¿Por qué las “chicas malas” son más felices que las “buenas” y qué hacen para conseguirlo?
Jill Weber, psicóloga clínica de Washington, argumenta que las chicas, a partir de una edad muy temprana, intentan complacer a los demás y satisfacer sus deseos. Asimilan más rápido la disciplina y la obediencia y, por lo tanto, escuchan alabanzas con más frecuencia que los varones. De adultas, a menudo las mujeres buscan esa confirmación de su "bondad", lo que a veces acaba siendo perjudicial para alcanzar la felicidad. Sin embargo, entre ellas, también podemos encontrar a "chicas malas" que se preocupan principalmente de su propio bienestar y placer. ¿Vale la pena seguir su ejemplo?
Genial.guru ha decidido averiguar cómo, en realidad, viven esas "chicas malas" y por qué eso las hace más felices que las "buenas". Y si son malas o no, finalmente, ¡lo decides tú!
1. Duermen lo suficiente
Para las mujeres que valoran su salud y belleza, dormir es más importante que poner en orden un proyecto del trabajo, lavar los platos sucios o las camisas de su esposo, de modo que no van a sacrificar horas de sueño por ese flujo inagotable de asuntos impregnados de rutina. Saben que privándose de una o dos horas en la cama pueden dañar seriamente su productividad y capacidad de tomar decisiones, así como deteriorar, al mismo tiempo, sus relaciones.
Investigadores de la Universidad de California advierten que las parejas cansadas se dan las gracias el uno al otro con menos frecuencia, y esto, por supuesto, causa más daño al sentimiento de sus integrantes que un par de platos sucios cubriendo el fregadero. Por cierto, renunciando a cumplir con los quehaceres domésticos en pro de dormir, se puede animar al cónyuge a asumir parte de estas tareas. Atendiendo a la opinión de los psicólogos, los matrimonios en donde el trabajo doméstico se reparte entre ambos miembros gozan de una relación más sólida y feliz.
2. No se avergüenzan de sus aficiones
Todos tenemos nuestros guilty pleasures ("vergonzosos placeres"), cuya existencia se antoja difícil de reconocer ante los demás. Pero las mujeres seguras de sí mismas no sienten tal vergüenza. Ellas no creen que se conviertan en menos educadas e interesantes cuando, de vez en cuando, optan por ver "MasterChef" en lugar de contemplar una obra maestra de arthouse (cinearte) y una tarde-noche de domingo optan por leer "Crepúsculo" en lugar de Hemingway. Por cierto, sí, "un Big Mac, nueve nuggets y bebida cola", después de ir al gimnasio, también es algo característico de ellas.
Leonard Reinecke, de la Universidad de Maguncia, calificó tal comportamiento como razonable. Asegura que a veces es importante eliminar ese tabú que sobrevuela sobre los placeres prohibidos, porque cada vez que renunciamos a algo nuestra fuerza de voluntad se agota. Así que, de vez en cuando, cayendo en las pequeñas debilidades nos reservamos la capacidad de ejercer más autocontrol y logramos más perseverancia de cara a alcanzar grandes metas.
3. No sufren por el amor no correspondido
Esto no significa que todas las "chicas malas", por defecto, sean seductoras fatales que no conocen a un hombre capaz de decirles que no. Para nada: su sentimiento no siempre es correspondido. Pero, tras oír que son rechazadas, no se pasan meses de su vida viendo fotos de su objeto de deseo creyendo que habrá un feliz futuro en común.
¿Por qué las "chicas buenas" no pueden deshacerse de sus sentimientos no correspondidos durante mucho tiempo? Los científicos señalan que todo responde a una educación clásica "femenina": desde una edad muy temprana, a las niñas se les enseña que su fuerza y poder radican en su capacidad de agradar y alegrar a los demás. Creciendo, continúan creyendo en esto y al rechazo por parte de un hombre lo perciben como una señal de que no han hecho lo suficiente para gustarle, por lo que intentan mejorar la situación.
Las mujeres inteligentes se niegan a sufrir por este tipo de ilusiones. Al contrario, permanecen abiertas a conocer a nuevas personas y, finalmente, buscan y crean relaciones en las que son amadas al margen de sus "esfuerzos".
4. Se van de una cita sin esperar a los que llegan tarde
"La regla de los quince minutos" de cortesía no va con ellas. Por no mencionar la de los treinta. Valoran su tiempo y no lo desperdician con aquellos que no aprecian el de los demás. Los atascos, un tacón roto, el café derramado sobre una camisa y ayudar a cruzar a una anciana por la calle no son motivos serios para demorarse, sino señales claras de una falta de respeto o de una reticencia implícita a acudir a esa cita.
