Trabajo como maestra en un kínder de Rusia, y estoy dispuesta a revelar 13 cosas que mis colegas no suelen compartir

Crianza
hace 4 años

No todos tienen el don para trabajar con niños pequeños, ya que es necesario ostentar unos nervios de acero para escuchar las peticiones y exigencias de 25 pequeños (o incluso más) y reaccionar con rapidez a todo. Pero, en ocasiones, esa calma inusual acaba siendo insuficiente.

Una maestra de un kínder en Rusia quiere compartir con los lectores de Genial.guru los secretos de su profesión y contar qué sucede tras las puertas cerradas de un centro educativo infantil.

Tenía que conseguir un puesto en el kínder para mi hija

Para conseguir una plaza para mi hija en el kínder tenía que esperar en fila durante unos cuantos años más, y ya no aguantaba quedarme en casa sin trabajar. Durante un paseo, entré en un kínder nuevo recién construido muy cerca de mi casa, y pedí que me contratasen en cualquier área y me permitieran matricular a mi hija allí. Tras mi solicitud, mantuve el siguiente diálogo con la responsable:

— ¿Cuál es su nivel de formación?

— En realidad, me dedico a relaciones públicas...

— Está bien, trabajará como asistente de la maestra.

Lo acepté, matriculé a mi hija y trabajé allí durante un año y medio. Después pensé en irme, pero no me dio tiempo a hacerlo: la responsable me invitó a su despacho y me propuso que me convirtiera en maestra. Pensé que tal vez valía la pena dar el paso: mi hija todavía era pequeña, podría enfermar con frecuencia y era mejor quedarme por más tiempo en el kínder... Ahora, ella cursa el tercer año de primaria en la escuela. Pero contaré todo paso a paso, desde el principio.

A solas contra toda la “pandilla” de peques

Rápidamente me hice amiga de los niños, y pronto ya corrían felizmente a abrazarme por la mañana y a contarme sus últimas novedades. Los pequeños te llenan de vibra positiva, y me encanta jugar con ellos. Por ejemplo, cuando “invitamos a la muñeca Dora a tomar té”, pueden servirme una infusión un millón de veces, trayéndomela con algún bollo de goma. Son felices cuando lo “tomo” y lo repiten incasablemente sin aburrirse bajo ningún concepto.

En realidad, el maestro se enfrenta a toda la pandilla a solas durante todo el día. En Rusia, el maestro debe estar acompañado siempre de un asistente, pero estos escasean. Uno puede pasar meses trabajando solo: es necesario cambiarles la ropa después del paseo a todos los niños al mismo tiempo, lavarles el rostro y sus manos, recibir el almuerzo, poner la mesa... Pero a ellos no les gusta quedarse quietos: alguien se esconde debajo de la cama mientras otro está bañando sus zapatos en el inodoro. Y, después de eso, el maestro también tiene que enseñarles algo y organizar actividades.

Cómo pasa el día

La ventaja indudable de mi trabajo es el horario por turnos. Mi kínder está abierto 5 días a la semana, de 07:00 a 19:00, pero los maestros nos turnamos. Si un día trabajo desde la mañana hasta la hora del almuerzo, al día siguiente me tocará hacerlo por la tarde. Durante el día, alimento a los pequeños, los visto, paseo con ellos, los baño, juego, organizo clases de modelación con plastilina, dibujo, educación física, música y matemáticas elementales.

Por regla general, los niños están involucrados en algo durante 15-20 minutos y luego se aburren, por lo que tengo que cambiar su actividad. El maestro, por su propia cuenta, decide qué hacer en grupo, pero todo debe estar dentro de los estándares establecidos. A veces inventamos entretenimientos inusuales: hacemos experimentos o creamos pequeñas obras de teatro. El kínder cierra a las 19:00, pero, en ocasiones, los maestros tenemos que quedarnos más tiempo hasta que los padres se lleven a todos sus hijos a casa.

La hora de la siesta no es igual para todos

En los kínderes de Rusia tenemos la “hora silenciosa”, cuando los niños duermen cada uno en su camita. Pero, mientras tanto, los maestros tenemos cosas que hacer. Cada actividad, paseo, o trabajo adicional debe ser planificado y apuntado a mano cada minuto. Durante la hora silenciosa, constantemente recortamos algo, preparamos material para manualidades, apuntamos los planes previstos con una breve explicación, preparamos juegos nuevos, elegimos ejercicios de gimnasia, buscamos incansablemente imágenes infantiles en Internet y las imprimimos para luego mostrárselas con solemnidad a los niños, entre otras actividades.

