9 Criterios que los meseros usan para evaluarnos en las cafeterías y restaurantes

Curiosidades
hace 4 años

La forma en que una persona se dirige hacia un mesero demuestra su nivel de educación o, en caso contrario, la ausencia de la misma. De los comensales que, al solo cruzar la puerta, comienzan a comportarse como “amos y señores” de todo se puede esperar cualquier cosa; por eso, el personal de los establecimientos de comida ha aprendido a identificar a los “comensales indeseables” y a no desperdiciar esfuerzos morales al atender a este tipo de personas.

Genial.guru decidió investigar qué criterios utilizan los meseros para evaluar a los comensales y queremos compartir contigo sus observaciones más interesantes. Como bono, te contaremos cómo puedes convertirte en un comensal querido y apreciado.

1. El comensal saluda o no

Todas las personas que han trabajado como meseros están de acuerdo en una cosa: si una persona entra con un rostro arrogante y ni siquiera se molesta en saludar, entonces puedes olvidarte por completo de la propina e incluso de una buena interacción.

  • Nosotros teníamos una señal: si un cliente entraba, lo saludabas, pero él no te contestaba, entonces probablemente se iría sin dejar propina. Estos comensales generalmente se sientan, ordenan y se van, a veces sin siquiera decir gracias. Pero hay otros que, por el contrario, son extremadamente educados y te dan cumplidos por todo: llegan y saludan de manera cortés, les llevas el platillo y dicen “gracias”, se van a casa y dicen “muchas gracias por su atención”. Miras la carpeta con la cuenta y hay un poco de dinero, pero también te dejó un cumplido.
  • De hecho, puedes identificar a esos comensales de inmediato. Con solo verlos, está claro cuán descontentos están; solo una cosa no está clara: por qué vinieron aquí. Comunicación arrogante y prepotencia. Una vez atendí a clientes así, y el trabajo es trabajo, ni modo. La chica no hizo nada especial, pero su amiga... inmediatamente pidió una bebida fría. Se la llevo e inmediatamente reprocha: “¡Te la pedí fría!”. Y más tarde la típica frase: “Llama al gerente” y todo ese tipo de cosas. Solo hay una cosa que no entiendo: ¿estas personas no tienen nada mejor qué hacer para estar desperdiciando sus energías en discusiones como estas?
  • No me agradan los comensales que no quieren comunicarse y hacen un pedido estilo “A tu gusto, tráeme algo para comer”. Ellos no quieren responder a ninguna pregunta aclaratoria, simplemente “Tráelo”. Les llevo lo que yo misma hubiera ordenado y comienzan a decir: “Quería algo más ligero”, “Me hubiera gustado una ensalada con mariscos”, “Me gusta más el cordero”.

2. Llega solo o con compañía

Los camareros están seguros de que hay más problemas con los grupos porque los clientes enfadados a veces quieren demostrar su valentía ante sus amigos. Un grupo grande significa un pedido grande, que generalmente se realiza en cuentas separadas y no en conjunto. Además, frecuentemente dejan una pequeña cantidad de propina. Esto se debe a que, en grupo, una persona siente menos responsabilidad, como si la compartiera con todos.

  • Era un grupo de 8 personas. Cuando les llevé su orden y comencé a colocar las copas en la mesa, uno de los hombres comenzó a quejarse porque yo no hacía las cosas según las reglas de etiqueta: no servir en el tipo de copa adecuado y pedirle mover su silla para poder pasar. Después, este individuo me golpeó el hombro, lo que provocó que dos copas salieran volando de la bandeja. El señor se levantó y, a propósito y mirándome, derramó la copa que ya se encontraba en la mesa. Estuvieron llamándome toda la tarde, gritando mi nombre por todo el establecimiento. Cuando llegó el momento de pagar la cuenta, comenzaron a quejarse por la gran suma y a preguntar por qué estaban obligados a pagar después de tal incidente.

3. El comensal llega con niños

No pienses que a los meseros no les agradan los niños. El hecho es que no todos los comensales vigilan a sus retoños y esto conduce a muchos inconvenientes. En pocas palabras, no se trata de los niños, sino de los padres, quienes les permiten a sus hijos portarse mal e impedir la labor del personal.

