6 Soluciones de culturas antiguas para lograr que tu hijo te haga caso (sin recurrir a regaños)

Psicología
hace 2 años

Para muchas familias, hacer que los niños hagan caso a los adultos es una batalla. Intentamos enseñarles a ser amables y a ayudar con las tareas de la casa, pero a veces, nuestra paciencia sufre y recurrimos a gritos y regaños.

Cansada de esto, la científica Michaeleen Doucleff recorrió el mundo con su hija de 3 años en busca de métodos de crianza distintos a los occidentales. Así fue como visitó a los mayas en México, aprendió de los inuits sobre el círculo polar ártico, y compartió con los hadzabe’e en Tanzania. Al final, esta mamá pudo probar que los estilos de crianza ancestrales también pueden ser efectivos.

Genial.guru sabe que la sabiduría de nuestros antepasados es un tesoro, y por ello quiere compartir contigo unos tips de crianza basados en los hallazgos que Michaeleen publicó en su best seller: El arte perdido de educar.

1. Permite que toda la familia trabaje en equipo

Doucleff observó que, en las comunidades mayas, todos deben colaborar en las actividades de la vida, sin importar qué edad tengan. Para eso, las familias no utilizan tablas de responsabilidades que cuelgan de la pared ni intentan convencer a los peques por medio de premios. Las niñas y los niños tampoco disfrutan de caricaturas en la televisión mientras madres y padres los sirven a lo largo del día.

Los chiquillos observan a todos y entienden que su familia es un equipo que trabaja en unión. Esta práctica empieza, en la vida de niñas y niños mayas, tan pronto como comienzan a caminar. Los peques agarran utensilios e ingredientes y limpian, y aunque sus tortillas salen chuecas, sus contribuciones son valoradas y se sienten parte esencial del cotidiano familiar.

2. Evita los regaños y gritos

La autora observó que los inuits del Ártico jamás gritan cuando los más jóvenes se portan de manera equivocada. Regañarlos es considerado una tontería sin utilidad alguna y lo justifican de manera convincente. Padres y madres creen que si el niño o la niña no actúa como debería, es porque aún no tiene edad ni madurez suficientes para entender lo necesario.

Por lo tanto, para este grupo, los niños nunca están intentando manipular o poner a prueba los límites de los padres y madres. Son apenas ciudadanos novatos intentando entender cómo funciona la vida.

3. Evita elogiar demasiado las contribuciones de niñas y niños

En los grupos estudiados, niñas y niños no participaban de quehaceres como una obligación, sino como algo divertido. La costumbre de colmarlos de elogios no se aplica en su vida cotidiana, y el resultado es que, según la autora, los hermanos pelean mucho menos que otros y no hay competencia entre niños por la atención de los adultos.

Los mayores reconocen los esfuerzos de los niños, pero sin la frecuencia e intensidad con la que estamos acostumbrados a elogiar en nuestra sociedad. Asienten con la cabeza, dan una sonrisa, y así, según ellos, logran que niñas y niños sean autónomos y confiados, sin buscar aprobación de los adultos todo el tiempo.

4. Minimiza tu interferencia sobre la realización de una tarea

Los grupos visitados valoraban la libertad de tomar decisiones propias, y eso incluía a niños y niñas de muy poca edad. Según el libro de Doucleff, los padres y madres de esta sociedad tienen menos prisa y necesidad de control sobre los procesos de aprendizaje del niño.

Las familias permiten a los pequeños ejecutar tareas sin darles muchos comandos ni hacer intervenciones, pues creen que niñas y niños tienen maneras autónomas de aprender y no quieren estorbar. Aunque el nivel de madurez del niño no le permita obtener los resultados esperados por los adultos, las ideas de los menores son escuchadas y sus contribuciones son realmente acogidas, incrementando la confianza que tienen en sí mismos.

5. Deja atrás la agenda llena de actividades infantiles

La experiencia de la investigadora la liberó de la obligación de intentar crear una agenda exhaustiva de actividades que agradaban solamente a su hija de 3 años, y que la separaban de las oportunidades de actuar en equipo con su familia. Doucleff dejó de asistir a los eventos infantiles donde pasaba todo el tiempo esperando a que llegara la hora de irse.

Las familias que conoció se enfocaban en que los niños participaran en los eventos de la vida de los adultos. Juegos, celebraciones y tiempo libre deben ser interesantes para todos. Los niños de más edad incluso pueden organizar actividades para su grupo de amigos de manera autónoma, liberando a los adultos de la función de productores de eventos entretenidos exclusivamente infantiles.

6. Permite que tu comunidad se involucre en la crianza de los peques

Cuando visitó una comunidad de cazadores-recolectores en Tanzania, en un inicio, la autora tuvo dificultad para identificar quiénes eran los padres y madres de las niñas y los niños, pues personas distintas estaban involucradas de manera muy cercana en la crianza de diferentes peques.

En nuestra sociedad tenemos la costumbre de educar de manera muy solitaria, y eso genera una sobrecarga para madres y padres, además de fomentar competencia entre familias. Tener una comunidad involucrada en la educación de una niña o niño quita una tonelada de los hombros de los papás y hace la experiencia de vida del pequeño más variada.

¿Has podido encontrar una “tribu” que esté hombro a hombro contigo en la crianza de los peques? ¿Cómo tratas de que todos en tu familia hagan su parte en las actividades del hogar?

Imagen de portada Kzenon / Depositphotos

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