15 Historias que demuestran que juzgar a una persona por su apariencia es como juzgar a un libro por su portada

Historias
hace 1 año

Es bien sabido que pensar siguiendo los estereotipos no es algo correcto. Pero algunos clichés aún siguen existiendo en la mente de mucha gente. En especial cuando una persona pone etiquetas en función del aspecto físico de alguien más.

En Genial.guru encontramos situaciones que demuestran que la expresión “no juzgues a un libro por su portada” sigue siendo actual hasta el día de hoy.

  • Trabajaba como mesera y en mi turno entró un hombre muy desaliñado. Mi compañera me dijo que no lo atendería. A mí me daba igual. Él pidió algo barato y lo ayudé a elegir, me dio tanta lástima que le llevé un pedazo de pan y un té. Me quedé muy sorprendida cuando él sacó un fajo de billetes y me dejó una muy buena propina. Mi compañera se quedó sorprendida; nosotras compartimos la propina y ella comenzó a atender a todos por igual. © Daria Kim / Facebook
  • Estábamos remodelando la casa de mi hermana. Fuimos a la tienda con un pañuelo en la cabeza, ropa vieja y con la cara salpicada de pintura. Era verano y teníamos ganas de tomar un helado. Le preguntamos a la vendedora qué helados tenía y ella con arrogancia nos dijo: “El más barato ya se terminó”. Hicimos una gran compra y le dijimos: “No hace falta que nos dé el cambio”. Nos fuimos de la tienda y debieron haber vistos sus ojos. © Laura Amanova / Facebook
  • Trabajaba en una tienda. Un día una clienta con un aspecto muy elegante se acercó y me dijo que sospechaba que una mujer estaba robando. Ella señaló a la supuesta ladrona. Se trababa de una mujer vestida de forma modesta. Claramente, ella no podía esconder nada en su ropa. Le pregunté por qué tenía esas sospechas. Ella no pudo decir nada en su contra, pero no reconoció que era por la ropa que vestía la mujer. Entonces dije por la radio: “Llamen a la jefa de seguridad”. Y en ese mismo momento llegó la “ladrona”. ¡Deberían haber visto la cara de la clienta! A nuestra jefa de seguridad simplemente le gusta hacer rondas por la tienda. © Christopher Valdez / Quora
  • Hace un par de años acudí a fisioterapia. Estaba sentada en la sala de espera y entró un hombre. Tenía unos 60 años, llevaba una camisa con agujeros y unos shorts manchados. Parecía que le habían cortado el cabello con tijeras de jardín. ¡Además estaba descalzo! Él entró muy sonriente y con buen porte. Después escuché a los médicos decir: “¿Cómo está su nueva casa?”, “Nunca ha estado ahí, dice que no le da tiempo”. Y así me di cuenta de que no tenía ni idea de cómo se veía un millonario. © Jo Eberhardt / Quora
  • Mi vecina estaba buscando un abrigo de piel. Entró a una elegante tienda del centro. Mientras se lo probaba, las vendedoras hacían algunos comentarios sobre su apariencia y sobre la bolsa de hilo que llevaba. Ante la mirada de las empleadas, mi amiga sacó de su bolsa de hilo un periódico y ahí tenía envuelto mucho dinero. Con ese dinero pagó el abrigo y las vendedoras simplemente se quedaron boquiabiertas. © Svetlana Putkaradze / Facebook
  • Trabajo como diseñadora de cortinas. Hay ocasiones en que voy a las instalaciones y no hay nada terminado. Todo está lleno de polvo y suciedad. Normalmente, me pongo jeans, chamarra y botas, sin nada de maquillaje. ¡Cuando regreso con las muestras de tela, bien peinada, maquillada y con vestido, los clientes no suelen reconocerme! Uno de ellos dijo: “¡Te conozco, pero no sé de dónde!”. Es realmente muy gracioso. © Olga Sulavko / Facebook
  • Vendía electrodomésticos. Era asistente de ventas y mis comisiones eran mínimas. El personal de más antigüedad inmediatamente se llevaba los mejores clientes. Cerca había una escuela y los chicos venían con frecuencia a ver los equipos de música. Estaba aburrido, así que decidí acercarme a un chico que estaba cerca de los televisores. ¡Resultó que este chico de 13 años había estado ahorrando durante dos años para comprar su propio televisor! Pagó en efectivo, y desde ese momento, nunca dejé sin atención a los clientes. © Paul Mannering / Quora
  • Fuimos a una gran ciudad a comprarle un vestido de novia a mi amiga. En nuestra ciudad no habíamos podido conseguir nada. Al parecer, consideran que las mujeres “después de los 40” se deben casar en bata. Debido a que tuvimos un viaje largo, nos vestimos conforme la ocasión. El único lugar en donde nos echaron una mala mirada fue en un viejo pabellón en el centro comercial. La vendedora incluso nos dijo: “De este lado tengo vestidos caros, así que no se los enseño”. Al final encontramos el vestido en una de las mejores boutiques e incluso nos atendieron muy bien ahí. © Gamuri / Genial.guru
  • Conozco al dueño de una fábrica que se compra ropa en tiendas económicas y lo hace cada dos años. También conozco a un chico que viste exclusivamente ropa de marca, pero le saca todo el dinero a su novia. La mejor parte fue cuando ella se fue de viaje y él la llamó: “Querida, ¿cómo voy a ir por ti sin un ramo de flores? Envíame dinero para comprarlo”. Por supuesto, ese fue el fin de su relación. © lenaandros / Pikabu
  • Mi amiga y yo fuimos a una boutique a comprar un traje de negocios. Ahí nos pusimos a conversar con una linda mujer, que nos dijo que estaba estudiando para ser diseñadora. Ella nos mostró un par de modelos y dijo: “Este se te verá bien”. En ese momento se nos acercó el gerente y empezó a decir de forma grosera: “Llevan 40 minutos en la tienda y aún no han comprado nada. ¡Fuera de aquí o llamaré al guardia de seguridad!”. La mujer, llorando, se fue a la salida y llamó por teléfono a alguien. Más tarde el director de la tienda se encontró con la mujer que lloraba. Y le dijo al gerente: “Ella es nuestra nueva gerenta de mercadotecnia. Y usted está despedido”. © Leslie Benisz / Quora
  • Trabajaba como enfermera, y en general todos me veían con bata, gorro y mascarilla. Siempre saludaba a todos, pero un doctor me ignoraba obstinadamente y nunca respondía a mis saludos. Una vez iba por la calle caminando con un lindo vestido, bien maquillada y con un ramo de flores. Ese doctor venía caminando de frente. Y debieron haber visto la mirada que me echó. Desde entonces, siempre me saluda. © Irina Svirski / Facebook
  • Un día entró un hombre a nuestra tienda con jeans y unas botas gastadas. Nadie se quería acercar a él, excepto yo. Resultó ser el vicepresidente de finanzas. Ese día la tienda tuvo buenas ganancias, y a mí me dieron una comisión. © Berkeley Hunt / Quora
  • No acostumbro a decir que soy médico. Un día fui en autobús a una excursión y a todos les dije que era plomero. Durante ocho días fui “invisible” para todo el grupo. Me dio tanta felicidad que nadie se me acercara para preguntarme cosas sobre salud. Una anciana tuvo un ataque al corazón y no había ningún médico. Yo soy anestesista y reanimador. Tuve que poner manos a la obra y todo salió perfecto. De reojo vi las miradas desconcertadas de todo el grupo. Fue muy divertido. © Dr.Nick / Genial.guru
  • Mi jefe se vestía horrible. No obstante, en los encuentros con los clientes, todo era según las reglas: relojes costosos, trajes y nada más. En los días habituales, llevaba una vieja sudadera, unos jeans y unos tenis. Una vez no lo dejaron entrar a la prueba de manejo en una agencia y tuvo que ir a otra con unos precios más elevados. De alguna manera, ahí se tomaron con más calma su apariencia. © VanDs / Pikabu
  • Una amiga trabajaba en una empresa que diseñaba cocinas, entre otras cosas. Era una de las empresas más caras de mi ciudad. Una vez vino un abuelito vestido con una chamarra vieja y un gorro deportivo. En pocas palabras, se veía un poco desaliñado, pero al final ordenó una cocina para su casa. ¡Resultó que tenía una casa de lujo! El precio de su cocina equivalía a un departamento de una recámara. Además, pagó en efectivo la mitad de inmediato. En aquel momento mi amiga recibió una buena comisión. © Itsnotmee / Pikabu