  • Vigilen a sus hijos. A veces, ellos pueden entrar la cocina o hacer que los meseros tropiecen; los niños rara vez miran por dónde caminan, y la mayoría del tiempo, los meseros llevan algo pesado o caliente en sus manos. Incluso hemos atrapado a niños en la cocina, en nuestros vestidores o en los baños para el personal. Una de mis compañeras dejó caer una taza de café sobre un niño cuando él salió corriendo de la esquina y ella llevaba café en una bandeja. Lo bueno fue que el niño solo sufrió de una chaqueta mojada.
  • Nuestro dolor de cabeza son los clientes con niños. A ellos les encanta colocar las transportadoras y sillas para alimentar en el paso, donde deben caminar las personas y por donde deben prestar sus servicios los meseros. La necesidad de cargar una bandeja llena de platos sobre la cabeza de tu hijo es algo estresante. Además, hay niños que tiran comida. Yo comprendo que no lo hacen a propósito, pero esto es peligroso, y nosotros o los demás comensales se pueden resbalar.
  • Trabajo como mesera en una pequeña cafetería. Un día, entró una mujer con un niño de 5 años. Hicieron su pedido y no alcancé a dar tres pasos de la mesa cuando, de pronto, escuché el sonido de platos rotos. Me volteé y el niño estaba rompiendo platos mientras sonreía. Después de esto, el niño se puso a golpear la mesa con los cubiertos. Su mamá no le decía nada, ella simplemente veía su teléfono. Después de un par de minutos, una de las meseras llevaba un platillo a la mesa de al lado. Al mismo tiempo, el niño se arrojó sobre sus pies y la sopa cayó sobre él. Trajimos el botiquín de primeros auxilios y una crema para quemaduras, la mujer nos gritó diciendo que nos demandaría.

4. El comensal exige atención en todo momento y habla de manera irrespetuosa

Cada vez más, hay personas que están convencidas de que el trato de “usted” es arcaico. Sin embargo, en una sociedad educada, dirigirse a una persona de “usted” es aceptado incluso hacia los niños mayores de 10 años. Por eso cuando un comensal comienza a tutear inmediatamente a un mesero, este último se prepara para el hecho de que el servicio no será fácil. Frecuentemente para llamar a un mesero, algunas personas comienzan a agitar la mano e incluso chasquear los dedos, jalar la ropa o gritar en voz alta su nombre. Tales gritones serán ignorados a propósito por el personal. De acuerdo con las normas de etiqueta, únicamente se debe levantar la mirada y asentir con la cabeza.

  • Un hombre bien vestido entró al negocio. Él se sentía como si viniera de otro mundo, echando miradas a todo lo que se encontraba a su alrededor.
    — “Bien, ¿qué tienes de tomar? Sírveme algo”.
    Le mostré el menú con los precios. Al poco tiempo dijo: “¡Santo cielo! Pues, ¿qué tipo de café es? Los precios están por las nubes. ¿Tú misma has visto este menú?”. Cabe destacar que, aproximadamente 30 minutos antes, había llegado una persona con una apariencia de rapero, quien entró a tomar una taza de café y, mientras esperaba su pedido, tuvimos una agradable conversación sobre los libros de Orwell.
  • Con el paso del tiempo, comienzas a cuidar tus palabras y reaccionas de manera tranquila ante los comensales exigentes. Por otro lado, siempre te dan ganas de sacar el máximo provecho para los clientes que son muy educados. Porque, para ser sinceros, nunca había conocido a tantos patanes y personas quejumbrosas hasta que empecé a trabajar en un restaurante. Comienzo a valorar la cortesía como un regalo de Dios.
  • Nosotros nos referimos hacia ustedes de manera cortes y esperamos lo mismo. Los tratos de “chica”, “oye, tú” o “¡ey!” no son del todo algo cortes. Frecuentemente, los comensales son insolentes y nos tratan como una clase baja. Algo estilo: “Tráemelo y colócalo aquí en la jarra, porque sé que ustedes rebajan con agua todas las bebidas”. Nosotros recordaremos a tales comensales y les contaremos a nuestros compañeros que no deben esperar una buena relación de su parte. Será una atención neutral, pero no te convertirás en nuestro comensal favorito. Y créeme, ser parte de los comensales favoritos es algo muy agradable.

5. Qué accesorios llevan los comensales

Los camareros desde hace tiempo ya no juzgan a los cliente por su ropa porque saben, por su propia experiencia, que este no es un indicador de posición social. Pero los accesorios sí revelan el estado del propietario: aquellos que pueden permitirse una vida cómoda y despreocupada tienen accesorios caros, pero los tratan sin mucho cuidado.

