15 Usuarios contaron casos en los que un taxista les devolvió la fe en las personas

Gente
hace 2 años

Los taxistas no solo se agotan en el trabajo físicamente, sino también emocionalmente; después de todo, tienen que encontrar un lenguaje común con una gran cantidad de pasajeros que transportan todos los días. Y, a pesar de lo difícil que puede llegar a ser, muchos de ellos logran evitar actitudes poco profesionales y tener un buen trato con las personas.

En Genial.guru, decidimos presentarte a unos taxistas que están listos para hacer cualquier cosa por la comodidad de sus pasajeros. Y en el bono te mostraremos que no solo los taxistas pueden recoger a un pasajero al azar.

  • Regresaba a la residencia estudiantil después del almuerzo. Estaba muy cansado y decidí tomar un taxi. En el camino, entablé una conversación con el conductor, me contó emocionado sobre su hija de 8 años, que iba a la escuela y soñaba con ser médica. La matrícula aumentaba todos los años, por lo que él tenía que trabajar 14 horas al día para pagar su educación. Él mismo se sentó al volante a los 16 años, se quejó de su falta de educación y me aconsejó que me tomara en serio los estudios. Al final del viaje dijo: “Rara vez me cruzo con gente con la que pueda tener una charla agradable, así que no puedo aceptar el pago”. Y me dio su número de teléfono con las palabras: “Si necesitas un auto otra vez, llámame”. Definitivamente fue uno de los mejores viajes. © Unknown author / Quora
  • Tuve que llevar a mi hija al hospital. La saqué a la calle llorando. Logramos acomodarnos a duras penas en el auto y el taxista condujo con mucho cuidado. Mi hija se quedó dormida y pude recuperar un poco el aliento. Cuando ya estábamos bajando del coche, el taxista me miró con seriedad y preguntó: “¿No es tu último dinero? No lo aceptaré si es lo último que tienes”. Y no entendí de inmediato cuál era el problema, pensé que el pago no se podía debitar de la tarjeta. Hasta comencé a buscar dinero en efectivo, y hasta después me di cuenta de que él solo quería ayudarme. © MrsMiddle / Pikabu
  • Una historia corta y agradable que sucedió en Japón. Fuimos a visitar a un amigo y llamamos a un taxi a la estación. En Japón, las calles y los pueblos están marcados con números. Necesitábamos el número 218. Le pedimos al conductor que lo pusiera en el navegador; desafortunadamente, solo aparecía el 217. Quizás el asentamiento se había agregado recientemente y el mapa aún no estaba actualizado. El conductor decía algo en japonés, pero no le entendíamos bien, porque hablábamos muy poco el idioma. En resumen, nos llevó hasta el 217, apagó el taxímetro y comenzó a dar vueltas alrededor de cada casa. Le dijimos que todo estaba bien y podíamos ir a pie. Él respondió en japonés algo así como “Es mi deber”. Al final, vimos a nuestro amigo que venía a buscarnos cuando su casa estaba a unos 50 metros de distancia. El taxista solo nos cobró la cantidad de dinero que figuraba en el taxímetro cuando lo apagó. © Varun Pai / Quora

“Estaba volviendo a casa y de repente el taxista me regaló un paquete entero de naranjas y limones. ¡Tan agradable!”.

