Preciosa frase la del principio del artículo
Los lectores de Genial.guru compartieron los incidentes de viaje que se quedaron grabados en su memoria para toda la vida
“Viajar te deja sin palabras, y luego te convierte en un narrador de historias”, dijo una vez el viajero y comerciante árabe Ibn Battuta.
En Genial.guru compartimos esta opinión, por lo tanto, les pedimos a nuestros lectores que compartan historias de viajes que comenzaron como cualquier aventura normal y corriente, pero terminaron grabadas en la memoria para toda la vida.
Dificultades lingüísticas
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En Alemania, estando en una estación de servicio, no sabíamos preguntar en alemán qué deberíamos hacer primero: repostar o pagar. El esposo de mi amiga nos envió la frase necesaria en alemán. Mostramos el teléfono al cajero. Se rio y se encogió de hombros, luego el esposo “bromista” nos envió la traducción: “¿Cómo repostar un tanque ruso?”
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Una vez, estando en Florencia, pasamos por una tienda china para comprar lentes. Uno de nuestros amigos no sabía cómo preguntar si eran para hombres o mujeres. En lugar de usar la palabra unisex, preguntó al comerciante: “¿Bisexual?”. El vendedor se puso a asentir con la cabeza.
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Una vez estuvimos con mis amigos en el extranjero, después de haber decidido que yo sabía hablar inglés mejor que ellos, me pidieron que consiguiera unas servilletas. No recordaba la palabra servilletas, y no tenía dónde consultarla. Por lo tanto, me dirigí al camarero diciendo: “Can you bring me some diapers?” (Ing. ¿Me puedes traer unos pañales?). Se quedó extremadamente sorprendido. Repetí una vez más. Cuando varios empleados del restaurante se pusieron a cavilar sobre cómo ayudarme, decidí acercarme a la mesa y enseñarles que no me refería a los pañales.
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Fui de viaje a Estambul. Dejé mi tarjeta SIM en casa. Simplemente busqué y apunté las frases necesarias en internet y salí a caminar. Comí en una cafetería y decidí ir al baño. Sin decir una sola palabra, le enseñe al administrador mi teléfono donde tenía apuntado en turco: “Necesito ir al baño”, y me respondió en español puro: “Segundo piso a la derecha”.
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Salíamos del hostal en Ámsterdam, y teníamos que pegar algo del equipaje. Fui corriendo a la recepción y le dije al administrador: “Give me please scotch” (los rusos creen sinceramente que la palabra scotch significa cinta adhesiva en todos los países mientras que para todo el mundo es whisky escocés). Fue en la mañana. Él me miró sorprendido y preguntó: “¿Scotch?”, mostrando con gestos que todavía era temprano. Pero seguí insistiendo. El administrador se fue y finalmente me trajo un vaso pequeño. Casi me muero de risa. Solo entonces me di cuenta de que pensaba que le estaba pidiendo alcohol.
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En el aeropuerto de Alemania, un policía se acercó a mi madre, señaló con el dedo su bolso y exigió algo en alemán. Ella no sabía el idioma y agarró su bolso con más fuerza. El policía le estaba explicando algo, le señalaba el bolso, la cremallera y obviamente quería algo: ya sea registrar, confiscar, o no sé qué más. Mi mamá comenzó a ponerse nerviosa. Definitivamente no quería perder su vuelo por estar detenida. Se acercaron otros trabajadores del aeropuerto, rodeándola por todos lados. La conciencia de mi madre estaba tranquila: no le robó nada a nadie, no puso bombas, no violó las leyes. Entonces decidió que no se rendiría sin dar una pelea, y se preparó para defenderse. Afortunadamente, se acercó corriendo otro empleado del aeropuerto y le explicó en español que el policía solo le estaba pidiendo cerrar la cremallera del bolso, ya que había carteristas en el aeropuerto.
Un poco de emoción
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Durante nuestra estancia en Venecia, mi hija se ensució los zapatos y decidí lavar la suela en el canal. Bajé las escaleras hacia el agua, pero no imaginaba que estuvieran tan resbaladizas. Resumiendo, me caí de cabeza al Gran Canal delante de toda la ciudad.
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Me perdí en el cementerio Père Lachaise. Caminé unas tres horas, luego me encontré en medio de las tumbas, sin cobertura celular y una bandada de cuervos dando vueltas por encima de mi cabeza. Francamente, ver París y morir no estaba en mis planes.
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Estando de vacaciones en Montenegro, fui a las montañas. De regreso, me tropecé con un toro. Tenía miedo de seguir adelante, y el animal me siguió, haciéndome volver a subir a la montaña. Tuve la suerte de encontrar a un niño de 12 a 14 años. Cuando le expliqué que tenía miedo de seguir adelante, él simplemente se acercó y le dio una palmada al toro despejándome el camino.
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Estando en Malta, una mujer me siguió, irrumpió en mi habitación de hotel y, desnudándose sobre la marcha, se metió en la ducha, donde se puso a bañarse. Me explicó que el agua en la ciudad es muy cara y los turistas ya la tenían incluida en la factura del hotel, por lo que lo único que quería de mí era mi cuarto de ducha.