¿Te han ocurrido situaciones del tipo “no juzgues a un libro por su portada”?

Imagen de portada Leslie Benisz / Quora

Comentarios

Recibir notificaciones

En su momento, estaba hospedada en el hotel más caro de la ciudad y quise cenar, así que bajé con mi bolsito hippie, unos vaqueros y una camiseta de la asociación de rescate felino en la que había colaborado.
Entro en el restaurante, antes había mirado el menú del día, que no era caro, y me espeta un camarero '¿Qué quieres?' mi cabeza piensa 'ostras, mal vamos si me tutea', le sigo un momento el rollo, 'cenar'-le respondo. 'este restaurante es caro' me dice él, yo que realmente ya tenía hambre- 'lo sé, estoy hospedada en el hotel'. En ese momento, llegó el otro camarero, le hizo un gesto y ya fue este otro camarero el que me atendió durante la cena. Eso sí, al irme del restaurante fui a despedirme del camarero inicial.

2
-
Responder

Compro a menudo en un mayorista y siempre pasaba por la misma caja , la que atendía una mujer ,diez años más joven que yo,porque era enormemente rápida y eficaz. Era enormemente atenta , pero de "hola", "adiós" "que tenga un buen día" y poco más. Compro el pan algunas veces en un localito que está frente a una Parroquia y ese era el día que celebraban las primeras Comuniones y allí estaba esta mujer para la ocasión, arreglada, peinada y... bellísima. Hablando en plata : me quedé con la boca abierta. Era obvio que el uniforme de la empresa no le hacía justicia. Desde entonces, charlamos mucho en la caja. Ella no deja de hacer su trabajo, pero nos alegramos de vernos, sé que cuida de su madre, por eso siempre está por las tardes, y como le van los estudios a su hija. Al marcharme, me dice "hasta pronto". Hemos hecho una buena amistad, así sin más. Bastó una mirada admirativa... casi un jaw drop , la verdad.

-
-
Responder

Lecturas relacionadas