Cómo entender que tu psique está hecha añicos y está a punto de organizar un motín
Se te vuelan los pájaros, pierdes la razón, los nervios te juegan malas pasadas: así es como periódicamente caracterizamos nuestra salud mental. Según las publicaciones de la OMS, los límites de la "normalidad" mental son borrosos. De modo que todas las personas a veces están un poco... trastornadas: por sobrecarga emocional y física, por ansiedad, por alto grado de responsabilidad. El tema es el nivel de descuido del problema.
Para detener oportunamente el deseo de matar a tus vecinos y compañeros de trabajo trastorno grave, debes reaccionar a las señales de tu cuerpo. Y eso es exactamente lo que enumeraremos en este artículo, basándonos en las opiniones del profesor Shahram Heshmat y la psicoterapeuta F. Diane Barth. Además, hemos escondido en el artículo una broma. Si no la encuentras, te ayudará una pista al final de la nota.
Al hablar de las señales de problemas, Genial.guru generalmente ofrece opciones para solucionarlos. Pero no esta vez. No sabemos qué tan fuertes son los signos de las "fallas" que experimenta el lector. Las sugerencias tipo "duerme bien, sonríe, no discutas con tontos" son actuales siempre. Y los problemas demasiado graves deberían ser solucionados por un especialista competente. Entretanto, veamos de qué manera la psique nos manda señales SOS.
1. De pronto, hay demasiados idiotas alrededor
En artículos similares se usa la frase "aparecieron signos de irritabilidad". Pero hay un inconveniente: la gente rara vez admite que se ha convertido en un reactor atómico. Entonces, describiremos la situación con otras palabras.
Aparece la sensación de que los demás quieren arruinarte la vida. Hacen sonidos desagradables, profanan todo lo bello e interfieren con tu movimiento. Incluso el gato sabe cuán rápido el llamado "ven aquí, mi suave bombón" es reemplazado por un enojado "no te metas debajo de los pies, pedazo de lana". Al mismo tiempo, tus rutas y rutina diaria y tu lugar de trabajo no han cambiado radicalmente.
Conclusión: el conjunto de defectos de las personas (y del gato maltratado), muy probablemente, no han aumentado. Todo se trata de tu percepción.
2. Los eventos y los diálogos de hace mucho tiempo dan vueltas en la cabeza
Digamos que has pedido un espresso en una cafetería. Pero en lugar de una taza de la estimulante bebida, el barista te regaló un comentario punzante. Otros clientes se unieron al diálogo, dividiéndose en 2 bandos. Pero de repente, en busca de justicia, pecaste llamando al barista esclavo del capitalismo. Has iniciado una guerra. Si los guionistas del Juego de tronos estuvieran de paso por el lugar, podrían inspirarse para otro par de temporadas.
El ejemplo es cómico, pero en la vida real suceden situaciones no menos dramáticas. ¿Cómo reaccionas ante ellas?
- La primera opción es la normal. Compartes tu vivencia con tus amigos, sacas conclusiones. El resentimiento se queda un rato dentro de ti, y luego el archivo "Incidente N° 308" se envía por la memoria al estante más alejado del archivero mental.
- La segunda opción es la indeseable. El "incidente N° 308", junto a otros archivos similares, se abre casi todos los días. Los diálogos con el ofensor continúan, la imaginación propone sofisticadas escenas de castigo. Pero ya es un spoiler del episodio "USS Callister" de la serie Black Mirror.
Moraleja: hay una diferencia entre la introspección y los recuerdos obsesivos. Y hay que detectarla a tiempo.
3. Tus interlocutores comienzan a mostrar principios de sordera
La dicción es un indicador del estado emocional. El estrés ataca el aparato vocal con el mismo fervor que un gato una guirnalda del árbol de Navidad. La influencia de los factores de estrés es más notable si la dicción estuvo lejos de ser ideal desde el comienzo. La persona tiene la sensación de que las cuerdas vocales se han convertido en un bulto inmóvil, y que el "control del volumen" se ha averiado.
Por supuesto que mantener el control de la dicción no siempre es fácil. Por ejemplo, durante las poco frecuentes apariciones públicas, en diálogos que sacan de quicio o en un encuentro casual con Ryan Gosling en una tienda de verduras. En estos casos, la voz temblorosa no debe sorprender a nadie.
Otra cosa es cuando los problemas surgen en la comunicación cotidiana. Si los que te rodean comienzan a participan cada vez más seguido en el juego "Adivina la palabra", es hora de encender la alarma.
4. Parece que la única ocupación de todo el mundo es evaluarte
Pensamientos problemáticos: cada una de las personas en la calle se dispone a ponerte un puntaje por la técnica y el nivel artístico tu apariencia y comportamiento.
¿Qué pasa en realidad? Las personas se miran entre sí en busca de nuevas impresiones; de lo contrario, camino al trabajo y de regreso, uno puede volverse loco de aburrimiento. Los objetos circundantes también serán "palpados" por la mirada (no por nada la publicidad ha llegado a todos los rincones). Miras a alguien/algo, reflexionas un momento y cambias tu atención a otro objeto: es un esquema habitual.
Hay excepciones. Por ejemplo, si estás acostumbrado a caminar vestido de unicornio extraterrestre.
Conclusión: las excentricidades aumentan las posibilidades de convertirse en un objeto de discusión. Pero en las situaciones normales, la constante expectativa de las calificaciones del "jurado" es una mala señal.
