Cómo Rebecca Jones superó el cáncer de ovario y no se rindió ante la peor batalla

Historias
hace 1 año

Hay situaciones inesperadas en la vida que pueden llegar a cambiar nuestro destino en cuestión de segundos para ponernos a prueba y enseñarnos que podemos ser mucho más fuertes de lo que pensamos. Uno de esos momentos decisivos puede ser el diagnóstico de una enfermedad. A pesar de que no podemos tener el control sobre las desgracias, está en nuestras manos la actitud con la que vamos a enfrentarlas.

En Genial.guru queremos hacer un homenaje a la batalla de la actriz mexicana Rebecca Jones contra el cáncer y contar cómo su entereza y pasión por la vida le ayudaron a salir victoriosa de la enfermedad.

Rebecca nació en la Ciudad de México en 1957, pero vivió su infancia y adolescencia en California, ya que su padre era estadounidense. Allí estudió arte dramático para más tarde mudarse a México y hacer del país azteca su hogar definitivo. El talento y belleza de Rebecca no pasaron desapercibidos y en 1982 inició su carrera artística en la telenovela El amor nunca muere.

Durante los años 80, la actriz se convirtió en el rostro de las telenovelas más exitosas de la época, como El maleficio, El ángel caído o la legendaria Cuna de lobos. Trabajando en esta última telenovela, Rebecca conoció al actor Alejandro Camacho, con quien se casó en 1986 manteniendo uno de los matrimonios más sólidos del espectáculo mexicano por casi 26 años, hasta su divorcio en 2011.

Lo cierto es que la vida personal de la actriz es solamente un reflejo de su personalidad fuerte y su forma positiva de ver el amor, las relaciones y la vida en general. Rebecca no tuvo miedo a la soledad al separarse en la madurez y confesó tener una excelente relación con su ex marido, además de reconocer sus cualidades como actor y padre de su único hijo, Maximiliano. Pero pocos años después llegaría la batalla más grande que enfrentaría en su vida: el cáncer.

En 2017, la actriz recibió uno de los diagnósticos más aterradores para una mujer: cáncer de ovario. Rebecca contó que todo comenzó con una inflamación inusual del vientre, por la cual decidió acudir al doctor. En un principio, los médicos pensaron que se trataba de un simple padecimiento gastrointestinal.

“La panza me creció inexplicablemente, fui al doctor y me dijo que era colitis. Cinco veces fui al médico y siguió dándome medicamento para la colitis. Me fui de vacaciones a Nueva York, regresé, empecé a trabajar en una obra y ya no pude más”, recordó la actriz en una entrevista.

Después de unos estudios, y tras finalmente confirmar que se trataba de cáncer de ovario, la actriz confesó que la primera sensación que le invadió fue el miedo: “Cuando me dijeron del tumor, en lo primero que pensé fue en la muerte, porque así crecimos. Te dicen cáncer, y lo asocias con la muerte”.

Sin embargo, la protagonista de Para volver a amar reveló que siempre ha sido muy rebelde, y decidió que no vería su diagnóstico como una sentencia. En realidad aseguró que sabía que no sería el final de su vida. Rebecca aceptó la enfermedad como una prueba más y decidió que además del trabajo de los doctores, ella misma trataría de ayudar a su cuerpo y mente a sanar.

La actriz compartió que atravesó momentos muy complicados; sin embargo, su carácter fuerte, el cual agradece haber heredado de sus padres, fue uno de sus principales pilares a la hora de enfrentar el tratamiento y las desgastantes sesiones de quimioterapia. Incluso en los momentos más duros, su actitud optimista y su fortaleza interior le ayudaron a no dejarse vencer por la enfermedad.

Rebecca aseguró que llegó a perder hasta 3 kilos diarios después de cada quimioterapia, además de ver cómo poco a poco perdía su cabello, sin embargo se obligaba a sí misma a comer y llegaba a utilizar su talento artístico e imaginación para recordar el delicioso sabor de aquellos platillos que más disfrutaba.

“Jamás se puede uno imaginar lo que es vivir un tratamiento de cáncer, hasta que te pasa, porque no hay manera de explicar el infierno que puede llegar a ser, pero si te metes en ese tren de víctima y de no salir adelante te vas a morir, y si la familia a tu alrededor te está diciendo ’pobre’, te debilitas más”, compartió la actriz sobre su forma de ver la enfermedad.

Para ella es muy importante crear conciencia y enseñar a la gente, sobre todo a la familia, que la palabra cáncer no es una condena y que lo peor que se puede hacer es tratar a la persona enferma como una víctima o compadecerla. “Yo, la verdad, tomé el toro por los cuernos, pero lo hice sola, por mi temperamento, porque así soy y siempre he sido así, pero sé que puede ser difícil”, añadió Rebecca sobre la difícil experiencia.

La actriz compartió algunos consejos tanto para aquellos que estén lidiando con el terrible padecimiento como para prevenirlo: hacer ejercicio y mover el cuerpo, eliminar los hábitos y personas tóxicas de la vida y llevar una dieta saludable. También aseguró que ver programas graciosos para subir el ánimo, el yoga y la meditación le ayudaron en el camino.

Rebecca insiste en contar su experiencia para abogar por la prevención y el cuidado. La actriz invita a todos, especialmente a las mujeres, a que estén atentos a los cambios de su cuerpo y a realizarse los chequeos de rutina para lograr detectar el cáncer a tiempo. Tras casi dos años de tratamiento, la intérprete compartió la buena noticia de que ya le había ganado la batalla a la enfermedad.

La actriz ha logrado retomar su ritmo de vida y regresar a la actuación con nuevos proyectos e ilusiones. Al mirar hacia atrás, Rebecca no ve la enfermedad como un castigo, sino como una prueba para aprender y para ser más fuerte. Una de las lecciones más importantes que dejó el cáncer para ella es que la salud es una verdadera bendición y que tenemos que ser agradecidos por cada instante de vida.

¿Qué dificultades has enfrentado en tu vida que te hayan hecho más fuerte? ¿Cuál sería tu consejo para las personas que estén atravesando por un momento familiar o de salud complicado?

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