  • Un día lluvioso, regresaba de la oficina alrededor de las 7 p. m. y decidí tomar un taxi. Aquellos que han estado en Bombay saben que es muy difícil tomar uno durante la temporada de lluvias, nadie quería llevarme. Finalmente, alrededor de las 8, un conductor anciano se apiadó de mí y me ofreció subir a su coche. Mientras tanto, afuera comenzó un aguacero; había un gran atasco en la carretera; mi madre, que estaba preocupada por mí, me llamaba constantemente. El conductor vio que yo estaba nerviosa y dijo: “No te preocupes, subiste a mi taxi y te llevaré a casa sana y salva”. Hablamos mucho de su familia, de sus hijas, de su infancia y, por supuesto, de mi futuro. El conductor incluso se saltó la cena y simplemente dijo: “No hay problema, tengo un trabajo esta noche”. En total, pasamos más de 2 horas en el atasco de tráfico, pero me alegré de haberlo conocido. © Nishi R / Quora
  • ¡Soy muy distraída! Recuerdo que estaba por ingresar a la magistratura y olvidé todo un paquete de documentos en el taxi. Allí estaba mi pasaporte, mi diploma, y los certificados de la clínica. Y en la dirección que figuraba allí vivían unos inquilinos que en ese momento no estaban en la ciudad. Pero ese amable taxista llamó a la puerta de mis vecinos y les dejó mis documentos. Traté de agradecerle, pero me dijo: “No hace falta”. Deposité 15 USD en su cuenta, ¡pero me los devolvió! © Oídoporahí / VK
  • Una vez, regresaba a estudiar después de las vacaciones de verano. El tren llegó tarde y no tuve tiempo de tomar el último autobús hasta la residencia estudiantil. Tuve que dejar mi bolso en un casillero por la noche hasta que los autobuses volvieran a funcionar. La noche era un poco fría, compré té caliente y me fui para el lado de la plaza de la estación. Un taxista, un hombre de unos 50 años, se me acercó y me preguntó qué hacía una chica pequeña en la estación por la noche. Yo tenía entre 17 y 18 años. Le dije conté que había llegado tarde al autobús, la residencia estudiantil estaba cerrada por la noche y no me dejarían entrar, así que estaba esperando la mañana. Me miró y dijo: “Vamos, puedes sentarte en mi coche”. Me dio té y de manera paternal me explicó que era peligroso que estuviera sola en la estación. Y cuando los autobuses empezaron a andar, me ayudó a recoger mi bolso y llevarla hasta la parada. Me ofreció llevarme, pero me daba vergüenza seguir molestándolo. Lo recuerdo a menudo y le doy las gracias en mis pensamientos. © Katerina Orlova / Genial.guru
  • Un día, volvía a casa desde la universidad. Hacía tanto calor afuera que simplemente no pude caminar desde la parada y tomé un taxi. En el camino, charlé un poco con el conductor sobre el clima y el karma. Al final del viaje, cuando llegó el momento de pagar, de repente me di cuenta con horror de que no tenía suficiente dinero. Él dijo que estaba todo bien. Me sorprendió mucho: los taxistas suelen contar cada centavo. Empecé a hurgar en mis bolsillos de nuevo en busca de dinero. Compadeciéndose de mí, el conductor dijo: “Está bien. Quizás te haya debido dinero de otra época. Es el karma”. Atónito, me quedé de pie y lo vi irse. © Ashish Bhat / Quora
  • Era la una de la mañana, se me había hecho tarde. Estaba viajando en taxi a casa, me llevaba un señor mayor. Por lo general, les pido a los conductores que me dejen antes de entrar al callejón: no quiero obligar a una persona a dar vueltas por esas calles estrechas. Le pedí lo mismo a este señor, a lo que él respondió: “¿Estás loca? ¡Es la una de la mañana! ¿Quién dejaría que una joven ande sola por los callejones a esta hora? Espera, me estacionaré para iluminarte el camino. Hazme un gesto cuando llegues a casa. Tengo una nieta de tu edad, ¡cómo puedo no preocuparme!”. No me resistí. Bajo la luz brillante de los faros, corrí hacia la puerta y, bajo la mirada de sorpresa de mi esposo, le hice señas al señor desde el balcón, tras lo cual él se fue de inmediato. © 2ruki2nogi / Pikabu
