La música y la comida van de la mano, y su combinación podría cambiar tu forma de disfrutarlas

Cocina
hace 4 horas

Sal, pimienta, ajo: todos son ingredientes esenciales para condimentar nuestras comidas. Pero, ¿qué hay de la música? Quizá nunca se te haya ocurrido que una canción puede cambiar el sabor de tus alimentos, pero de acuerdo con estudios en el campo de la psicología, es más probable de lo que crees. Ya sea que lleves los audífonos a todo volumen mientras disfrutas tu comida o que te encuentres en un restaurante con música en vivo, los tonos e incluso los géneros de las melodías que te rodean tienen un gran impacto en tu percepción de los sabores. La ciencia detrás de este fenómeno va así.

La psicoacústica

En pocas palabras, la psicoacústica estudia la manera en que percibimos el sonido. Para lograrlo, combina la fisiología del sonido, es decir, cómo el cuerpo percibe el sonido, y la psicología del mismo, es decir, cómo nuestros cerebros interpretan el sonido.

Dicho de otra forma, la fisiología del sonido se interesa por los componentes físicos que nos permiten escuchar, desde la forma de la oreja hasta cómo el sonido rebota al interior de nuestras cabezas. Incluso aspectos como la densidad de los huesos o el peso de una persona pueden alterar la forma en que el sonido es percibido, y es normal que, a medida que uno envejece, escuche los sonidos de manera completamente diferente.

Por otra parte, la psicología del sonido se interesa en la parte subjetiva, la interpretación y la respuesta emocional al escuchar un ruido o una canción, por ejemplo. Factores como el contexto y la experiencia personal influyen en la forma en que interpretamos determinado sonido. Aunque esto puede variar de persona en persona, aspectos como el tono, el volumen, la nitidez y la duración de un sonido afectan la percepción y son de gran importancia al decidir si un sonido es bueno o malo.

La neurogastronomía

La neurogastonomía es un campo de investigación reciente, pero que año con año genera más interés. Es la combinación de la ciencia con la gastronomía que da paso al estudio de cómo el cerebro percibe los sabores, tomando en consideración factores físicos, biológicos y psicológicos.

Es un término tan amplio que engloba todo tipo de investigaciones relacionadas con cómo percibimos el sabor, desde sus aplicaciones prácticas hasta cómo un chef puede manipular ciertas variables para mejorar la experiencia culinaria. Al estudiar la percepción del sabor, los cinco sentidos juegan un papel crucial en las investigaciones, las cuales requieren de todo tipo de profesionales: no solo cocineros, sino también antropólogos, bioquímicos, psicólogos, neurólogos y más.

Es así que, cuando la psicoacústica y la neurogastonomía convergen, surgen estudios como el del impacto del sonido en nuestra percepción de los sabores.

Entonces... ¿Comida y música de la mano?

La música y la comida comparten más cosas en común de las que podríamos pensar en un principio. Por ejemplo, tanto la música como la comida tienen un impacto en nuestro bienestar; hay estudios que demuestran que escuchar música tiene grandes beneficios en nuestra salud. Disfrutar de un platillo delicioso puede producir la misma alegría que descubrir una nueva canción o escuchar a nuestro artista favorito.

Además, la música y la comida son buenas maneras de crear un ambiente agradable, de fortalecer lazos y crear comunidad. Compartir nuestra comida favorita con un amigo nos vuelve más cercanos, de la misma forma que asistir al mismo concierto que un desconocido puede dar paso a una nueva relación. Tanto la comida como la música nos permiten conocer a otras personas y otras culturas.

Por eso, no debería sorprendernos demasiado que la música tenga un mayor impacto en la comida de lo que pensamos en un principio. El vínculo entre ambas ha existido desde hace siglos. Por ejemplo, entre el repertorio de música medieval no hacen falta canciones compuestas con el único propósito de acompañar un banquete.

Cómo la música podría condimentar nuestras comidas

Diversos estudios han demostrado cómo ciertos elementos de la música tienen un efecto en nuestra percepción del sabor. Aspectos como la velocidad y el tono, e incluso el género musical, impactan en la manera en que disfrutamos de la comida.

Por ejemplo, una canción con tonos graves, enfatiza el sabor umami en un platillo. Pero si la música de fondo tiene un tono más agudo, el mismo plato tendrá un sabor más dulce. Si una melodía se reproduce a un volumen demasiado alto, el sentido del gusto podría verse interrumpido; el cerebro se concentra en el ruido en vez de los sabores, por lo que es probable que la comida no sea la mejor que has probado en la vida. Al contrario, si la música complementa tus platillos, la explosión de sabores podría ser perfecta.

