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Por lo general, la idea de visitar un museo no resulta ser la más atractiva, ya que sus pasillos silenciosos y carteles llenos de información son sinónimos de aburrimiento para muchos. Afortunadamente, en el mundo hay museos que decidieron salirse de la norma y convierten la visita en una experiencia única. A continuación, te contamos sobre algunos de ellos.
Localizado en Dubái, el Museo del Futuro es un edificio que le hace honor a su nombre, pues con solo mirarlo nos hace sentir como si estuviéramos en el futuro. Incluso, sin tener contexto de su existencia, todas las fotos que encontramos de este museo parecieran hechas con inteligencia artificial. Sin embargo, no hay nada de falso con esta maravilla arquitectónica. Para empezar, tiene forma de toro (no, no el animal, sino la figura geométrica) ligeramente achatado y con un vacío en el medio. El arquitecto que lo diseñó menciona que esta forma representa el conocimiento que tenemos como humanidad: por un lado, la parte sólida de la estructura simboliza el conocimiento adquirido en nuestro presente, mientras que el vacío en el medio representa el futuro; es decir, todo eso que aún no conocemos.
No obstante, su forma no es lo único que capta la atención, sino que toda la estructura está cubierta por caligrafía árabe y que narra un poema nacional. Dicha caligrafía también hace la función de ventanas y que por la noche son iluminadas con luces LED que le dan un tono aún más futurista al edificio. Pero más allá de su imponente apariencia, este museo se caracteriza también por ser un puente entre el presente y el futuro, pues sus exhibiciones se centran en los potenciales futuros que existen para nuestro mundo, como el desarrollo de recursos a nivel espacial, ecosistemas y bioingeniería, aunque también dedicando un espacio a la salud y el bienestar. En general, la tecnología que se puede encontrar en este museo es tecnología que busca cambiar al mundo y analizar intereses actuales de nuestra sociedad como agua, comida, transporte y energía. Por último, y no menos importante, también cuentan con un piso dedicado totalmente a los niños, el cual ellos pueden explorar con total libertad y en donde son motivados a resolver desafíos por su propia cuenta, inspirándolos a ser los futuros héroes del mundo.
No todos los museos deben estar confinados a 4 paredes. Algunos, por ejemplo, pueden tener sus exhibiciones bajo el mar, en compañía de los peces. Y si te parece que un museo con esta descripción solo existe en las películas, pues estás a punto de llevarte una gran sorpresa. El MUSA, o Museo Subacuático de Arte, es un museo especial localizado en Cancún, México, que exhibe más de 500 esculturas permanentes creadas por Jason deCaires Taylor, un escultor y ambientalista inglés que también se especializa en fotografía profesional bajo el agua.
El MUSA nace como un esfuerzo por contrarrestar el estrés que reciben el sistema de arrecife de coral local, proporcionando hábitats artificiales en los que los peces puedan vivir y así extender también la biomasa del arrecife sin necesidad de cerrar el área al público. Este proyecto fue ideado por el Dr. Jaime Gonzales Cano, líder de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales de México (SEMARNAT), con el fin de promover el cuidado de los arrecifes y también apoyar el crecimiento de la vida marina en la zona. El museo ofrece una series de “visitas guiadas” que son en realidad tours de buceo para todos los niveles de experiencia. Para esas personas que siempre han querido practicar buceo, el MUSA cuenta con expertos acreditados que guiarán a los visitantes por las esculturas del museo y la vida marina que los rodea. Y para aquellos más experimentados, también existe la posibilidad de explorar las áreas más profundas del museo y ver cómo las esculturas se han convertido en parte del ecosistema mexicano. Además, como las aguas del mar son cristalinas, también ofrecen un tour de snorkeling para poder observar el museo y sus esculturas de una forma más relajada.
En general, el museo opera más como una agencia de tours, pero no deja de ser fascinante ver cómo lo artificial y lo natural pueden llegar a convivir en un solo lugar, recordándonos que no porque algo sea creado por el ser humano, tiene que estar en conflicto con la naturaleza.
Si pensabas que no podía haber nada mejor que el helado, es porque no sabes que existe el Museo del Helado. Sí, un museo completamente dedicado a ese manjar que todos amamos en el que podrás divertirte, aprender y comer helado hasta más no poder.
Este museo, con sedes en varias ciudades de los Estados Unidos, abrió por primera vez sus puertas un diciembre del 2024, en Boston. En él los visitantes podrán aprender todo lo relacionado con el helado, desde su historia hasta la ciencia detrás de este postre, desde un enfoque lúdico que toda la familia podrá disfrutar. Empezó de manera sencilla, siendo un museo tipo pop-up, básicamente una instalación que se establece por tiempo limitado en un lugar, ofrece una experiencia, y luego se mueve a otro punto de alguna ciudad. Por decirlo de alguna manera, es un museo portátil. Sin embargo, tanto fue el éxito que tuvo esta idea que hoy ya cuenta con instalaciones permanentes en varias zonas del país, además de un museo más en Singapur.