Cómo educan a los educadores

Tenemos una responsable estricta dispuesta a multar por todo. Sé que en otros kínderes no existe este cargo: allí, en cuanto entregas a todos los niños a sus padres, puedes irte a casa cuanto antes. Pero en el nuestro, incluso si para las 17:00 ya no quedan niños, un maestro solo debe irse cuando concluya su horario laboral después de las 19:00. Y es así con respecto a todo: disciplina pura.

En cualquier momento del día, el maestro puede ser supervisado: pueden mirar cómo desarrolla una actividad, si respeta la rutina establecida, si está bien toda la documentación a su cargo, o si funciona todo el equipamiento a su cargo. Los paseos diarios matutinos son otra prueba: los padres observan desde las ventanas de las casas cercanas al centro educativo. Les gusta grabar con el teléfono todo lo que está sucediendo.

Podemos recibir una nota negativa por cualquier incumplimiento de los requisitos

En nuestro caso, por cualquier cuestión fuera de lugar en el trabajo nos quitan puntos, lo que, en dinero, oscila entre 1 000 y 3 000 RUB (entre 15 y 50 USD) al mes. Las observaciones negativas pueden variar:

  • No llevaron a cabo una clase.

  • No mantuvieron actualizados los registros diarios.

  • No actualizaron la información para los padres en el estand: allí se colocan noticias, notas y consejos útiles.

  • Abandonaron el trabajo 10 o más minutos antes.

  • No todos los padres entregaron a tiempo sus recibos por haber pagado la mensualidad del kínder.

  • Durante el mes, hubo poca asistencia y alta tasa de enfermedades.

  • No obtuvieron un buen puesto en alguna competencia de la ciudad.

  • Si un niño sufre una lesión, entonces, al maestro pueden quitarle todas las bonificaciones de su salario durante seis meses. Hablamos de, aproximadamente, alrededor de 8 y 10 mil RUB (entre 130 y 160 USD) al mes.

No existe castigo alguno para los niños, y esta palabra ni siquiera debe decirse en el kínder

Si un niño se comporta mal, entonces se le puede decir: “Siéntate aquí, en un banco. Descansa y piensa en tu comportamiento”. Si no duerme y no deja dormir a los demás durante la hora silenciosa, pueden “asustarlo” diciendo que se irá a dormir a otro grupo y realmente llevarlo allí. Y, si juega estando en la mesa (arrojando comida, desmenuzando el pan sobre el suelo, etc.), se le puede dar una escoba o un trapo para que limpie todo.

Y, aunque cada maestro es diferente, no me he topado con ninguno que ofenda a los niños o los golpee, como a veces vemos en las noticias. Pero en el kínder, algunos niños aprenden qué significan las prohibiciones. Por ejemplo, mi colega de turno no les permite a los pequeños tomar juguetes hasta que todos los demás hayan terminado de comer. Durante la hora silenciosa, todo está prohibido, incluso los libros. Si el niño no quiere dormir, debe acostarse y permanecer con los ojos cerrados.

Complicaciones a la hora de interactuar con los padres

Las relaciones con los padres también son diferentes. Personalmente, trato de ser seria, moderada y, al mismo tiempo, exigente. Pero algunos educadores prefieren la táctica “de ataque”. Por ejemplo: un niño se lesiona, y, el maestro, en vez de llamar y disculparse, se encuentra con el padre con el ceño fruncido por la tarde y lo acusa de no haberle enseñado antes al niño cómo comportarse, por lo que este se pasó de la raya, se cayó del tobogán y se hizo daño.

Yo no soy así, y aquí va un ejemplo: una niña tenía problemas con la preparación para la escritura. Trabajé con ella, y escribía las letras con sumo cuidado, pero nada funcionaba. Llegó un fin de semana largo. Le comenté cortésmente a su padre: “Si no es difícil para usted, practique la escritura en casa, por favor, para que su hija no pierda su habilidad”. Media hora después, la responsable me llamó para que fuera a su despacho: la madre de esta chica decidió llamar y quejarse de que yo consideraba a su hija “tonta” porque le había enviado una tarea para el fin de semana. Fui privada de mis bonificaciones.

Momentos de tensión

  • Los padres llevan a los niños enfermos al kínder porque necesitan ir al trabajo. No los detiene ni la fiebre, ni los vómitos, ni tan siquiera una bronquitis.

  • Los padres nos vigilan: a un niño le pusieron un reloj espía con la función de escuchar lo que estaba ocurriendo. Yo no estaba al tanto de las nuevas tecnologías, pero mi colega de turno se dio cuenta de qué tipo de dispositivo era y, con prudencia, comenzó a quitárselo al niño y a dejarlo guardado en un armario.

  • Cualquier palabra y acción descuidada (incluso si no la hubo) es tu culpa. Una niña les dijo a sus padres que la encerraban en un baño del kínder. Aunque esto es del todo imposible (los baños no se cierran), le creyeron a la pequeña.

