Qué hace que te duela el costado mientras corres + otros 12 porqués que busqué en Google para ti

Curiosidades
hace 1 año

¡Has vuelto a correr! Ha pasado mucho tiempo, y se siente muy bien, y... ¡Ay! Te agobia una sensación de pinchazo en el costado. ¿Es porque estás fuera de forma? Sientes un dolor agudo y punzante justo debajo de las costillas. Se llama flato, y en realidad es algo muy común entre los corredores. Este usualmente ocurre en un lado. Y a veces, incluso puedes sentir un dolor en la punta del hombro del mismo lado también. Esto definitivamente hace que sea más difícil continuar con cualquier actividad que hayas estado haciendo o incluso simplemente respirar. Nadie sabe a ciencia cierta por qué ocurre esto. Algunos piensan que la desagradable sensación es causada por la disminución del flujo sanguíneo al diafragma. Este es un tejido muscular situado debajo de los pulmones. Te ayuda a respirar porque, al contraerse rítmicamente, ayuda a expandir los pulmones.

Algunos alimentos también pueden causar flato. Cuando el estómago necesita más sangre para digerir determinados líquidos o alimentos, el cuerpo extrae más sangre del diafragma. La segunda teoría afirma que puedes tener uno porque los ligamentos y la membrana que sujetan y conectan los diferentes huesos, músculos y órganos dentro de tu abdomen se irritan. Cuando corres, el impacto tira de todos los órganos de esta región hacia abajo. Estos, a su vez, jalan los ligamentos de la parte superior del abdomen, lo que provoca irritación. Esto también explica por qué comer un alimento justo antes de salir a correr puede provocar un flato.

Entonces, ¿qué aprendimos aquí? Intenta no comer justo antes de correr y evita las bebidas azucaradas concentradas antes y durante el entrenamiento. Si tienes un flato, intenta estirar los músculos del estómago. Luego respira profundamente e inclínate hacia delante para volver a contraerlos. De esta manera, podrás seguir con tu plan de correr. Ahora, hablando de otras anomalías anatómicas, para la mayoría de la gente es imposible lamerse los codos. Sí, yo también lo he intentado. No importa el ángulo que elijas, tu lengua es simplemente demasiado corta para llegar ahí. Algunas personas son extremadamente flexibles, por lo que pueden lograr tal hazaña. Pero para la mayoría de nosotros, nel. No puedes taparte la nariz y tararear al mismo tiempo. Porque cuando tarareas, en realidad estás exhalando. Y cuando la boca y la nariz están cerradas, el aire no tiene escapatoria. Así que, sí, tararearás durante 1 a 2 segundos, pero al final te verás obligado a abrir la boca para recuperar el aliento.

Vas caminando por la calle, en un barrio que no conoces. Entras en una cafetería al azar que parece agradable y... ¡Oye, ya has estado aquí antes! O, al menos, eso es lo que sientes en ese momento. Déjà vu. Termina tan rápido como empezó. En francés, déjà vu significa “ya visto”. Hasta el 80 % de las personas dicen haberlo experimentado al menos una vez. Los científicos tienen diferentes ideas sobre por qué puede ocurrir. Pero la mayoría coincide en que este fenómeno está relacionado con nuestra memoria. Según la primera teoría, la atención dividida, tienes un déjà vu porque puede que hayas visto esa cafetería antes. Pero cuando la observaste por primera vez, probablemente estabas distraído o la miraste de reojo. Tu cerebro empieza a formar un recuerdo de lo que has visto, aunque no lo recuerdes a nivel consciente. Eso es porque no estabas al tanto de lo que estabas observando.

La segunda teoría afirma que, a veces, tu cerebro tiene una especie de “fallo”. La parte de tu cerebro que rememora los recuerdos está activa. Pero también lo está la zona que rastrea lo que ocurre a tu alrededor en ese momento. Y tu cerebro te hace creer falsamente que lo que está pasando en el presente es también algo que ya ocurrió. Teoría número tres: ves el café, pero la información sobre él se transfiere a través de tu cerebro por dos rutas distintas. Una de ellas transmite estos datos un poco más rápido que la otra. Esto hace que tu cerebro piense que un evento es en realidad dos experiencias distintas.

Aaaaah. ¿Tienes ganas de bostezar mientras ves esto? Pues bien, ¡despierta! En realidad, algunos expertos dicen que bostezamos para estirar los músculos de la mandíbula, lo que provoca un aumento del flujo sanguíneo en la cara, el cuello y la cabeza. Otros afirman que es una oportunidad para que nuestros pulmones se estiren y lubriquen. También hay quienes creen que este es una especie de sistema de aire acondicionado que enfría la sangre en la superficie del cerebro. El bostezo es contagioso en humanos y chimpancés. Algunos científicos creen que podría ser una herramienta de comunicación social. Es una forma de mostrar empatía y de igualar el estado emocional del amigo que lo hace. Por eso el bostezo es más contagioso cuando estás con gente cercana que cuando miras a extraños.