  • Trabajé en un bar premium que estaba ubicado en una casa club. Teníamos diferentes comensales: ricos que dejan una buena propina, huéspedes de la misma casa club y personas habituales, de las que rara vez se espera propina. Nosotros evaluamos a los comensales por sus accesorios: si un chico entra y agita su iPhone, es fanfarronería, y es mejor que no esperes propinas. Pero si llega un comensal con un reloj increíble, digamos un Vertu" entonces, rápidamente corres a atender su mesa.
  • Un hombre estaba sentado. Llevaba puesta su ropa del trabajo. Sin afeitar, cansado. Mi colega me dijo: este pobre no dejará propina, ¡estará un rato y se irá! Me dio mucha vergüenza tal actitud y por eso fui a atenderlo. El hombre ordenó unos rollitos y té por un total de 10 USD y pidió la cuenta. Se la llevé y él me dio 100 USD: “Muchas gracias, me ha gustado todo, no hace falta el cambio”. Se levantó lentamente y se fue. Desde ese entonces, no presto atención a la ropa y apariencia de los comensales.

6. Qué ordena el comensal

Los comensales que solamente ordenan té, únicamente llegan al establecimiento para quedarse por un largo tiempo. Algunas categorías de clientes incluso tienen apodos. Por ejemplo, las “lattosas” son chicas que únicamente ordenan un café latte; o las “cocteleras”, aquellas chicas que toda la tarde toman únicamente un cóctel en espera de su príncipe.

  • Trabajé como mesera en una cafetería de cocina japonesa e hice la siguiente observación sobre los visitantes: si llegan unas personas y ordenan el set más barato y una tetera, entonces puedes olvidarte de las propinas. Tales personas se sentarán toda la tarde pidiendo agua para su tetera, y además, dejarán reseñas negativas.
  • Las personas que ordenan alimentos basándose en los precios y no en lo que desean comer, en realidad, son las más complicadas. He notado que las personas que quieren las porciones más baratas del menú frecuentemente quedan insatisfechas con la comida, no tienen una buena interacción conmigo y se van de muy mal humor. A veces esto se ve reflejado en una reseña negativa o queja.
  • Los llamados “business trainers” comenzaron a visitarnos en la cafetería. Iban de 10 a 15 personas y ordenaban una tetera para todos. Y máximo un par de almuerzos. Se sentaban durante 10 horas debatiendo algo. Además, ocupaban 2 grandes mesas y unas cuantas mesitas para dos.

7. El comensal que no te advierte sobre nada

Aunque puede parecer que tu “pedido especial” sin cebolla o azúcar le complicará la vida al mesero, en realidad, no es así. Será mucho peor si, al hacer el pedido, comienzas a apresurarte o, al ver la comida, de pronto recuerdas que no te gusta la cebolla.

  • Trabajo como mesera. Y me molesta el amor de los comensales por los escándalos. No hay un día sin malas palabras. Hace poco, una mujer ordenó una ensalada griega y una sopa de verduras. Cuando terminó de comer, me llamó y comenzó a decir que no le había dicho que la sopa tenía cebolla y que qué hubiera pasado si ella fuera alérgica a la cebolla y, en general, la sopa estaba agria. No entiendo, si supuestamente ella era alérgica a la cebolla, entonces ¿cómo fue que se terminó la ensalada griega? Y si la sopa estaba agria, ¿por qué se la comió toda?
  • Un chico me gritó por un pedazo de tomate en su hamburguesa. Al parecer, él no quería tomate, pero olvidó decírmelo. Él quería que le reembolsáramos por completo; cuando el gerente de la tienda le ofreció una nueva hamburguesa, literalmente 3 minutos después, el comensal continúo el escándalo, diciendo que habíamos desperdiciado todo su descanso para comer.
  • Un día llegó una familia, ordenaron de comer y, a los 10 minutos, la chica me dice que tienen prisa y que, si la comida no está lista en 5 minutos, entonces mejor que no les lleve nada. No le dije nada, pero me molestan esas personas. ¿Por qué no advierten desde un principio que tienen un poco de prisa? Yo podría haberles aconsejado algo que se preparara rápido. Por supuesto, les entregué la comida a tiempo. Y después simplemente terminaron y estuvieron sentados durante 15 minutos a pesar de que “tenían prisa”.

