20 Lectores de Genial cuyo cerebro les falló por un instante y reiniciaron su “mátrix”

Gente
hace 1 año

Muchos de nosotros hemos experimentado esa extraña sensación de creer que la lógica del tiempo y el espacio juega con nosotros. A veces, no se trata de otra cosa que un simple descuido o una mente distraída a la que queremos atribuirle sucesos mágicos, y seguro terminan teniendo una explicación. Sin embargo, no siempre es así.

En Genial.guru hemos reunido una serie de anécdotas de nuestros lectores que podrían ser la prueba de que, en ocasiones, no todo marcha según las leyes de la congruencia.

  • Llegué muy cansada del trabajo. Apurada, puse mi ropa sucia en la lavadora y coloqué el jabón. Preparé un café y me dispuse a tomarlo, esperando que la lavadora arrancara, pero no sucedió. Revisé la botonera, me preocupé, pensaba en costos de arreglo, en comprar una nueva. Nunca iba a funcionar. Me di cuenta de que había enchufado la licuadora y no la lavadora. Me reí mucho cuando me di cuenta y pensé: “Estás muy cansada”. ©️ Nancy Stumpf / Facebook
  • En la noche, después de llegar del trabajo, fui al baño, busqué mi cepillo de dientes y no lo encontré. Pensé que se había quedado en otro lugar. Lo encontré al lado del televisor, lo tomé y fui al baño a cepillarme. Le iba a poner la pasta dental y me di cuenta de que no tenía un cepillo en las manos, sino un chicle que viene en un sobre alargado. Mi cepillo estaba en el mismo lugar de siempre. Aún no sé qué pasó. ©️ Katerin Sanchez / Facebook
  • Llevaba poco tiempo de casada y estaba embarazada de mi primer hijo. Solía usar una pulsera de acero que se calentaba al cocinar, así que me la quité y la guardé. Luego de que nació mi niño, busqué la pulsera y no apareció por ningún lado, la busqué por años y nada. Pasó el tiempo, quedé embarazada de nuevo, nos mudamos de departamento, mi otro hijo nació y cuando empezó a gatear, comenzó a aventar juguetes desde un hoyo que había en la zona de lavado del departamento hacia el jardín comunitario. Un día lo vi arrojando juguetes, bajé por ellos al jardín, como de costumbre, y ahí, entre los juguetes y el pasto crecido, estaba la pulsera metálica que había perdido unos años atrás. Estaba en perfecto estado, como si me la acabara de quitar, ni una mancha, ni siquiera oscurecida. Aún tengo la pulsera y han pasado casi 10 años desde esta historia. ©️ Kry Mancera / Facebook
  • Una vez mi papá estacionó el auto frente a nuestra casa y yo entré a buscar algo mientras él me esperaba afuera. Al volver, el auto seguía parqueado en el mismo lugar, pero en el asiento del conductor había otra persona. Mi papá me explicó que había tenido que moverse. Sin embargo, la coincidencia de que se estacionara un auto igual, del mismo color y en el mismo lugar me pareció bien extraña. ©️ Veronica Teme / Facebook
  • Iba con mi esposo en al autobús rumbo al trabajo, ambos nos bajábamos en la misma parada, así que, al dirigirnos a la puerta de salida, pasamos por entre personas que iban de pie. No sé en qué momento mi esposo se adelantó, solo sé que al llegar a la puerta, alguien tocó el timbre y yo por inercia abracé por la espalda al hombre que estaba frente a mí y recargué mi cara en su espalda. El tipo volteó a mirarme y yo vi que mi esposo estaba precisamente delante de él, viéndonos sorprendido. Al instante solté al tipo y me bajé lo más rápido que pude. Abajo estaba yo atacada de la risa y, sobre todo, muy apenada. ©️ Mafafita Para / Facebook
  • Un día caminaba desde mi casa al supermercado que quedaba bastante cerca. Me sorprendí al verme parado frente a él, ya que, por alguna razón, no recordaba el proceso de haber caminado hasta allí. Literalmente me sentí teletransportado desde mi casa al supermercado. ©️ Frank David Mayeta Spencer / Facebook
  • Una vez, mi mamá andaba buscando sus gafas por todos lados. Nos puso a mis hermanos y a mí a buscarlas mientras ella andaba como loca renegando porque no las encontraba; bueno, en realidad nosotros tampoco. De pronto mi mamá se miró al espejo y ¡oh, sorpresa! Las tenía en la cabeza. Se disculpó con todos. ©️ Arevalo Sandra / Facebook
  • Hice un viaje de quince minutos desde un poblado a la ciudad. Era un recorrido que normalmente duraba una hora. Pasé por los mismos pueblos, vi los lugares de siempre y salí a la hora de costumbre. Salí a las 7:00 de la mañana del pueblo y llegué a la ciudad a las 7:15, cuando mi hora de entrada era a las 9:00 de la mañana. Fue la misma distancia, en fin, no sé qué pasó. ©️ Teodomira Chávez Tec / Facebook
