Por eso las serpientes les temen a las mantis | Insecto vs. reptil

hace 9 meses

Parece un jardín normal, ¿verdad? Acércate un poco más. Más. Un poco más. Bien, ahora haz una panorámica a la derecha. No, a la derecha. Bingo. ¿Qué es lo que estás mirando? ¿Un palo? Espera un momento. Ah, ahí está. ¡Eso es lo que yo llamo camuflaje! La mantis es una bestia en el mundo de los insectos. ¿Su menú preferido? Otros insectos. Y pájaros. Y ranas... ¡incluso ratones! Estas minimáquinas vienen en muchos tamaños y colores, y se encuentran en casi todos los rincones del mundo. La mayoría son verdes o marrones, para mimetizarse con su entorno, pero a otras les gusta ponerse algo llamativo y siempre van vestidas para la ocasión. Estos poderosos insectos son los mejores amigos del agricultor, ya que se comen todas las alimañas y parásitos, dejando los campos bien limpios. Las buenas mantis.

Y mira eso, está haciendo su camino a otra rama. Sus grandes patas delanteras actúan como un “gancho” para agarrar cualquier cosa que le llame la atención. Esas tienen púas afiladas, y quedar atrapado en ese agarre sería el último lugar donde querrías estar. Y sus patas traseras son lo suficientemente poderosas como para arremeter contra cualquier cosa sabrosa, no hay posibilidad de escapar. Y además de parecer malas, son rápidas. Como un pestañeo. Atrapan su comida diaria sin siquiera sudar. Bastante llamativo. Y no les gusta perder el tiempo. ¡Comienzan a comer su almuerzo mientras aún está vivo y coleando! Aj.

Pero basta de mantis, bajemos al nivel del suelo. Mira esa serpiente en la hierba. Pequeña cosa astuta. Es pequeña, de solo 30 cm de largo, y no come nada fuera de su estricta dieta. Se alimenta de pequeños insectos, pájaros y ratones. Se desliza hasta el árbol, sin saber que la mantis está ahí esperando, disfrazada de rama. La mantis lo ve todo. Es capaz de girar su cabeza triangular 180 grados para obtener la vista perfecta. Tiene 2 ojos compuestos y otros 3 ojos simples apretados entre ellos. Definitivamente no teme un poco de contacto visual. La serpiente se desliza por el tronco del árbol y se acerca a la mantis. Cruzan miradas. La serpiente se lanza y muerde las patas de la mantis, ¡y esta resbala y cae por el árbol! Justo a tiempo, se las arregla para alcanzar y colgarse de una pequeña rama del árbol y recuperar el equilibrio. Se pone en su posición de lucha característica.

Eso fue rápido. Sin preparación, sin calentamiento, nada. La serpiente se desliza hacia abajo, y una vez más, están cara a cara. Se miran fijamente... ¿quién hará el primer movimiento? Una mantis suele levantar los brazos en el aire y expandir sus alas traseras para parecer más grande cuando se ve amenazada. ¿Te acuerdas de Karate Kid? Sí, justo así. Pero hoy no. Es lo suficientemente confiada contra esta enclenque serpiente de hierba. Esta, mientras tanto, no sabe qué esperar. Nunca se había enfrentado a una criatura tan extraña... Es como un palo, pero también parece deliciosa. ¡Confuso! Después de un segundo, la serpiente hace otra embestida. Abre sus mandíbulas e intenta morder a la mantis, ¡pero falla! Esta esquiva con facilidad y se agarra al cuello de la serpiente, ¡intenta darle un mordisco! Pero la serpiente se libera, a pesar de los afilados picos de las patas de la mantis.

La serpiente se libera, pero el daño está hecho. ¡Esos picos penetraron la gruesa piel de la serpiente! Un punto para el equipo mantis. Pero la serpiente no se rinde pronto. Sorprende a la mantis con un movimiento furtivo y la toma desprevenida. La mantis se las arregla para dar un pequeño salto y agarrar a la serpiente contra el suelo. Y esta en particular está hambrienta del tamaño de una serpiente. Nocaut técnico, si sabes lo que quiero decir. La serpiente nunca tuvo una oportunidad. Pero podría no terminar tan rápido si la mantis se enfrentara a un avispón. Ahora estamos hablando. Una bestia voladora con un aguijón fornido contra una máquina de lucha de pies rápidos y garras. Bien, tenemos tiempo. Hagámoslo. La mantis se mantiene en guardia, inmóvil. Gira la cabeza y los 5 ojos escudriñan el cielo, el suelo... observando, esperando. Hasta ahora nada. El suelo está despejado y el cielo es de un azul inmaculado. Entonces, un rápido movimiento de sombra atraviesa el cielo. La mantis no pudo verlo bien. Otro silbido y un destello de color, esta vez desde atrás. Algo está jugando con la mantis, tratando de debilitarla psicológicamente. Pero el insecto se mantiene firme; una verdadera mantis no se inmuta.

