¿Qué pasaría si la Tierra se alejara del Sol?
Cada minuto hace más frío. La temperatura desciende muy rápido bajo cero, y aunque no hay nieve, el frío se hace insoportable. La escarcha aparece en el suelo, la hierba y los árboles, y el hielo se forma en los cuerpos de agua a una velocidad increíble. La gente de todo el planeta, temblando, levanta los ojos al cielo y se queda boquiabierta con incredulidad: el Sol se ha vuelto el doble de pequeño de lo que solía ser. Ahora parece una mota distante, por lo que ya no podrá calentar la Tierra. Pero lo peor es que hay una enorme roca en llamas que viene directamente hacia los horrorizados espectadores desde el cielo, y el impacto de esa cosa, sin duda, causará mucho daño.
Bien, volvamos a nuestra realidad. La Tierra está exactamente en el punto óptimo de nuestro sistema solar. No está ni demasiado cerca ni muy lejos del Sol, lo que hace que la temperatura de nuestro planeta no solo sea tolerable, sino agradable. Los científicos a menudo llaman a Venus, el segundo planeta desde el Sol, el “gemelo malvado” de nuestra Tierra, porque es tan caliente e inhóspito que no es posible vivir en él. En su atmósfera hay espesas nubes que provocan lluvia de ácido, y los gases de efecto invernadero elevan la temperatura en la superficie hasta valores insoportables. Pero incluso si Venus no tuviera eso, nada podría vivir allí debido a su proximidad al Sol. Si hubiera agua líquida en el lugar, se evaporaría demasiado rápido y no dejaría ninguna posibilidad de que se desarrollara la vida.
Por otro lado, Marte, que sigue en la línea después de la Tierra, está demasiado lejos del Sol, lo que lo hace frío y solitario. La temperatura en su superficie está por debajo del punto de congelación, y nunca se calienta lo suficiente como para que el agua permanezca líquida por mucho tiempo. Eso sin mencionar la falta de atmósfera en el planeta rojo, el elemento que proporciona aire respirable a la Tierra. Entonces, si nuestro planeta se acercara o alejara del Sol, su temperatura subiría o bajaría respectivamente. Unos cientos de kilómetros no harían mucha diferencia. De todos modos, el giro de la Tierra alrededor del Sol es desigual, y constantemente nos acercamos a nuestra estrella o nos alejamos un poco de ella.
La distancia que cambiaría las cosas se mide en millones de km. Y sí, tal como les mostré al comienzo de este video, veríamos el Sol mucho más pequeño de lo que lo vemos ahora si nos fuéramos tan lejos. Es posible que las temperaturas no bajen en el momento exacto del cambio, ya que aún quedaría algo de calor, pero desde el invierno siguiente, nuestro planeta probablemente permanecería frío para siempre. Los océanos se cubrirían de hielo, y el nivel general del mar descendería. Y, en última instancia, el hielo reflejaría más calor del Sol hacia la atmósfera y el espacio, lo que no permitiría que la superficie de nuestro planeta obtuviera el calor necesario.
Y más hielo significa menos vapor de agua en la atmósfera. El vapor de agua también captura el calor, creando nubes, por lo que cuanto más frío hace, menos lluvia hay. El frío y la falta de lluvia no permitirían que ninguna planta sobreviviera por mucho tiempo, por lo que las áreas de paisaje helado y árido crecerían rápidamente, dejando intactas solo las zonas a lo largo de las orillas de los ríos, por un tiempo. Pero después, los ríos también dejarían de fluir, porque se congelarían o se secarían al perder sus fuentes: lagos y mares, que por supuesto también se congelarían. Cualquier vida que habitara cerca de ellos desaparecería: las plantas primero, y, con ellas, todo lo demás, ya que estas producen alimento y aire respirable. Y con eso, la Tierra se convertiría en un páramo helado.