Esto no quiere decir que todo lo que comemos cambia su sabor cuando tenemos música de fondo. Los vegetales siempre saben a vegetales, así que no podrás engañar a tu cerebro al poner una canción popular para disfrutar del brócoli o los pimientos. Esto se debe a que son alimentos “no emocionales”. Opuestos al chocolate, por ejemplo, no tienen emociones fuertes asociadas a ellos, por lo que no se ven afectados por la frecuencia, el ritmo o la duración de una canción.

Una canción para cada platillo

Ahora que sabemos que ciertas canciones tienen un mayor impacto en los tonos que percibimos en un platillo, quizá la siguiente pregunta que deberíamos plantear es: ¿Qué melodía va mejor con qué platillo? Aunque no es una ciencia exacta, pues todos percibimos los sabores y los sonidos de formas diferentes, algunos estudios muestran que hay situaciones en las que la mayoría parece estar de acuerdo. Por ejemplo:

  • Si estás por devorar un postre y te gustaría disfrutarlo al máximo, una canción de pop o pop-rock, acompañada por una voz de tonos agudos, podría ser tu mejor opción para aumentar los tonos dulces del bocadillo.
  • La comida no es lo único que cambia su sabor; bebidas como el café no se salvan de los efectos de la música. Escuchar rock puede intensificar la amargura de tu bebida, mientras que el jazz aumentará los matices ahumados y achocolatados.
  • La experiencia de comer comida india, japonesa o italiana será mejor si el restaurante al que vas reproduce música tradicional de ese país. Una ópera italiana para acompañar tu pizza le añade un toque de autenticidad al platillo, mientras que una pieza de metal quizá no te hará sentir como si estuvieras en un bistró italiano.

La música en los restaurantes

El sabor no es lo único que cambia con la música, sino también nuestra forma de consumir alimentos.

En un restaurante de cinco estrellas, es muy poco probable que encuentres música rock o rap. En cambio, el piano o quizá una melodía de violín serán lo que te acompañe durante la noche. Esto no es una coincidencia; la música clásica crea un aire de sofisticación que complementa la comida. Además, la música lenta tiende a hacernos comer más lento, lo que puede resultar en que pases más tiempo en el restaurante y, por ende, gastes más de lo planeado. La música clásica incluso puede hacer que pidas los platillos y botellas más caras del menú.

Por el contrario, en un restaurante de comida rápida, lo más probable es que encuentres música pop a un volumen alto. Esta combinación de volumen y ritmo tiende a hacernos sentir más emocionados, lo que lleva a escoger platillos con un alto contenido de azúcar y sal. Además, el volumen alto hace que comamos más y más rápido, lo que funciona perfectamente para un restaurante que ofrece comidas simples, que muchas veces ni siquiera requieren cubiertos, pero deliciosas.

Comemos con los cinco sentidos

¿Alguna vez has escuchado que la comida entra primero por los ojos? Si bien es cierto que el gusto y el oído juegan un papel esencial al momento de comer, no es son los únicos sentidos que están presentes y que alteran la manera en que disfrutamos un platillo. De hecho, cada uno de los cinco sentidos cumplen su propia función.

El gusto, por su puesto, se activa cuando las papilas gustativas procesan la información recibida cuando ingerimos un alimento. El olfato complementa el sentido del gusto, por lo que también puede alterar el sabor de una comida. Tocar un alimento nos puede dar una idea de su textura y, acompañado por la memoria, podemos predecir su sabor. La vista funciona de forma similar; al ver un platillo, podemos anticipar información sobre él incluso antes de probarlo.

La próxima vez que vayas a un restaurante, asegúrate de prestar atención a la música de fondo que acompañará tu comida. O, si comes en casa, intenta poner diferentes canciones para descubrir cómo el sabor de tus alimentos cambia. Así, cuando invites a tus amigos o familiares a cenar, sabrás qué música reproducir para que la comida tenga el mejor sabor posible y convertirte en una estrella culinaria entre tus conocidos. ¿A qué te imaginas que sabe tu canción favorita? ¿Cómo se escucha el primer bocado de esa comida que has querido probar en los últimos días?

Imagen de portada KamranAydinov / Freepik

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