¿Qué pasaría si tuvieras pupilas verticales de gato?

Curiosidades
hace 1 año

Llevas varias horas dando vueltas en la cama, no puedes dormir. Te levantas y te quedas paralizado. Dos ojos brillantes te observan desde la otra punta de la habitación. No puedes moverte, tiemblas como loco. Sientes que estás a punto de desmayarte. Un momento: eso es un espejo. No hay ningún extraño en tu departamento, te estás viendo a ti mismo. ¡Eso es aún más aterrador! Pierdes el conocimiento. Por la mañana, cuando despiertas, te acercas al espejo y descubres que tienes pupilas estrechas y verticales, como las de un gato. Gritas horrorizado y sales corriendo del departamento.

Te pones unos lentes de sol para que nadie te vea los ojos y subes al elevador. Una mosca zumba a tu alrededor. La sigues con la mirada y notas algo extraño. Nunca en tu vida habías visto a este insecto con tanta claridad. Puedes observar la trayectoria de su vuelo, cómo mueve las extremidades y agita las alas. Es como si la mosca estuviera bajo tu control. Podrías atraparla fácilmente con la mano. En ese momento, el elevador llega a la planta baja. Una vez en el hospital, te quitas los lentes y le pides a una doctora que te explique qué sucede. Ella está boquiabierta. “¡Vamos, doctora, no sea tan dramática!”. Piensas que el cambio de tus pupilas no es gran cosa. Son solo unos puntos negros en los ojos, ¿cuál es el problema? En realidad, tu estilo de vida afecta su forma. Con los ojos de un gato, puedes ver el mundo desde una perspectiva diferente e increíble. Pero primero debes entender qué son las pupilas y por qué las necesitas.

Tus ojos absorben la luz a través de estos pequeños agujeros negros. Después, tu cerebro la procesa y la convierte en una imagen. Es negra porque es el mejor color para absorber la luz. Cuando hay luz suficiente para ver el mundo que te rodea, tus pupilas se estrechan. Y en la oscuridad, se dilatan. Absorben con prisa todas las partículas de luz para que puedas ver mejor. Y la primera diferencia entre las pupilas de los gatos y las de los humanos no es la forma, sino la capacidad de dilatación. Cuando están dilatadas, nuestras pupilas son 15 veces más grandes que en su forma estrecha. ¡Pero, para un gato, esta diferencia es de 130 veces! Las pupilas enormes les permiten ver mucho mejor en la oscuridad. Observa a este gatito en una habitación con las luces apagadas. ¿Ves sus ojos brillantes? Es toda la luz que sus pupilas lograron absorber.

La forma de las pupilas depende del estilo de vida de un ser vivo. Por ejemplo, echemos un vistazo a una cabra y a sus pupilas horizontales. Gracias a su forma rectangular, este animal ve el mundo de forma panorámica, cosa que resulta necesaria para detectar el peligro a su alrededor. Cuanto más amplia sea la imagen que detectan los ojos de la cabra, más probable será que se dé cuenta de que hay un lobo escondido entre la hierba. Es más: cuando una cabra baja la cabeza para comer, sus ojos siguen mirando hacia adelante. Los globos oculares giran para mantener su enfoque en el horizonte. Además, al correr, la imagen panorámica horizontal le ayuda a ver mejor todos los obstáculos en el camino. Un gato debe cazar para sobrevivir en la naturaleza. A diferencia de la cabra, no escanea una zona, se concentra en un objetivo específico. Sus estrechas pupilas verticales le ayudan en esa tarea. El cerebro transforma la luz en una imagen fina y más enfocada. Gracias a esta visión, los gatos pueden calcular la distancia hacia un ratón que corre. Estos cálculos son necesarios para saltar con precisión y dar en el blanco.

Las personas no necesitan cazar o escudriñar una zona en busca de lobos. Lo único que necesitamos es ver una imagen nítida y poder enfocarnos en los objetos. Nuestras pupilas redondas son perfectas para ello. Los grandes felinos, como los tigres y los leones, también tienen las pupilas redondas. Los científicos no saben exactamente por qué, pero la hipótesis básica es que no necesitan centrarse demasiado en un objetivo, ya que su elevada estatura les proporciona una excelente visión general. En otras palabras, la forma estrecha de tus pupilas cambia tu vida de una manera extraña. Cuando vas por la calle y ves a una persona delante de ti, entiendes inmediatamente a qué distancia se encuentra y cuántos pasos tienes que dar para alcanzarla. No te sorprendas si alguien se asusta. Imagínate que estás caminando y un sujeto con pupilas verticales te mira fijamente. El instinto de autoconservación te dirá que huyas.

