7 Padres tóxicos representados por personajes de cuentos de hadas que harán que cualquier niño necesite un psicoterapeuta
Ser padre es probablemente uno de los trabajos más difíciles del mundo. Y en los cuentos de hadas, también. Nadie es inmune a los errores y no hay una única instrucción sobre cómo actuar en una u otra situación. Sin embargo, hay algunas recomendaciones.
1. Burlarse de los sueños del niño (La sirenita)
La Sirenita tenía un sueño: quería pisar tierra firme y caminar sobre ella. Pero en lugar de apoyar a su hija, su padre solo ridiculizó y desechó la idea. Recordamos el trágico final.
Es natural que un niño sueñe. Sin embargo, muchos padres lo tratan como una tontería o una fantasía infantil más, a la que no merece la pena prestar atención. Esa indiferencia no solo puede reducir la confianza del niño en los adultos, sino también hacerle perder la seguridad en sí mismo.
Qué hacer. El padre de la Sirenita tenía que haber mantenido una conversación sincera con su hija. Podría haberle advertido de los posibles peligros y, junto con ella, pensar en un plan de acción, más fiable que utilizar magia dudosa. En general, una estrategia así funcionaría también para tratar con niños corrientes que no provienen de cuentos de hadas.
2. Devaluar sus logros (Cenicienta)
La relación entre la madrastra y Cenicienta es una maravillosa ilustración de la devaluación. No importaba lo que hiciera la diligente hijastra, la madrastra encontraba algo con lo que meterse. Las hijas biológicas veían este trato de su madre hacia su hijastra. Tal vez influyó en ellas para que crecieran y se convirtieran en narcisistas típicas.
Por supuesto, es poco probable que los niños hagan algo que realmente impresione a sus padres. Al fin y al cabo, aún tienen muy pocos conocimientos y capacidades. Pero lo que parece fácil para un adulto puede ser un gran salto y un logro para un niño. No hay que olvidarlo.
Qué hacer. Si la madrastra al menos se hubiera limitado a dar las gracias y elogiar a Cenicienta sin intentar menospreciarla constantemente, es muy probable que el cuento de hadas hubiera tenido un final diferente. Por ejemplo, la familia feliz se habría mudado al palacio real en su totalidad. Si trasladas esta situación a la vida real, entonces, por supuesto, no debes aplaudir con entusiasmo después de cada agujeta de zapato atada por el niño. Pero es muy importante prestarle atención y elogiarlo.
3. Ignorar los miedos del niño (Gretel y Hansel)
El comportamiento de los padres de Hansel y Gretel es una instrucción preparada sobre cómo actuar para perder a su hijo. Si el objetivo es el contrario: conservarlo y establecer relaciones armoniosas con él, uno de los primeros puntos es prestar atención a los miedos infantiles.
Sí, pueden parecer tontos a los adultos, pero al fin y al cabo, la psique del niño está organizada de forma diferente, y eso hay que tenerlo en cuenta. Para que un día los niños no se encuentren en una casa de jengibre encantada. O, por ejemplo, en la consulta de un psicoterapeuta, trabajando los traumas de su infancia.
Qué hacer. Es sencillo: no dejar a los niños en el bosque y no ignorar sus miedos.
4. Apelar al sentimiento de culpa (El hombre de jengibre)
El cuento de hadas «El hombre de jengibre», según algunos investigadores, es una historia de crecimiento. Y cuando el Hombre de jengibre deja a sus padres por el gran mundo, estos lo lamentan mucho, pidiéndole que vuelva. Sin embargo, es poco probable que esto se deba únicamente a pensamientos sobre su seguridad. Al fin y al cabo, sus padres lo hornearon para ellos, ¡pero se ha ido! Sin su permiso.
En la vida real, por supuesto, los padres no corren detrás de sus hijos, pero pueden apelar a sus sentimientos de culpa, por ejemplo, pidiéndoles que los ayuden con las tareas domésticas. Es cierto que, en esta forma, se trata más de una manipulación que de la actitud de una persona adulta y madura. Por lo general, este tipo de comportamiento no hace más que alejar al niño y encerrarlo más en sí mismo.
Qué hacer. Deberían haber mantenido una conversación sincera y abierta con el Hombre de jengibre, contándole que contaban con él y que sus ancianos padres necesitaban de su ayuda. En la vida real, este tipo de conversaciones francas también faltan para muchas personas.
5. Trasladar la responsabilidad por el niño a otros (Pinocho)
En el cuento original, un viejo carpintero descubrió de repente que el tronco en el que estaba trabajando empezó a hablar. Asustado, para librarse de esta obsesión, regaló el trozo de madera a un conocido, que más tarde talló un muñeco vivo.
En la vida real, la carga de la responsabilidad paterna también presiona y asusta tanto que es más fácil abandonarla del todo o trasladarla a otra persona. Por ejemplo, culpar a los profesores y a la escuela de la mala educación del niño.
Qué hacer. Todos tenemos miedo de algo y cometemos errores. Y en la educación de los hijos también. No hay padres perfectos ni hijos perfectos. No hay que dejarse llevar por el pánico si algo ha salido mal. Es mejor calmarse y analizar: ¿quizá no sea una obsesión, sino un verdadero milagro?
6. Trasladar las responsabilidades al niño (Caperucita Roja)
Si se deja de lado el hecho de que se trata de un cuento de hadas y se intenta observar la historia de Caperucita Roja a través de los ojos de un adulto, algunas cosas resultan realmente sorprendentes. ¿Cómo pudo una madre enviar a su hija sola al bosque? ¿No estaba preocupada por ella? ¿O simplemente no quería ir ella misma a ver a su abuela?
En la vida real, algunos padres también pueden poner a sus hijos a cargo de responsabilidades que aún no corresponden a su edad, convirtiéndolos esencialmente en adultos demasiado pronto, cuando no están preparados para serlo. Este planteamiento puede conducir no solo a situaciones peligrosas que el niño aún no sabe manejar, sino también a problemas psicológicos.
Qué hacer. Compartir las tareas domésticas es una idea buena y correcta. Pero dejar que tu hija se vaya sola a algún lugar lejano no lo es. Después de todo, la madre podría ir a ver a la abuela junto con Caperucita Roja, convirtiéndolo en un agradable pasatiempo juntas. En la vida común, algunos padres también harían bien en reconsiderar si han asumido demasiadas responsabilidades para con su hijo. Al fin y al cabo, aún no es adulto.
7. Tiranía paterna (El porquerizo)
Y una vez más el padre rey, que siempre sabe más. Cuando la princesa se dejó llevar un poco y besó al porquerizo, que, por cierto, no se comportó muy honesta y noblemente, el rey se enfadó y echó a su hija de casa.
En la vida, esos padres excesivamente rígidos y dominantes también parecen tiranos a los que nadie puede oponerse. Sobre todo si ese alguien es pequeño y depende completamente de ellos.
Qué hacer. Comprender y perdonar. Quizás hablar de este acto con tu hija.