Los psicólogos estiman que, llegando tarde, las personas demuestran inconscientemente que esta cita para ellas no es la mejor manera de pasar su tiempo. Incluso si, en tu camino, surgieron todas las causas de fuerza mayor posibles, es mejor posponer la cita que obligar a una persona a esperarte durante una hora. Aunque, una mujer que valora su tiempo, en todo caso, ciertamente, no va a esperar tanto tiempo, ni de broma.
5. Expresan su insatisfacción, de inmediato
Cuántas veces se le dijo al mundo que suprimir las emociones negativas resulta peligroso, tanto para el cuerpo como para las relaciones sanas con el resto de las personas. Pero muchos continúan, de manera regular, tragándose las ofensas, el descontento y una decepción, y lo hacen solo para no provocar una discusión y no mostrar agresividad. Las mujeres "malas" saben que, evitando una situación de conflicto, la relación no mejora.
Posponiendo aclarar un problema en la relación, se comienza a evitar inconscientemente a las personas, los lugares y momentos donde se provocan tales emociones desagradables. Cuanto más a menudo se recurre a esto, más débiles nos sentimos a nivel social y más limitamos nuestra experiencia de vida.
Por lo tanto, si surge cualquier malentendido, las "chicas malas" hablan inmediatamente y eliminan el problema, o bien, por el contrario, cortan de raíz y sin tapujos una relación tóxica.
6. No temen poner triste a mamá
La eminente investigadora de la University of Michigan Institute for Social Research (ISR), Kira Birditt, afirma que los padres se preocupan más por sus hijas adultas que por los hijos, sobre todo las madres, debido a que la relación entre ambas mujeres suele ser más estrecha. Y, exactamente, es en la relación entre la madre y la hija adulta cuando la tensión se observa con más frecuencia a causa de un intento de control excesivo por parte de la progenitora.
Las "chicas malas" no son tan malas como para llevar de forma consciente a su madre a un estado de "preinfarto". Pero entienden perfectamente la diferencia entre lo que significa la obediencia sin rechistar de un niño y el respeto que se debe tener a una persona adulta, ya autónoma. E incluso, si los padres no están de acuerdo con la decisión de su hija adulta, la misma no va a cambiar, ya que ella es capaz de asumir su plena responsabilidad por cada paso dado, así como está lista para las posibles consecuencias desagradables que eso pueda acarrear.
7. No se quejan de los hijos ingratos
La escritora Peg Streep detalló las 6 peores razones para tener un hijo: para sentirte amado; cumplir las expectativas de otros; porque así está socialmente aceptado; para dar sentido a la vida; para tener a quién dejar tu patrimonio en herencia; o bien para recuperar la relación con un esposo. Las mujeres felices y libres no traen a los bebés de mejillas rosadas a este mundo por una motivación similar a todas las descritas anteriormente.
Tomando la decisión de ser madres, las "chicas malas" entienden claramente dos cosas: los hijos no serán el centro del universo, y estos serán personas independientes que no estarán destinadas a satisfacer las ambiciones de sus padres. No sorprende entonces que, de estas madres "malas", a menudo crezcan personas más independientes y emocionalmente estables. Son ellos quienes les llevan, con gratitud, al alcanzar la vejez, ese vaso metafórico de agua.
8. Sus ideas no pretenden la perfección
Con frecuencia, posponemos ideas atrevidas, justificándonos en la falta de experiencia, tiempo y dinero. A las "chicas malas" les gustaría obtener las condiciones ideales para la implementación de sus planes, pero la ausencia de estas no las detiene. Una batidora económica no les impide preparar deliciosos postres, y la carrera universitaria de Ingeniería no les impide trabajar de repartidora mientras cursan sus estudios.
Según explica Olivia Remes, de la Universidad de Cambridge, en vez de pensar en cómo ejecutar un proyecto de manera ideal, es mejor concentrarse en el propio placer de la realización. Hace falta tomar rápido la decisión y mantenerla hasta cumplirla, incluso si al final te das cuenta de que el plan era demasiado ambicioso. Aquellas personas que albergan dudas durante mucho tiempo, y posponen sus acciones, son las que más probabilidades tienen al final de caer en una depresión y sufrir de baja autoestima.
Como probablemente ya habrás entendido, las "chicas malas" no son versos sueltos y agresivos, sino mujeres valientes y respetuosas que no conocen mejor valor en la vida que luchar por su propia felicidad. Por cierto, ¿a qué grupo de chicas crees que perteneces tú: eres de las "buenas" o las "malas"?