No solo los bostezos, sino también los estornudos, el llanto y la risa pueden crear vínculos sociales cuando estás en un grupo de personas. Cuando veas a dos personas riéndose, probablemente también lo harás, aunque no sepas de qué. Cuando oyes reír a alguien, se estimulan las partes de tu cerebro asociadas a los movimientos faciales. También anima a tu cerebro a sincronizarse con las emociones de otras personas. Por eso también es probable que tengas una reacción corporal cuando alguien llora. Muchos animales producen lágrimas cuando necesitan enjuagarse los ojos para eliminar algunos irritantes, como el polvo o la suciedad. O yo. Las personas son las únicas criaturas que lloran por su estado emocional. Las lágrimas emocionales tienen una composición diferente de las que lloramos cuando necesitamos enjuagar los ojos. Contienen más proteínas, lo que significa que caen más lentamente. Ayudaron a nuestros antepasados a advertir la tristeza o el peligro.

Pero normalmente, solo las personas que están cerca pueden ver nuestras lágrimas. Esto significa que nadie, salvo los compañeros de mayor confianza, pueden leer esas señales. Algunos animales, como los manatíes, los lobos marinos, las focas y las nutrias marinas, beben a veces agua de mar. Pero sus cuerpos excretan más sal, y pueden soportarla fácilmente. Muchos animales que viven en un entorno de agua salada o cerca de él, como los tiburones, algunas aves, las serpientes o incluso los peces, tienen un mecanismo corporal especial que les ayuda a eliminar el sodio sobrante. Las personas no podemos beber agua de mar. Es tóxica para nosotros porque nuestro cuerpo no puede deshacerse de tanta sal. Los riñones suelen ser los encargados de eliminar este exceso. Pero para funcionar correctamente, necesitan agua dulce. Y es imposible obtenerla en cantidad suficiente a partir del agua de mar.

Tu cuerpo tiene una estructura muscular similar a la de los cuerpos de la mayoría de los primates, por ejemplo, los chimpancés. Pero estos animales son mucho más fuertes que nosotros. Las personas no han logrado desarrollar fibras musculares muy potentes, lo que nos vuelve bastante débiles. En el lado positivo, esto nos dio algunas otras habilidades útiles para la búsqueda de alimentos o la caza. Podemos correr maratones. Los monos no. A pesar de ser más débiles y lentos, los animales salvajes suelen tenernos más miedo que nosotros a ellos. La razón es, en parte, a que caminamos erguidos, no en cuatro patas. Algunos primates, como los gorilas o los chimpancés, se ponen de pie frente a otros animales cuando quieren parecer más amenazantes. De este modo, parecen más grandes de lo que realmente son.

Lo mismo ocurre con las personas. Parecemos más grandes. Y al vernos caminar, los animales creen que somos más intimidantes de lo que realmente somos. A veces nos da tiempo de huir antes de que se den cuenta de que en realidad somos inofensivos. Las personas no son criaturas nocturnas por naturaleza, lo que significa que hemos evolucionado para dormir durante la noche y estar activos durante el día. Y así es como nuestros cuerpos, ojos y cerebros están conectados. Además, las personas tienen algo llamado ritmo circadiano. Este se repite aproximadamente cada 24 horas y regula tu ciclo de sueño y vigilia. En otras palabras, ayuda a tu cuerpo a saber cuándo tienes que irte a la cama o cuándo es el momento de estar activo. La luz desempeña un papel importante. Cuando está oscuro, te da sueño, porque el cerebro inunda tu cuerpo de hormonas que reducen la temperatura, la presión arterial y los niveles de estrés. Pero cuando es de día, produces sustancias químicas especiales que te hacen estar más alerta. Si no, ¡podemos recurrir al café! Ja, ja.

Ahora siéntate derecho para esto. Tu postura puede afectar a tus pensamientos. Suele reflejar cómo te sientes. Dependiendo de si te sientas en posición erguida o encorvada, tu cerebro rememora diferentes recuerdos. Pueden ser optimistas, que te hacen sentir bien y positivos, o estar relacionados con acontecimientos en los que te sientes impotente y derrotado (oooh, veo que me estoy encorvando...).

No es muy divertido que alguien te haga cosquillas. A la mayoría de la gente le resulta incluso desagradable. Y aun así, nos echamos a reír cuando nos las provocan. En este caso, la risa es una especie de mecanismo de defensa natural. Cuando alguien te hace cosquillas, se activa la parte de tu cerebro que anticipa el dolor. Hace que tu cerebro crea que estás en problemas. Por eso empiezas a reírte: es una señal de sumisión. Mucha gente tiene miedo a la oscuridad, y hay una razón evolutiva para ello. Los monstruos bajo la cama pueden parecer un escenario de película, pero para nuestros antepasados eran la realidad. Tenían que enfrentarse a animales salvajes muy reales que los cazaban sobre todo por la noche. Además, las personas eran especialmente vulnerables a esa hora del día: la visión humana no está adaptada a la oscuridad. Tal vez, de ahí surgió el término “botana de medianoche”. Oh, no.

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