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¿Alguna vez te has preguntado por qué a veces insistes en algo, aunque las pruebas digan lo contrario? O por qué te cuesta cambiar de opinión, incluso si alguien te da buenos argumentos. La respuesta puede no ser falta de lógica ni terquedad, sino algo mucho más sutil: sesgos cognitivos. Y en este artículo te vamos a contar cómo estos sesgos influyen a la hora de tomar decisiones.
En palabras sencillas, un sesgo cognitivo es un error en nuestro pensamiento a la hora de procesar la información que está a nuestro alrededor, lo que nos lleva a tomar decisiones y hacernos de juicios de valor errados. Estos errores de pensamiento son el resultado de nuestro cerebro intentando simplificar la información que procesa, en un intento de darle sentido al mundo de una manera más rápida y eficiente. Sin embargo, esto puede llevar a errores comunes en nuestro razonamiento.
Por un lado, los sesgos pueden estar relacionados con la memoria. La memoria no es perfecta y la forma en cómo recordamos las cosas puede estar sesgada por una gran variedad de razones y eso, a su vez, también afecta nuestro pensamiento y la capacidad de tomar decisiones. Por otro lado, los sesgos cognitivos también pueden darse por problemas de atención, ya que como este es un recurso limitado del que disponemos, nuestra mente suele ser muy selectiva con lo que le presta atención. Esta selectividad puede hacernos ignorar información importante y por ende llevarnos a tomar decisiones equivocadas.
Es importante hacer una distinción entre sesgos cognitivos y falacias lógicas, ya que son conceptos que muchas veces solemos confundir. Sin embargo, la diferencia radica en que las falacias suelen ser errores en la lógica de un argumento que lleva a una conclusión errónea y en muchas ocasiones pueden ser intencionales, mientras que los sesgos cognitivos están arraigados en problemas en cómo nuestro cerebro procesa la información y está relacionado con la memoria y la atención.
¡Todos los tenemos! En realidad, la única condición que se necesita para tener un sesgo es ser humano. Pero eso tampoco significa que seamos malas personas, o lo hagamos a propósito, o tengamos malas intenciones. Pero no reconocer nuestros sesgos es lo que puede generar problemas en todos los aspectos de nuestra vida: desde el trabajo hasta lo personal. Lo cierto es que aunque pensemos que estamos siendo objetivos o lógicos, cuando estamos tomando decisiones o haciendo algún tipo de juicio, siempre vamos a tener sesgos influenciando la manera en que pensamos. Podemos no estar conscientes de ello, pero eso no significa que no estén ahí.
¿Aún no sabes si tienes sesgos? Es muy posible que sí, pero acá te dejamos unas cuantas señales de que podrías estar sesgado sin siquiera saberlo:
Si bien reconocer que tenemos un sesgo es el primer paso, también es importante saber el impacto que pueden tener en lo cotidiano. Los sesgos no se tratan solo de opiniones, sino que pueden tener un peso real en la toma de decisiones importantes. Por ejemplo, en una situación laboral, un sesgo cognitivo puede determinar si una persona adquiere un trabajo o no. Es decir, la forma en que vemos a una persona o las circunstancias que la rodean (como su género, su color de piel o incluso su nivel socioeconómico) puede ser un factor decisivo si dejamos que nuestros sesgos tomen el control. De nuevo, esto no significa que tenerlos nos haga malas personas, pero cuando tienen consecuencias directas en la vida de las personas, y la nuestra, es mejor evitarlos.
Afortunadamente, tener un sesgo tampoco significa que no podamos trabajar para erradicarlos o al menos mantenerlos bajo control. Por supuesto, para esto es importante reconocer que los tenemos y es mucho más fácil decirlo que hacerlo. Podemos empezar por cuestionarnos si las opiniones que nos hacemos de una persona cambiarían si esta fuera de otro sexo, otra raza o si vestiría de alguna manera distinta. Nuestro estado físico también puede afectar la manera en que vemos las cosas, si nos encontramos bajo estrés o con cansancio.
A continuación te dejamos unos cuantos pasos que puedes seguir si quieres superar tus sesgos cognitivos:
Ya lo mencionamos antes, pero los sesgos cognitivos pueden deberse a varios factores como la memoria o la atención. Por esto mismo es que se han llegado a categorizar, y acá te dejamos los más comunes:
Los sesgos cognitivos son mucho más comunes de lo que creemos y los practicamos aún cuando no nos damos cuenta. Sin embargo, esto no nos hace malas personas, sino que simplemente señala que no somos perfectos. Lo importante es reconocer que los tenemos y trabajar para poder librarnos de su influencia y no dejar que definan nuestras decisiones. Aprender a cuestionar la forma en que pensamos nos ayudará a tomar decisiones más conscientes en nuestra vida.
Y tú, ¿descubriste que tienes algún sesgo mientras leías este artículo? O tal vez hay alguna situación en tu vida donde creíste tener una posición objetiva, para luego darte cuenta de que estaba tomando una postura sesgada sin quererlo. Nos gustaría saber tu experiencia.