  • Tenemos que dedicarnos a la documentación fuera del horario laboral, de lo contrario, no se podría estar atento a los niños.

  • Algunos niños tratan de escapar. Una vez, durante un paseo, conseguí parar a tiempo a dos niños que intentaban pasar entre los barrotes para ir a una tienda. Entonces, una madre me regañó por haberle ensuciado la chaqueta a su niño mientras lo sacaba. Y a mí empezaron a aparecerme canas solo de pensar que podrían haber hecho realidad su plan.

  • Me preocupo en cada paseo: tenemos un tobogán y carruseles de metal, por lo que me da miedo que alguien se caiga. La gente dirá que tendría que vigilarlos mejor, pero estoy atenta a 25 niños al mismo tiempo, y las madres, en casa, apenas pueden hacerle frente a uno o dos. Y, a pesar de todo, los niños siempre tienen tiempo de llevar a cabo alguna travesura.

Qué debe saber hacer un niño antes de ingresar al kínder en Rusia

  • Saber avisar que necesita ir al baño.

  • Saber comer por su propia cuenta, aunque sea desordenado, pero al menos ser capaz de tomar, de la manera que sea, una cuchara.

  • Vestirse y desvestirse, o intentarlo mientras espera a la maestra.

  • Comportarse de una manera decente: no quitarles juguetes a otros niños, no empujar, no morder, no tirar arena.

  • Saber que está prohibido subirse a los alféizares de las ventanas (en Rusia los tenemos dentro del edificio).

  • No utilizar pañales.

Niños pequeños, problemas pequeños

En nuestro grupo había un chico muy travieso, Iván. Tenía un sueño: visitar una nave espacial, la cual, para él, era un edificio con forma de bola que se encontraba cerca del kínder. Un día maravilloso, decidió escaparse. Además, esperó el momento en el que el vigilante estaba de baja médica por enfermedad. Tras el paseo, cuando ya habíamos contado a los niños, se escondió en silencio detrás de la puerta, luego bajó y salió corriendo del kínder. Su pérdida fue descubierta al pasar cinco minutos. Comenzaron a buscarlo, pero Iván ya no estaba en ninguna parte: se subió a un autobús y desapareció.

Cuando comenzaron con la revisión de las cámaras de seguridad, lo vieron como si fuera un agente 007, asomándose por la esquina, agachándose en algunos sitios y lugares, casi rodando hasta el refugio más cercano. Llamamos a los expertos en búsqueda con perros y a su madre para que viniera con algunas pertenencias personales. Los perros siguieron el rastro y llevaron a la policía hasta la parada de autobuses donde el niño se había marchado. Finalmente, lo encontraron balanceándose tranquilamente en un columpio en uno de los patios de un bloque de viviendas.

Los niños son muy diferentes entre sí

Los pequeños con familias problemáticas se sienten atraídos por lo nuevo y lo bueno. Una mañana vino un chico con la voz ronca. Le pregunté: “¿Qué pasó con tu garganta?”, a lo que respondió que, el día anterior, papá y mamá habían vuelto a discutir y él lloró mucho. Estos pequeños siempre dan lástima y tratamos de prestarles más atención para que, al menos en el kínder, se sientan bien.

Pero también encontramos niños demasiado mimados a quienes los padres mismos les inculcaron que todo el mundo les debe todo. Tratan a los maestros como sirvientes y es difícil interactuar con ellos. “Su trabajo es educar”, me dijo una vez una madre. “En fin, mi esposo y yo no sabemos qué hacer con nuestra hija, así que enséñele a comportarse bien”.

Qué pueden aportarle los padres a su pequeño

Los padres de hoy en día tienen una cosa en mente: el dinero. Es más sencillo para ellos ponerles dibujos animados y comprarles un teléfono a los niños para que no molesten ni hagan preguntas. Pero los maestros pensamos: ¿y por qué no regalarles tiempo a los pequeños? Así, decidimos organizar con más frecuencia días en los que los padres pueden participar en nuestras actividades: hacer manualidades o dibujar juntos para regalarles la obra a los abuelos. Este pasatiempo conjunto hace a los niños verdaderamente felices.

¿Los kínderes de tu país se parecen en algo a los de Rusia? ¿O son totalmente diferentes? ¿Crees que los centros educativos de la actualidad difieren mucho de los de tu infancia? Cuéntanos en los comentarios.

Imagen de portada vodolej / depositphotos

Comentarios

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No entiendo los padres que llevan a los niños al kínder enfermos. Les contagian a todos

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Me parece un trabajo digno de admiración. Yo no aguantaría más de dos días

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un yrabajo que no tiene comparacion con ninguno eso se lleva en el corazon y se nase con esa profecion

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