Esta vez el avispón pasa volando. El zumbido de sus alas lo hace sonar como un minihelicóptero. La mantis está preparada y vuelve a revisar su equipo. Mira sus patas delanteras para asegurarse de que estén listas para cualquier cosa. Es un juego de paciencia, de quién va a mostrar su debilidad primero. El avispón se abalanza y trata de picar a la mantis. Esta es rápida, lo suficiente como para apartarse, pero no tanto como para agarrar a la bestia voladora. Tendrá que esperar a que el avispón se acerque de nuevo... entonces estará lista. La mantis tiene que calcular el tiempo justo. Si puede conseguir el ángulo perfecto, puede agarrar al avispón y luchar contra él. Pero este es demasiado inteligente, sigue llegando a diferentes velocidades y ángulos. Una mantis está acostumbrada a emboscar a su oponente, así que esperar a ser picada no es su actividad favorita. Pero es lo suficientemente rápida para rechazar cualquier ataque.

Otro destello, ¡y el avispón sorprende a la mantis por detrás! ¡La derriba! Casi engancha su aguijón, pero falla por poco. ¡La mantis ve su oportunidad y se levanta! Pero una de sus patas traseras está dañada. Esto podría ser una gran ventaja para el avispón, ya que la mantis necesita ambas patas traseras para embestir y abalanzarse. Se tambalea un poco, tratando de no parecer débil. La velocidad y los contraataques ya no son una opción para ella. Pero al menos el avispón no es tan rápido como una serpiente. Incluso sin sus patas traseras, la mantis sigue siendo poderosa. El avispón llega desde otra dirección e intenta picarla, pero esta cambia de posición y consigue escapar. Sin embargo, por mucho que lo intente, no puede agarrar al avispón.

El avispón vuela más alto que nunca y utiliza la gravedad para ganar mucha velocidad. Vuelve a fallar, ¡pero su impacto en salto daña la otra pata de la mantis! ¡No puede moverse! Parece que todo ha terminado, no hay forma de que escape. El avispón decide lanzar una última picadura, ¡pero esta vez la mantis se aferra a él! Sin poder usar sus patas traseras, la mantis no puede inmovilizarlo correctamente. El avispón se las arregla para flotar un poco, esforzándose por volar a un lugar seguro. El peso de la mantis lo vuelve a sujetar. Cuanto más luchan, más dominan las patas delanteras de la mantis. Agarran al avispón cada vez más fuerte, clavando sus púas más y más profundamente. La mantis ve esto como una oportunidad para empezar a morder al avispón, pero este también tiene unas poderosas mandíbulas, ¡y le devuelve el mordisco! Una pequeña mosca doméstica observa en el fondo, congelada por el miedo. ¡Fuera, amiga! No deberías estar aquí, es peligroso. ¡Esfúmate!

La pelea se interrumpe cuando el avispón logra escapar de las garras de la mantis y arrastrarse... arrastrarse, no volar. ¡La mantis fue capaz de dañar sus alas! ¡Esta escarba profundamente y encuentra una reserva de energía oculta! Se arrastra hasta el avispón y consigue agarrarlo de nuevo, esta vez por detrás. De esta manera, este no podrá picar a la mantis ni tampoco morderla. El avispón puede ver lo que está a punto de suceder, y está indefenso. Las garras de la mantis están muy apretadas. Esta comienza a morder. Puede tener una mandíbula más pequeña que la del avispón promedio, pero es rápida e igual de poderosa. No me gustaría estar en el otro extremo de esas mandíbulas. El avispón lo intenta todo: arrastrarse, volar, saltar de la rama... pero nada funciona. Sucumbe ante las garras de la mantis y su interminable apetito. Otra impresionante victoria de la increíble mantis [¡GANASTE!]. Ahora, ¿no te alegras de que la escuela secundaria no haya sido así?

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