Historia real de una boda: el novio se esfumó antes del primer baile

Imagínate la escena: la música empieza a sonar, los invitados esperan emocionados, y la novia está impecable... pero el novio ha desaparecido. Lo que debería ser el inicio de un cuento de hadas se convirtió en el escenario de un drama que nadie vio venir. Una organizadora de bodas nos cuenta la historia de cómo la búsqueda de un novio fugitivo terminó con una de las traiciones más dolorosas y públicas imaginables.

Me llamo María. Organizo bodas los fines de semana y vengo aquí, a hacer un manifiesto a los novios que se van a casar en los próximos meses: por favor, no os pongáis los cuernos el día de vuestra boda.

Todo esto se remonta a hace cinco o seis meses, ¿vale? Teníamos una boda de unos novios de unos veintisiete, veintiocho años. La boda perfecta: eran novios amantísimos, se adoraban, se amaban, se querían.

Llegamos a la barra, donde ocurre todo. ¿Cómo comienza? Con el baile nupcial, el baile de los novios. ¿Qué ocurre? Que para que comience el baile de los novios... necesitamos a los novios.

La novia estaba. El novio, no. Los primeros cinco o diez minutos dijimos: “Bueno, puede ser que esté orinando...”. Ya habíamos avisado con antelación de que el baile de los novios comenzaba justo al empezar la barra. Pero el novio no estaba. Nos acercamos a la novia y le preguntamos si sabía donde estaba, pero no tenía ni idea. Tampoco sus amigos, ni su familia.

Después de 15 minutos nos dividimos para buscarle. Nosotros nos acercamos al cuarto de los novios.
Error nuestro. En qué momento decidimos ir nosotros al cuarto...

Llamamos a la puerta. Nadie contesta.
Mi compañero y yo tenemos la manía de asegurarnos siempre de que la puerta esté bien cerrada, la puerta se abre.

Mi compañero, dice:
—No la cierres. Vamos a entrar, por si acaso. No nos ha contestado nadie, no debería haber nadie, no pasa nada.

Entramos. ¿Quién estaba? El novio. Pero no solo. Con la mejor amiga de la novia. Pensamos: “Bueno, a lo mejor se estaban contando algo, estaban preparando una sorpresa para la novia...”. No. Estaban intimando.

La mujer con la que se estaba liando —no se me olvidará nunca su cara— sale con una cara de altiva, como si nada y dice:
—Bueno, chicos, yo me voy ya a la zona de barra.

El novio sale y dice:
—Oye, chicos, ¿qué tal? ¿Cómo va la boda?
—¿Qué, queréis que comencemos el baile nupcial?

Yo le digo:
—Sí, tu novia te está esperando desde hace veinte minutos en la barra para empezar el baile con su marido... y para que tú lo hagas con tu mujer.

Llegamos al baile nupcial. La novia, impecable, llega, lo ve y le dice:
—Oye, ¿dónde te has metido? Que no estabas por ningún lado, te hemos estado buscando. Han pasado veinte minutos, sabes que teníamos que hacer el baile.

Y el novio:
—Nada, estaba descansando un poco en el cuarto.

Resulta que llevaba un chupetón en el cuello y la mejor amiga llevaba la sonrisa del Joker. Vamos, era un panorama.
La novia lo ve, empieza a llorar y a gritar, le dice de todo. Le señala el cuello:
—¡Tienes un chupetón!

El padre de la novia se acerca:
—¿Por qué estás llorando? ¿Qué te pasa?

Ella señala al marido.

El padre arremetió contra el novio. La novia se piró... Hubo un casamiento y un divorcio el mismo día.
Fue increíble. Nosotros no sabíamos dónde meternos. La boda, obviamente, terminó ahí.

La novia se fue, el novio también y la amiga de la novia... bueno, acabó mal, porque el otro se fue de la lengua y dijo con quién se había liado.

Y nada, otra anécdota más de boda.

¿Qué dicen los expertos?

La infidelidad, peor aún, en el día de la boda, puede generar sentimientos como decepción, enojo, angustia y rabia. Este tipo de traición amorosa, según el estudio Love and Infidelity: Causes and Consequences, elaborado Ami Rokach (psicólogo), está vinculado con la posibilidad de que se desarrolle ansiedad, depresión e incluso el Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT), porque el acontecimiento arruina la sensación de seguridad y la fe esencial en la pareja. Además, la traición de una mejor amiga acentúa el trauma, puesto que se pierde un soporte emocional.

Los especialistas en terapia de pareja afirman que la infidelidad no debe interpretarse como “un error”, sino como “una decisión que se toma”. En este contexto, el engaño durante un periodo de compromiso máximo (el matrimonio) pone de manifiesto una carencia profunda de compromiso con la pareja y la relación, y frecuentemente surge a partir de necesidades que no se han expresado o conflictos sin resolver antes del casamiento.

A pesar de que muchas de estas parejas eligen separarse al instante, es esencial la terapia individual para la persona traicionada con el fin de curar el trauma, restablecer la autoestima y prevenir que se tomen decisiones precipitadas debido a la influencia del dolor. La terapia tendría como objetivo restaurar la confianza.

¿Cómo reaccionarías o has reaccionado al descubrir una infidelidad de tu pareja? ¿Cómo crees que puede reconstruirse una relación tras descubrir que tu pareja te engaña?

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