Se casó y su hermana no quiso usar los colores que ella pidió; entonces reaccionó como nadie lo esperaba

Una boda es sin dudas un evento importante. Y lo es aún más para sus protagonistas, la novia, el novio y sus familiares. Queremos que ese día todo salga impecable, que sea un día soñado. Para eso dedicamos mucho esfuerzo. Pensamos en la comida, en la decoración y, por supuesto, en cuál será nuestro atuendo. En relación a esto, la protagonista de esta historia y su novio tuvieron una idea muy original y todos los invitados se ajustaron a ella, excepto una persona; la hermana de la novia. ¿Cómo reaccionarías tú en este caso? Aquí por nuestra parte te contamos cómo reaccionó la novia, que nos relata su historia en primera persona.

Cuando tenía 9 años, mis padres adoptaron a mi hermana Jen. En ese momento tenía 7 años, era muy delgada y bastante miedosa porque la habían abandonado. Hicimos todo lo posible para que se sintiera amada. Cuando mis padres me pidieron que me mudara al dormitorio más pequeño para que Jen pudiera tener mi habitación, lo hice con mucho gusto. Cuando me preguntaron si podía dejar que Jen eligiera las decoraciones y el pastel de mis cumpleaños, también acepté. Estaba muy feliz de tener una hermana y entendí por qué mis padres le daban un trato especial.

Solo que esa diferencia en el trato nunca se detuvo. Durante años, en cada viaje que hacíamos, siempre teníamos que hacer lo que Jen quería. Comíamos donde ella elegía y seguía organizando cada vez mis fiestas de cumpleaños. Si no tenía lo que quería, hacía un berrinche. Aun así, me sentía amada y cuidada por mis padres: me llevaban a mis prácticas, me compraban cosas, cocinaban para mí, pasaban tiempo de calidad conmigo y me daban consejos. Pero siempre yo quedaba en segundo plano frente a Jen.

A medida que crecí, hice todo lo posible para salir de casa. Conseguí mi primer trabajo a los 12 años. Me iba de vacaciones con amigos en lugar de con mi familia. Practiqué tres deportes y toqué en una banda. Me saqué la licencia de conducir el día que cumplí 16 y compré un coche al día siguiente. Me fui a estudiar a la Universidad en el otro lado del país.

Ahora que gano buen dinero, hago las cosas que me perdí de niña. Me tomo vacaciones lujosas y organizo fiestas extravagantes a mi gusto. Mi boda no fue la excepción. Mi prometido Kip y yo queríamos que todo fuera perfecto.

Pensamos que sería divertido tener una combinación de colores. Mi color favorito es el amarillo y el suyo es el azul, así que mis invitados vestirían de amarillo, los suyos de azul y nuestros amigos en común de verde. Elegí un vestido con detalles bordados en verde y él eligió una flor verde para el ojal.

Cuando Jen se enteró de esto, se enfadó. Yo no lo sabía, pero odia el amarillo, dice que le “apaga” el tono de piel. Me dijo que bajo ninguna circunstancia usaría ese color. Me encogí de hombros y le respondí que estaba bien, pero que la sacaría de la boda si no lo hacía.

No se habló más del tema, pero el día de mi boda Jen apareció con un vestido morado. Le dije que se fuera inmediatamente. La combinación de colores era perfecta y ella la arruinó; después se negó a irse hasta que la amenacé con llamar a seguridad.

El resto de la fiesta fue bien, pero mis padres estaban furiosos conmigo por haber echado a Jen. Les dije que le advertí que la echaría si no seguía la combinación de colores, pero ellos dijeron que pensaban que era una broma y que había sido cruel echar a mi hermana por algo tan trivial.

Les respondí que era MI boda y que además la había organizado sin su apoyo, así que podía echar a quien quisiera. Kip corrió a defenderme y les dijo incluso que deberían avergonzarse de cómo me habían tratado.

Pero en los últimos días, muchas personas con las que hablé, abuelos, tías, tíos y amigos, tienen opiniones divididas. Algunos dicen que ni siquiera habrían invitado a Jen si estuvieran en mi lugar, mientras que otros piensan que debí haberla dejado pasar. ¿Es que soy yo la mala?