13 Usuarios de Genial cuentan sus historias con el profesor menos simpático de su escuela

Historias
hace 1 año

Todos sabemos que un profesor puede marcar la diferencia para un alumno. Uno bueno tiene la oportunidad de inspirar y de fortalecer, así como hizo la señorita Miel con Matilda. Y aunque todos deberíamos celebrar a los maestros excepcionales, hay veces en las que un alumno se cruza con un profesor que podría haber interpretado muy bien a Tronchatoro.

Los lectores de Genial.guru compartieron anécdotas sobre sus profesores menos simpáticos, y armamos una lista con algunas de ellas para demostrar que esta etapa, como cualquier otra de la vida, siempre se puede superar.

  • Mi hija fue al jardín infantil, por ende conocía las vocales, los números y sabía contar. Cuando entró a prekínder, terminaba primera los trabajos en clase, y como en el jardín, ayudaba a los que sabían menos. En la escuela quería hacer lo mismo, y la profesora la reprendía. ©Juan Francisco Antimil Campos / Facebook
  • Cuando mi hija iba a segundo grado (nos habíamos mudado desde Argentina hacía un par de meses y tenía que repetir el segundo grado), el maestro y los compañeros fueron excelentes. Pero la maestra de español, ya que las demás materias se dictaban en euskera, la reprendía y la humillaba todas las clases porque, como todos los argentinos la “ll” la hacemos más parecida a la “y”, la maestra le decía que ella hablaba mal. Mi hija bajó llorando y yo subí hecha una furia, le expliqué que nosotros no hablábamos mal, simplemente diferente. Por suerte lo entendió. Tanto el colegio como los profesores y alumnos fueron extraordinarios con mi hija desde el primer día. ©Julieta Rojas Risueño / Facebook
  • Cuando estaba en cuarto año, tuve un profesor llamado Ovidio, y siempre fue muy formal con mi mamá, hasta que se ensañó conmigo en los exámenes y siempre me ponía mala nota. Por suerte, mi mamá los revisaba y fue a hacer el reclamo. Me subieron las notas, y más adelante me enteré de que ellos habían estudiado juntos y él gustaba de mi mamá, pero ella lo rechazó. Esa era su forma de vengarse. ©Dianita Sanchez / Facebook
  • Era muy buena alumna y muy tranquila en la secundaria, logré obtener un buen promedio y estar en el cuadro de honor. Iba a una escuela de mujeres solamente y teníamos un profesor de educación física que, cuando seleccionaron a las alumnas para la escolta, pensó que yo era de muy baja estatura para estar ahí. Al final fui escolta, pero me creó tanta inseguridad en mí misma que tuve que pelear con ello durante muchos años. Además, había un gran grupo de alumnas que eran mis compañeras, y entre ellas y él siempre hablaban de mí hasta tal grado que me quedé sin amigas. Me refugié en mis libros y terminé la secundaria. Hasta el día de hoy, no logro comprender por qué esa antipatía conmigo, cuando el resto de los profesores sí me querían, y aún hoy tengo contacto con algunos de ellos. ©Mila Fran / Facebook
  • En la primaria tenía la materia Actividades Prácticas. La maestra siempre me decía que los trabajos me los hacía mi mamá, porque eran muy prolijos. La verdad era que siempre tuve habilidad para las manualidades y el dibujo, pero ella no me creía y me ponía nota baja. Un día hicimos un trabajo en clase, vio el mío y solo me puso un seis; nunca una nota más alta. Le dije a mi profesora de curso que ella decía que yo no hacía mis trabajos y ella le habló, le dijo que sí los hacía. Es más, mis dibujos eran los elegidos para la exposición de dibujo todos los años. Y aun así, jamás me puso una nota alta. Cuando no te quieren, usan en tu contra las notas. Amo hacer manualidades, nunca dejé de hacerlas hasta el día de hoy, que tengo 39 años. ©Romina Rd / Facebook
