14 Mujeres compartieron las ridículas situaciones en las que se vieron envueltas porque su ropa no era del agrado de alguien

hace 4 meses

Sucede que, por alguna razón, todo el mundo a nuestro alrededor sabe mejor que nosotros mismos cómo debemos aparentar y qué debemos ponernos. Así que tenemos que luchar contra los consejos no solicitados y las opiniones ajenas como contra los mosquitos en una tarde de verano. Pero, por alguna razón, el número de personas que están seguras de que sus consejos son necesarios no hace más que crecer.

  • Hacía un examen en la uni. Me lo preparé a la perfección y salí volando en alas para contestarlo. Todo iba como la seda. Al final, la profesora me miró, como evaluándome, y de repente dijo: “Te pongo una B”. Cuando le pregunté por qué una B, sacudió la cabeza, se quitó las gafas y dijo: “¡Porque no puedes llevar falda corta al examen! Eres una futura profesora”.
  • Estaba comprando pañales. De repente, una mujer se paró a mi lado, me señaló los pechos y gritó a toda la tienda: “¿Podrías taparte?”. La miré boquiabierta y le pregunté: “¿Perdone?”. La señora se puso histérica: “¿Podrías taparte los pechos?”. No me di cuenta de lo que pasaba hasta que miré hacia abajo. Ese día tenía prisa por vestirme y llevaba una simple camiseta sin bra. Fue la falta de ropa interior lo que enfadó a la clienta. © Rosemary Avidan / Quora
  • Una vez mi novio me propuso que desayunáramos justo antes de ir al gimnasio. Llegué al restaurante en minishorts y sudadera. Cuando estábamos a punto de pagar el desayuno, se me acercó una señora mayor, me agarró bruscamente del brazo y me dijo en voz alta: “¡Ponte algo enseguida, que nadie quiere mirarte! Mi esposo está aquí”. Me quedé estupefacta, al igual que los demás visitantes. Luego la mujer continuó: “Escucha a tus mayores, ponte algo de ropa. Estás prácticamente desnuda”. No contesté nada, me quedé mirándola en silencio. Supongo que eso hizo que la señora se sintiera incómoda, porque bajo mi mirada finalmente se quedó callada y avergonzada. © AnabolicFairy / Quora
  • Mi hermana trabaja como profesora. En la escuela no tiene problemas por su estilo, pero en el metro una vez oyó decir: “¡Menuda generación ha crecido! No les va a salir nada bueno: todos con tatuajes, llevando pantalones cortos, enseñando los muslos, ¡ugh! ¿Qué cosas buenas podemos esperar de ustedes?”. Mi hermana se rio como una loca. Tiene 32 años, está haciendo el doctorado, pero la gente la considera frívola e inútil, simplemente porque tiene el cabello corto, shorts y tatuajes.
  • Estaba con mi esposo en una fila. Una mujer entró y se colocó detrás de nosotros. Entonces empezó a comentar con su hija adolescente lo que yo llevaba puesto: “Espero que nunca te pongas cosas así”, refiriéndose a los leggings. Mi esposo oyó y se volvió hacia la señora diciendo: “¡Y espero que mi hija nunca actúe como usted!”. La mujer se quedó muda. Y luego dijo: “¿Dónde está ahora su esposa? Está claro que no es ella, sino alguna amante”. Todo el mundo en la oficina de correos se echó a reír, ya que el pueblo es pequeño y mucha gente nos conoce a mí y a mi marido. Rosemary Avidan / Quora
  • Le caía muy mal a la profesora de mi clase. Delante de todos discutía mi aspecto “vergonzoso” (falda con tenis, algún agujerito en los leotardos), dejaba a mis amigas después de clase y las convencía de lo malo que era ser amiga mía. Los intentos de diálogo no fueron percibidos, ella me ignoraba. Y entonces tuvimos que hacer una redacción “Carta a un amigo”, en la que expresé con entusiasmo todo lo que pensaba sobre ese comportamiento. Esta vez no pudo ignorarme. Dijo que me había oído y no me molestó durante un par de meses más.
  • Iba en un autobús en verano. No había asientos, así que me puse al lado de una anciana. Ella empezó a decir: “¿Dónde vas vestida así, con tacones? Seguro que a ligar”. No le hice ni caso, bajé para ir al hospital. Ella detrás. Me di cuenta de que iba a la clínica, que está en la planta baja, donde trabajo como técnico de diagnóstico. La anciana volvió a insistir, diciendo que seguro que yo iba al ginecólogo, que me había quedado embarazada vete a saber de quién. Me fui tranquilamente a mi despacho. Después de un par de pacientes, entró la anciana: “Oh, lo siento”. Y le dije: “No pasa nada, son cosas que pasan”.