En cuanto a actividades, el museo (al menos el de Boston) se compone de dos pisos completos de exhibiciones sobre el helado con las que toda la familia puede interactuar, aprender y divertirse. Tiene alrededor de 14 “parques de juego” que combinan la pasión por el arte y el helado podrías de Boston. Entre las actividades que se pueden disfrutar existe una recreación del Fenway Park, el estadio de los Medias Rojas de Boston, llamado Fun Way Park que hace homenaje al equipo y a la mascota oficial. Además, encontrarán laberintos, juegos interactivos, una aerolínea falsa y hasta una piscina repleta de chispas de dulces (de juguete, claro). En general, una experiencia hecha para toda la familia, que más que un museo, se comporta como un parque interactivo.
Hay quienes dicen que incluso en el dolor, podemos encontrar belleza. Y algo similar intenta hacer este museo. El Museo de las Relaciones Rotas es, ambos, un museo virtual como un establecimiento físico, en el que las personas pueden compartir historias de despecho, de relaciones que terminaron e incluso compartir objetos simbólicos relacionados con esas historias. Es un museo que está creciendo constantemente, recibiendo donaciones de todas las personas alrededor del mundo que buscan compartir sus historias de amores terminados. Cada donación se hace de manera anónima, ofreciendo la oportunidad a cada participante de procesar su dolor a través de la creatividad.
El proyecto nació después de la ruptura que experimentaron sus dos fundadores, Olinka Vištica y Dražen Grubišić, con el propósito de crear empatía con todas aquellas personas que pasaban por momentos similares, llenos de dolor, en los que aunque la relación hubiera terminado, aún permanecían recuerdos físicos de esa historia de amor. Dentro de las exhibiciones se pueden encontrar cualquier cantidad de objetos, desde anillos, juguetes y hasta la pelusa de ombligo de alguna persona. Objetos que en su mayoría pueden parecer insignificantes, pero que para los protagonistas tiene una carga emocional enorme.
Olinka y Dražen crearon este museo con el fin de hacerle ver a los visitantes que no estaban solos en su dolor y que es posible poner un cierre a esa etapa de nuestras vidas que se terminó, para así poder comenzar un nuevo capítulo.
El Museo del Mañana, en Río de Janeiro, es un ejemplo de cómo se le puede dar nueva vida a algo que quedó abandonado. Antes de que fuera un museo, el edificio formaba parte del proyecto de regeneración de Río para las Olimpiadas del 2016. Años más tarde, su propósito cambiaría para convertirse en un museo que en vez de estar dedicado a objetos físicos, más bien está orientado a las ideas, pues sus exhibiciones se tratan sobre los orígenes del planeta y los posibles futuros que este pueda tener. Por ejemplo, en varias de sus exhibiciones podemos ver bosques ardiendo, glaciares derritiéndose y hasta un contador en tiempo real de todos los nacimientos y fallecimientos.
De igual manera, el edificio está construido de manera sostenible, es decir, su diseño se hizo pensando en que fuera amigable con el ambiente. El techo está construido con paneles solares que, según los diseñadores, permiten que el edificio use un 40% menos de energía que los edificios convencionales. Así mismo, al estar construido sobre la bahía, aprovecha el agua de esta misma para regular la temperatura de manera natural.
En los pasillos de este museo se pueden encontrar una gran variedad de exhibiciones, algunas temporales, otras permanentes. Sus temáticas responden a 5 preguntas clave, que son: ¿de dónde vinimos?, ¿quiénes somos?, ¿dónde estamos?, ¿hacia dónde vamos? Y ¿cómo queremos vivir juntos por los siguientes 50 años? Todas estas interrogantes se intentan contestar con las exhibiciones del museo con temas sobre el crecimiento de la población, la esperanza de vida, patrones de consumo, cambio climático, ingeniería genética y bioética, la distribución de la riqueza, avances tecnológicos y cambios en la biodiversidad.
Yayoi Kusama, también conocida como la reina de los puntos de polka, es una artista japonesa que, como su sobrenombre lo indica, usa este patrón de polka dots en todas sus obras, que van desde la pintura, la escultura, el performance y hasta instalaciones. La misma artista cuenta que su obsesión con este patrón tiene origen en su niñez, pues estando en un campo de flores tuvo una alucinación donde las cabezas de las plantas parecían puntos que se extendían por todas partes y menciona también que hasta escuchó que las flores le hablaban, lo que le daba la sensación de que ella se estaba volviendo una con el campo de flores.