En cuanto a la roca gigante en llamas que mencioné, era un asteroide que venía del espacio exterior debido al cambio de la órbita de nuestro planeta. Júpiter, el planeta más grande de nuestro sistema solar, actúa como un escudo natural para nosotros contra las rocas espaciales. Tiene una masa enorme, y la mayoría de los asteroides que se acercan desde el espacio exterior quedan atrapados en su gravedad y caen en su superficie. No hay vida posible en Júpiter, y su superficie es gaseosa, por lo que los asteroides tienden a desaparecer allí sin dejar rastro. Aun así, algunos logran pasar Júpiter, y allí es donde entra en juego Marte. También contribuye a nuestra defensa al mantener en su lugar el cinturón de asteroides entre él y Júpiter. La masa combinada de los dos planetas crea un campo gravitatorio que no permite que los asteroides del cinturón vuelen en direcciones aleatorias, golpeando todo a su paso. Si Marte no estuviera entre nosotros y el cinturón, estaríamos acostumbrados a las lluvias de meteoritos casi más que a las de agua.
Digamos que la Tierra ha reemplazado a Marte en su órbita, y ahora estamos a cientos de millones de km más lejos del Sol. La masa de la Tierra es más o menos similar a la de Marte, por lo que el cinturón de asteroides sigue en su lugar. Sin embargo, las temperaturas seguirán cayendo y la vida pronto se extinguirá. Pero si Marte se quedara donde está y la Tierra simplemente se acercara, sería una receta para el desastre. No hay posibilidad de que los planetas giren alrededor del Sol a la misma velocidad porque su masa no es igual. En algún momento, chocarían entre sí. Teniendo en cuenta su velocidad, ambos se romperían, quizá creando otro cinturón de asteroides en nuestro sistema solar.
No sería más esperanzador para nosotros si la Tierra decidiera saltar más cerca del Sol. Aparte de que la estrella parece más una bola gigante y despiadada que arde en el cielo, su calor derretiría los glaciares de nuestro planeta, haciendo que el nivel del mar subiera abruptamente. El agua inundaría la mayor parte de los continentes y más superficies del planeta estarían cubiertas de ella, lo que significa una mayor absorción de calor. Eso provocaría un nuevo aumento de la temperatura. Además, esos grandes cuerpos de agua se evaporarían rapidísimo, liberando toneladas de vapor de agua y dióxido de carbono a la atmósfera. El dióxido de carbono es un gas de efecto invernadero que absorbe calor, al igual que el vapor de agua. Juntos, atraparían más y más calor del Sol, creando nubes espesas y turbulentas en el cielo, casi como en Venus, pero sin el ácido. Y ese espeso manto de nubes también contribuiría a calentar la superficie de nuestro planeta.
Al final, toda la Tierra se calentaría tanto que la vida en su superficie se volvería imposible para la mayoría. Solo las criaturas más resistentes podrían sobrevivir a temperaturas tan altas, por ejemplo, las que habitan en nuestros desiertos. A pesar de las lluvias, que no cesarían como en el escenario frío, las plantas aún tendrían dificultades para adaptarse a los nuevos y cálidos ambientes. Las que se encuentran en las regiones más frías del planeta serían las primeras en marchitarse y desaparecer, pero luego las plantas de climas templados y finalmente tropicales también caerían. Y una vez más, la Tierra se convertiría en una bola de roca estéril, solo que esta vez sobrecalentada en lugar de congelada.
La distancia de nuestro planeta al Sol, su inclinación, su velocidad de rotación alrededor de su propio eje, su órbita alrededor del Sol e incluso la presencia de la Luna en sus cielos, todo eso es crucial para que exista vida en la Tierra. Por ejemplo, si el planeta no estuviera inclinado con respecto al Sol, sería insoportablemente caliente en el ecuador e increíblemente frío en los polos. Las estaciones también dejarían de sucederse, dividiendo la Tierra en franjas de verano e invierno eternas. Nuestro planeta se calienta de manera uniforme desde todos los lados con la inclinación y rotación actuales, como si se asara en una barbacoa. Se vuelve hacia el Sol por un lado para calentarlo, mientras el otro se enfría durante la noche. Si no hubiera un cambio de noche y día, probablemente solo viviríamos en algunas áreas de nuestro planeta donde habría un crepúsculo constante e interminable. ¡Imagina nuestra vida sin esos hermosos amaneceres y atardeceres! Tal vez mejor dejamos que se quede como está, ¿de acuerdo?