  • Una vez mi esposo y yo estábamos haciendo fila para embarcar en un avión. Yo era joven y despreocupada en aquel momento. Llevaba un top corto, pantalones cortos y tenis. Acababa de teñirme el cabello de rojo y de hacerme mi primer tatuaje. Justo detrás de nosotros había una chica de unos 18 años y sus padres. Y esto es lo que le dijo de mí a su madre: “¡Mira, qué pinta! Y no le da vergüenza enredarse con un tipo. Estoy segura de que ha dejado la universidad y es poco probable que consiga un trabajo decente. Así es como la gente desperdicia su vida. Yo nunca seré como ella”. Me hizo gracia: al fin y al cabo, yo había terminado la carrera y tenía un trabajo que mucha gente envidiaría. Y el tipo al que agarraba por la mano era mi esposo. © SC / Quora
  • Cuando estaba en el hospital, a mi compañera de planta la regañaron durante mucho tiempo por llevar una bata corta. La doctora se indignaba porque no le gustaba ver los muslos de los demás.
  • El código de vestimenta en nuestra escuela siempre ha sido estricto: parte de arriba blanca, parte de abajo negra. Las chicas tenían que llevar falda. Te podían mandar a casa por no llevar la chamarra, o muda de zapatos, por culpa de la bisutería. Recuerdo cómo la profesora le gritó a una compañera delante de todos porque venía con el cabello suelto, que le llegaba hasta los hombros, porque: “Las chicas deben llevar trenzas”.
  • Cuando tenía 9 años, decidí que donaría mi cabello a pelucas para personas con cáncer. Después de raparme la cabeza, solía llevar un pañuelo en la cabeza porque no quería quemarme con el sol. Un día, mi padre y yo estábamos en el cine y un hombre de unos 35 años me miró enfadado. Se acercó a mi padre y le dijo en voz muy baja: “No creo que su hija deba llevar eso, y no es apropiado que se rape el cabello a una edad tan temprana”. Y en cuanto oí eso, me arranqué el pañuelo, me di la vuelta y sonreí ampliamente a aquel hombre. © Marco Anne / Quora
  • Trabajaba como terapeuta en una clínica, teníamos un equipo joven. Recuerdo cómo iba con jeans rotos, botas negras y chaqueta de cuero, entré en el vestuario, me puse el uniforme, me recogí el cabello y salí. Y entonces una anciana le dijo a otra: “Ves, ha salido vestida como un ser humano”. Entonces me sentí muy ofendida. Al fin y al cabo, detrás de las paredes de la clínica, fuera del trabajo, soy la misma chica joven de 24 años que las demás. ¿A quién le importa mi aspecto fuera del trabajo?
  • Presencié la siguiente situación: una señora mayor con dos trenzas, con falda corta, chaqueta de cuero y lápiz rojo brillante en los labios. La sigue una anciana con un pañuelo en la cabeza y un abrigo. Oí a esta última murmurar para sí con disgusto: “Pero mira esto, ¡qué barbaridad! La falda es obscena, ¡y las trenzas! ¡Qué asco!”. Bueno, qué quieren que les diga, las mujeres, a cualquier edad, son mujeres.
  • En mi escuela, los profesores eran de la vieja guardia. Nuestra tutora fue especialmente atroz: en el orden de las cosas estaba mandar a lavarse a una chica maquillada o hacer comentarios sarcásticos sobre el aspecto inapropiado. Sin embargo, el incidente más memorable fue el siguiente: una vez mi compañera de clase llegó con una falda corta. La tutora montó inmediatamente un escándalo y la mandó a cambiarse de ropa. Pero no tuvo en cuenta una cosa: la chica tenía una madre joven y muy progresista. Y con estas palabras: “Dame esa falda” ella se puso la minifalda de su hija y fue a hablar con la tutora. Argumentó: “Yo la llevo tranquilamente y no veo nada objetable en el hecho de que esta falda la lleve mi hija”. El incidente terminó, la falda fue aprobada. Han pasado tantos años que sigo admirando a esta mujer.
Imagen de portada Rosemary Avidan / Quora

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