Al principio, tu vida empeora. Te resulta difícil vivir con una visión “vertical”. Es bastante molesto saber a qué distancia se encuentra cualquier objeto. Cuando miras a una persona, la ves a través de un modo retrato, como en la cámara de tu teléfono. Y a veces, durante una conversación, tus ojos se centran en alguna parte de su cara. Imagínate que ves claramente la nariz de tu interlocutor, pero el resto de su cara aparece borrosa. También es posible que solo veas una boca que habla en modo retrato. Pero lo más emocionante son los ojos. Cuando los ves, entiendes mucho mejor al otro, sabes si está mintiendo, si se enfada o si se entristece. Los ojos funcionan como un potente detector de mentiras.

Un día visitas la granja de unos amigos. Quieres sentirte como un gato en la naturaleza, así que te escondes entre la hierba alta, junto a las ovejas que pastan. Las miras y sientes que tus músculos se tensan. Un instinto natural se despierta en ti. Sabes a qué distancia están y cuánto esfuerzo te costará atrapar a una de ellas. Estás listo para saltar. Las ovejas parecen sentir que alguien las estudia. Sus instintos las ponen nerviosas. “¿Estás bien? Estás actuando muy raro”, dice tu amigo, que está cerca de ti. Vuelves a entrar en razón y regresas a la casa.

Hay un lago cerca de la granja. Lo visitas y te sumerges bajo el agua. Con las pupilas normales, todo estaría borroso. Ahora, el enfoque más nítido te permite ver los peces que nadan a la distancia y los detalles del fondo arenoso. Sales del lago y te das cuenta de que las pupilas estrechas habrían sido un gran superpoder si hubieras vivido en la Edad de Piedra. Habrías cazado día y noche de forma productiva, y te habrías convertido en el líder de tu tribu. Pero, en el mundo moderno, esos ojos te traen pocas ventajas y muchos problemas. A veces no te das cuenta de que hay un poste en la calle y te chocas contra él. Además, ahora te da miedo conducir: te distraes demasiado enfocándote en objetos pequeños. Necesitas ver la imagen completa de la calle, con todas las señales y los autos a la vez. Siempre compras los asientos más alejados en el cine, la pantalla es demasiado ancha para ti. Si te sientas en el centro, te ves obligado a girar los ojos de un lado a otro para seguir la película. Estás cansado de esta vida.

Afortunadamente, todo cambia el día que compras un chocolate. Le quitas el envoltorio y lo arrojas al bote de basura de la calle. Mientras tanto, tu cerebro recibe una señal de las pupilas, que están enfocadas en el bote. En solo un instante, detectas la distancia, el ángulo y la profundidad. Gracias a eso, tus músculos se tensan automáticamente para dar en el blanco. El envoltorio describe una trayectoria perfecta hacia el bote. “Oigan, ¿y si en lugar de un envoltorio y un bote de basura fueran otra cosa?”, piensas.

Ahora te encuentras en un estadio, con un balón de baloncesto en las manos. Sin ninguna preparación ni entrenamiento, anotas una y otra vez desde largas distancias. Te unes al equipo y estableces un récord de lanzamientos de tres puntos. Después pruebas jugar a los dardos. Puedes acertar sin problemas, así que ganas varios campeonatos locales. Te has acostumbrado tanto a enfocarte en los detalles que te has olvidado de los grandes paisajes. Por eso, una noche decides dar un paseo por el campo. La luna ilumina el lugar, y tus amplias pupilas absorben su luz. Todo se ve tan brillante como en pleno día, pero con colores más oscuros.

Te acuestas en la hierba y miras el cielo estrellado por primera vez en tu nueva vida. Es magnífico. Ves un millón de estrellas de diferentes brillos, las colas de los cometas que pasan y hasta los contornos de las nebulosas. Toda esta belleza se refleja en tus grandes ojos. Estás hipnotizado. Pasas varias horas en la hierba, hasta que llegan los primeros rayos del sol. “Sí, la vida con pupilas de gato no está tan mal”, piensas mientras te vas del campo.

Comentarios

Recibir notificaciones
Aún no hay comentarios. ¡Puedes ser el primero!

Lecturas relacionadas