17 Personas que solo querían ir a la cafetería, pero terminaron yéndose con una gran historia

La menstruación es un tema delicado para muchas niñas y sus familias. A veces, la falta de información o la vergüenza pueden generar problemas de comunicación y de salud. En este artículo, les queremos contar la experiencia de un tío con su sobrina, que nos hizo reflexionar sobre la importancia de educar y apoyar a las niñas en esta etapa de sus vidas, ya sea siendo mujer u hombre.
Explicarle a una niña sobre la menstruación puede ser una tarea difícil, sobre todo si quien lo hace es un hombre. Muchas veces, los padres se sienten incómodos o inseguros al hablar de este tema con sus hijas, por falta de información o por prejuicios sociales. Sin embargo, hoy en día ya no deberían existir este tipo de estereotipos que limitan la comunicación entre padres e hijas. La menstruación es un proceso natural y saludable que forma parte de la vida de las mujeres, y que merece ser abordado con respeto y confianza.
Para una niña, la llegada de la menstruación puede ser un momento de dudas, miedos y curiosidad. Por eso, es importante que alguien le explique qué es lo que está pasando en su cuerpo y cómo cuidarse durante esos días. Pero ¿qué pasa si ese alguien es un hombre? ¿Cómo puede un padre, un hermano o un amigo hablarle a una niña sobre la menstruación sin sentirse avergonzado o nervioso? Hoy en día, ya no deberíamos tener este tipo de tabúes que dificultan el diálogo entre hombres y mujeres. La menstruación es una realidad que nos afecta a todos, y que debemos conocer y respetar.
Hace unas noches, mientras preparaba la cena para las niñas, le pedí a mi sobrina que trajera la cesta de ropa sucia del baño. El cesto estaba lleno y como mi sobrina tenía más ropa sucia, fue a buscarla a su dormitorio. Mientras volvía, empecé a clasificar la ropa para meterla a la lavadora
Para mi total sorpresa, encontré 3 pares de su ropa interior con toallitas sanitarias pegadas. Cuando regresó, vio que las había apartado. Así que le dije: “Cariño, debes quitarte las toallas higiénicas y tirarlas antes de poner tu ropa interior en el cesto de la ropa sucia”.
Me preocupé por su higiene y le pregunté con delicadeza si se las cambiaba con frecuencia. Ella me contestó con indiferencia: “Mi mamá se encarga de eso”. Me quedé atónito. ¿Cómo podía su mamá cambiarle las toallas sanitarias? ¿No se daba cuenta de que debía hacerlo ella misma varias veces al día? Recordé que el día anterior había percibido un olor extraño cuando la recogí de la escuela, pero no quise hacerle ningún comentario al respecto. Sin embargo, le expliqué que era importante cambiar y desechar las toallas sanitarias regularmente, sobre todo por la mañana al levantarse.
Mi sobrina no tomó bien mi consejo y se enfadó mucho. Agarró un montón de ropa y la tiró al suelo, luego se marchó a su habitación dando un portazo y no quiso bajar a cenar esa noche.
Más tarde, estaba levantando la mesa cuando sonó el teléfono. Era la madre de mi sobrina, furiosa conmigo. Me acusó de haber hablado con su hija sobre su período sin su permiso y de haberla avergonzado e incomodado, sobre todo porque soy un hombre.