  • Mis maestros jamás me dijeron nada malo, o eso suponía hasta que fui a visitar a mis papás y salimos a tomar un helado (vale decir que yo estaba ya recibida de periodista y trabajaba en un canal importante de Buenos Aires). Me vieron y me saludaron muy atentas y alegres, preguntaron qué era de mi vida, ya que no me veían por el pueblo. Les conté mi historia resumida, y ambas sorprendidas me dijeron: “Mira a la que nunca iba a llegar a nada y se llenaría de hijos”. Casi me muero. Les agradecí y solo les pedí que, por favor, jamás le dijeran a un niño que no sería nada. ©Anabela Yanina Oyola / Facebook
  • La profesora de matemáticas, que también era mi tutora, nos preguntó a qué nos queríamos dedicar cuando fuéramos adultos. En aquel momento yo estaba empecinada con el periodismo, y al decírselo a la profesora, me dijo: “¿Cómo vas a dedicarte al periodismo con lo mal que se te dan las matemáticas? Imagina que tienes que dar una noticia de matemáticas, no podrías”. Definitivamente, con mis 13 años, me quitó la idea de ser periodista. En bachiller, a mí y a otra compañera, nos decían que no nos presentáramos a selectividad, que íbamos a dejar muy mal al instituto. Nos presentamos y aprobamos, y volví con mi nota. No fue muy alta, pero lo justo para poder hacer la carrera que quería y terminarla. ©Sandra Niza / Facebook
  • En tercero de secundaria, al iniciar el año nos tocó un maestro de matemáticas ya adulto mayor, que entraba a clases, se sentaba y nos ponía a realizar ejercicios matemáticos. Durante el tiempo que tardábamos en resolverlos, se dormía profundamente. Como yo era el jefe de grupo, mis compañeros me hostigaron para que fuéramos a acusarlo a la dirección y pedir su cambio; así lo hicimos, y lo cambiaron. Días después, al entrar al taller de electrónica, cuál fue mi sorpresa al verlo ahí dándonos la clase. Nunca me calificó bien, aunque me esforzara, y al final reprobé la materia. La presenté como seis veces y no lograba pasarla. Cuando le pregunté por qué me reprobaba, me dijo: “¿Te acuerdas cuando, con tu grupo, me acusaste? Mientras yo esté aquí, nunca vas a pasar tu examen”. Y así fue, pasé la materia cuando él ya no estaba en esa escuela. Grandes recuerdos que marcan nuestra vida. ©Juan Mateo Juarez Gonzalez / Reddit
  • Sí ocurre. A mí me tocó una profesora de química en la universidad que se molestó porque pude responder todo su examen (ella no sabía que yo venía de estudiar la carrera de química en otra facultad, pero al elegir otra carrera no quise validar las materias, quise ver todo por si enseñaban algo más). Así que no me puso un diez, me puso ocho. Le pregunté por qué, me dijo que era imposible que yo sacara diez sin copiar. Le dije que podía repetir el examen frente a ella, pero no quiso, simplemente me dijo que, aunque no me había visto, sabía que yo había hecho trampa y por eso no me ponía el diez. Cuando le confesé que yo había estudiado en la facultad de química, me torció la boca y me dijo clarito: “Conmigo no pasas”. Y no me podía quejar porque a la señora hasta las autoridades le temían. Lo único que pude hacer fue pedir que, por favor, pusieran a otro profesor porque éramos demasiados alumnos para una sola maestra; y en eso sí pudieron ayudar. Tomé la materia con el otro profesor, que resultó ser muchísimo mejor maestro de química. Venía de la facultad donde yo había estudiado, un excelente docente, y así pasé mi materia. ©Usagy Cheito / Facebook

¿Qué profesor marcó tu vida de una forma que jamás olvidarás? ¿Era como la señorita Miel o como la malvada Tronchatoro?

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Nunca entenderé que un profesor le diga a un alumno que no va a llegar a nada

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