Sin embargo, no fue hasta el 2017 que se abrió por primera vez un museo dedicado a sus obras. El museo se llevó a cabo gracias a la fundación que ella misma creó para poder administrar sus obras y exhibiciones aun después de su muerte. Las exhibiciones, por supuesto, son una experiencia única por sí mismas. El patrón de puntos de polka cubre los 5 pisos que componen al museo de pies a cabeza. El primer piso cumple la función de recepción y tienda de recuerdos. El segundo y tercer piso están llenos de impresiones de sus dibujos, incluyendo trabajos que, en el momento de la inauguración del museo, no se habían exhibido nunca. El cuarto piso es un espacio exclusivo para 6 personas a la vez, pues es un cuarto con espejos que reflejan calabazas con el patrón característico de la artista. El quinto piso es una librería con obras sobre la vida de Kusama e incluso el elevador viene con su propio diseño de polka dots, ideal para todas aquellas personas que quieran hacerse un selfie sin dañar las obras del museo. La obra de esta artista japonesa viene cargada de su esencia. Ella creía que el arte, y las fuerzas de la vida expresadas por medio de este, podían alejar la oscuridad en el corazón de las personas en esos momentos difíciles.
¿Alguna vez pensaste que te hubiera gustado vivir un capítulo de El autobús mágico? Bueno, este museo en Ámsterdam es lo más parecido que tendrás en la vida real. Micropia es el primer y único museo del mundo dedicado a los microbios y a los microorganismos. Abrió en el 2014 con el propósito de que las personas puedan aprender sobre el maravilloso mundo de los microbios, esas pequeñas criaturas que no podemos ver, pero siempre están allí, en todas partes, incluso en nosotros mismos.
Ya desde la entrada la experiencia en Micropia es diferente al resto de museos. Al tomar el ascensor que te lleva a la primera sala de exhibiciones, podrás ver una animación que te habla del tipo de microorganismos que viven en nuestras pestañas, e incluso las bacterias que viven en esos mismos microorganismos. Cada paso que das es una oportunidad para descubrir un nuevo mundo que siempre ha estado frente a nosotros, solo que no mirábamos los suficientemente cerca para notarlo. Micropia viene a cambiar esa perspectiva con exhibiciones interactivas como un escáner de cuerpo que te dice todas las bacterias y microorganismos que llevamos dentro y nos acompañan día a día. Además, también hay otra exhibición que cuenta la cantidad de microbios que intercambiamos con otras personas al darnos un simple beso. Así como una colección de placas de petri con cultivos de bacterias que encontraríamos en objetos de uso cotidiano.
Micropia es el museo ideal para todas aquellas personas apasionadas por la ciencia, pues no solo se podrá aprender sobre esos microorganismos, sino que también cuenta con una sección donde se puede ver a varios científicos reales, en un laboratorio también real, llevando a cabo sus investigaciones. Pero también hay mucho más que microbios y bacterias, también se puede aprender sobre los hongos y examinarlos bajo un microscopio, y cómo estos y otros organismos son importantes para la vida diaria.
Algunos museos tienen un enfoque más tradicional en sus exhibiciones. Por ejemplo, el Museo Nacional de Catar está dedicado a la gran riqueza cultural de este país. Sin embargo, más allá de ser el típico museo histórico, crea una experiencia inmersiva en el que las personas pueden ser parte del pasado, presente y futuro de este país. Para empezar, su apariencia es algo que no se ve en todas partes. El edificio está diseñado por Jean Nouvel, un arquitecto francés cuya obra se caracteriza por crear un paisaje visual que calce dentro del contexto de donde se ubica. Para el Museo nacional de Catar, Nouvel se inspiró en unas formaciones de cristal que se conocen como rosa del desierto. Este diseño capta la atención de cualquier persona que pase al frente. Y si la forma inusual del edificio no es suficiente, sin duda lo será el palacio que lo rodea, pues fue construido justo en el corazón de un palacio muy importante en la historia de este país.
En total, el museo cuenta con 11 galerías en las que se puede ver la historia de este país. Cada exhibición es multisensorial, por lo que uno o más sentidos serán estimulados, incluso el olfato, todo orientado a celebrar la herencia cultural de Catar. Además, durante el invierno, se puede disfrutar de un mercado que hace recuerdo de cómo los pueblos del pasado solían vender todas sus mercancías en el mismo patio donde termina el tour del museo.
El éxito de todos estos museos alrededor del mundo demuestra que el problema no está en la historia o los objetos, sino en cómo se cuenta. La forma en cómo abordamos un tema tiene mucha importancia, pues si no nos llega a atrapar difícilmente vamos a interesarnos por él. Museos más llamativos y dinámicos como los de esta lista pueden ser la respuesta para que más personas quieran visitar estos centros culturales tan importantes.
Y tú, ¿le darías una oportunidad a alguno de estos museos? ¿Se te ocurre algún otro museo que debería estar en esta lista? Cuéntanos en comentarios y hagamos juntos más interesante la historia de nuestros países.