8. Pedir una atención especial

Si un cliente, desde que entra por el umbral de la puerta, te comenta sus exclusiones, entonces espera problemas, aseguran los meseros.

  • Si un grupo de personas entra al establecimiento y alguno de ellos comienza a gritar: “Conozco a su jefe o al chef”, claramente quiere lucirse frente a sus amigos y no dejarán propinas. Les he preguntado varias veces a otros meseros y, en su mayoría, no les han dejado nada de propina.
  • Entre mis clientes, tuve a un chico que quería sentarse precisamente en una mesa del patio interior y ahí comenzó todo. Él se quejó de que su esposa tenía frío. Y me pidió que los cambiara al patio interior, pero no se podía:
    — “Queremos sentarnos en el patio interior porque ella tiene frío. ¿Qué piensan hacer al respecto?”.
    — “Disculpe, no puedo hacer nada, pueden sentarse en el interior del establecimiento”.
    — “Tú tienes un suéter. ¿No piensas ofrecérselo?”.
    Después, él pidió hablar con el gerente, quien pasó 10 minutos intentando explicarle que nosotros nos podíamos hacer nada para controlar el clima.
  • Llegó una pareja y, desde el momento en que me presenté, la mujer comenzó a quejarse de tener que esperar una mesa por 5 minutos. Ordenó un filet mignon, dijo que estaba horrible y que todo había sido cocinado incorrectamente. Le ofrecí probar algo más. Le llevé una nueva porción. Ella sonrió, tomó el cuchillo para la mantequilla, golpeó la parte superior del filete tres veces y dijo: “Esto es asqueroso. Ni siquiera lo probaré. Tráeme un nuevo”. Le llevé uno nuevo. Se comió la mitad y la otra la pidió para llevar. Al final, pidió hablar con el gerente y le dijo que el “bistec estaba horrible”, además dejó 1 estrella por el servicio. © Mizerak / Quora

9. Ordena y no come o le toma fotografías a la comida

Esta es la pesadilla de los meseros, porque hay platillos y bebidas que pierden su calidad si no se consumen de inmediato: el jugo fresco de manzana se vuelve oscuro y algunos platillos se secan y enfrían. Y, por supuesto, el culpable es el mesero.

  • Trabajé en un restaurante popular de mi ciudad. En el menú había papas a la francesa con queso y tocino. Una dama y su esposo ordenaron estas papas. Se las llevé inmediatamente después de su preparación, pero el problema de este platillo consiste en que la papa se empapa por completo con el queso. Y ella las comenzó a comer después de 10 minutos. En cuanto las probó, inmediatamente comenzó a acusarme de que quería envenenarla con papas de anteayer. Escuché groserías como nunca antes en mi vida, y lo más extraño es que su esposo se quedó sentando riéndose de la situación.

Bono: las propinas no son obligatorias, los meseros somos felices con algunas buenas palabras

  • Como recompensa, funciona muy bien también la recepción del comensal y un elogio por parte del gerente. Un comensal que fue amable y cortés será atendido muy bien, a pesar de que no deje nada de propina. Tengo unos clientes frecuentes que siempre son amables, a pesar de que no dejan nada. Nunca te responden mal, son respetuosos y positivos. Así que le aconsejaría a la mayoría de la gente sonreír con más frecuencia y no tener expresión facial difícil.

Cuéntanos, ¿tú les dejas propina a los meseros?

Imagen de portada VodooSahka / pikabu

Comentarios

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Creo que los meseros tienen una paciencia infinita con nosotros

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En España no es común dejar propina, sólo cuando has ocasionado un problema, o el camarero ha sido muy amable. Se supone que tienen sus sueldos y ya.
Mi familia siempre deja algo de propina, pero recuerdo una vez que fuimos especialmente generosos y fue porque mi hija no pidió postre (era pequeña, tendría 2 años), pero sí que me preguntaron si le podían dar chocolate, les dije que sí y le trajeron un bol pequeño de monedas de chocolate. A la niña le brillaban los ojos y los demás pudimos tomarnos el postre sin tener que darle a la niña la mitad de cada uno. A partir de ese momento, además de dejar una buena propina, íbamos muy a menudo, y además, siempre que pasábamos por la puerta, saludabamos...

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