17 Personas que se cansaron de soportar sentimientos heridos, pidieron el divorcio y fue lo más acertado

Ser un buen amigo a veces significa ir más allá del deber por alguien. Pero, ¿qué ocurre cuando eres un buen amigo, pero la otra persona no parece valorarte a ti ni a tu tiempo? Esta es una de esas mujeres que se encontró en un dilema cuando una amiga decidió aceptar un favor, pero se negó a mostrarle el respeto necesario.
Una amiga a la que hacía años que no veía me invitó a un baby shower. Se había mudado a otro estado, pero al parecer había vuelto y ahora estaba celebrando su fiesta aquí. Estaba muy emocionada porque hacía mucho que no la veía. Creó un grupo con todas las amigas en común que invitó y nos dijo que iba a ser algo pequeño y rápido, ya que se acababa de enterar de que estaba embarazada cuando ya tenía 35 semanas y la inducción estaba programada para la semana 37.
Todas empezamos a ofrecernos voluntarias para encargarnos de diferentes cosas para la fiesta. Yo dije que cocinaría comida filipina y ayudaría a pagar parte de la decoración. Envié dinero a la amiga que se encargaba de la decoración. Además, le pregunté a la futura mamá cuántas personas estaban invitadas además de las señoras del chat de grupo. Me dijo que 15.
Éramos 10 en el grupo, así que pensé en cocinar para 50 personas por si acaso invitaba a algunas más. Empecé a comprar los ingredientes. Con la señora de la decoración, empecé a preparar y coordinar todo. Decidimos dónde queríamos la comida y la mesa para comer y se lo dijimos a la futura madre. Ella lo aprobó.
Pronto, era la víspera de la fiesta, me pasé todo el día cocinando, tomándome un día libre en el trabajo. Trabajo a tiempo parcial, ya que soy la cuidadora principal de mi bebé mientras mi pareja trabaja. Eso sí, tuve que organizarme para que mi suegra cuidara de mi bebé mientras yo cocinaba y para que yo fuera a la fiesta. Yo no quería llevar a mi bebé ya que estaría ocupada con el catering. Por suerte, ella estaba libre esos días.
La noche anterior, me mandó un mensaje diciendo que tuvo que “tomar decisiones difíciles” y “desinvitarme”. También dijo que aún “quería” que yo llevara la comida. Le dije que entendía y respetaba su decisión, pero que no le llevaría la comida. Me preguntó por qué, y le dije que no tenía sentido que condujera 75 minutos para llevar comida a un acto al que ya no estaba invitada. La única razón por la que me ofrecí voluntaria fue porque me había invitado. Me preguntó cómo iba a encontrar a alguien que hiciera el catering con tan poca antelación y que era odioso por mi parte.
Unos pocos amigos se pusieron de su parte, mientras que la mayoría se puso de la mía. Quiero saber, desde la perspectiva de un extraño, si he metido la pata.
El tráfico pesado puede convertir un simple trayecto en un verdadero campo de batalla emocional. Entre los embotellamientos, el sonido constante de las bocinas y la ansiedad por llegar a tiempo, no es raro que los conductores pasen por momentos de frustración intensa. Por eso, muchas veces, ese estrés acumulado se transforma en conflictos pasajeros entre quienes comparten la carretera, solo que para algunos, terminan siendo toda una enseñanza para la vida.