5. La comunicación en persona con la gente requiere de autocontrol
En lugares públicos, los músculos y las extremidades parecen perder el control. Sientes que tus movimientos se han entorpecido, y que las personas que te rodean están a punto de obtener una razón para reirse de ti. Las acciones ordinarias se convierten en una tortura. Por ejemplo, comer en un café. No puedes concentrarte en tus pensamientos o en la conversación, enviando los trozos de pizza a la boca "en piloto automático". El cerebro salta de una orden a otra: "Masticar adecuadamente", "Controlar las expresiones faciales", "No perder el hilo de la conversación".
¿La situación te suena familiar? Entonces, la ansiedad tiene demasiado poder sobre tus pensamientos.
6. No puedes simplemente relajarte y descansar
Ya no quedan más fuerzas para las hazañas laborales. Quieres relajarte y distraerte de los problemas cotidianos. Por desgracia, el cerebro no permite que el cuerpo se relaje. En tu mente titilan los pensamientos: "¡Hay que hacer algo urgente! ¡Es hora de correr a algún lado!". No está claro a dónde y para qué.
Se trata de la tensión motora. La inquietud que se manifiesta durante demasiado tiempo puede ser un síntoma de trastorno de ansiedad.
7. El molesto "¿y qué tal si...?" arruina la vida constantemente
El exceso de imaginación puede pasar al lado oscuro. Hablamos de las situaciones en que propone historias aterradoras sin motivo.
Después de todo, estar preparado para las dificultades imprevistas y vivir en una constante expectativa de los desastres son conceptos completamente diferentes.
8. Cualquier conversación termina en una conclusión pesimista
Una persona no puede irradiar optimismo siempre. Por supuesto que los eventos desagradables llaman la atención y nos obligan a enfocarnos en ellos. Pero el hábito crónico de quejarse de la vida va más allá de lo normal.
Es mejor reconocer voluntariamente el deseo propio de llevar el pesimismo a cualquier tipo de conversación. Piensa qué tan rápido pasas de la pregunta "¿Cómo estás?" a hablar sobre la injusticia universal.
9. Los rituales "protectores" agotan
La superstición es un tema multifacético, por lo que no vamos a criticarla como tal. La pregunta es qué tanto dependes de los rituales y talismanes "protectores". Por ejemplo, muchas personas tienen el llamado objeto feliz que supuestamente atrae la suerte. Una cosa es tomarlo como un argumento adicional a favor del buen estado de ánimo. Otra, completamente diferente, es creer que sin un talismán estás condenado al fracaso.
A veces, el deseo de controlar la vida propia con la ayuda de los rituales adquiere una forma severa. Las tareas cotidianas provocan una falla de la "computadora mental". No se puede simplemente poner una taza sobre la mesa, cerrar la puerta, vestirse, etc. Entre la ansiedad (A) y la cordura (C) se establece un diálogo:
A.: "Hay que repetir la acción".
C.: "¿Volver a poner la taza sobre la mesa? Qué raro...".
A.: "La tarea no fue realizada perfectamente. Si no la corriges, pasará algo malo".
El miedo convierte a una persona en un rehén moral y la obliga a repetir rituales extraños. Para este tipo de situaciones, existen los términos "compulsión" y "TOC".
10. Hay cada vez más y más personas que son difíciles de complacer
Si a tu alrededor hay cada vez más y más personas cuyas expectativas no cumples, piensa en las posibles razones:
- Tus errores son evidentes.
Por ejemplo, preparas ensaladas especiales para tu tío vegetariano, camuflando carne en ellas. O le regalas a tu hermana una almohada de plumas, sabiendo sobre su alergia. Bueno, qué decirte... Reconsidera tus hábitos. Y mantén el jamón lejos de tu tío.
- No puedes proteger tu espacio personal.
La puerta de tu vida está constantemente abierta. En primer lugar, las narices curiosas no te permiten cerrarla. En segundo lugar, te están visitando constantemente los expertos con su "Sé lo que hay que hacer" y los sufridos que siempre necesitan ayuda. A los últimos los atrae el letrero "Oficina de servicios gratuitos". ¿De dónde salió? La culpa es del sentido impuesto del deber, la culpa y el miedo de obtener el estatus de "una mala persona".
Hemos prometido prescindir de las recomendaciones, pero haremos una excepción en este punto. Para comenzar, necesitas un poco de amarga verdad: es imposible complacer a todos los expertos y sufridos. Llegará un momento en el que no podrás aplicar un enema al gato de la tía Rosita y hacer el traje de Daenerys para tu sobrina simultáneamente. Hagas lo que hagas, uno de los lados terminará maldiciéndote quedará ofendido.
Siguiendo el consejo de los psicólogos, saca tus propios deseos de los confines de tu alma, quítales el polvo y ponlos en primer plano. ¿Y qué hacer con la "valiosa" opinión de los demás? La instrucción gráfica está un poco más arriba.
Existen otros síntomas alarmantes. Solo que el ilustrador no aprueba la esclavitud, y los correctores se negaron a revisar una tesis sobre el tema. Pero, tal vez, se nos haya escapado algo muy importante. Mira tus manos, ahora mira el teclado: la naturaleza te dirá cómo proceder.
¿Ya te vas? ¿Y la broma oculta?
Te hemos prometido una broma oculta. Está escondida en la parte posterior de una de las ilustraciones. Busca la tarjeta reversible y... Correcto: comparte el hallazgo en los comentarios.