentarme cada hora (con consejos para perder un par de kilos), meter dinero para el viaje de vuelta, llamar a un taxi (“¿Cómo lo vas a llevar todo?”), hacerme un sinfín de llamadas (si he subido al ferry, si he subido al autobús, si he llegado a casa)... Y lo más interesante: yo había pasado la semana anterior arrastrándome solo por un río salvaje, pescando en una playa pisoteada por jabalíes. Llevaba todas mis cosas a la espalda, vadeando matorrales, y ahora necesito un taxi para caminar un kilómetro por el asfalto. Voy a perder el ferry, pero el siguiente llega en media hora. Supongo que la vejez les está pasando factura.
  • Mi padre siempre me mantenía a oscuras. Decía: “Toma tu abrigo, vámonos”. Yo le preguntaba adónde íbamos y él decía: “¿Qué más da? Sigues siendo un niño, haz lo que te digo”. Por eso en mi vida adulta adquirí el hábito de hacer muchas preguntas antes de tomar una decisión. © Nemo1ner / Reddit
  • Mi esposo tiene un hermano menor que ahora tiene 26 años, pero todavía se le considera un niño poco inteligente al que toda la familia cuida. Hace poco tuvo que ir a trabajar una hora antes de lo habitual, así que por la noche sus padres se aseguraron de que el chico se acordara de poner el despertador. Por la mañana, su mamá se levantó una hora antes para asegurarse de que él no se quedaba dormido y se ponía una camisa limpia. También llamó la abuela para preguntarle si había llegado bien. Y ayer toda la familia estuvo pendiente de él: el chico fue a visitar a su novia, y por primera vez viajó solo en tren.
  • Mientras crecíamos, mi hermana y yo siempre oíamos: “No hay nada de qué preocuparse, no es un motivo para estar preocupado” y cosas por el estilo. En lugar de aprender a afrontar el estrés con normalidad, aprendimos a ocultarlo y reprimirlo para que nuestros padres no pensaran que nos poníamos dramáticas por nada. viking162 / Reddit
  • Desde que era niña, estaba convencida de que era la peor anfitriona del mundo, de que nunca sabía cocinar ni hacer nada en casa. Siempre pensé que yo era el problema. Hasta hace poco. Me mudé a casa de mi madre durante un tiempo y me ofrecí muchas veces a ayudarla con las tareas domésticas o a preparar la cena. Lo que recibía como respuesta era: “Venga, descansa, que ya casi lo tengo todo preparado”. Me ofrecía para al menos lavar los platos, pero me contestaba: “Yo misma ahora lo hago en tan solo 5 minutos”. Al ofrecerme a ayudarla a planchar la ropa, oía; “No es necesario, lo hago yo sola”. Entonces me relajé y me di cuenta de que nada se requería de mí. Por la tarde, me senté a charlar con mi madre, y de repente me dijo: “¿Por qué eres tan inútil en casa?”. De verdad. E inmediatamente recordé todos los momentos de mi infancia, cuando quería cocinar algo, y mi madre respondía: “Primero vamos a comer comida normal, y luego ya cocinarás”. O “no toques los platos, que luego tengo que volver a lavarlos después de ti”.
  • Cuando tenía 19 años, me prohibieron no sólo tener citas, sino incluso ser amiga o relacionarme con chicos. Me decían: “Es demasiado pronto para ti, pequeña. Cuando cumplí 21, empezaron a insistir: “Es hora de pensar en una familia, de buscar un prometido, de casarse a los 22, justo antes de los 23, tendrás tiempo de dar a luz”. ¿Voy a participar en un maratón? ¿Cuál será el premio?
  • Marcel era “intocable” en nuestra clase. Nadie hablaba con él, ni se hacía amigo suyo, ni le ofendía. Hacíamos como si no existiera. Así era más fácil, y la razón de ello era la locura de su madre. Hasta el noveno curso, ella lo recogía de la escuela. Ni siquiera nos burlábamos de él, simplemente nos daba pena. Cuando sus compañeros ya salían con chicas, Marcel se quedaba en casa. Solo podía pasear por el patio. Y hoy me he encontrado a Marcel en la caja de la tienda, estaba metiendo comida en una bolsa y su anciana madre estaba pagando. Me acerqué, lo saludé, empezamos a compartir, quién trabaja dónde, a quién le ha pasado algo interesante en la vida. Pero antes de que Marcel pudiera terminar, su madre le arrebató la bolsa de las manos y se dirigió a la salida. Luego miró a Marcel sin decir palabra. Él cortó la historia, se disculpó y siguió a su madre. Me quedé estupefacta. Como si nada hubiera cambiado desde el instituto.

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