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Durante casi cuatro décadas, el Dr. Michael Zollicoffer de Baltimore fue la persona a la que todo el mundo acudía: niños, padres, familias enteras. Una voz suave, una sonrisa cálida y un corazón lo bastante grande para toda una ciudad.
Nunca rechazaba a nadie, pagara lo que pagara. Pero cuando la vida le lanzó la bola curva más dura, no fue un título de médico lo que lo salvó, sino el amor. De los que no se pueden recetar. Lo que sucedió después es la historia que se te quedará grabada.
En uno de los barrios más pobres de Baltimore, el Dr. Michael Zollicoffer, cariñosamente conocido como Dr. Z., se ha forjado una reputación de médico de familia entregado a su profesión. Aunque algunos médicos miden el éxito en dólares, la riqueza del Dr. Z. está en otra parte. A sus 66 años, no es rico económicamente: admite abiertamente que está “bastante arruinado”.
Sin embargo, su verdadera riqueza proviene de la profunda satisfacción de su trabajo y de las relaciones que ha cultivado a lo largo de los años con sus pacientes. “Me encanta la gente”, declaró Zollicoffer a CBS News. “Me encanta ver un sarpullido. Si dices que tienes un sarpullido, voy a buscarte, porque me encanta un chichón en la cabeza”.
Para el Dr. Z, la medicina no es solo un trabajo, es una pasión. Disfruta diagnosticando las dolencias más pequeñas y se enorgullece de atender a quienes no tienen a quién recurrir. En un barrio donde escasean los recursos, su compromiso con la comunidad brilla como un faro de esperanza y compasión.
El enfoque único de la medicina del Dr. Michael Zollicoffer va más allá de sus conocimientos médicos: es su toque personal y su espíritu contagioso lo que realmente le distingue de los demás en este campo. Sus pacientes, muchos de los cuales llevan años con él, admiran no solo sus habilidades, sino también su profundo compromiso con su bienestar. Es conocido por su compasión y su capacidad para hacer que cualquiera se sienta una prioridad, independientemente de sus circunstancias.
“Es increíble, porque nunca conocerás a otra persona como él”, dijo la paciente Lita Johnson, captando la esencia de la presencia del Dr. Z y la profunda conexión que fomenta con todos los que trata.
Sin embargo, lo que realmente hace que el Dr. Z destaque es su enfoque del pago. En una época en la que muchas personas se enfrentan a barreras económicas para acceder a la atención sanitaria, el Dr. Z nunca se centra en el dinero. Si sus pacientes no pueden pagar las visitas, eso no cambia su forma de atenderlos.
“Olvídate del dinero”, dijo Zollicoffer. “Voy a atenderte pase lo que pase. Si cruzas esa puerta, te atenderé. Si traes a tu abuela contigo, también la atenderé a ella”. Esta filosofía le ha ganado la confianza y lealtad de innumerables familias que saben que, para el Dr. Z, brindar atención va más allá de un cheque: se trata de estar ahí para su comunidad, sin importar el costo.
El compromiso del Dr. Michael Zollicoffer con sus pacientes es realmente extraordinario, alcanzando niveles que la mayoría de los médicos simplemente no pueden igualar. Durante casi 40 años, se ha volcado en su consulta, sin tomarse ni una sola vez unas vacaciones reales. Su devoción por las personas a las que atiende va mucho más allá del horario habitual de consulta: se esfuerza por estar disponible siempre que lo necesitan, de día o de noche, durante todo el año. Tanto si se trata de una llamada en mitad de la noche como de un día festivo, el Dr. Zollicoffer está ahí, atendiendo sin dudarlo.
“Tengo su número de teléfono móvil”, dijo la paciente Nykidra Robinson en una entrevista, subrayando cómo el Dr. Z se ha convertido en un salvavidas accesible para quienes le confían su salud. La paciente Tiffani Elamenuel añadió: “Siempre está disponible”.
Para el Dr. Z, la idea de tomarse tiempo libre o limitar el acceso a sus pacientes nunca le pareció bien. Su consulta se basa en la creencia de que la atención sanitaria es una responsabilidad continua y permanente, y mientras haya personas que lo necesiten, él estará ahí para ayudar, pase lo que pase.
Incluso los superhéroes tienen sus límites, y hace unos meses, el Dr. Michael Zollicoffer se enfrentó a un reto inesperado: el diagnóstico de un cáncer. “Tengo dos cánceres distintos -uno renal y otro rectal-, pero no me rindo”, afirma Zollicoffer.
Para colmo de males, el Dr. Z no tenía seguro por un problema de papeleo con su plan de seguros. Tras una serie de complicaciones, se vio incapaz de costearse los tratamientos de radioterapia. Pero sus fieles pacientes no iban a dejar que el siempre generoso médico librara esta batalla solo.
“Me dije: vamos a luchar, qué le vamos a hacer”, dijo Johnson.
“El Dr. Z no se dará por vencido, así que nosotros seguro que no nos daremos por vencidos con él”, dijo el paciente Ray Beverly.
“Lo que haya que hacer para salvar al Dr. Z, lo vamos a hacer, colectivamente”, dijo Robinson.
En respuesta, sus pacientes pusieron en marcha una campaña de crowdfunding que rápidamente ganó apoyo. Más de 3 000 personas contribuyeron, recaudando más de 262 000 dólares para cubrir sus gastos médicos. Hoy, el pronóstico del Dr. Z es bueno. Recuperó su seguro y planea devolver los fondos restantes de la campaña a su comunidad.
“Voy a decir algo que puede parecer una locura”, afirma Zollicoffer. “Doy gracias por haber tenido cáncer, porque soy el hombre más feliz del planeta, sea cual sea el resultado. Lo que hemos demostrado, y por lo que estamos sentados en esta mesa ahora mismo, es para demostrar: ¡esto es lo que hay! ¡Somos de dar! Yo no puedo hacerlo sin ellos, ni ellos sin mí”.
Y he aquí otra historia sobre un corazón grande y bondadoso que mejoró este planeta. Una agente de policía amamantó a un bebé que estuvo 2 días sin comer tras un huracán mortal.