  • Desperté a las 4:30 de la mañana con la alarma de mi celular. Entré al baño y salí a las 4:45, lo sé porque tengo programada esas dos alarmas en mi teléfono. Me puse el pantalón, las medias y así fui a la cocina; puse a hacer café y cuando regresé al cuarto eran las 5:20. Me salté treinta y cinco minutos hacia adelante en el tiempo. Sentí que estaba en la película Click. ©️ Moiséx Elías / Facebook
  • Tenía siete años y nos íbamos a pasar vacaciones a casa de mi abuela paterna. Nos levantamos muy temprano, estaba oscuro, pero la iluminación era buena. Vi a mi papá afuera de la casa a un lado del carro y luego bajando por la calle, lo llamé y salí para seguirlo. Mi mamá salió en ese momento y me preguntó que a dónde iba. Le dije que con mi papá, y ella me dijo: “Tu papá está aquí adentro”, entré a la casa y ahí estaba mi papá arreglando unas cosas, vestido con la misma ropa con la que yo lo había visto afuera. ©️ Eluzaid Ludwig / Facebook
  • Desperté con la angustia de que me faltaba uno de mis hijos. Corrí a sus camas y los revisé. Encontré al mayor y pensé: “Aquí está uno”, busqué al menor y dije: “Aquí está el otro”. Busqué al tercero y no lo encontraba, revolqué las cobijas mientras el miedo comenzaba a apoderarse de mí y pensaba: “¡¿Dónde está el otro?! ¡¡¡Me falta uno!!! ¡¡Dios mío, ¿dónde está mi otro niño?!!”. Iba a entrar en crisis nerviosa cuando recordé que solo tenía dos. Fue tan extraño, traté de tranquilizarme, pero me costó mucho hacerlo. ©️ Graciela Renovato / Facebook
  • Hace algún tiempo estaba preparando la comida. A la olla exprés le faltaban 15 minutos para apagarla y mis hijos estaban por llegar de la escuela. De repente abrí los ojos y estaba sentada en los primeros escalones de la escalera, tenía mi cabeza recargada contra la pared y la tapa de la olla exprés en la mano. A veces me pongo a pensar qué fue lo que pasó. ©️ Silvia Suárez García / Facebook
  • Manejé hasta la casa de una amiga y, cuando ya me iba a ir, me subí del lado del copiloto esperando a que alguien arrancara el carro (normalmente es mi esposo quien maneja, pero yo iba sola). Mi amiga me miró raro y hasta ese momento noté que nadie me llevaría. ¡Qué pena! ©️ Paty Olvera/ Facebook
  • Estaba en la oficina. Las llaves del cajón del escritorio siempre las tenía con las de la casa, así que, al abrir el cajón, quedaban todas mis llaves a la vista en el llavero. Una vez salí a almorzar con unos amigos en la universidad y estuve en el despacho de uno de mis profesores conversando sobre un examen. Al volver a la oficina, no pude encontrar mis llaves por ningún lado; por ende, no pude abrir mi cajón. Llamé a la universidad, hablé con la secretaria, con mi profesor y les pregunté si quizás se me habían caído, pero nadie las vio. Luego de revisar todo, miré de nuevo el cajón de mi escritorio y las llaves estaban colgando como si acabara de abrirlo.
    ©️ Veronica Teme / Facebook
  • Hace tiempo necesitaba hablarle a una amiga con urgencia, pero no recordaba su número telefónico. Entonces, empujado por la intuición y de forma automática, marqué un número cualquiera. ¡Ella me contestó! Enseguida le pedí que me diera su número y me contestó: “Pero si me estás llamando es porque ya lo sabes”. Yo le dije: “Eso es lo raro, marqué tu número sin saberlo”. No sé si me creyó. ©️ Manuel Teyper / Facebook
  • Hace muchos años tuve una amiga, fuimos compañeras de trabajo y, porque la empresa cerró, cada una tomó rumbos diferentes. Pasaron varios años y un día nos volvimos a encontrar. Me puse muy feliz de verla y la invité a mi casa, pero no sé por qué dejamos de vernos nuevamente. Volvieron a pasar varios años y hace como cuatro nos encontramos de nuevo y desde entonces no hemos perdido contacto. Lo curioso es que en estos días recordó la primera vez que nos encontramos. Me nombró la calle cerca de mi trabajo, pero me contó que yo iba con otra compañera y que apenas la saludé sin reconocerla. Entonces, ella me dijo: “Soy Claudia, ¿no te acuerdas de mí?”. Terminó diciéndome que la hice sentir muy mal, pero nuestros recuerdos son diferentes. Me parece tan raro. ©️ Elena Badilla Olate / Facebook

¿Qué opinas de los eventos inexplicables? ¿Cuál fue ese momento en que sentiste que tu propia mátrix falló?

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