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Tuve un repentino viaje de negocios a Siberia. En la calle hacía 40 °C bajo cero. Necesitaba buscar un edificio residencial para entregar unos papeles. Por el número del departamento entendí que debía pasar por la primera entrada. Cuando fui a la entrada extrema del edificio, resultó ser la 3ra. Es lógico que las siguientes fueran la segunda y la primera, ¡pero no! La siguiente era la cuarta, y las otras dos no estaban numeradas. Me di cuenta de que debería llamar (les recuerdo que hacían 40 °C bajo cero en la calle). Saqué el teléfono, pero se congeló, igual que yo. Después de media hora de búsqueda, tuve la suerte de encontrar a una mujer. Le pregunté disculpándome cómo encontrar el departamento necesario. Me miró unos 30 segundos, y luego soltó casi un grito: “¡Ahhhh! Ya sé de qué me estás hablando, es un edificio al revés, tiene la secuencia de entradas 3-4-1-2”. Ahora sí que creo que Rusia es un país misterioso.
Un par de malentendidos
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Celebrando mi cumpleaños en Creta, vine de la playa e inmediatamente fui a la ducha. Salgo de allí luciendo nada más que una toalla en mi cabeza, cantando una canción, y me encuentro con un joven desconocido que sostiene un pastel, flores y una botella de champán en una bandeja. Era un detalle del hotel por mi cumple. No sé quién de nosotros se quedó más confuso. Pero luego sonreía ampliamente cada vez que me veía, asegurándome que aquella vez tocó la puerta antes de entrar.
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Viajé con mis amigos a los estados bálticos. Al llegar a Estonia a la primera hora de la noche, descubrimos que habíamos confundido las fechas de reserva y que en nuestro hotel no había habitaciones disponibles hasta la mañana siguiente. Por desgracia, todos los hoteles estaban ocupados. Fuimos a un hostal, pero resultó que no había nadie en la recepción hasta las 8 de la mañana. En la habitación de al lado había una sala común con sofás y sillones. Sin pensarlo dos veces, entramos, apagamos la luz como si fuéramos dueños y nos acostamos. Por la mañana recogimos nuestras cosas y, todavía somnolientos y despeinados, nos dirigimos tranquilamente a la salida. ¡Deberías ver la cara del administrador! Como resultado, una noche gratis en un hostal de Estonia y emociones inolvidables.
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Estuvimos en Azerbaiyán. Hay un lugar de atracción turística donde el gas sale a la superficie y ya lleva muchos años ardiendo. Entonces, fuimos allí. De regreso pasamos por un pequeño pueblo y entramos al museo. Allí, el mismo director del museo nos dio un recorrido. Habló con muchísimo entusiasmo sobre el fuego que sale del suelo. Pero cuando le dijimos que ya habíamos estado allí se quedó sorprendido y preguntó si era cierto que las llamas salían directamente del suelo.
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Viajé a Rusia. Compré pasajes en la estación usando una tarjeta de identidad de Kazajstán (en forma de tarjeta de plástico). El joven detrás de mí en la fila comenzó a preguntarme qué tipo de tarjeta era, dónde conseguir una y cuánto descuento tenía.
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Me invitaron a celebrar el cumpleaños de mi amigo que se encontraba en otro país. Son 7 horas de vuelo nocturno con un transbordo. Llegué al lugar de destino. La fiesta estaba programada para las 7 p.m. y eran las 2 p.m. Pues, decidí echarme una siesta de un par de horas para estar fresco y descansado. Me desperté a las 6 p.m., ¿cómo pude no escuchar la alarma a las 5 p.m.? Pero algo no estaba bien: tenía dos docenas de llamadas perdidas. Al final descubrí que eran las 6 a.m., y no las 6 p.m. Así que, tuve que disculparme.
Bono: sobre la generosidad humana
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Iba a recorrer todos los países europeos en autobús con salida de Chisinau. Mis amigos me llevaron por error a la estación sur en lugar de norte. Quedaban menos de 20 minutos hasta la partida, y en la ciudad ese día se celebraba la fiesta de del vino. ¡Toda la ciudad se convirtió en un gran atasco! Cuando nos dimos cuenta de lo que sucedió, un amigo dijo que no nos daba tiempo para llegar a otra estación. Fue cosa de segundos. En un minuto encontré un taxista que, habiendo estimado las posibilidades, prometió que llegaríamos a tiempo si le pagaba 10 euros. Acepté y dije que, si teníamos éxito, duplicaría su honorario. Nunca he viajado tan rápido y con tantas infracciones. Pero el taxista no me decepcionó: llegamos justo a tiempo, sanos y salvos.
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Estaba de vacaciones en Egipto, y el segundo día me robaron todo el dinero. Afortunadamente, tenía todo incluido en el hotel. Por suerte conocí a unos compatriotas que también se alojaron en el mismo hotel. Entonces me ayudaron a visitar todos los lugares que planeaba visitar. Pero lo más interesante fue el regreso. Después de salir del aeropuerto fui en autobús hasta mi ciudad. Por el camino paramos en una cafetería, pero tenía solo un USD en el bolsillo. Después de hacer cola, pedí una taza de café, ofreciéndole a la camarera el dólar. Ella se negó y me sirvió un vaso de agua. Las personas en la cola no dijeron una sola palabra. Me senté en la mesa con mi vaso de agua. Exactamente 5 minutos después tenía una sopa, un segundo plato, un postre y un café. Las personas desconocidas, sin decir nada, me compraron la comida. No puedo contener las lágrimas recordando esta historia.
¿Recuerdas algunas historias que te ocurrieron estando de viaje? ¡Comparte los casos que se quedaron grabados en tu memoria!
Comentarios
A mí me ha pasado de hablar en el idioma del país y que me contestasen en mi idioma XD
Para mí lo peor son las barreras del idioma
Caerse al canal por ir a lavar la suela del zapato… me muero de risa :)
una vez mi abuelito estaba en frente de la biblioteca en new york
y le dijiero en ingles permiso y el penso que lo insultaban