Los familiares arrogantes no solo pueden provocar conflictos en el seno familiar, sino también representar una constante fuga financiera, dado que siempre necesitan de algo. El protagonista de nuestro artículo se hartó de ver cómo su economía doméstica era drenada por los parientes de su esposa, y, para colmo, terminó siendo tachado de egoísta.
El protagonista de la historia describe la situación así: “Mi esposa tiene una hermana. Ella se queda en casa con sus 4 hijos, mientras que su esposo trabaja solo 3 días a la semana. Siempre se quejan de que no tienen dinero, pero cada año se van de vacaciones y cambian de coche como si fueran un par de calcetines.
Resulta que mi esposa les ha estado comprando comida, argumentando: ‘¡No tienen cómo alimentar a los niños!’ Y lo peor es que lo hace con nuestra tarjeta común, en la que ambos depositamos dinero. Lo más impactante es que descubrí todo esto aproximadamente un mes después de que la hermana de mi esposa y su familia regresaran de sus vacaciones en México.”
Le dejé en claro a mi esposa que no estaba dispuesto a financiar a la familia de su hermana, incluso si podía hacerlo. Ella argumentó que yo estaba en un error, pero dejó de comprar alimentos para sus parientes con nuestra tarjeta compartida. Creí que el asunto estaba resuelto hasta que tuvimos un incidente particularmente grave.
Entre mi esposa y yo, ponemos el dinero a medias y, para ahorrar un poco, adquirimos una res entera por 4 000 dólares, equivalente alrededor de 200 kg de carne. El día de ayer, al acercarme al congelador para tomar unos filetes, percibí que faltaba una cantidad significativa de carne. Observé las grabaciones de seguridad y vi a mi esposa saliendo con una caja grande. De inmediato supe lo que había pasado y le pregunté: “¿Le diste una gran parte de nuestra carne a tu hermana?”, y ella, como si nada hubiera pasado, respondió: “Sí, así fue”. Sin perder tiempo, me precipité a la casa de la hermana de mi esposa con la intención de recuperar nuestra inversión.
La hermana de mi esposa comenzó a quejarse, alegando que no tenía con qué alimentar a sus hijos y que yo prácticamente les estaba quitando el alimento de sus bocas. Pero sus lágrimas de cocodrilo no me afectaron. Mi asombro llegó al límite cuando abrí su congelador y encontré cerca de 20 kilogramos de nuestra carne, incluyendo carne picada, filetes y costillas. Sin dudarlo, recogí la carne y me la llevé. Decidí no tocar un guiso que estaba en el horno por cortesía.
Al llegar a casa, mi esposa montó un escándalo, me acusó de ser egoísta y de haber hecho llorar a su hermana. Alegó que había pagado 2 000 dólares y que podía hacer lo que quisiera con su mitad de la carne. Le repliqué que no tenía derecho a regalar comida que habíamos comprado juntos y le dije que había actuado de mala manera, al hacerlo a mis espaldas. Ahora mi esposa no me habla. Pero, ¿acaso no tengo razón?
La conducta de la cuñada del autor indignó a muchos usuarios en línea, ya que a simple vista parece que está aprovechándose de su hermana con fines egoístas:
Varios compartieron sus propias experiencias con familiares y amigos que, a pesar de sus lamentos económicos, llevan un estilo de vida lujoso gracias a los demás:
Yo tenía un primo que vivía en otro pueblo, cercano y nos visitaba cada fin de semana. Ellos venían con pinta de pobretones y contando penurias. Se les ayudaba en todo lo que se podía y después subían fotos en las redes sociales mostrando todo lo contrario a lo que nosotros veíamos. Optamos por dejar de ayudarlos, en poco tiempo dejaron de visitarnos y hasta se divorciaron. Actualmente cada cual hace su vida, en diferentes comunidades y con otras parejas.
Tras revisar los comentarios, el autor reflexionó sobre su actitud: "Me di cuenta de que quizás reaccioné de forma desmedida y pedí disculpas a mi esposa por haberla tachado de ladrona. También me disculpé con mi cuñada, dado que no estuvo bien entrometerme así en su casa. Sin embargo, no me retracté de haberme llevado la carne. Mi opinión no ha cambiado: no es mi deber mantener a su familia. Si el esposo de mi cuñada solo trabaja tres días a la semana y no pueden costear alimentos, quizás debería considerar aumentar sus horas de trabajo.
Mi esposa admitió que, sin decírmelo, ha estado ayudando a su hermana con alimentos durante los últimos años debido a las deudas en las que se encuentran. Y, al parecer, ha aportado menos de lo acordado a nuestra tarjeta de crédito conjunta porque necesita ayudar a su hermana. Hace poco, uno de los sobrinos rompió su tablet, y mi cuñada le pidió nuevamente ayuda a mi esposa con la comida, alegando que sus hijos no pueden vivir sin ese aparato. ¿Soy el único que no ve una tablet como algo esencial? Creo que mi esposa y yo deberíamos considerar una terapia de pareja, ya que claramente vemos la situación de maneras muy diferentes.
Existen muchas personas en el mundo cuya principal característica no es el descaro ocasional, sino una osadía constante. Son expertos en narrar historias conmovedoras y en solicitar dinero a familiares, amigos y conocidos bienintencionados. Sin embargo, antes de ayudar a alguien, es esencial evaluar si esa persona está haciendo un esfuerzo genuino para mejorar su situación o si simplemente depende de los demás. Si es lo segundo, quizás sea tiempo de ofrecerle la oportunidad de aprender a enfrentar sus problemas por sí mismo.
