Qué pasaría si despertaras y fueras un titán
Sientes que las olas te acarician. Te despiertas y descubres que eres un gigante parado en medio del océano. El agua cae de ti como si fuera lluvia. Eres mucho más alto que la Estatua de la Libertad. Te miras las manos y las comparas con un pequeño puesto de salchichas debajo de ti. Lo levantas y lo apoyas en tu palma, antes de aplastarlo por accidente. De pronto, sientes un pequeño aguijón en el tobillo. Miras abajo y ves que un grupo de personas te empujan, mientras que la mayoría huye despavorida. Algunos te toman fotos, otros te gritan que te largues. Das un paso hacia la calle principal y aplastas un auto vacío.
Las personas se dispersan como hormigas. Te adentras más en la ciudad y descubres un enorme muro que rodea el resto del lugar. Caminas hacia la ciudad aplastando todo a tu paso. Ves otros gigantes en el horizonte, de pie cerca del mar, y caminas hacia la ciudad amurallada. Algo los llama y les dice que vayan allí. Varias personas aparecen sobre el muro y hacen sonar una alarma, y ves que otros se unen para defender la ciudad. El resto evacúa y se esconde en pequeños agujeros.
Notas que algunos de los gigantes tienen rasgos muy extraños y articulaciones desproporcionadas. Algunos caminan sobre sus cuatro extremidades, mientras que otros tienen brazos muy largos, capaces de alcanzar cualquier cosa. Te mueves un poco, y casi pisas a una mujer por accidente. Ella se queda quieta. La levantas y la llevas a la altura de tus ojos. Los dos mantienen contacto visual. La apoyas en tu hombro, mientras los demás gigantes pasan junto a ti de camino hacia la ciudad. Te empujan y te hacen a un lado; tú te quedas de pie. Ellos atraviesan el muro sin problemas y destrozan todo a su paso.
Por alguna razón, te liberas del trance que te guiaba hacia la ciudad. Te das la vuelta y regresas al mar; la mujer sigue de pie en tu hombro. Alcanzas la parte más profunda del agua y sigues caminando sin problemas. La mujer está asustada, no sabe qué hacer. La dejas en una pequeña isla y la observas. Ella no puede ver el sol, tu cabeza está en el camino. Decides dejarla en paz un momento y disfrutas del sol, mientras intentas entender por qué estás en este planeta y qué te llevó a querer salvar a esa mujer.
Llega la noche. Tienes mucho sueño. La mujer se queda dormida debajo de un árbol. Tú te quedas inmóvil, las olas te mecen hacia adelante y atrás. De pronto se vuelven más violentas, sientes que algo se mueve en el agua. Miras a tu alrededor, pero está demasiado oscuro como para entender qué sucede. Tomas a la mujer rápidamente y la dejas en tu hombro. Ella despierta. Ves varios gigantes que nadan y caminan mientras gritan. Vienen por ti, y están alcanzándote. Caminas tan rápido como puedes, agitas el agua y creas grietas en el fondo del mar. Ves un barco de carga frente a ti y lo haces a un lado con cuidado para no dañarlo, pero a los gigantes que te persiguen no parece importarles, y lo hunden mientras intentan atraparte.
Sientes que alcanzaste aguas menos profundas, así que corres. Te encuentras en un nuevo país que ha sido aplastado por los gigantes. Los edificios están aplanados, y los escombros están dispersos como pequeñas migajas. A lo lejos, ves más gigantes que despiertan junto a la playa y te miran fijo. Huelen al humano en tu hombro y comienzan a perseguirte. Ellos también son extraños y tienen rasgos inusuales. No hay escondites cerca, así que te diriges hacia las montañas. Una vez allí, te escondes en un valle, cerca de una gran cascada. Descubres que tu piel cambia de color y se camufla con tus alrededores. Todos los gigantes tienen una habilidad especial a descubrir; parece que la tuya es cambiar de color.
La mujer sobre tu hombro está dormida. La observas y comienzas a sentir empatía, como si miraras una mascota. No eres como los demás gigantes. No te interesa destruir nada, quieres ayudar a los humanos. Oyes algo a lo lejos. Te asomas y encuentras unos gigantes 3 veces más grandes que tú. Están patrullando la zona y buscándote, y no están muy lejos. Haces ruido por accidente y te descubren. Comienzan a correr hacia ti, tú te pones de pie y haces lo mismo. Atraviesas un terreno irregular. Algunos gigantes saltan frente a ti, mientras que otros bloquean el camino de regreso. Estás rodeado por 5 gigantes 3 veces más grandes.
Dejas a la mujer en un lugar seguro e intentas protegerte. Ellos se lanzan hacia ti para derribarte; tú saltas y los esquivas. El más grande de ellos te agarra e intenta inmovilizarte, pero logras escapar y lo empujas. El resto también intenta atraparte, tú te mueves y eludes sus manos. Ves un acantilado empinado y corres hacia allá mientras ellos te siguen. Tienes la espalda contra el precipicio, los demás gigantes se acercan. Saltan hacia ti, y tú te agachas. Ves cómo caen al acantilado y desaparecen en el océano. El más grande de gigantes sigue frente a ti, ya sabía lo que planeabas. No tienes oportunidades contra él en una pelea mano a mano.
Puedes oler a la mujer, que intenta huir hacia una estampida de gigantes que se dirige hacia ti. Tu color de piel cambia, logras eludir al gigante alfa y corres hacia ella para salvarla. El alfa no es tan rápido como tú, así que lo dejas atrás sin problemas, pero la estampida está a punto de aplastar a la mujer. Saltas frente a ella y la atrapas. Los demás gigantes están sorprendidos y enfadados por lo que acabas de hacer. Ahora todos saben quién eres y quieren atraparte. Por fin, unos días después, logras dejarlos atrás. Te encuentras en medio del desierto. La mujer sigue sobre tu hombro. Construyó un pequeño refugio para poder dormir sin interrupciones. Tú te esfuerzas por escapar del desierto, cualquiera podría verte aquí. Estás cansado y necesitas agua, apenas puedes mover los pies sobre la arena.
Te sientas e intentas mantener la cabeza erguida, pero el sol es demasiado intenso. Sudas como loco, y el sudor llega hasta la mujer. Ella intenta hablar contigo, pero no entiendes lo que dice. Te sientes cada vez más débil, ya no puedes moverte. Recién es mediodía, el sol está en su punto máximo. Creas un lugar con sombra para proteger a la mujer del calor. El día pasa y llega la noche. Pasaste horas bajo el sol, y ahora estás expuesto al frío del desierto. Tomas a la mujer en tu palma y apoyas la otra mano encima para crear un domo cálido que la proteja del viento helado. Todo está oscuro, no sabes adónde estás yendo. Lo único que haces es caminar y pisar médanos. El sol ha vuelto a salir.
Encuentras una huella de gigante como ninguna otra. Parece aún más grande que el titán que estaba junto al acantilado. Corres tan rápido como puedes, pero no hay escondite. De pronto, lo ves de pie, inmóvil. Supera a cualquier otro gigante que hayas encontrado. Está durmiendo y obteniendo energía del sol. Algunos gigantes están adaptados a diferentes climas y terrenos; la altura de este le permite absorber más rayos solares. Lo rodeas en puntas de pie para no despertarlo, pero él puede sentir todo lo que lo rodea. Se sobresalta y comienza a perseguirte, hasta que llegas al océano. Parece que no le gusta el agua: se queda en tierra firme y te grita, mientras tú te alejas nadando.