
Personas de diferentes países contaron cómo sobrevivieron al quedarse sin hogar
“Para comprender a una persona, debes caminar unas cuantas millas con sus zapatos”. Todos conocen la sabiduría del Dalai Lama, pero pocos de nosotros, realmente, podemos reflexionar sobre la situación por la que a veces pasan personas a nuestro alrededor. Quedarse sin hogar es una prueba que puede romper incluso a la persona más fuerte. Y aquellos que aun así lograron salir adelante, rara vez comparten sus experiencias. Pero saber de primera mano qué es vivir en la calle es importante para cada uno de nosotros, aunque solo sea para comenzar a estar más atentos al prójimo.
Las estadísticas revelan datos impactantes: 150 millones de personas en el mundo no tienen hogar y 1 600 millones viven en condiciones que difícilmente podrían denominarse normales. Genial.guru advierte de que leer tales historias no resulta sencillo, pero a veces es necesario para ver la vida desde otra perspectiva y reflexionar seriamente.
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En la escuela secundaria, vivía en el asiento trasero del automóvil y aprovechaba la luz de la farola para hacer mis tareas. Más tarde, mi amigo comenzó a llevarme a escondidas a su casa al llegar la noche, donde podía dormir bien. Pero, un día, su padre me descubrió y nos echó a los dos. Tuve que volver al auto y asearme en los baños públicos de la playa. No en vano, seguí estudiando y obtenía buenas calificaciones. © justuselotion
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Tenía unos 25 años cuando me echaron del departamento. Empaqué mis cosas, las llevé al auto y dormí en este durante 2-3 noches. Cada vez que me quedaba dormido, lloraba, pero estaba agradecido por al menos no dormir a la intemperie. Tras un par de días, mi amiga me vio por casualidad y, cuando se enteró de que yo dormía en el auto, me dijo que fuera a su casa. Sentí un sincero cuidado y compasión, la sensación de encontrarme en una casa, tumbado en una cama, era indescriptible. Mi amiga y su hija dormían juntas, dejando para mí la habitación infantil donde viví unos 3 meses antes de encontrar un nuevo trabajo y poder de nuevo pagar por una vivienda. © Mannyvoz
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Estoy sin hogar ya durante unos 4 meses. Perdí mi trabajo mientras estaba en el hospital. A pesar de que tengo ciertos conocimientos y experiencia, me horroriza la idea de que nunca podré volver a ganar lo suficiente para volver a vivir en un departamento. La emoción que más me invade es la preocupación. Estoy constantemente esperando problemas y solo puedo permitirme comer platillos enlatados. Y me odio a mí mismo por haber permitido que mi vida se volviera así. Y, además, este aislamiento me vuelve loco porque no he podido confesar a mis amigos mi fracaso. Estoy avergonzado de mí mismo. © PawsbeforePeople13
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Mi esposa y yo vinimos del campo, y la primera noche dormimos en un parque. Al día siguiente, le dije que debíamos encontrar un lugar más seguro y nos fuimos a las montañas. Tras liberar la tierra de palos y piedras, levantamos un nuevo refugio y luego nos fuimos a la ciudad para buscar trabajo. Todos los días íbamos buscando empleo hasta el atardecer, para después regresar a la montaña a nuestro lugar. Así vivimos durante un mes y luego encontramos una pequeña cabaña en el pueblo, que se convirtió en nuestro hogar hasta el momento en que, por fin, conseguí un trabajo. © The_Shape_Shifter
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Dormía en la oficina bajo mi mesa en un saco de dormir. Nadie se dio cuenta de esto porque yo siempre fui el último que se iba y el primero en llegar al trabajo. Me duchaba en el gimnasio. Al final, conseguí ahorrar suficiente dinero para alquilar una habitación. © Whycantianswer
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Tenía una tienda de campaña y vivía en ella en un bosque en el centro de la ciudad. Seguía trabajando y a nadie le conté que estaba sin hogar. Estaba ahorrando dinero, soñando con “ponerme en pie”, pero en aquella época tenía la sensación de que el mundo estaba girando y yo, simplemente, estaba en el mismo lugar, quieto. © DiegotheConqueror
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Un día volví a vivir con mi exnovia y, un par de semanas después, ella organizó un mercadillo donde vendió la mayoría de mis pertenencias. Al recibir el dinero, la chica me dijo que había llegado la hora de que yo volviera a mi departamento, aunque sabía que este ya esperaba a un nuevo inquilino. Yo era pobre y no tenía ni idea de cómo empezar ni adónde ir. Hacía frío afuera, por lo que me quedé en una cafetería abierta las 24 horas. De vez en cuando, pedía un café pequeño para tener una razón para quedarme en su interior. Al final, el dinero se agotó y pensé que entonces me echarían. Vi que se me acercaba la mujer que trabajaba en la barra. Vino hasta mi mesa y me puso encima mi pedido habitual. Creo que se dio cuenta de lo que estaba sucediendo y cuando, por segunda vez hizo lo mismo, me esforcé al máximo para no romper a llorar. Gracias a estas personas, nunca pasé con frío las noches. Ahora, las cosas van mucho mejor, pero nunca olvidaré lo inútil que me sentí en aquel momento. © Theearthhasnoedges