  • Una vez, tenía que ir con mi hijo a visitar a una amiga a otra ciudad. Se me hizo tarde en el trabajo, luego me quedé en un atasco en el camino. Como resultado, en lugar de dos horas y media, solo nos quedaba una hora para la salida del tren. Llamé a un taxi, un coche llegó media hora después. Le dije: “Probablemente, ya no tiene sentido”. El conductor: “No, suban, lo intentaré por caminos secretos”. Y realmente nos llevó rodeando todos los atascos de tráfico a través de caminos que yo ni siquiera conocía. Saltamos al último vagón del tren cuando las puertas ya se estaban cerrando. Y el taxista luego me escribió y preguntó si habíamos llegado a tiempo, se había quedado preocupado. © Julia-Pillulia / Genial.guru
  • Estaba regresando a casa por la noche. Un anciano se me acercó y me pidió que lo llevara a cierta calle. Miré los mapas y eso estaba a una hora de donde estábamos. Y, dado el paso lento del anciano, tal vez incluso a varias horas. Tuve que llamar a un taxi para no abandonarlo. Apenas logré convencer al anciano de que se subiera al auto, le di dinero al taxista, pero él me respondió: “No, no hace falta. ¡Las buenas acciones no tienen precio!”. Aparentemente, se había dado cuenta de que yo no conocía al anciano. Al rato, el taxista me llamó y me dijo: “El señor llegó bien, lo dejé justo en la puerta de la casa. ¡Gracias!”. Yo le agradecí a cambio, y se me llenaron los ojos de lágrimas. © Habitación n.º 6 / VK
  • Una vez que estaba en un taxi, el conductor era un anciano con un bigote largo. Casualmente le pregunté sobre él y su rostro literalmente se iluminó. Me miró y empezó a contarme sobre su bigote. Resultó que un día conoció a un hombre con un enorme bigote y se inspiró en su ejemplo. Siempre había querido dejarse crecer su propio bigote y recibió algunos consejos de ese hombre sobre cómo cuidarlo. Cuando terminó de contarme sobre el bigote, comenzó a hablarme sobre el hecho de que tenía una familia enorme, sobre lo mucho que amaba a sus hijos y nietos, que esperaban con ansias su regreso a casa. Al final, no aceptó mi dinero y me agradeció por el buen rato. Agregó que en estos días la gente no tiene tiempo para conversar y que estaba feliz de haber compartido su historia con un completo desconocido. © Unknown author / Quora
  • Llegamos corriendo al registro civil con mi futura esposa, fuimos al despacho. Rebusqué en mis bolsillos y me di cuenta de que había dejado los anillos en el taxi. Corrí hacia afuera: el automóvil, por supuesto, ya no estaba allí. Miré a mi alrededor con horror, y en ese momento, mi esposa gritó: “¡Los anillos ya están aquí, regresa, rápido!”. Resultó que el conductor había notado la caja con los anillos, se había estacionado y los había llevado al registro civil él mismo. Gracias, amigo, ¡salvaste una boda! © Oídoporahí / VK
  • Amo mi trabajo. Me gusta conocer gente interesante. Siempre trato de que cada pasajero tenga un grato recuerdo del viaje. Intento ayudar a la gente desinteresadamente. Una vez, llevé gratis a unos pasajeros bajo la lluvia: una madre con niños pequeños con un montón de bolsas de comestibles. También le di un aventón a una mujer que estaba en problemas en una ciudad que no conocía, solo para que no le pasara nada. © Brenda Rae Pike / Quora
  • Anoche, volviendo de un viaje de negocios, llamé un taxi. Cuando bajé, dejé caer mi billetera y dentro estaba mi licencia de conducir, documentos, tarjetas bancarias, dinero, todo. Por la noche revolví todo, y mi hija me aconsejó que llamara al taxista. Resultó que el conductor ya me estaba buscando. ¡Llegó media hora más tarde y me devolvió mi billetera! © ***xxx / Pikabu

Bono: no solo los taxistas recogen a viajeros al azar

  • Una vez, tarde por la noche, mi auto se averió y me estacioné a un lado de la carretera. De repente, un coche se detuvo a mi lado, me puse feliz, subí a toda prisa y le dije al conductor mi dirección. Pensé que el viaje me saldría muy caro, así que lo primero que hice al llegar fue ponerme a buscar el taxímetro con los ojos y, al no encontrarlo, pregunté: “¿Cuánto es?”. En respuesta escuché: “Señora, esto es un coche patrulla, así que es gratis”. © Margaret L. Scott / Quora

Cuéntanos sobre tu viaje en taxi favorito. ¿Quizás también te llevaron gratis o te devolvieron algo alguna vez?

Imagen de portada MrsMiddle / Pikabu

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