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Tenía 15 años y estaba sentado en la sala de espera de la estación, sin saber adónde ir. Un empleado me permitió quedarme para estar a salvo. Dijo que tenía una hija de mi edad. En la estación había bancos con asientos blandos y un baño en el que me aseaba. Esta instalación se convirtió en mi “hogar” hasta el momento en el que yo pude encontrar un trabajo y alquilar una habitación. © Greasewife
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Vagaba por las calles todo el tiempo que pude, pero me desmayé en un banco frente a una iglesia. Me hicieron recobrar la conciencia e inmediatamente me pidieron que me fuera, diciendo que pronto llegaría la gente que no debería ver a personas como yo. Entonces me di cuenta de que tan solo una noche me convertí en una parte indeseable de la sociedad. Pero seguí yendo al trabajo y no le dije a nadie que me habían echado de casa. Tomaba una ducha en la universidad local porque allí nunca comprobaban las identificaciones de estudiantes a las personas que iban al gimnasio. Al final, me puse en pie, pero incluso ahora, que ya no soy un sin techo, sigo sintiéndome alguien insignificante. © annnd_we_are_boned
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Pasé por un divorcio mientras estudiaba el posgrado y todavía no sabía cómo administrar adecuadamente el dinero, por lo que me quedé sin hogar y tuve que vivir en mi auto. No todo iba tan mal, ya que seguía estudiando y podía aprovechar el aparcamiento, gimnasio y ducha. Tenía una beca y gastaba dinero solo en lo más esencial. Viví así durante dos años. Ya me gradué, obtuve un buen empleo, adquirí un departamento y estoy agradecido por esta experiencia. © dmorrison666
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A los 18 años, sufrí de depresión. Tenía que superar los exámenes finales, pero entré en pánico y no asistí. Debido a mis fracasos, mi depresión aumentó más y mis padres ya no quisieron ver esto, por lo que recogieron mis cosas y me echaron de casa. No tenía idea de adónde ir, ni qué hacer, pero no quería dormir en la calle como lo hacen otros sin techo porque tenía miedo de que me pasara algo o de que me robaran mientras dormía las pocas cosas que tenía. Así que me adentré en el bosque, abrí mi maleta con ropa y me acurruqué en ella. Aquella noche no pude pegar ojo. Afortunadamente, mis abuelos me acogieron hasta que encontré un empleo y luego también mis padres decidieron aceptar que volviese. © WhoAmI008
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Me sentía muy ansioso cuando llamaba a cada uno de mis familiares de los que solo podía acordarme y le contaba que me había quedado sin hogar. Mi última conversación telefónica fue con mi tío, con quien crecí. Él me dijo: “Aprende a disfrutar de vagabundear”. Sus palabras fueron terribles porque siempre lo estimaba como una buena persona. Mi primera noche sin hogar fue en septiembre. Dormí en un banco del parque y luego pasé varias noches en un refugio para personas sin techo. Por suerte, logré ponerme en pie, conocí a mi esposa y desde entonces mi vida es bella. © ContemplatingBliss
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Tenía 13 años cuando mis padres me echaron de casa diciendo que ya no querían tener nada en común conmigo. No quería ir a un refugio y, al encontrar un remolque medio roto, decidí quedarme en él. Afuera hacía frío y solo disponía de una manta fina. Pero lo peor fue la sensación de hambre. Al día siguiente, fui a buscar trabajo y mentí sobre mi edad, diciendo que tenía 15 años. Trabajaba después de las clases 5 días a la semana y escatimaba cada centavo. Logré ahorrar dinero, compré un auto por 300 USD y después conocí a una mujer mayor que me alquiló su garaje sin comprobar los documentos. Mi infancia no fue normal, pero todas estas pruebas me hicieron ser quien soy hoy. © Poecifer
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Me quedé dormido en la acera, y cuando desperté, descubrí que alguien había dejado a mi lado una bolsa que contenía comida y me cubrió con una gran manta rosa mientras dormía. © RecoveredGreens
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Tenía unos 9 años cuando mi madre me dijo que íbamos de “acampada”. No sospechaba nada, ya que era verano y antes acampábamos con frecuencia. Aunque me preguntaba por qué esta vez llevábamos tantas cosas con nosotros. Después de varias semanas de “acampada”, comencé a quejarme, pero mi madre continuó insistiendo en que la unión con la naturaleza era buena para nosotros. Vivimos así otros 6 meses. Cuando finalmente pudimos empezar a vivir en una nueva casa, mi madre lloró de felicidad. © Skas1n
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Me fui de casa a los 14 años y tenía muchas razones para ello. Quería convertirme en un cantante e inventé una nueva personalidad: añadí 7 años a mi edad y creé toda una historia sobre mí. Con esta leyenda, viví 11 años. Mi primera noche sin hogar fue fría, aterradora y divertida al mismo tiempo: le pedí a un camionero que me llevara a algún lugar. Pero no recomiendo a nadie que lo haga así. Tuve una vida interesante, pero muy dura. Simplemente tuve la suerte de no haber acabado en una zanja en un descampado. © OriginalRedMage
Y tú, ¿alguna vez has desarrollado un plan B en caso de que algo saliera mal en tu vida?
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